El porcentaje de empleo en empresas con menos de 9 trabajadores es 41% en España, 20% en Alemania y 32% en Francia. Este sesgo hacia empresas pequeñas se ha considerado tradicionalmente una de las causas de la baja productividad de la economía española. Sin embargo, esta entrada resume un documento de trabajo (disponible aquí) que muestra como las empresas españolas son menos productivas que sus homólogas europeas, siendo esta la causa de que crezcan menos y por tanto sean más pequeñas. De este modo, la baja productividad podría considerarse una barrera al crecimiento empresarial que afecta a empresas de todos los tamaños y no sólo a un grupo determinado como las famosas regulaciones dependientes del tamaño (véase aquí).
La siguiente Tabla muestra la fuerte asociación positiva entre tamaño y productividad para una muestra representativa de empresas españolas. En concreto, se basa en los datos de la Central de Balances del Banco de España, cuya fuente son los Registros Mercantiles en los que todas las empresas españolas están obligadas a depositar sus cuentas cada año (véase el documento de trabajo para más detalles sobre la representatividad de la muestra). Como se puede observar en la primera columna, las empresas con más de 250 trabajadores son, en media, 6,23 veces más productivas que las empresas con menos de 9 trabajadores (la tabla muestra un diferencia logarítima de 2,71-0,88=1,83 que implica un ratio entre niveles de e1,83=6,23). Esto quiere decir que utilizando la misma cantidad de factores productivos (capital y trabajo) una empresa grande es capaz de producir hasta 6 veces más producto que una empresa pequeña. En las columnas restantes, se muestra que esta diferencia de productividad por tamaño se mantiene para todos los sectores.
Sin embargo, como bien es sabido por los lectores de este blog, correlación no implica causalidad. Por lo tanto, en lo que sigue mostraré la evidencia en la que me baso para argumentar que productividad causa tamaño pero no vice versa. El siguiente Gráfico muestra evidencia sugestiva a favor de este argumento. Entre las empresas de mi muestra identifico las de alto crecimiento en productividad y también las de alto crecimiento en empleo como aquellas con un crecimiento anual por encima del 10% en el año 2003 (percentil 85 en la muestra). Una vez identificados los episodios de alto crecimiento para cada una de las variables, empleo y productividad, el Gráfico muestra la evolución de la otra variable en los 4 años previos (1999-2003) y en los 4 años posteriores (2003-2007) a dicho episodio. El panel izquierdo muestra que las empresas de alto crecimiento en productividad eran, en media, más pequeñas que el resto de empresas en los 4 años previos al episodio de alto crecimiento en productividad ocurrido en en período 0; sin embargo, su tamaño aumentó significativamente en los 4 años posteriores mientras que el tamaño medio del resto de empresas se mantuvo constante. Por otro lado, el panel derecho del Gráfico muestra que la productividad de las empresas que experimentaron un episodio de alto crecimiento en empleo es la misma en los 4 años previos y en los 4 años posteriores; si bien es cierto que se observa una tendencia decreciente en los niveles de productividad del resto de empresas.
La pauta ilustrada en el Gráfico anterior puede deberse a otras diferencias entre las empresas de alto crecimiento y el resto de empresas más allá de los episodios de alto crecimiento. Por ejemplo, una empresa pequeña y muy productiva del sector tecnológico que experimenta un episodio de alto crecimiento en 2003 se compara con una empresa grande y poco productiva del sector agropecuario que no experimenta dicho episodio en 2003. Debido a que ambas empresas serán muy diferentes, la evolución de tamaño y productividad posterior al episodio de alto crecimiento puede deberse a muchos otros factores. La estrategia ideal para establecer una relación de causalidad se basaría en comparar dos empresas idénticas que sólo difieren en recibir o no el tratamiento, es decir, el episodio de alto crecimiento. Con el objetivo de acercarme a esta situación, considero técnicas de propensity score matching que aseguran que las empresas que comparo sean los más parecidas posible en términos de características observables como edad, tamaño, salario medio, sector de actividad o status exportador (véase el documento de trabajo para más detalles).
La siguiente Tabla muestra los resultados de la estimación para los dos tratamientos considerados: alto crecimiento en productividad y su efecto sobre tamaño (etiquetado como Growing by Learning –GBL-), y alto crecimiento en tamaño y su efecto sobre productividad (etiquetado como Learning by Growing –LBG-). Asimismo, se consideran dos outcomes alternativos, el impacto puntual en cada uno de los 5 años posteriores al tratamiento (s=1,…,5) y el impacto acumulado entre el tratamiento y cada uno de los 5 años posteriores. Como se puede observar en el panel (b), el crecimiento acumulado en tamaño de las empresas de alto crecimiento en productividad es 8,4 puntos porcentuales mayor en los 5 años posteriores al episodio de alto crecimiento en productividad. Sin embargo, el panel (d) muestra que el crecimiento acumulado en productividad de las empresas de alto crecimiento en tamaño no es estadísticamente distinto del crecimiento acumulado del resto de empresas. En el documento de trabajo se muestra que este resultado es robusto a definiciones alternativas del tratamiento (episodios de alto crecimiento) así como a la inclusión de variables de control adicionales y consideración de técnicas econométricas alternativas.
Esta evidencia sugiere que aumentar la productividad hace que las empresas crezcan, pero aumentar el tamaño no hace que aumente la productividad. Este resultado implica que las empresas españolas son más pequeñas que sus homólogas europeas porque son menos productivas. El siguiente Gráfico confirma esta implicación. El ratio de productividad entre España y el resto de países (Francia, Alemania e Italia) para el período 2002-2012 es menor que 1 tanto para empresas con menos de 9 trabajadores (grupo 1) como para empresas con más de 250 trabajadores (grupo 5). Por ejemplo, las empresas pequeñas españolas son un 19% menos productivas que las europeas mientras que las grandes son un 12% menos productivas según EUROSTAT. Asimismo, el resultado se mantiene en las cuatro bases de datos diferentes consideradas, AMADEUS y COMPNET para productividad total de los factores, y OCDE y EUROSTAT para productividad del trabajo (véase el documento de trabajo para más detalles sobre cómo se construyen estos ratios garantizando la comparabilidad entre países de estas medidas). Finalmente, cabe destacar que las diferencias son siempre menores entre las empresas más grandes siendo el ratio incluso ligeramente superior a 1 en el sector manufacturero y en términos de productividad aparente del trabajo como se muestra en el gráfico B.2 del documento de trabajo. Esto justificaría el argumento de que las empresas grandes españolas son igual o más productivas que sus homólogas europeas (veáse aquí). Sin embargo, este resultado se daría solo en manufacturas y considerando productividad del trabajo, pero no una vez que se tiene en cuenta el uso de capital en las medidas de productividad total de los factores.
La pregunta que surje en vista de esta evidencia es inmediata, ¿por qué las empresas españolas necesitan más capital y trabajo para producir la misma cantidad de producto? Además de los sospechosos habituales como la excesiva regulación y la escasa inversión en I+D (véase por ejemplo aquí, aquí, aquí o el Informe Anual del Banco de España 2015 aquí) en esta entrada me gustaría destacar otra causa menos comentada pero posiblemente igual de importante: la escasa capacitación de los empresarios y trabajadores españoles.
Existe consenso en la literatura sobre la importancia del capital humano y de los estilos de gestión empresarial como determinantes fundamentales de la productividad empresarial (véase aquí). Los datos disponibles muestran que España se sitúa a la cola de todos los países desarrollados en ambas dimensiones. En términos de capacitación de los trabajadores, los resultados del PIAAC (Programme for the International Assessment of Adult Competencies) publicados por las OCDE en 2013, sitúan a los adultos españoles entre 16 y 65 años como los peores de los 24 países evaluados en términos de matemáticas y alfabetización. Por otro lado, las encuestas disponibles sobre la calidad de la gestión empresarial sitúan a España a la cola de los países europeos, solo por delante de Grecia y Turquía. No obstante, más allá de esta breve discusión heurística, este post pretende poner de manifiesto la importancia de entender las causas de la baja productividad de las empresas españolas (y no tanto su reducido tamaño) para afrontar el reto de la baja productividad de la economía española.
Hay 9 comentarios
Lo del PIAAC es demoledor. Una observación sobre ello: La gran mayoría de participantes en el estudio han estudiado bajo la LGE1970 (EGB), algunos bajo la LOGSE y algunos bajo la ley anterior (1953).
Quiero decir que no es tanto un problema educativo sino un problema cultural (aunque una cosa está ligada a la otra). En un país donde la cadena de TV más vista es Tele5 y sus programas de cotilleo y los periódicos más leidos con diferencia son el AS y el Marca, no se puede esperar otra cosa..... pero se deberían tomar medidas para solucionarlo (claro que probablemente nuestros políticos están muy ocupados leyendo el Marca y viendo los programas de cotilleo de Tele5).
Interesantísimo post. Una implicación clave de estos resultados sería que un aumento del tamaño de una empresa como resultado de una buena gestión que comporta mayor productividad, se trasladaría en creación neta de empleo neto en vez de un aumento del tamaño de forma endógena, a través de regulaciones o fusiones, con el objetivo de aumentar la productividad, que simplemente junta empleo ya existente procedente de empresas distintas. Demuestras que este asunto es más simple de lo que muchos creen, el mercado parece tener un buen mecanismo para asignar los tamaños de las empresas.
Impresionante artículo, de los que uno imprime para ir enseñándolo por ahí.
Una pregunta: cuando se habla de productividad del FACTOR trabajo (caso de este artículo) lo que se pone en el denominador es siempre el coste económico del trabajo, ¿verdad?
¿O son las horas trabajadas?
Las estadísticas de productividad del trabajo (tomadas de EUROSTAT) se refieren a valor añadido por empleado. No tienen en cuenta las horas trabajadas, que sospecho llevarían a diferencias aún mayores dado que en España el número de horas por empleado es superior al resto de países de su entorno.
Hablando con el Director Financiero de una empresa española con unos 3000 empleados y más de 500 millones de facturación me decía que ellos operaban con unas 90 filiales. Empresas legalmente constituidas con sus propias cuentas etc. El departamento economico-financiero tenía un volumen de personal altísimo para poder gestionarlo.
Ante mi sorpresa , me dijo que la razon de operar con tantas filiales es por la regulación laboral y fiscal, que es así más favorable, aunque para su departamento era una pesadilla contable.
No creo que es el único caso que existe. La regulación si importa, aunque igual produce estos efectos raros que dificultan extraer conclusiones.
Si se trabajan menos horas se es más productivo. Esa es la conclusión del estudio. Pero ya sabemos, que la estadística vale para todo.
Señores que se les ha olvidado valorar el importantísimo índice de productividad facturación en NEGRO de estas empresas de menos de 9 trabajadores.
Nos llevaríamos, o no, una gran sorpresa si este valor estuviera incluido en esta estadística.
No somos más improductivos que nuestros vecinos.
Me llama la atención la pequeñísima diferencia de tamaño (por más que se trate de una escala logarítmica) entre las empresas con gran aumento de la productividad y las otras. Parece una selección muy ad hoc de la muestra, de n desconocida.
Bueno, parece que la escasa capacitación no favorece el crecimiento de las empresas. Incluso la del empresario, principal interesado de una pequeña empresa en que esto suceda. Y supongo que dentro de la capacitación debemos resaltar la formación y actualización dentro de la empresa.
Pero todos somos conscientes que en empresas de pocos trabajadores esto ni existe, más allá de la titulitis obligatoria por normativas.
La actualización y una adecuada gestión de recursos en la empresa española (en especial en la pequeña) es mucho menos importante que la abnegada dedicación y el sumiso sometimiento a imposiciones. Cuantas veces se evitan los riesgos de inversión (Que tantos negocios en crecimiento han hecho desaparecer por la vía de la insolvencia, tb cierto) utilizando el trabajo como sustituto de una modernización tecnológica.
O quizá los trabajadores no tienen la capacidad de decidir la orientación de su carrera profesional si no la financian de su bolsillo.
Para un empresa un trabajador SUPERespecializado es el objetivo. Pero para el trabajador un diversificación de capacidades le permite adaptarse más facilmente a un mercado cambiante. ¿Donde está el error? Aparte de en la escasa inversión en el factor humano y el desprecio por la experiencia. ¿Es solo el existo estadístico frente a la supervivencia del ineficaz del trabajo abaratado?
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