El pasado fin de semana, el Financial Times publicó un artículo sobre los trabajos académicos citados en el informe que la administración Trump utilizó para justificar su agresiva política arancelaria. Entre esos trabajos se encuentra el de Pau Pujolas y Jack Rossbach, que el propio Pau nos explicó en este blog en enero pasado. Hoy publicamos una nueva entrada de Pau sobre el tema, que, dejando a un lado la polémica sobre el diseño de los nuevos aranceles (o su no diseño), resume bien los efectos que una guerra comercial tendrá tanto en los consumidores como en la economía global. Gracias Pau por seguir ilustrando sobre el tema en NeG.
Por Pau S. Pujolas
Cuando terminé mi doctorado en la UAB en 2013, la literatura en comercio internacional se preguntaba cosas como cuán grandes eran los beneficios de estar comerciando (yo contribuí con un par de artículos, uno generalizando preferencias, y otro introduciendo dinámica de capital). Si les suena aburrido es porque seguramente lo sea.
Hablar de las ganancias en bienestar generadas por el comercio internacional cuando Barack Obama estaba al timón de los Estados Unidos, China se beneficiaba de haber entrado en la Organización Mundial del Comercio, y la Unión Europea se iba expandiendo es un poco como hablar del sexo de los ángeles. Nos interesa a los cuatro frikis que nos dedicamos a ello, pero no es un tema para contarle a mi tía cuando me invita a comer por Navidades.
Pero el mundo ha cambiado en estos doce años.
Ya en 2018 le empezamos a ver los dientes al lobo, con guerritas comerciales de Trump contra Canadá (que duro poco más de un año) y contra China (que siguió con Joe Biden, por alguna razón).
Y es que, en pleno 2025, los aranceles y las guerras comerciales se han vuelto a poner de moda. De no hablar casi nunca con los medios de comunicación, a acabar de dar mi entrevista número 41 en menos de dos meses. (Obviamente) ni radios ni teles ni periódicos me preguntan sobre mi investigación; lo que la gente quiere saber es…
¿Cómo funciona esto de los aranceles?
Un arancel es básicamente un impuesto a un bien producido fuera del país. Como cualquier impuesto, hace que el precio que paga el comprador sea más alto que el precio que recibe el productor, y la diferencia se la queda el gobierno del país que pone el arancel. También como cualquier impuesto, reduce la cantidad que se comercia. Primera alarma: la reducción en la cantidad comerciada crea una pérdida neta de ingresos (deadweight loss, en inglés); hay que ir muy en cuidado con imponer aranceles.
Con el arancel, de un lado, los consumidores (locales) pierden: compran menos y más caro. De otro lado, los productores (extranjeros) también pierden: venden menos y más barato. Pero el gobierno gana: se queda con unos ingresos que no tenía.
Si decidimos que nos dan igual los productores extranjeros (porque son extranjeros), se da una situación interesante. Al pasar de no tener arancel a tener uno pequeño (pero positivo), los ingresos del gobierno suben más que las pérdidas de los consumidores locales. Si estos ingresos se gastan bien — devolviéndoselos a los consumidores en forma de rebaja fiscal — el país que pone aranceles ganará con ellos. Por esta razón, poner aranceles es muy tentador. Segunda alarma: si el gobierno no se gasta bien los ingresos derivados de los aranceles (por ejemplo, con corrupción, o creando vías de tren y aeropuertos innecesarios) un arancel solamente genera pérdidas.
La ganancia con el arancel aparece porque el productor reduce su precio de venta. Al hacerlo, un arancel se convierte en una transferencia de ingresos de un productor externo a un gobierno local. Tercera alarma: para que el productor extranjero tenga que reducir su precio, necesitamos que nuestro país sea suficientemente grande. Si no lo es, poner aranceles solamente genera costes.
Hay más. Algunos productores (locales) ganan, puesto que pueden vender lo mismo a un precio más alto, e incluso venden un poco más. Este efecto es el que ustedes oirán en las radios y teles, donde saldrán políticos, lideres sindicales y lideres empresariales en tromba para convencerles de que poner aranceles y comprar local “ayuda” al país.
No se dejen engañar. Si comprar productos locales fuera una buena idea, ya los compraría usted sin necesidad de aranceles ni de propaganda. Si su compra de productos locales se debe a los aranceles y la propaganda, está siendo víctima de una política económica que le empobrece. Cuarta alarma: Los aranceles le impiden a usted, consumidor, comprar lo que desearía a precios razonables, haciéndole prisionero de productos (locales) caros y de baja calidad.
Fíjese que, si decidimos jugar al juego del arancel, el único beneficio que podemos conseguir es la transferencia de ingresos de productores vecinos a las arcas de nuestro gobierno. Si a nosotros nos parece bien jugar, es razonable pensar que los vecinos querrán jugar también al juego del arancel. Si ellos lo hacen, transferirán recursos de nuestros productores a las arcas de sus gobiernos. Así que, termino con mi quinta alarma: la ganancia de un arancel viene solamente a costa de empobrecer el vecino; si el vecino hace lo de ojo por ojo, (casi siempre) acabamos todos ciegos.
Hay 2 comentarios
Buenos días, excelente explicación y enhorabuena por tu trabajo.
De todo ello, deduzco que un posible escenario podría ser, de copiar todos la misma estrategia, la compartimentación global de los mercados, o mercados estanco, con escasa o muy reducida actividad comercial entre compartimentos o áreas de comercio protegidas.
La pregunta que me hago es... si esta situación recrudecerá la lucha por los recursos y materias primas (tierras raras, etc...) o productos de alta tecnología (chips, etc...), que requieren de una interconexión fluida entre dichas áreas de comercio protegidas o mercados estanco.
En síntesis, si quieres que no se maten entre ellos, ponlos a comerciar entre ellos. De ahí mi inquietud, de que reducidas o disueltas dichas relaciones, las asperezas se conviertan en agravios insuperables bajo el paraguas de la competitividad y que esto sirva de casus belli para declarar un conflicto armado a gran escala entre bloques.
Un saludo.
Hola!
Si, yo no se bien como ira la cosa. En la primera version del articulo de Guerras y Deficits Comerciales con Jack, terminabamos el articulo con una cita de hace treinta anhos que decia que grandes deficits comerciales ponian en peligro el orden de comercio mundial y el multilateralismo. En estas epocas el tema candente eran los vehiculos de Japon para Estados Unidos. Ahora el tema es otro, pero los incentivos de gobiernos de poner sus manos en el comercio internacional siguen ahi. Y no parece que la OMC tenga la habilidad para parar toda esta locura anti-comercial.