La Gripe Española de 1918

Cartel sobre la Gripe Española, 1818 (Alberta, Canada). Fuente: aquí.

La pandemia de gripe de 1918-1919, que atacaba principalmente el aparato respiratorio, fue una de las epidemias más devastadoras de las que tenemos constancia. La cifra exacta es imposible de calcular pero se estima que el virus mató a más de 50 millones de personas, alrededor de un 2,7 por ciento de la población mundial (aquí o aquí; algunas estimaciones llegan hasta los 100 millones). Aunque el tópico de que hay que aprender de la historia está muy manido, la situación de emergencia en la que nos encontramos aconseja que no sólo nos fijemos en lo que ha pasado o está pasando en otros países, sino que miremos también a otros episodios en los que ya hemos pasado por circunstancias similares.

David S. Jones, Guido Alfani, Chris Colvin y Eoin McLaughlin, entre otros, ya nos han ofrecido algunas lecciones de lo que se puede aprender de estas crisis. El Grupo de Investigación de Dinámicas Demográficas del CSIC, liderado por Diego Ramiro Fariñas, también ha publicado este fantástico hilo en Twitter sobre la Gripe Española de 1918 y la Gripe Rusa de 1889-1890. Nosotros también hemos querido aportar nuestro modesto grano de arena pero, si quieren saber más, el artículo de Beatriz Echeverri Dávila publicado en la Revista de Demografía Histórica en el centenario de la gripe española es de lectura obligada (también la información que proporciona la siempre útil Our World in Data).

Aunque no está muy claro todavía dónde se originó, la epidemia se expandió simultánea y rápidamente en tres olas sucesivas (aunque la cronología de las distintas olas varió dependiendo del lugar). La primera, relativamente suave en términos de mortalidad, ocurrió en la primavera de 1918 (ver gráfico). Tras un verano relativamente tranquilo, la epidemia reapareció de forma muy virulenta en el otoño (el 75 por ciento de las muertes ocurrió en este período). La última ola se desarrolló durante 1919 y aunque fue menos letal que su predecesora, no fue ni mucho menos inocua. A pesar de que los viajes aéreos no existían, la epidemia se difundió por todo el globo rápidamente. La I Guerra Mundial todavía no había acabado y la desmovilización posterior implicó que cientos de miles de soldados volvieran a sus lugares de origen (los movimientos de población, incluidos los de aquellos que huían de la propia epidemia, fueron también un factor determinante en la difusión de la famosa peste negra, que a mediados del siglo XIV mató entre la mitad y las dos terceras partes de la población europea, como nos han contado recientemente aquí). Además, debido a la guerra, muchos países decidieron limitar la información sobre la epidemia para que no se enterara el enemigo y no minar la moral del país (como España era un país neutral, la prensa cubrió ampliamente el avance de la epidemia; de ahí el propio nombre de Gripe Española).

Mortalidad derivada de gripe y neumonía, Reino Unido (1918-1919)

Fuente: Taubenberger y Morens (2006). El timing de la epidemia en otros países europeos se puede encontrar aquí.

El estudio del modo en que se propagó la pandemia de 1918 evidencia que, además de actuar con transparencia, es fundamental que los poderes públicos limiten la difusión de la enfermedad con todos los medios a su alcance como el cierre de escuelas y otros edificios, la cancelación de actos públicos o la aplicación de cuarentenas (aquí o aquí; algo que también estamos comprobando actualmente). La importancia de las medidas públicas se ve claramente en las trayectorias que la epidemia tuvo en dos ciudades estadounidenses estudiadas aquí: mientras en Filadelfia las autoridades minimizaron la importancia de la epidemia y permitieron la celebración de actos públicos, los autoridades en San Luis implementaron fuertes medidas para contener la expansión de la epidemia sólo dos días después de que se detectaran los primeros casos. Los resultados de ambas políticas están claros si nos fijamos en el siguiente gráfico que compara cómo evolucionó la curva del número de muertos en ambas ciudades entre septiembre y diciembre de 1918. Aunque la epidemia duro más en San Luis, sus efectos fueron mucho menos letales (#FlattenTheCurve). Otro ejemplo dramático se dio en Samoa: mientras una cuarentena estricta evitó la epidemia en la Samoa Americana, una actitud más laxa frente a la misma implicó que muriera un 20 por ciento de la población de la Samoa Neozelandesa (aquí).

Exceso de mortalidad en Filadelfia y San Luis, Sept. 8 – Dic. 28

Fuente: Hatchet et al. (2007). La referencia es la media de la mortalidad en el mismo período entre 1913-1917.

Se estima que alrededor del 2-3 por ciento de los que se infectaron del virus murieron, especialmente porque muchos cuadros clínicos se complicaron con neumonía. A diferencia del Coronavirus que se ceba especialmente en los ancianos, esta pandemia afectó a personas de todas las edades. Sorprendentemente, los adultos entre 20 y 40 años fueron uno de los grupos más afectados, como se puede ver en el siguiente gráfico que ilustra el exceso de mortalidad (en relación a los años “normales”: 1915-17 y 1921-23) por edades y sexo durante la pandemia. No está claro cuál es el motivo de esta peculiaridad pero se especula que este grupo de edad, en comparación con las personas más mayores, no estuvo expuesto a la Gripe Rusa de 1889-1890 (otra epidemia que asoló el mundo a finales del siglo XIX) y por lo tanto su sistema inmunológico no estaba preparado (aunque hay otras hipótesis como se explica muy bien aquí). La mortalidad en las ciudades fue además más elevada ya que la contaminación que las caracterizaba (derivada sobre todo del carbón) agravó los efectos de la enfermedad (aquí). Otra singularidad de este epidemia es que la existencia de tres olas sugiere que el virus pudo mutar lo suficiente entre una y otra como para evitar la inmunidad que parte de la población habría desarrollado. Es cierto, sin embargo, que la intensidad de las distintas olas a nivel local suele mostrar una correlación negativa lo que apunta a que la población que la sufría adquiría defensas inmunológicas que limitaban su impacto posterior.

Exceso de mortalidad por edades y sexo (1918-1920)

Fuente: Murray et al. (2006). El exceso de mortalidad se calcula en comparación a los datos de 1915-17 y 1921-23 (basado en datos de 13 países).

Por supuesto, no todos los países o regiones se vieron afectados igual (aquí, aquí o aquí). El siguiente mapa muestra que el sur de Europa sufrió tasas de mortalidad mucho más elevadas que otros países de su entorno (en España se estima que murieron unas 250.000 personas; para saber más sobre lo que ocurrió en España aquí o aquí). Estas diferencias dentro de Europa son, sin embargo, pequeñas si se compara con lo que sucedió en otras regiones: la tasa de mortalidad de la India, por ejemplo, fue 40 veces mayor que la danesa. Esto obviamente está relacionado con la capacidad del sistema sanitario para hacer frente a la crisis y las propias condiciones de vida en los distintos lugares, así como con los patrones de contagio en esas sociedades o la inmunidad previa. Un peor estado nutricional, el vivir en espacios hacinados, la insalubridad de las viviendas o el propio desconocimiento de los mecanismos de la enfermedad debido a un menor nivel educativo contribuyeron claramente a la letalidad de la epidemia (además de, como hemos mencionado arriba, las medidas que se tomaron o no para limitar la difusión de la epidemia).

Exceso de mortalidad derivada de la Gripe Española en Europa, 1918-1920

Fuente: Murray et al. (2006). Las estimaciones de Ansart et al. (2009) son ligeramente distintas pero no alteran significativamente esta imagen.

Por otro lado, el impacto dentro de los distintos países también fue mayor entre aquellos que tenían un menor status socioeconómico (aquí o aquí). A pesar de que la evidencia es muy clara al respecto, el desigual impacto de estas crisis en la población es un aspecto que no se tiene en cuenta en los planes nacionales o internacionales para hacer frente a este tipo de pandemias como subrayan Svenn-Erik Mamelund y co-autores aquí. En este sentido, se debería tener en cuenta que, si el sistema público colapsa, los grupos de renta baja no van a poder pagar los tests, los retrovirales o las vacunas (algo que es evidente en los precios que algunas clínicas privadas cobraban recientemente), ni tampoco  permitirse no ir a trabajar para reducir el riesgo de contagio. Aparte de la propia responsabilidad moral, el hecho de que estas epidemias son un ejemplo de libro de externalidad negativa implica que no ayudar a estos grupos perjudica claramente al resto de la sociedad.

Las pandemias de gripe son algo recurrente en la historia. La de 1918 no fue la primera ni la última. Así, el mundo volvió a vivir episodios similares, pero no tan letales, en 1957-58 y 1968-69. A estas hay que añadir otras epidemias de distinto origen (SIDA, Ebola, SARS, etc.) o el Coronavirus actual. Por tanto, que estemos sufriendo una de ellas no es una casualidad. Si en circunstancias normales la salud es lo más valioso que tenemos, esto es aún más cierto en la situación actual. A pesar de los avisos que nos llegaban de China primero y de Italia después, no nos hemos tomado suficientemente en serio la gravedad de la situación. No estamos en 1918 pero los riesgos son evidentes. Sigamos los consejos de los profesionales (lavarse las manos, minimizar el contacto social, etc.), tomemos medidas para limitar el impacto económico (como explicaban Antonia Díaz y Luis Puch aquí) y, cuando se pase esta pandemia, aprendamos de nuestros errores y preparémonos para la siguiente invirtiendo en salud (y responsabilidad) pública.

Addendum (22/03/2020): Durante los últimos días se han multiplicado los artículos sobre cómo la Gripe Española de 1918 puede servirnos de guía para la dramática situación actual. Incluyo aquí una lista (no exhaustiva) de los que me han parecido más interesantes. Espero que ayuden a contestar las preguntas que nuestros lectores puedan tener. Seguro que me dejo muchas cosas interesantes así que cualuier sugerencia que expanda esta lista es bienvenida a través de los comentarios.

1918, la otra gran epidemia que no nos tomamos en serio

Coronavirus meets the great influenza pandemic

The most important lesson of the 1918 influenza pandemic

An economic-history lesson for dealing with the coronavirus

The war on covid-19: Lessons from wartime

The 1918 parade that spread death in Philadelphia

Lessons from the 1918 flu pandemic

How the Spanish Flu changed India

Pandemics and social capital: From the Spanish flu of 1918-19 to COVID-19

Interview with Professor John Oxford

Stacking the coffins: Influenza, war and revolution in Ireland, 1918-19

Entrevista con una superviviente de la Gripe Española

Documentary on the Spanish Influenza

Addendum 2 (21/04/2020): La Economic History Society está creando una bibliografía colectiva sobre "Pandemics in History":

https://ehsthelongrun.net/2020/04/20/collective-bibliography-on-pandemics-in-history/

Hay 12 comentarios
  • Excelente artículo. Muchas gracias. Solo una pregunta. Se indica la existencia de tres picos y posteriormente que "la intensidad de las distintas olas a nivel local suele mostrar una correlación negativa lo que apunta a que la población que la sufría adquiría defensas inmunológicas que limitaban su impacto posterior". Y sin embargo se observa un segundo pico mucho más intenso que el primero. Gracias

    • Gracias Victor. Sobre tu pregunta, lo que quería indicar es que si la primera ola era más intensa en una zona que en otras, la segunda ola tendía a ser más suave (en términos relativos) porque habían ganado algo de inmunidad. Esto es compatible con que la segunda ola fuera más intensa en general (solamente que sería aún más intensa en aquellos lugares donde la primera ola fue leve).

  • Gracias por este excelente artículo, lleno de datos y referencias científicas. Reconforta leer algo serio estos dias.

  • Lo más sorprendente es lo de la cuantificación. Tradicionalmente los muertos se han cifrado en 50 millones, pero en efecto, hay quien habla de 100 millones. Un margen como este me hace recordar lo de las cuentas del Gran Capitán: picos, palas y azadones, 100 millones. Lo que nos dicen realmente estas cifras a mi entender es que, fue una catástrofe de magnitudes astronómicas, pero no tenemos ni idea de los muertos que realmente hubo.

    • Las estadísticas de la época, especialmente en muchos países, dejaban mucho que desear lo que hace que sea más difícil cuantificar la cifra total de muertos. Las estimaciones para Europa y Estados Unidos son más fiables porque sus sistemas estadísticos estaban más desarrollados pero es más difícil calcular cifras en otros contextos.

  • Felicitaciones por su artículo. La gripe Rusa de 1889 cuantas víctimas dejó?

  • Estupendo, ilustrativo y didáctico artículo. Una exposición rigurosa y pedagógica de la conocida como gripe española de 1918.

  • Muy interesante.
    Sobre la gripe española se ha escrito mucho y aún se hace. Hace poco un grupo de investigadores, tras el estudio de cepas congeladas en los EEUU, creen saber lo que pasó y su lugar de origen.
    Me gustaría mandarte una imagen muy interesante, el boletín del Gobernador civil de Burgos, de octubre de 1918, que enseña las similitudes de contagio y de los problemas con la población, su confinamiento y las recomendaciones sanitarias que muy pocos seguían. Pero no sé cómo.
    Ahora podremos cuantificar el coste económico del COVID19, que será enorme, además del psicológico y familiar. Entonces no se podía o nadie lo tuvo en cuenta.
    Creemos que la experiencia se pierde, pero yo recuerdo de pequeño la obsesión de mi madre en ventilar todas las habitaciones diariamente, principalmente si mi hermana o yo caíamos enfermos.

    Un saludo

    • Hola Pau, muchas gracias por participar en la discusión. Muy interesante lo que comentas de la experiencia de cómo las autoridades y la población burgalesa respondió a la pandemia. Como también cuentas, este tipo de shocks se quedan grabados, tanto individual como colectivamente, e influyen en el comportamiento posterior. Como verás, he incluido nuevas referencias en la entrada que pueden resultarte interesantes.

  • Muy interesante tu investigación, lo que me preocupa es que dices que la pandemia se expandió simultánea y rápidamente en tres olas sucesivas, tu crees que pueda ser, que nosotros con el Coranovirus podamos llegar hasta el 2021 con esto? Entrando en remision aparente y luego entrando las olas de los brotes?.

  • Yo me pregunto lo mismo Carolina.
    En 3 meses quizás los números bajan con las subidas de las temperaturas.
    Pero tan pronto como llegue en otoño si vuelven a subir a velocidad de vértigo?

  • Francisco, gracias por el artículo, bastante completo.

    Me gustaría saber cuales fueron todos los efectos en el ámbito de la salud, economía, bélico, religioso de cómo afectó la epidemia del 1918.

    La historia es un referente de lo que pueda suceder con esta nueva pandemia COVD-19.
    Quedo a la espera de tu respuesta.

    Saludos y gracias,
    Giovani

Los comentarios están cerrados.