¿Basta cambiar las opiniones climáticas para cambiar el clima?

El ´veranillo de San Miguel’ este año ha sido/está siendo más bien ´veranazo’ batiendo récords por todos lados. Esto es, Lógicamente, una pésima noticia. Pero por otro lado, quizá las malas noticias nos ayuden a cambiar opiniones. Porque de esto quiero hablarles hoy, de algunas circunstancias que nos pueden hacen cambiar el punto de vista sobre el cambio climático y ver si esto puede influenciar los acontecimientos.

Mi primer artículo de hoy es de Sloggy y coautores. Los autores usan datos de una encuesta realizada entre 2014 y 2019 a nivel de condado del Proyecto Yale sobre comunicación acerca del cambio climático (Yale PCCC). Se usan dos preguntas sobre creencias acerca del cambio climático: si la persona cree que existe, y si cree que es causado por la acción humana. También utilizan tres preguntas sobre políticas: si se apoyan subsidios a renovables, si se apoyan estándares de inversión en renovables para carteras, y si se apoyan límites a las emisiones de centrales térmicas de carbón.

El análisis utiliza la ocurrencia de tres tipos de desastres asociados con el cambio climático:  inundaciones, incendios y huracanes. Un condado se considera “tratado” si ocurre en él uno de estos desastres en el período entre dos encuestas. Un condado en los EE. UU. experimenta aproximadamente 0,08 huracanes por año, una inundación 0,1 veces por año, y un gran incendio 0,03 veces por año. La literatura anterior demostró que un canal por el que las catástrofes afectan las creencias es vía los impactos económicos, por lo cual los autores controlan por factores económicos como el desempleo, y la renta mediana per cápita. También controlan por el voto a candidatos presidenciales demócratas. Además, se incluyen efectos fijos de condado y de estado por año.

Los resultados indican que ni los incendios ni las inundaciones parecen afectar significativamente a las creencias o a las actitudes respecto a las políticas. Los huracanes tienen un efecto positivo en todas las variables, pero sólo es significativo en el apoyo a los subsidios a renovables. Mirando si hay efectos heterogéneos, el resultado sobre los huracanes parece ser algo mayor en condados con mayor exposición histórica a renovables. En conjunto me parece que la evidencia es demasiado débil para pensar que los desastres cambian las creencias, aunque no es completamente descartable.

Vemos pues que cambiar las creencias es complicado. Pero, ¿qué pasa con las acciones, son estas reactivas a las creencias? Porque si creemos que se va a acabar el mundo, pero no hacemos nada para pararlo, tampoco ganamos tanto. Un estudio de Venghaus y coautores sugiere que también en esto las noticias son decididamente “mixtas”. Este estudio estudia la evolución temporal de las creencias sobre cambio climático en diferentes encuestas, y cómo han evolucionado al mismo tiempo las conductas individuales sobre cuestiones relacionadas, y las actitudes políticas. Es decir, no se buscan efectos causalmente bien identificados, sino simplemente estudia tendencias en diferentes ámbitos.

Por ejemplo, una encuesta realizada en 27 países en 2019 muestra que el 37% de la gente afirma que creen que el cambio climático es el problema medioambiental número uno, y alrededor del 80% opinan que es necesaria una acción urgente para combatirlo. Pero este tipo de creencias no siempre se traducen en un deseo de tomar acciones costosas por el clima. Por ejemplo, un 90% de la población alemana en general aprueba y apoya políticamente el acuerdo sobre el proyecto de la “Energiewende” (Transición enérgetica). Sin embargo, al mismo tiempo, sólo el 28% de la población declara una opinión positiva para pagar más por un automóvil o un viaje en avión para para proteger el clima.

Yendo al detalle, para Alemania, donde se centra el artículo, tampoco se ven muchas mejoras. Entre 2017 y 2019 no hubo cambios significativos de matriculaciones de vehículos o de kilómetros por año de los mismos. La proporción de vehículos muy contaminantes (SUV) aumentó significativamente en ese período. Los viajes de avión también tuvieron un récord en 2019. Las donaciones para mitigar las emisiones de carbono de los viajes han aumentado, pero siguen siendo muy pequeñas. El consumo de carne apenas ha cambiado en estos años. Una pequeña buena noticia en este campo es que en 2019 el 58% de los consumidores que firman nuevos contratos eligió la electricidad verde, mientras que en junio de 2018 solo el 33% lo había hecho.

En algún sentido, para un economista no es muy sorprendente que los actos individuales no cambien mucho aunque la gente sea consciente del problema, pero la distancia entre actitudes y creencias sí que es preocupante. Por esto es importante preguntarse por los cambios de orientación política. El apoyo a los Verdes ha fluctuado desde principios de los años 1990, entre el 5 y el 15% de los votos. En septiembre/octubre de 2018 la preferencia declarada para este partido aumentó bruscamente a más del 22%, y hubo otro segundo aumento brusco de mayo a junio de 2019 hasta el 25%, coincidiendo con un vídeo muy viralizado de un Youtuber que culpaba a los partidos tradicionales del cambio climático. Luego, este aumento de preferencias no se tradujo en un aumento comparable de votos, pero llegaron a un 20,5%, su mejor resultado de la historia. Y, de hecho, probablemente no han subido más porque los partidos tradicionales se han movido en esa dirección.

Esto me lleva a mi reflexión final. Los no economistas no siempre son conscientes de los endiablados que son los dilemas sociales. Cuando uno explica en clase estos temas la reacción inicial de los estudiantes es “no puede ser, ¿por qué no cooperan, no se dan cuenta de que es un desastre?”. Pero la realidad es muy tozuda, y la acción individual puede ser como mucho un pequeño apoyo al cambio colectivo. Sólo un cambio de instituciones, con consecuencias concretas negativas para los emisores, como los clubs del clima, los impuestos pigouvianos, o la regulación financiera (1, 2, y 3) van a solucionar el problema. Y nada va a pasar si nuestros representantes no reciben una señal clara de solamente defendiendo políticas climáticas valientes pueden contar con nuestro voto. Hay otra posibilidad, aún más atrevida, que debo a la editora de la entrada, Judit Vall. Igual los líderes se tienen que adelantar a los votantes y tomar medidas valientes, de cuyo valor nos damos cuenta luego. A ver si encuentro algo de evidencia interesante y se la cuento en la próxima entrada.

Hay 2 comentarios
  • Algo de evidencia interesante acerca de la relación entre creencias (normas sociales) i conducta sostenible así cómo apoyo a políticas climáticas:

    Andre, P., Boneva, T., Chopra, F., & Falk, A. (2021). Fighting climate change: The role of norms, preferences, and moral values.

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