Sobre las diferencias en mortalidad según el género

@sergijm64

Las mujeres generalmente tienen una tasa de mortalidad más baja en cada grupo de edad y una esperanza de vida general más alta que los hombres. Esta brecha de género, inexistente antes de la revolución industrial, se observó por primera vez en los países desarrollados en el siglo XX (véase a éste respecto la reciente entrada de Libertad, aquí) y en la actualidad es un fenómeno casi universal. En los países de la OCDE, por ejemplo, la brecha de género en la esperanza de vida se amplió entre 1950 y 1970, pero posteriormente se redujo. Mientras que en 1975 se esperaba que las mujeres vivieran 6.2 años más que los hombres, 30 años después, la diferencia en la esperanza de vida se había reducido a 5.2 años. Las diferencias se observan a todas las edades, pero son especialmente sangrantes entre los jóvenes.

Para el caso español la diferencia en las tasas de mortalidad entre hombres y mujeres de 14 a 45 años en 1991 fue de 40 muertes por cada mil individuos en 1990, mientras que en 2016 esta diferencia fue de solo 20 por cada mil individuos (véase la figura 1).

Figura 1. Mortalidad según el género en el rango de edades 14-45. 1991-2017.

Las diferencias de género en los comportamientos de salud podrían explicar la mayor parte de la brecha de género en la esperanza de vida (Sundberg et al., 2018; Luy y Wegner-Siegmundt, 2014). Originalmente, los hombres tenían un mayor riesgo de mortalidad debido al tabaquismo, el consumo de alcohol, el abuso de sustancias y los riesgos ocupacionales (Loef y Walach, 2012). Sin embargo, los cambios en los patrones de género de fumar y otros factores de riesgo poco saludables  y en general los procesos de igualación de género podrían estar detrás del estrechamiento reciente.

En un trabajo reciente, conjunto con Cristina Belles y Judit Vall, analizamos la interacción entre el género y la educación con respecto a la mortalidad de adultos (hasta 45 años) en un momento de aumento de la igualdad de género y un mayor acceso de las mujeres a las oportunidades económicas. Para ello, recurrimos a un experimento cuasi natural ya comentado en entradas previas (aquí, aquí y aquí).

En concreto el experimento evalua el efecto del cambio en la edad mínima para trabajar, de 14 a 16 años, introducido en el Estatuto de los Trabajadores de 1980 (Ley 8/1980). Sin embargo, la edad de abandono escolar se mantuvo en 14 hasta 1990. Antes de la reforma las personas nacidas a principios de año tenían derecho legal a trabajar (a tiempo completo) antes de finalizar su último año de educación primaria, mientras que las personas nacidas a final del año alcanzaban la edad legal para trabajar solo después de completar este último año. En 1980, cuando la edad legal para trabajar aumentó a los 16 años, esta diferencia de incentivos entre los nacidos a principios de año y los nacidos al final desapareció. Aprovechamos esta diferencia en los incentivos que afectan a las personas nacidas al principio y al final del año antes y después de la reforma para aplicar una estrategia de identificación de diferencias en diferencias.

Un trabajo anterior de Del Rey et al. (2018) muestra que la reforma fue efectiva en su muestra no solo para proporcionar incentivos adicionales a las personas tratadas para que terminen la educación primaria, sino también para que permanezcan en el sistema educativo. En particular, encuentran que el aumento en la edad laboral mínima legal también incrementó la probabilidad de que los niños y niñas terminen la educación primaria en 1.3 puntos porcentuales (10%) y 1.2 puntos porcentuales (7.4%), respectivamente. Al mismo tiempo, la reforma redujo el número de niñas tratadas (niños) que no alcanzaron la educación secundaria opcional en 1,2 puntos porcentuales o 2,7% (1,6 puntos porcentuales o 3,2%).

Estrategia de identificación del efecto sobre mortalidad

Utilizamos el cambio exógeno en los incentivos introducidos por la reforma ET para identificar el efecto causal (a través de la educación) de una regulación del trabajo infantil en las tasas de mortalidad de adultos. Para identificar los efectos de la política, comparamos los resultados entre los individuos nacidos en los primeros / últimos meses de los años anteriores y posteriores a la introducción de la reforma. Somos conscientes de que este efecto es potencialmente menor que el efecto entre cohortes (comparando toda la cohorte de 1966 con la cohorte de 1967). Sin embargo, nuestros resultados serán más confiables que el enfoque de antes-después, ya que nuestras estimaciones no se verán afectadas por ningún otro evento concurrente. Esto es importante en nuestro entorno, ya que esta reforma fue aprobada durante un período de grandes cambios sociales.

Principales Resultados

En nuestro análisis distinguimos la tasa de mortalidad en un efecto a corto plazo (edades 14-29) y uno a medio plazo (edades 30-45), no estando aún en condiciones de analizar los efectos a largo plazo. Antes de abordar los resultados de la regresión en las figuras 2 y 3 presentamos los datos en bruto y las predicciones del modelo de estimación para mujeres y hombres en los grupos de tratamiento y control para todas las cohortes durante el período 1961–1971. La figura 2 muestra que antes de la reforma, un hombre o una mujer nacidos a principios de año tenían una tasa de mortalidad significativamente mayor antes de los 30 años en comparación con otro hombre o mujer nacidos a fines de ese mismo año. Sin embargo, esta diferencia se atenúa una vez implementada la reforma independientemente del sexo. Por otro lado, en la figura 3 vemos que la diferencia en la tasa de mortalidad después de los 30 años de edad de los hombres nacidos al principio y al final del año no parece verse afectada por la reforma. Alternativamente, la figura 3 también muestra que, antes de la reforma, las mujeres nacidas en diferentes meses del año tenían la misma tasa de mortalidad después de los 30 años, mientras que esta diferencia crece sustancialmente para las cohortes afectados por la reforma.

Figura 2. Tasas de mortalidad especifica por género y cohorte. 16-29 años

Figura 3.Tasas de mortalidad especifica por género y cohorte. 30-45 años

La Tabla 1 muestra los resultados de regresión. En la columna 2 se muestra que la reforma disminuyó la tasa de mortalidad de los hombres jóvenes tratados (de 14 a 29 años) en 0.07 por cada 1,000 hombres. Esto corresponde a una disminución del 6.3% con respecto a la media previa a la reforma. La columna 4 muestra que la reforma también parece disminuir la tasa de mortalidad de las mujeres jóvenes tratadas en un 8,9%.

Al observar los efectos de la reforma a edades medias, observamos que la reforma no tuvo un impacto significativo en las tasas de mortalidad de los hombres afectados de entre 30 y 45 años, mientras que aumentó significativamente estas tasas entre las mujeres afectadas en edad de primera edad. Finalmente, la columna 6 muestra que la reforma aumentó la tasa de mortalidad de las mujeres de 30 a 45 años en 0.048 por cada mil mujeres, o en un 6,3% con respecto a la media previa a la reforma. Por lo tanto, la reforma del trabajo infantil redujo las tasas de mortalidad de hombres y mujeres jóvenes, mientras que aumentó las tasas de mortalidad del grupo de mujeres mayores.

Tabla 1. Principales resultados por genero y grupo de edad.

Posibles factores explicativos cambios tasas de mortalidad

El análisis según causa de muerte para los hombres muestran que la reforma del trabajo infantil disminuyó las tasas de mortalidad para los hombres jóvenes tratados al disminuir las muertes debidas a causas externas (por ejemplo, accidentes), un 12.2%, con respecto a la media previa a la reforma, mientras que no tiene ningún impacto entre los hombres tratados de mediana edad (en ninguno de las causas de la muerte).

Para las mujeres jóvenes los resultados son coincidentes con los de los hombres, la reforma disminuyó la tasa de mortalidad entre las mujeres de 14 a 29 años debido a causas externas en 0.021 por mil mujeres (14.7%). Muy diferentes, sin embargo, son los resultados para las mujeres de mediana edad (30-45) ya la reforma aumentó la tasa de mortalidad por VIH en 0.011 por cada mil mujeres tratadas, o en un 11.6% con respecto a la media previa a la reforma. Asimismo encontramos que la tasa de mortalidad debida a enfermedades del sistema nervioso y circulatorio aumentó como consecuencia de la reforma en 0.014 por cada mil mujeres tratadas, o en un 8,7%.

Las muertes debidas al VIH y al sistema circulatorio se ven muy afectadas por comportamientos poco saludables, como beber, fumar, el abuso de drogas o las prácticas sexuales de riesgo (Borzecki et al., 2002). Para explorar si los hábitos poco saludables están detrás de este aumento en la mortalidad de las mujeres de mediana edad utilizamos la Encuesta de salud y hábitos sexuales realizada por el Instituto Nacional de Estadística de España en 2003, que contiene información sobre el consumo de alcohol, el consumo de drogas y las conductas sexuales.

La Tabla 2 reporta el efecto de la reforma en el comportamiento poco saludable de las mujeres. Observamos que la reforma incrementó la probabilidad de que las mujeres tratadas consuman alcohol. En particular, y después de la reforma, las mujeres tratadas tienen una probabilidad mayor de 4.5 puntos porcentuales (27%) de consumir alcohol diariamente, y una probabilidad mayor de 10.4 puntos porcentuales (30%) de consumir alcohol más de dos veces por semana, en comparación con las mujeres no afectadas por la reforma laboral infantil. Además, encontramos que las mujeres afectadas por la reforma tienen una probabilidad de 9.3 puntos porcentuales (37.5%) más alta de haberse realizado la prueba del VIH y una probabilidad mayor de 8.4 puntos porcentuales (36.2%) de recolectar y conocer el resultado de la prueba.

Tabla 2. Efecto de la reforma sobre los hábitos saludables de las mujeres.

Por lo tanto, nuestros resultados muestran que, a diferencia de lo que ocurre con los hombres, las mujeres afectadas por la reforma tenían una mayor probabilidad de involucrarse en comportamientos poco saludables, lo que puede explicar (al menos en parte) el aumento en las tasas de mortalidad debido al VIH y las enfermedades del sistema circulatorio.

Conclusiones

En nuestra breve exploración del impacto de la reforma de la edad de trabajar sobre la mortalidad, encontramos que ésta, a través del aumento de educación y hábitos sociales, puede ayudar a explicar en parte el estrechamiento de la brecha de mortalidad según el género.

En unos años, cuando estas cohortes de mujeres alcancen los 60-70 años de edad, estaremos en condiciones si dicho estrechamiento se estabiliza o, alternativamente, se profundiza debido al impacto del cambio de hábitos sobre las enfermedades pulmonares (derivadas del consumo de tabaco) y cardiovasculares. Por el bien de estas cohortes esperemos estar a tiempo de prevenirlo.

Hay 3 comentarios
  • Si es cierto que previo a la revolución industrial no existían diferencias de mortalidad (¿cuales son las fuentes de esa información?), es posible que ello estuviera "contaminado" por la alta mortalidad femenina asociada a la maternidad. Pero parece ser cierto que biológicamente existen razones que explican la mayor longevidad femenina (¿efecto de las hormonas?), lo que todavía no está bien descifrado. Además, existen actitudes y comportamientos hacia distintos riesgos que son distintos entre sexos y que no provienen solamente del trabajo (conductas sexuales, actividades recreativas más riesgosas, etc.).

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