The kids are Alt-right: la tolerancia de los jóvenes frente al autoritarismo

"Authoritarian Overreach, Far Side-style cartoon scenes depicting over-control" by exit78 is marked with CC0 1.0.

El jueves me desperté con una noticia muy triste: una cuarta parte de los jóvenes ve preferible en determinadas circunstancias un régimen autoritario. Y buscando un poco en la literatura, me doy cuenta de que ni siquiera es una característica exclusivamente española (aunque en todas partes parece que es un fenómeno más claro en los varones). Este artículo, del que tomo el título (a su vez prestado de una canción de Who y un documental sobre su carrera) muestra que esa mayor tolerancia con el autoritarismo de los jóvenes está generalizada en Europa en estos momentos.

Seguramente hay muchas explicaciones para este fenómeno. Ha evidencia de que el aumento de la desigualdad, la globalización, y la inmigración contribuyen al apoyo electoral a partidos de extrema derecha (y extrema izquierda) cuya aceptación de los valores democráticos es, como mínimo, endeble.

Pero no quiero dejar pasar otra posible explicación, la falta de competencia de los líderes democráticos, en momentos de crisis en los que el liderazgo es importante. El espectáculo lamentable del president de la Generalitat Valenciana durante el drama de la DANA y su resistencia a asumir ningún tipo de responsabilidad después, son ejemplos perfectos de por qué tenemos este problema.

Y justamente me acordé de  un artículo estupendo de Nick Cerkez, “Extreme Weather Events and the Support for Democracy” que analiza cómo los episodios de sequía afectan el apoyo a la democracia en África subsahariana, y qué papel juega la presencia visible de países con regímenes autoritarios, en particular China, a través de sus proyectos de ayuda al desarrollo. El trabajo combina datos de encuestas con información climática muy detallada.

La pregunta de fondo es si el clima también erosiona la democracia. Sabemos que los desastres naturales pueden castigar electoralmente a los gobiernos, incluso cuando el shock es exógeno. La literatura lo interpreta a veces como “irracionalidad” de los votantes, pero también puede ser un mecanismo de información porque el desastre revela la capacidad real del Estado para prevenir y gestionar crisis.

Cerkez lleva esta idea un paso más allá, porque si las sequías sirven para revisar lo que la gente piensa sobre sus gobernantes, también puede servir para revisar lo que piensan sobre la democracia como sistema. Como vemos por los datos con los que comencé la entrada, la pregunta no es menor en un contexto en el que el apoyo a la democracia se estanca o retrocede, y en el que el cambio climático promete más shocks, más frecuentes y más intensos.

El estudio se centra en 16 países de África subsahariana entre 2002 y 2015, usando cinco rondas de la encuesta Afrobarometer. El autor combina datos de 129.000 individuos con localización geográfica precisa (barrio o pueblo). La encuesta tiene una pregunta clave:
“¿Cuál de estas frases se acerca más a su opinión?
A) La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno.
B) En algunas circunstancias, un gobierno no democrático puede ser preferible.
C) Para alguien como yo, da igual qué tipo de gobierno tengamos.”

Para la variable principal, se define un indicador que vale 1 si la persona elige A (apoya la democracia) y 0 si elige B (está abierta a alternativas no democráticas). Se excluyen los “indiferentes” (C) y los “no sabe. Con esta definición, el 85,9% declara apoyar la democracia.

Para el clima, el artículo usa el índice SPEI de 12 meses, calculado a partir de datos meteorológicos diarios (ERA5) a una resolución de unos 27×27 km. El SPEI combina lluvia y evapotranspiración potencial (temperatura, viento, radiación, etc.) y mide desviaciones respecto al clima histórico de cada celda. Valores altos (en este paper, tras un reescalado) significan condiciones más secas, es decir, sequía acumulada en el último año. La identificación descansa en tratar las desviaciones climáticas respecto al promedio histórico como cuasi aleatorias una vez fijados lugar y tiempo, cosa que tiene sentido.

En la especificación base, un aumento de una desviación estándar en el índice de sequía reduce el apoyo a la democracia en 1,1 puntos porcentuales. El autor define “un episodio de sequía” como pasar a una situación de condiciones severamente secas (más o menos dos desviaciones estándar). Traducido a esa escala, una sequía reduce el apoyo a la democracia en torno a un 2,6% respecto al nivel de referencia. Es un efecto modesto pero significativo, y recordemos que hablamos de shocks que van a ser más frecuentes con el cambio climático.

Además, la erosión democrática es coherente con otras respuestas. También aumenta el apoyo a un “strongman” u hombre fuerte (abolir parlamento y elecciones), y a un partido único. Es decir, ante la sequía, una parte de la población se desplaza hacia fórmulas menos democráticas y más concentradoras de poder.

Las sequías no solo afectan las preferencias abstractas sobre regímenes; también golpean la valoración del desempeño del Estado. La confianza en el gobierno cae alrededor de 0,12 desviaciones estándar. La confianza en las instituciones cae 0,14 desviaciones estándar. La percepción de que el gobierno es capaz de resolver problemas baja 0,07 desviaciones estándar.

Esto encaja con una lectura “racional” de las actitudes. El shock revela que el Estado es poco capaz de proteger a la población frente a riesgos climáticos y gestionar sus consecuencias. Pero, ojo, el efecto sobre apoyo a la democracia no aparece en todas partes.

El artículo muestra que el efecto negativo de las sequías sobre el apoyo a la democracia se concentra en países clasificados como democracias según indicadores tipo Polity, o en zonas donde los propios encuestados perciben que viven en una democracia (con más o menos problemas). En países (o regiones) percibidos como autoritarios, las sequías no alteran significativamente el apoyo (ya bajo) a la democracia. O sea, el clima erosiona el compromiso democrático allí donde existe una experiencia, aunque sea imperfecta, de democracia.

Hasta aquí tenemos que las sequías reducen apoyo a la democracia y a la capacidad del gobierno. Pero ¿por qué eso se traduce en preferir menos democracia, en lugar de simplemente querer “mejores demócratas”? La clave del artículo está en la exposición a modelos alternativos de gobernanza. El autor utiliza proyectos de desarrollo financiados por China como indicador de exposición a un modelo autocrático. Como placebo, usa proyectos del Banco Mundial, que representarían una gobernanza más “occidental”/democrática (al menos en percepción).

Con datos geocodificados de AidData, se marca si cada encuestado vive a menos de 50 o 100 km de un proyecto activo. El resultado es muy llamativo. Para quienes no están cerca de proyectos, las sequías prácticamente no cambian el apoyo a la democracia. Para quienes viven cerca de proyectos chinos, una sequía reduce el apoyo a la democracia entre 5,1% y 5,6%. Para quienes viven cerca de proyectos del Banco Mundial, no se observa efecto significativo.

La interpretación es que, en un entorno de crisis climática, la población recibe dos señales. Por un lado ve que su gobierno democrático responde mal a la sequía. Ve un modelo alternativo, el chino, que se materializa en carreteras, hospitales o infraestructuras visibles, percibidas como eficientes. Cuando ambas señales se combinan, algunos ciudadanos concluyen que quizá un sistema menos democrático, pero más “eficaz”, sea preferible.

El artículo dedica bastante esfuerzo a descartar explicaciones alternativas. Comprueba que las zonas que tendrán proyectos en el futuro no muestran efecto de las sequías (placebo).  También muestra que los efectos económicos (empleo, renta) de los proyectos se concentran en radios muy pequeños (10 km), mientras que el efecto sobre apoyo a la democracia persiste excluyendo precisamente a quienes viven más cerca. Analiza por sectores (infraestructuras, educación, salud, energía) y ve que el resultado no depende de un tipo de proyecto concreto. Divide la muestra según consumo de medios para descartar que todo sea propaganda china.

Yo veo algunas lecciones claras. Por un lado, el cambio climático no solo destruye cosechas, vidas o viviendas. Siendo eso muy importante, no hay que olvidar, como víctima colateral, a las normas democráticas. Por otro lado, y quizá más importante para España y nuestra situación política, la capacidad del Estado para gestionar desastres es central para la legitimidad democrática. Yo creo que es crucial que los partidos se den cuenta de una vez de que mantener a bobos e incompetentes, por muy leales que sean a los jefes, tiene implicaciones brutales para el futuro de nuestras libertades.

Y para los jóvenes que estén tentados a apoyar a los regímenes autoritarios. Sí, puede que el régimen chino actual no lo haga mal en el plano material. Pero no está de más recordarles la gran hambruna china producida directamente por la desastrosa política del Gran Salto Adelente. Es lo que tienen los autócratas, puede que alguna vez vayan bien, pero como se equivoquen nos fastidian de manera más escandalosa que los demócratas, a los que por lo menos podemos echar si la pifian mucho.

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