¿Pueden la delincuencia y la inseguridad afectar los resultados universitarios?

Por Daniel Montolio (Universitat de Barcelona y Institut d’Economia de Barcelona) y Pere A. Taberner (Universitat de Barcelona, Institut d’Economia de Barcelona y KSNET)

Imaginemos a una alumna universitaria que está estudiando para un examen final que tiene en pocos días. Cerca de su casa ocurre un episodio violento donde acuden patrullas de policía y ambulancias. En el vecindario, e incluso en los medios, se habla de este hecho notorio que ha ocurrido en su entorno más próximo. Aunque no haya sido víctima directa, el conocimiento del suceso delictivo, el ruido de sirenas o simplemente la inquietud de su entorno podrían afectar su concentración, su descanso o su sensación de seguridad. ¿Puede ese entorno de inseguridad tener un impacto real y medible en el rendimiento académico? Y, si es así, ¿afecta por igual a hombres y mujeres?

En un trabajo reciente analizamos esta cuestión: cómo la exposición a crímenes en el entorno residencial de los estudiantes universitarios influye en sus resultados académicos, y si este efecto varía según el género del alumnado. La literatura económica ya ha analizado esta cuestión. Sin embargo, estos estudios previos se han centrado principalmente en niveles educativos inferiores (educación primaria o secundaria), en lo que sucede alrededor de las escuelas, o en contextos con alta violencia (como Colombia, México, Brasil o Estados Unidos). Sin embargo, poco se sabe sobre cómo el crimen más cotidiano y frecuente — el que ocurre en nuestras calles y barrios de España — afecta a nuestra población universitaria. Un estudio parecido es el de Elisa Facchetti para el caso de Londres con datos de la prueba final de la educación primaria. Además, los resultados de estos estudios son dispares al analizar efectos según chicos y chicas, sin poder extraer una conclusión clara de la literatura existente respecto a la existencia de un impacto diferencial según el género del estudiante. Por ello, nuestro estudio busca llenar ese vacío, con datos detallados y con una estrategia empírica robusta que permite analizar el impacto causal de la exposición al crimen en las notas de los y las estudiantes universitarias.

¿Cómo lo hacemos?

El análisis se basa en una base de datos que combina, por un lado, información detallada sobre todos los crímenes ocurridos en el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y, por otro, registros académicos y sociodemográficos de estudiantes del grado en Administración y Dirección de Empresas (ADE) de la Universidad de Barcelona. La clave del diseño es el seguimiento de cada estudiante a lo largo de cuatro cursos académicos y la explotación de la variación en la exposición al crimen justo antes de cada examen final. Utilizamos modelos de regresión de datos de panel con efectos fijos por estudiante, fecha de examen y tendencias espaciales para identificar el efecto causal de la exposición al crimen sobre el rendimiento académico.

Vale la pena destacar que estudios previos en los campos de la salud mental, la criminología y sociología han relacionado cómo la exposición al crimen y la inseguridad pueden afectar el comportamiento de los individuos que se ven expuestos. Así, siguiendo a Buka et al. (2001) y Sharkey (2018), la exposición al crimen no solo se define como la victimización directa, sino también a presenciar, ser informado o simplemente vivir en un entorno violento o con alta criminalidad. Este marco conceptual implica que incluso sin ser víctima directa, el crimen en el entorno de las personas puede alterar sus procesos cognitivos, afectar su salud mental (miedo, preocupación, ansiedad) y, en consecuencia, afectar el rendimiento académico, como ya han mostrado diferentes autores (Ang, 2020; Dustmann and Fasani, 2016; Chang y Padilla-Romo; 2022; Sharkey et al., 2014, entre otros). En nuestro caso, medimos esa exposición como el número de crímenes ocurridos a distintas distancias (entre 20 y 300 metros) del lugar de residencia de cada estudiante en los días previos de cada examen (7, 15 y 30 días antes). Distinguimos entre crímenes violentos (agresiones, amenazas, violencia de género o sexual, etc.) y no violentos (robos sin violencia, daños a la propiedad, etc.).

¿Qué encontramos?

Los resultados principales muestran que los crímenes violentos cometidos cerca de las viviendas de los estudiantes afectan negativamente a sus notas en los exámenes finales. En cambio, los crímenes no violentos no tienen un efecto apreciable. En concreto, la exposición al crimen incrementa la probabilidad de suspender un examen final (Gráfico 1) y disminuye la probabilidad de obtener un excelente (Gráfico 2). En concreto, el coeficiente estimado para el impacto de todos los crímenes ocurridos a una distancia de 40 metros (15 días antes del examen) implica que un aumento de una unidad en los delitos violentos conduce a una disminución estadísticamente significativa en la probabilidad de obtener una calificación de excelente en 1,2 puntos porcentuales.

Gráfico 1. Impacto de la exposición al crimen (una unidad de incremento) en la probabilidad de sacar una nota más alta

Estos impactos negativos son mayores cuando tenemos en cuenta solo eventos más próximos a los exámenes finales, tanto a nivel temporal (periodo de tiempo más corto antes del examen) como a nivel espacial (menos metros de distancia del hogar), como se puede apreciar en el Gráfico 2. Un aspecto importante es que el crimen no disuade a los estudiantes de presentarse al examen, lo que nos permite descartar un potencial sesgo de selección en los resultados.

 

Gráfico 2. Impacto de la exposición al crimen (una unidad de incremento) en la probabilidad de sacar una nota excelente

Para analizar las diferencias de género, separamos la muestra entre chicos y chicas, encontrando efectos claramente diferenciados. Por un lado, los chicos tienen más probabilidad de suspender un examen final cuando hay un incremento de actos violentos cercanos (entre 6 puntos porcentuales para estimaciones con crímenes ocurridos a 20 metros y 3 puntos porcentuales para estimaciones a 60 metros). Por otro lado, las chicas ven reducida la probabilidad de obtener las calificaciones más altas (excelentes) en sus exámenes finales, especialmente aquellas con mejor expediente académico, ante este aumento de crímenes violentos (entre 3 puntos porcentuales para estimaciones con crímenes ocurridos a 20 metros y 0,9 puntos porcentuales para estimaciones a 60 metros). Es decir, mientras que el crimen parece incrementar los suspensos entre los chicos, en el caso de las chicas impide obtener una nota excelente del examen. En este caso, tampoco encontramos evidencia de que exista impacto del crimen en la autoselección de los chicos o las chicas en presentarse a los exámenes.

Además, al descomponer por tipología de crimen violento, observamos que las chicas se ven especialmente afectadas por delitos como las agresiones sexuales, la violencia de género y las amenazas, mientras que los hombres se ven más afectados por las agresiones físicas y los robos con violencia. Esta heterogeneidad de efectos es coherente con estudios previos sobre percepción del riesgo y miedo al crimen (ver, por ejemplo, Ferraro, 1996; Cops y Pleysier, 2011): las mujeres tienden a sentirse más vulnerables ante ciertos delitos como las agresiones sexuales y a modificar más sus rutinas cuando perciben un entorno peligroso. Finalmente, realizamos toda una serie de análisis de robustez y pruebas placebo que confirman la solidez de nuestros resultados.

¿Por qué es importante este estudio?

Nuestro trabajo aporta evidencia novedosa sobre cómo la delincuencia en un entorno urbano puede también afectar al rendimiento académico incluso en contextos universitarios. Desde el punto de vista de política pública, los resultados sugieren que la seguridad en los entornos de los estudiantes importa, y mucho. Actuar sobre la delincuencia urbana no solo es importante para la convivencia o el bienestar de la ciudadanía, sino también para potenciar el rendimiento académico —y con ello, las oportunidades laborales futuras— de los y las jóvenes. Además, las diferencias de género detectadas en nuestro estudio ponen de relieve las implicaciones importantes para la igualdad de género, tanto en educación como en el mercado laboral posterior, de asegurar entornos seguros alrededor del alumnado universitario. En definitiva, si queremos una universidad más equitativa e inclusiva, no podemos ignorar los efectos del entorno urbano en la educación superior.

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