Por Francisco J. Marco-Gracia y Javier Puche
Durante las últimas cuatro décadas decenas de estudios han demostrado que la estatura a nivel grupal es un buen indicador del bienestar biológico de las poblaciones históricas durante la infancia y la adolescencia (este tema ya ha aparecido en este blog aquí y aquí). Las estaturas nos permiten aproximarnos a las condiciones de salud y nutrición de las personas analizadas, dado que una mala nutrición (o haber sufrido enfermedades continuamente) reduce el potencial de crecimiento físico de la persona. Gracias a ello, podemos comparar las desigualdades en el bienestar biológico entre regiones o países, así como comparar las diferencias entre distintos grupos en una misma sociedad.
En general, sabemos que los individuos más altos se concentran en los países más desarrollados, con elevados niveles económicos, sociales y culturales. Asimismo, sabemos que los individuos de clase social elevada eran, de media, más altos que los individuos de clase trabajadora, con menores recursos económicos y educacionales. Por otro lado, sabemos que unas malas condiciones de vida durante la infancia, especialmente en los primeros años de vida, conducen a unas peores condiciones de salud en la vejez y a una menor esperanza de vida. Esto se ha podido comprobar a nivel histórico en la misma área de estudio que describiremos a continuación, en concreto en el caso de los niños y niñas sin padre, que tuvieron unos ingresos familiares menores y, por tanto, muy posiblemente, se vieron obligados a trabajar desde edades muy tempranas (aquí).
Con esta investigación (aquí) nosotros pretendemos saber si podemos establecer la existencia de una relación directa entre estatura y edad media de fallecimiento, como cabría suponer a partir de la información facilitada en los párrafos anteriores. La literatura existente sobre el tema de estudio, muy escasa, se agrupa en dos grandes grupos. Por un lado, los trabajos históricos muestran la existencia de una relación fuerte y positiva entre estatura y edad de fallecimiento. Por otro lado, los estudios con datos de hospitales actuales (o similares) encuentran que no existe tal correlación, llegándose incluso a evidenciar que las personas más bajas son las que presentan una esperanza de vida ligeramente mayor. Por ello, el objetivo de esta investigación no es solamente analizar si existió una relación entre estatura y edad de fallecimiento en la España rural, sino también conocer su evolución histórica y cómo se relacionan los resultados de nuestra área de estudio con las dos corrientes de la bibliografía existente.
Para realizar esta investigación hemos analizado a los individuos nacidos entre 1835 y 1939 en 14 localidades rurales del valle del Huerva (provincia de Zaragoza). Los datos de estaturas fueron obtenidos de las “Actas de declaración de soldados” que corresponden al tallado de los mozos (hombres) en el momento que iban a acceder al sorteo del servicio militar obligatorio (conocido popularmente como ‘mili’). Todos los mozos estaban obligados a la edad aproximada de 21 años a participar en el proceso de reclutamiento militar y tallado, por lo que no se dispone de información para los mozos prófugos (huidos para eludir el servicio militar), aquellos que habían migrado a otras localidades o que fueron voluntarios al ejército. El resto de mozos fueron tallados, aunque posteriormente alegasen motivos para no hacer el servicio militar obligatorio. Estas actas están conservadas en los archivos municipales de sus localidades. Para conocer sus fechas exactas de nacimiento, datos sobre sus familias, etc. hemos utilizado los registros parroquiales. Para las últimas décadas, dada la Ley de Protección de Datos, únicamente se han tenido en cuenta los datos sobre fallecimiento, causa de muerte, etc. de las familias que han aceptado participar en la investigación. En total disponemos de datos para 1.488 hombres que fallecieron entre 1868 y 2019.
Al analizar la relación entre estatura y edad de fallecimiento, a través de modelos econométricos controlando por múltiples factores socioeconómicos, familiares y ambientales, encontramos que existe una fuerte correlación positiva entre estatura y edad de fallecimiento en los casi 1.500 hombres analizados. De hecho, entre los nacidos en el período 1835-1869, el grupo de hombres más altos (por encima de 1,70 metros) vivieron una vida un 12% más larga que los hombres más bajos (por debajo de 1,60 metras). Está claro que las duras condiciones de vida durante la infancia y la adolescencia que debieron condicionarla estatura final alcanzada, también afectaron a la salud en la edad adulta y, consecuentemente, a la edad de fallecimiento.
Por otro lado, al comparar la evolución de la edad media de fallecimiento de estos hombres adultos en función de su estatura en función del año de nacimiento en tres períodos distintos (nacidos entre 1835 y 1869, entre 1870 y 1899 y entre 1900 y 1935) podemos observar (véase el siguiente gráfico) que se produjo un claro proceso de convergencia en la edad media de fallecimiento. Es decir, mientras en el primer período los mozos más altos vivieron en promedio vidas más largas, esta ventaja se fue reduciendo, en el segundo período de estudio (1870-1899) con unas vidas únicamente un 6% más largas, para desaparecer definitivamente en el último período (nacidos entre 1900 y 1935), cuando los más mozos bajos vivieron incluso ligeramente más que los más altos.
Evolución de la edad media de fallecimiento en función de la estatura para los nacidos en los períodos: 1835-1869, 1870-1899 y 1900-1935
Nuestros resultados demuestran ser compatibles con la literatura disponible. Históricamente los más altos vivieron en promedio vidas mucho más largas (de casi 10 años más), existiendo una relación lineal positiva entre estatura y edad de fallecimiento. Sin embargo, con el paso del tiempo se fue produciendo una convergencia hasta el punto que los más bajos viven igual (o incluso más) que los más altos. Pero ¿a qué se debe esta evolución convergente? Probablemente la explicación se encuentre en las mejoras generales, económicas (en los niveles de vida), higiénicas y sanitarias que experimentó España a lo largo del siglo XX. En el siglo XIX una parte de los individuos de pequeña estatura (en comparación con la media) no se quedaron bajos por la carga genética transmitida por sus padres (que explica alrededor del 80% de la estatura), sino que tuvieron una dieta pobre excesivamente fundamentada en el trigo y con pocas proteínas de calidad (como las que aporta la carne fresca, el pescado, la leche, etc.), además de vivir en contextos epidemiológicos poco saludables para su crecimiento. Por el contrario, las familias de los niños nacidos en el siglo XX habían mejorado relativamente su calidad de vida (aunque todavía muy distante de los niveles que vivimos actualmente) y tenían más información en materia de condiciones higiénicas y sanitarias (por ejemplo, en todas las localidades se formaron juntas municipales de sanidad que obligaron a tomar medidas preventivas como la mejora de las condiciones higiénico-sanitarias en tiendas de alimentación o instalar retretes en bares y cantinas). La consecuencia de estos progresos es que los niños pudieron crecer más que los de las generaciones anteriores, aproximándose más a su máximo genético. Por ello, en el siglo XX los hombres más bajos no se corresponden mayoritariamente con los individuos que no tuvieron un crecimiento adecuado, sino que son los que presentan una genética más propensa a las bajas estaturas.
En definitiva, esta investigación nos ha permitido establecer que también en la España rural interior existió una relación positiva entre estatura y edad de fallecimiento, teniendo las personas más bajas una vida hasta un 12% menor que las personas altas. Sin embargo, con el paso del tiempo y las mejoras económicas, higiénico-sanitarias y médicas, estas diferencias en la edad de fallecimiento desaparecieron progresivamente con las generaciones nacidas en las primeras décadas del siglo XX.
Hay 5 comentarios
Muchas gracias a los autores por partida doble. En primer lugar por contarnos este delicioso estudio, con el encanto añadido de los trabajos de historia económica. En segundo lugar por las buenas noticias, en lo que a mí respecta, que la respuesta al título sugiere. Lamentablemente (para mí), como vosotros decís, la altura de los mozos en la mayor parte del periodo histórico que estáis considerando es una proxy de las características ambientales que condicionaron el desarrollo físico de las personas y que se correlacionaban con la salud de las mismas. De hecho, conforme las condiciones ambientales mejoraron esa tendencia temporal que observáis en vuestra muestra parece que ha continuado y, a fecha de hoy, la mayoría de los estudios apuntan a que la altura de las personas correlaciona negativamente con la longevidad, por ejemplo aquí https://rb.gy/j8wvpy.
Estimado Javier Ferri. Muchas gracias por el comentario. Como bien dices, realmente la estatura nos está sirviendo como un indicador imperfecto de las condiciones de vida durante la infancia y la adolescencia, en un contexto de niveles de vida próximos a los de subsistencia, con elevada tasa de mortalidad por las deficientes condiciones higiénicas y epidemiológicas. En el momento que mejoró la situación económica e higiénica, la estatura ha dejado de ser un indicador útil de las condiciones de vida en la infancia.
Es cierto que los estudios actuales señalan una mayor esperanza de vida de las personas de menor estatura (entre las que me incluyo) y nuestros resultados para las últimas décadas también apuntan en esa dirección. Pero como nuestra muestra tan solo dispone de 1,488 individuos (a pesar del inmenso trabajo que nos ha llevado el proceso de recopilación de datos), no hemos hecho mucho hincapié en esa parte, dado que cualquier estudio actual con datos hospitalarios puede hacer un trabajo mucho más interesante con miles de casos. Este estudio nos ha servido para conectar los artículos históricos (que mostraban una menor esperanza de vida de los bajos) con los artículos actuales (que muestran la tendencia contraria). Finalmente, muchas gracias por la referencia bibliográfica. Actualmente estamos trabajando en mejorar el artículo, prestando mayor atención a la bibliografía actual, y nos va a ser de gran utilidad. Es muy satisfactorio comprobar que nuestra investigación des
Gracias por la respuesta, y enhorabuena por el estudio!
Un estudio no solo interesante sino también emotivo. Por una parte, hace referencia a nuestro pasado más reciente que tanto se suele olvidar, pese a que nos condiciona sobremanera. Por otra, ilustra una frase de Cervantes digna de figurar en los anales de la Epidemiología. Es esta: los varones prudentes por los casos pasados y los presentes saben los que están por venir. Enhorabuena por la investigación
Muchas gracias por vuestro comentario.
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