Covid-19 y natalidad

Por Libertad González y Sofía Trommlerová

Desde hace un tiempo, el INE viene proporcionando estimaciones mensuales de defunciones y nacimientos casi a tiempo real, lo que ha permitido analizar por ejemplo la mortalidad asociada al covid-19 con bastante celeridad (ver aquí). Hoy les hablamos de los datos de nacimientos, ahora que han transcurrido 15 meses desde el inicio de la pandemia, lo que ya permite estudiar cómo han evolucionado los embarazos y partos desde entonces.

Durante el confinamiento estricto de la primavera de 2020, se especuló en los medios (a veces medio en broma) sobre la posibilidad de que el encierro domiciliario disparara los embarazos. Sin embargo, en épocas de crisis económica la natalidad suele caer. En marzo-junio de 2020 se combinaron además varios factores inéditos: la severidad de la primera ola de la pandemia, con miles de infecciones y muertes semanales; el estado de alarma y las restricciones que aparejó, y la paralización de la actividad económica, con muchas personas afectadas por los ERTEs. A estos factores objetivos se sumó una gran incertidumbre sobre la evolución de la pandemia, que provocó estrés, miedo y angustia en la población. El primer estado de alarma terminó en junio de 2020, y el verano fue relativamente tranquilo, hasta que el otoño trajo la segunda ola y la declaración del segundo estado de alarma en octubre.

Los nacimientos mensuales reflejan con retraso el resultado de decisiones tomadas por las mujeres y las familias meses antes. Si una persona decide intentar quedarse embarazada hoy, sólo observaremos el resultado de esa decisión en los datos de nacimientos como mínimo 9 meses después. Si una mujer interrumpe su embarazo hoy (digamos, a las 8-12 semanas de embarazo), esto se verá reflejado en una caída en los nacimientos 6-7 meses después. Por tanto, cualquier cambio en el comportamiento a partir del 15 de marzo de 2020 aparecerá en los datos de nacimientos a partir de agosto-septiembre de 2020 (si procede de cambios en el número de abortos) o diciembre de 2020 (si procede de cambios en el número de embarazos llevados a término).

Es difícil predecir la duración del impacto de la pandemia sobre la natalidad, dado que se trata de un shock bastante duradero, pero cuya intensidad ha ido variando a lo largo de los meses. Como una primera aproximación descriptiva, calculamos el cambio porcentual en el número de nacimientos mensuales (por millón de mujeres) con respecto al mismo mes del año anterior, a nivel nacional. La figura 1 muestra la evolución desde principios de 2020.

Figura 1. Cambio en partos mensuales respecto al mismo mes del año anterior, en % (España), mayo 2020 a abril 2021

A mediados del año pasado, la natalidad se encontraba en tendencia a la baja, como muestran los números negativos de los primeros meses. No se observa ningún cambio significativo en los meses de agosto a octubre, lo cual nos hace pensar que en marzo y abril de 2020 no se produjo un cambio importante en el número de interrupciones voluntarias del embarazo. Sin embargo, observamos una caída drástica en el número de niños nacidos en diciembre y enero, que se correspondería con una caída en el número de nuevos embarazos iniciados en marzo y abril. En estos dos meses nacieron un 18-20% menos niños que en diciembre y enero de 2019-20. Es curioso cómo en febrero de 2021 se observa una vuelta a cifras “normales”, mientras que en marzo y abril de 2021 el número de nacimientos de hecho supera a las cifras de marzo y abril del año anterior (en un 4%). Es decir, en mayo de 2020 el número de nuevos embarazos ya había vuelto a su nivel “esperado”, y durante el verano de 2020 se iniciaron más embarazos de los que predeciría la tendencia, lo que puede indicar una recuperación procedente de los embarazos retrasados en primavera.

Nos llama la atención la brevedad de la caída de la natalidad asociada al covid-19, que parece haber durado sólo dos meses. Esto hace pensar que no fue la crisis económica el detonante, sino más bien el miedo y la incertidumbre sufrida durante las primeras semanas de la ola inicial de la pandemia y el estado de alarma. El verano trajo un optimismo quizá no enteramente justificado, que hizo que la natalidad volviera a las cifras pre-pandemia en seguida e incluso pronto las superara.

Este patrón temporal se repite además de manera muy similar en todas las regiones. Las figuras 2, 3 y 4 muestran las cifras para las tres Comunidades Autónomas más pobladas (Andalucía, Cataluña y Madrid). En los tres casos se observa una caída parecida en diciembre y enero, y una recuperación total a partir de febrero.

Figura 2. Cambio en partos mensuales respecto al mismo mes del año anterior, en % (Comunidad de Madrid), mayo 2020 a abril 2021

Figura 3. Cambio en partos mensuales respecto al mismo mes del año anterior, en % (Cataluña), mayo 2020 a abril 2021

Figura 4. Cambio en partos mensuales respecto al mismo mes del año anterior, en % (Andalucía), mayo 2020 a abril 2021

En la figura 5 mostramos el mapa por Comunidades, con la diferencia porcentual entre el número de nacidos por 1.000 mujeres respecto al mismo mes del año anterior. El color verde indica tasas de crecimiento positivas, y el rojo negativas. Diciembre y enero muestran un color rojo intenso en todo el territorio, mientras que marzo y abril se han vuelto verdes casi en todas las regiones.

Figura 5. Cambio en partos mensuales (por millón de mujeres) respecto al mismo mes del año anterior (en %), por ccaa

En conjunto, en diciembre y enero se produjeron casi 10.000 nacimientos menos de los esperados (los que pensamos que se habrían producido en ausencia del covid-19), mientras que en marzo y abril hubo casi 4.000 “de más”. Está por ver cómo continuará la evolución de la natalidad en los próximos meses, y en particular, si la segunda ola y el segundo estado de alarma a partir de octubre de 2020 dará lugar a una segunda caída en los nacimientos 9 meses después, es decir, a partir de julio de este año. Seguiremos informando.

Hay 7 comentarios
    • Ninguna buena razón, por desgracia. Dificultades para encajarlas en el mapa nacional. Pero sí están incluidas en los datos, y el patrón es
      muy similar al nacional y al del resto de comunidades.

  • Hola,

    ¿Habéis considerado la posibilidad de que, al menos en parte, la bajada de natalidad coincida con el tiempo que las clínicas de fertilidad estuvieran cerradas? Eso es un patrón que coincide en el tiempo con el confinamiento, y no depende de factores externos (como el estado de ánimo), que no tienen por qué responder de forma instantánea a la situación. De igual modo, el repunte capturaría las FIV aplazadas durante el estado de alarma.

    • No lo habíamos pensado. Seguro que contribuyó, ahora que lo dices. Habría que saber cuántos embarazos se producen cada mes por tratamientos de fertilidad. Dudo que sean el 20% del total de los embarazos a nivel nacional, pero estaría bien cuantificarlo.

        • Wow. Son muchos más de los que yo pensaba. Pero entonces yo habría esperado una recuperación más fuerte en los meses siguientes. Aunque supongo que es posible que haya limitaciones que impidan, digamos, doblar la capacidad en cuanto que se pudo reabrir, para recuperar los tratamientos retrasados?

          • No lo sé. No soy experto en absoluto; solo tengo algo de curiosidad por el tema.

            Supongo que los tratatientos cancelados se distribuyeron de forma más gradual a lo largo del tiempo. Incluso puede que de algunos se haya desistido. Luego puede haber otros factores médicos que expliquen el descenso en general (más acusado en los meses de confinamiento total). Hay muchas menos consultas presenciales, lo que seguramente dificulte el seguimiento de los embarazos (menos exploraciones físicas). También hay tratamientos relacionados con la fertilidad y con el buen término del embarazo que no son FIV/IM (hormona tiroidea, coagulación, etc.). Puede que un peor tratamiento de todo ello repercuta en menos embarazos naturales y/o más abortos espontáneos. Aparte de las decisiones individuales de evitar quedarse embarazada justo cuando menos quieres ir a un hospital por miedo a contagiarte, o cuando sabes que vas a estar peor atendida.

            Todo eso son hipótesis sueltas. Creo que, dado lo brusco del pico de descenso, los factores médicos (incluyendo decisiones personales basadas en ello) van a ser más determinantes que los económicos. Pero no tengo más datos que los que he buscado antes con un poco de ayuda de Google.

            En todo caso, es un estudio muy interesante. Gracias por abordarlo.

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