Por Marta Curull-Sentís, Sara de la Rica y Lucía Gorjón
España es uno de los países europeos con mayor desigualdad de ingresos. En 2019, el índice de Gini era mayor para España que para la mayoría de países de la Unión Europea, incluidos los mediterráneos. Este coeficiente incrementó entre 2002 y 2016 y, aunque ha decrecido desde 2017, no ha recuperado los valores previos a la Gran Recesión. Además, se espera que la crisis económica generada por la pandemia de la COVID-19 agrave esta situación, como ya muestran algunos indicadores o como se apunta en este mismo blog.
La literatura ha estudiado la desigualdad como el resultado de dos componentes: uno relacionado con el esfuerzo y las decisiones autónomas de los individuos, y otro generado por las circunstancias, todo aquello que nos viene dado y no podemos controlar (Roemer, 1998; Van de gaer 1993). En nuestro estudio ISEAK nos centramos en el segundo componente, la desigualdad de oportunidades (DO). Usando los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, estimamos, con datos de 2019, que la desigualdad de oportunidades es el componente dominante en la desigualdad total de ingresos en España. En concreto, el 52% de la desigualdad total en los ingresos de las familias está generado por el origen socioeconómico de los individuos. Este hecho pone en entredicho la justicia social, pues si la desigualdad de oportunidades es dominante, los resultados que una persona puede conseguir en su vida están menos ligados a sus capacidades, méritos o esfuerzo, y dependen de forma más directa de su origen y antecedentes sociales y familiares, que son circunstancias que le vienen dadas.
Identificar y cuantificar la desigualdad de oportunidades y sus causas es fundamental para diseñar políticas públicas que tengan como objetivo la mejora de la movilidad social, así como conseguir sociedades más justas. Por otra parte, reducir la desigualdad de oportunidades tiene varios efectos positivos, pues no sólo consigue incrementar la equidad, sino que también tiene efectos positivos en la participación, satisfacción, bienestar y confianza en los gobiernos (OCDE). Además, se ha mostrado que la desigualdad de oportunidades perjudica la eficiencia y el crecimiento económico, como se explica aquí y se estudia aquí y aquí.
El estudio
Para calcular qué porcentaje de la desigualdad está generado por las oportunidades, se estiman en primer lugar los ingresos anuales familiares en 2019 (ajustados y en logaritmos) únicamente en función de las características y circunstancias de los individuos. Así se consigue simular la distribución estimada de ingresos que tendrían los individuos si lo único que importase para generarlos fueran sus circunstancias observadas. En concreto, atendemos al género, la región de nacimiento, la educación y ocupación de los progenitores cuando el individuo tenía 14 años, el país de nacimiento de los mismos, el número de hermanas/os y el número de habitantes de la ciudad donde vivía el individuo durante su adolescencia, entre otras. Calculando los índices de desigualdad de esta distribución de ingresos simulada y comparándolos con los mismos índices obtenidos de la distribución real de rentas familiares en 2019, se obtiene qué parte de la desigualdad total de ingresos viene determinada por la desigualdad de las circunstancias observadas y cuál por otros factores.
En una sociedad donde no hubiera desigualdad de oportunidades, los resultados (medidos en nuestro estudio por los ingresos) dependerían únicamente del esfuerzo, las habilidades y el mérito (medidos, por ejemplo, por las horas trabajadas, el nivel educativo o la ocupación) y los antecedentes socioeconómicos no tendrían ninguna capacidad de determinar el nivel de ingresos. Por lo tanto, en el caso de una sociedad con total igualdad de oportunidades, el índice de desigualdad de la distribución por las características al nacer sería cero. Pero, en España, los antecedentes y el origen familiar representan casi el 52% de la desigualdad total. Eso implica que las características que no podemos controlar, resultado de nuestras circunstancias de origen, determinan más de la mitad de nuestros ingresos y poco más del 48% se genera por el esfuerzo, la suerte y otras características no observadas.
Atendiendo a la perspectiva temporal, aunque la desigualdad total de ingresos haya disminuido en España desde 2015, la desigualdad de oportunidades ha crecido de manera persistente durante los últimos 15 años. En 2011 representaba el 46% y si se comparan estos resultados con los de Marrero y Rodríguez (2012) se observa que, en la actualidad, su valor es también mayor que en 2005. Respecto a otros países europeos, este porcentaje se encuentra entre los más altos de Europa, como muestran varios estudios (como este y este).
Los resultados
La Figura 1 destaca la importancia de las circunstancias de origen como determinantes del nivel de renta de los individuos y revela que su impacto difiere entre grupos de población. El mayor efecto recae sobre las personas jóvenes, para quienes casi el 60% de la desigualdad en sus rentas es generada por sus antecedentes socioeconómicos. También hay diferencias notables entre comunidades autónomas, siendo Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura las regiones donde las circunstancias que vienen dadas tienen más importancia para entender la desigualdad total de renta.
Una vez descubierta la importancia de la desigualdad de oportunidades en España, nos preguntamos cuáles son, dentro del conjunto de circunstancias que vienen dadas, las que más afectan para la generación de la desigualdad de oportunidades. Para contestar a esta pregunta nos centramos en tres circunstancias: el género, el nivel socioeconómico de la familia cuando el individuo tenía 14 años y la comunidad autónoma donde nació. A continuación, se definen tres variables esenciales para el nivel de renta: el nivel de estudios, la probabilidad de estar empleado/desempleado y el salario por hora. Para cada una de ellas, se trata de identificar cuál es la circunstancia que mayor relación guarda con la desigualdad de oportunidades encontrada.
La diferencia en las oportunidades que tienen los distintos grupos socioeconómicos se calcula mediante el uso de un novedoso Índice de Desventajas en las Oportunidades, creado por Herrero y Villar (2021), que cuantifica la desventaja relativa de diferentes grupos poblacionales definidos por sus circunstancias en la adolescencia. Los resultados muestran que los antecedentes socioeconómicos son cruciales para definir el nivel educativo: venir de una familia con una situación económica complicada, en comparación con una familia acomodada, reduce las oportunidades educacionales en un 80% (Figura 2 – Panel A). Esta conclusión es consistente con diversos estudios que encuentran en las diferencias en nivel educativo alcanzado un importante canal para la generación de la desigualdad de oportunidades. En cuanto a las oportunidades laborales, vemos que estas se reducen entre un 40% y un 65% cuando se compara una familia con una buena situación económica con una familia con dificultades. Las oportunidades también dependen del género, pues ser mujer aumenta la probabilidad de obtener niveles educativos más altos, pero sin embargo, esta ventaja no se traduce en mejores condiciones laborales ni mejor salario (Figura 2 – Paneles B y C).
Por último, la Comunidad Autónoma donde se nace juega un rol clave, tanto para las oportunidades educativas como para las laborales. En particular, Madrid o el País Vasco muestran oportunidades educativas que superan en un 40% las del total nacional, mientras que, en otras, como Andalucía o Murcia, las oportunidades educativas son un 30% inferiores a la media nacional. Asimismo, con respecto a las oportunidades laborales, en cuanto a la tenencia de un empleo, comunidades como Aragón o La Rioja superan las oportunidades laborales en más de un 30% a la media nacional, mientras que otras como Andalucía y Extremadura, en el extremo opuesto, muestran oportunidades laborales que son un 30% inferiores a la media. Finalmente, respecto a la dimensión salarial, destacan las oportunidades que brindan el País Vasco y Navarra, con valores que superan en un 60% a los de la media nacional.
Implicaciones para las políticas públicas
Estas diferencias territoriales sugieren que las instituciones regionales tienen margen para jugar un importante papel en reducir la desigualdad de oportunidades e incrementar la movilidad social. Además, nuestros resultados indican que es necesario definir políticas públicas que intervengan en una edad temprana para reducir las disparidades educativas entre grupos socioeconómicos (terminar con la segregación escolar, fracaso escolar y abandono educativo temprano) para evitar que la pobreza se transmita de generación en generación, además de limitar posteriormente parte de las diferencias en el mercado laboral. Políticas para ofrecer segundas oportunidades, recualificación de personas desempleadas y reciclaje de las personas trabajadoras en el empleo -especialmente importantes ante el cambio tecnológico- son otras medidas dirigidas a reducir este tipo de desigualdad.
Hay 2 comentarios
Enhorabuena por el artículo!!! Me parece muy interesante. Tengo 2 preguntas.
1. En el texto se afirma que el GINI se incrementó entre 2002 y 2016 y que no ha recuperado los valores previos a la Gran Recesión. He entrado en el link y lo que observó es que el GINI ha pasado de 31.89 (2008) a 32.67 (2021), alcanzando el máximo en 2016 (34.16). ¿No es una variación muy pequeña (2.27 puntos, máximo)? ¿Qué implicaciones tiene sobre el PIB o el PIB pc? ¿Se puede calcular ese impacto?
2. Con respecto a la división por zonas geográficas entiendo que hayáis seguido los criterios de NUTS1 pero, ¿tenéis los datos desglosados por CCAA? Por ejemplo, unir Castilla y León con Castilla La Mancha y Extremadura puede tener poco que ver. Me baso en los indicadores de PISA donde Castilla y León suele salir siempre por encima de la media europea y en el top3 nacional. Y mi percepción personal sobre Murcia, me lleva a pensar que es mucho más parecida al sudeste levantino que a Andalucía.
Muchas gracias!!!
Muchas gracias por este muy interesante trabajo. Me surgen algunas dudas:
1) No veo cómo determinar si (o cuánto) la desigualdad por género es estrictamente por el género o por la maternidad. Lo que me parece muy relevante de cara al análisis y a la adopción de medidas.
2) En relación con las circunstancias socioeconómicas ¿podría haber un correo sesgo por la transmisión genética? Una persona con IQ alto tiene a tener mejor situación socioeconómica. Los genes transmitirían ese (parte) IQ y quedaría "enmascarado" como si la causa fuera la situación socioeconómica.
3) En un país fuertemente descentralizado, las IO por región tienen una cualidad diferente al resto (socioeconómicas o género). P. ej. La UE sería un ámbito con bastante desigualdad (¿quizás al nivel de EEUU?) y una parte importante sería derivada del lugar de nacimiento. ¿No creéis que esto es así?
Un saludo y gracias por vuestro trabajo.
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