El turismo es uno de los sectores con mayor contribución a la economía española, tanto de forma directa como a través de la demanda inducida en otros sectores. En esta entrada se discutían los efectos sobre el empleo local y en ésta la dependencia del turismo extranjero. Aunque caben pocas dudas de su peso en el PIB, a día de hoy todavía no está claro si un mayor desarrollo turístico contribuye o no al crecimiento económico de las regiones. En este post vamos a repasar qué respuestas ha ofrecido hasta la fecha la evidencia empírica sobre este tema.
La hipótesis del crecimiento dirigido por el turismo (Tourism-led growth hypothesis)
La literatura académica que ha estudiado la relación existente entre turismo y crecimiento económico es bastante extensa. El trabajo de Balaguer y Cantavella-Jordá (2002) se considera el estudio pionero en plantear la hipótesis del “crecimiento dirigido por el turismo”. De manera similar a los estudios de crecimiento basado en exportaciones (Krueger, 1980), estos autores plantean que los ingresos generados por el turismo internacional son una forma de comercio en servicios que contribuye al crecimiento a través de la expansión en la demanda agregada. Usando modelos de series temporales, encuentran evidencia de que la expansión del turismo internacional contribuyó al crecimiento económico de España entre las décadas de los 60 y los 90.
Numerosos trabajos complementarias se han venido realizando en las últimas dos décadas considerando diferentes países, regiones, periodos temporales y metodologías. La mayoría de los artículos encuentran evidencia en favor de la hipótesis del crecimiento dirigido por el turismo (véase Pablo-Romero y Molina (2013) para un resumen de esta literatura). No obstante, la relación de causalidad no parece estar clara, ya que un mayor crecimiento económico lleva también aparejado mayor inversión en infraestructuras y servicios públicos, lo que a su vez contribuye a mejorar el atractivo turístico de los destinos y con ello impulsa la demanda. En este sentido, algunos autores sostienen que existe una dirección de doble causalidad (Gao et al., 2021).
La enfermedad de la playa (Beach Disease)
En paralelo, otros trabajos han planteado la hipótesis de que una elevada especialización en el sector turístico puede perjudicar el crecimiento económico en el largo plazo. El argumento es que como el turismo es un sector intensivo en mano de obra, su desarrollo puede detraer recursos de otros sectores más productivos (Inchausti-Sintes, 2015), lo que reduce la acumulación de capital humano (Kozic, 2019). Esto se conoce comúnmente como la “enfermedad de la playa” (Beach Disease), y guarda ciertas similitudes con la llamada enfermedad holandesa (Dutch Disease), más ampliamente conocida por los economistas. En este sentido, el trabajo de Capó et al. (2007) muestra que las Islas Canarias y Baleares presentaban ya hace más de una década signos de esta enfermedad (menores niveles educativos, innovación y desarrollo tecnológico) como consecuencia de un proceso de turistificación excesivo.
Debilidades y retos para la investigación futura
Esta literatura tiene dos grandes limitaciones que todavía no han sido resueltas. La primera es la falta de coherencia entre el análisis empírico y la teoría económica. Por un lado, aunque es cierto que el turismo puede ayudar a mejorar la productividad total de los factores a través de mejoras de competitividad o la explotación de economías de escala, la analogía con la teoría del crecimiento basado en exportaciones no es directa por la propia naturaleza compleja de la industria turística. Por otro lado, como discuten Song y Wu (2022), los estudios que se fundamentan en modelos de crecimiento à la Solow-Swan o Mankiw et al. (1992) introducen indicadores de turismo (pernoctaciones, viajeros) en sus regresiones tratándolos como si fuesen un factor de producción más, sin justificar adecuadamente cómo el turismo influye en el estado estacionario de la economía. Aunque en este sentido existe actualmente una amplia discusión en economía entre el uso de modelos estructurales y en forma reducida (véase aquí), la cuestión es que los parámetros de esas regresiones son difíciles de interpretar desde un punto de vista teórico. En este sentido, parece existir una necesidad de justificar de mejor manera los canales por los que el sector turístico afecta al crecimiento económico. Algunos autores como Inchausti-Sintes (2020) o Liu y Wu (2019) están haciendo importantes contribuciones a este respecto, proponiendo el uso de modelos de equilibrio general computable dinámicos para caracterizar los mecanismos por los que el desarrollo turístico afecta al crecimiento de las regiones.
La segunda y más importante limitación es metodológica. Por un lado, muchos estudios han usado análisis de causalidad en el sentido de Granger usando series temporales para ver si los niveles de turismo ayudan a predecir los niveles de PIB. Este tipo de ejercicios tiene el problema de que, por construcción, los niveles de turismo determinan el nivel de PIB al ser un componente de la demanda agregada; lo importante es saber si el turismo afecta a las tasas de crecimiento a medio y largo plazo. Además, se ha abusado de la causalidad de Granger, interpretándose erróneamente los resultados como causalidad en sentido estricto. Una variable X causa Y en el sentido de Granger si los valores de X ayudan a predecir los valores de Y. Pero esto no implica que necesariamente X cause Y. En este sentido, parece necesario hacer uso de los recientes avances en las metodologías quasi-experimentales como son los diseños shift-share, que identifican relaciones causales a partir de los llamados instrumentos de Bartik (Goldsmith-Pinkham et al., 2020).
Una aplicación reciente de esta metodología para tratar de establecer causalidad es el trabajo de Bronzini et al. (2022). Usando datos de provincias italianas, encuentran que, aunque el gasto turístico afecta positivamente al crecimiento económico, el efecto es modesto en términos económicos. En concreto, estiman que, por cada euro por habitante que un extranjero gasta, el valor añadido crece en la siguiente década entre 0,8 y 2,1 euros. También muestran que, aunque aumenta el empleo, el turismo no tiene efecto sobre la productividad laboral. Por último, destacan que la contribución del turismo a la economía es mayor en las provincias menos desarrolladas y exhibe una relación en forma de U invertida con el crecimiento: llegado un cierto nivel de desarrollo turístico, la llegada de más turistas parece producir la enfermedad de la playa.
Resumen
La evidencia empírica sobre el efecto del desarrollo turístico en el crecimiento de las regiones es inconclusa. Parece necesario llevar a cabo investigaciones que combinen teoría económica con nuevas metodologías quasi-experimentales que lidien con los problemas de endogeneidad existentes para poder establecer relaciones de causalidad. Además, en presencia de no linealidades, identificar los niveles de desarrollo turístico a partir de los cuales las externalidades negativas dominan es importante de cara a desarrollar políticas públicas que incentiven o limiten la demanda turística.
Hay 6 comentarios
¡Interesante! Pendiente de estudiar las referencias, debo decir tras una lectura apresurada que, en este calificado foro, hablar de "industrial" turística -como se oye en el ámbito político, el periodístico o el lobby- se me antoja inapropiado. Gracias miles por las referencias, que enriquecerán mi visión
Hola Enrique. Sí, es difícil definir la actividad turística ya que se trata de un conjunto de sectores interrelacionados. Pero la literatura académica tiende a hablar de tourism industry.
Interesantísimo post! Gracias por acercarnos a la literatura sobre el crecimiento y turismo. Especialmente relevante para España.
Me queda la duda de saber a qué problemas de endogeneidad te refieres exactamente. Habrás puesto algún que otro ejemplo pero quizás se me ha escapado.
Y gracias por las referencias!!! Habrá que echarles un vistazo.
Hola Juan David. El paper de Bronzini et al. (2022) es la referencia más sólida. Song y Wu (2022) hacen un buen repaso al estado de la cuestión y hacen una crítica abierta al abuso de la causalidad de Granger. El trabajo de Paci and Marrocu (2014) titulado 'Tourism and regional growth in Europe' en Papers in Regional Science es también una gran referencia y muy completo.
Desde un punto de vista meramente empírico, en un modelo de crecimiento à la Mankiw et al. (1992) donde tenemos la tasa de crecimiento del PIB en un intervalo temporal (e.g., cinco años) como variable a explicar y algún indicador de turismo (e.g., gasto, viajeros, pernoctaciones) junto con los niveles de PIB y factores de producción en el periodo base (es decir, en t-5), el coeficiente del indicador turístico puede estar sesgado en presencia de variables omitidas a nivel regional. Por ejemplo, si el modelo no tiene el cuenta las infraestructuras de transporte (o al menos no todas), el coeficiente del indicador turístico está sesgado hacia arriba ya que mejores infraestructuras facilitan la llegada de turistas y también mejoran el crecimiento económico.
La literatura que adopta este tipo de modelizaciones (no solo de turismo sino de crecimiento regional) usa generalmente los primeros retardos como instrumentos, pero esto no suele ser apropiado en presencia de correlación serial porque no se cumple la restricción de exclusión. Los diseños shift-share que combinan la exposición regional a cada una de las sub-industrias turísticas con tasas de crecimiento nacional parecen ser una mejor estrategia. Libertad González y Tanya Surovtseva tienen un gran trabajo en este sentido, aunque centrado en los impactos en el mercado laboral (https://nadaesgratis.es/libertad-gonzalez/como-afecta-el-turismo-al-empleo-local)
David, yo estudiaría Andorra, es el epitome de estas situaciones,, un país con la renta per cápita de Francia (entre los andorranos 30.000 mil ciudadanos frente a 80.000 habitantes, con alta temporalidad de trabajadores asociados al negocio de la nieve en declive), donde para esos 80.000 hab llegan 8 Millones de turistas al año (una proporción inusitada respecto a las referencias de otros destinos, sólo quizás superada por alguna isla), donde la gentrificación se está acelerando, y donde no hay recursos propios suficientes, por lo que deben de importarse (energía, alimentos, materiales, máquinas) y también exportarse las externalidades (residuos) y el país soberano tiene estrategias variadas de PIB como la atracción por baja fiscalidad y su estrategia asociada de intermediación financiera (y hoy una avanzada legislación sobre activos digitales), pero también un potente sector de reventa de hidrocarburos asociado a que el turismo llega por carretera en vehículo propio, que el VE y la intención de la UE respecto a vehículos sin emisiones pone en riesgo, pero también los posibles altos precios de la energía o la crisis climática que razonablemente eliminará gradualmente los ingresos asociados al turismo de invierno... Yo trabajo en adelantar soluciones, sobre todo las derivadas de los problemas asociados a la crisis climática y la descarbonización y cuesta hacer entender a los gobernantes que los escenarios van a cambiar en menos de 10 años
Hola Jose. Sí, sin duda Andorra es un caso de estudio relevante que apenas ha recibido atención. ¡Muchas gracias por el apunte!
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