Por Cristina Lopez-Mayan, Giulia Montresor y Catia Nicodemo
La mayoría de países establece una fecha de corte en el calendario para marcar la entrada en la etapa escolar: los niños y niñas que nacen después del corte comienzan la escuela un año más tarde que los nacidos antes. Esta regla genera una diferencia considerable: cada año, dentro de la cohorte de estudiantes que empiezan juntos la escuela, los mayores y los más jóvenes se llevan casi un año de edad.
En la infancia y la adolescencia, estas diferencias relativas en la edad pueden ser muy significativas. Los niños y las niñas relativamente más pequeños suelen ser menos maduros, tanto cognitiva como emocionalmente, que sus compañeros y compañeras relativamente mayores. La investigación ha demostrado desde hace tiempo que esta desventaja se traduce en peores resultados en los exámenes y mayores tasas de repetición de curso (Manacorda, 2012). Algunos estudios sugieren que estas desventajas persisten hasta la vida adulta, reduciendo la probabilidad de asistir a la universidad (Bedard y Dhuey, 2006), aunque otros encuentran que la brecha finalmente desaparece (Oosterbeek et al., 2021). Esta literatura fue objeto de una entrada en Nada es Gratis hace un tiempo (aquí).
Pero, ¿qué ocurre con el impacto más allá de la educación? ¿Estas diferencias de edad influyen también en otras conductas —especialmente aquellas de riesgo, tales como fumar, beber o experimentar con drogas, que suelen comenzar en la adolescencia? Esta es la pregunta que nuestro estudio busca responder en el contexto de España (aquí puedes consultar la última versión).
El caso español: una fecha de corte estricta
En España, todos los niños y niñas deben comenzar la educación primaria en septiembre del año en que cumplen seis años[1]. La fecha de corte, por tanto, es el 1 de enero. Esto significa que un niño o niña nacido el 31 de diciembre empieza la escuela casi un año más joven que alguien nacido un día después, que empezará la escuela en septiembre siguiente. Las diferencias relativas de edad creadas por esta política se ilustran en este gráfico:
Figura 1: Fecha de corte e inicio de la escolarización en España
Esta política genera dos grupos de estudiantes en el curso: los que denominaremos “jóvenes del curso” (JDC, nacidos en diciembre) y los “mayores del curso” (MDC, nacidos en enero). A diferencia de lo que ocurre en otros países, en España los padres no pueden retrasar ni adelantar el inicio escolar con el objetivo, por ejemplo, de compensar diferencias de madurez. Hablamos, por tanto, de una fecha de corte estricta, hecho que utilizamos en nuestro estudio para comparar las conductas de riesgo de adolescentes nacidos antes y después del 1 de enero.
Las conductas de riesgo que se adoptan en la adolescencia —beber alcohol, fumar, vapear, apostar o mantener actividad sexual sin protección— pueden tener consecuencias duraderas, incluyendo problemas de salud y adicción (Schulte y Hser, 2014). Los estudios previos muestran que la fecha de corte establecida en otros países tiene efectos sobre la adopción de estas conductas: los estudiantes JDC son más propensos a beber, fumar e iniciarse en la actividad sexual en comparación con los estudiantes MDC. Estos resultados se han obtenido para Estados Unidos, Dinamarca y Corea del Sur.
Nuestro estudio
Para analizar si las diferencias relativas de edad influyen en la adopción de conductas de riesgo de los adolescentes españoles, utilizamos la “Encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias” (ESTUDES) de 2018/19, elaborada por el Observatorio Español de Drogas y Adicciones. ESTUDES recopila información sobre conductas –consumo de alcohol, tabaco, marihuana, vapeo, apuestas, uso de internet, actividad sexual– de estudiantes matriculados en los dos últimos cursos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), en Bachillerato y en FP Medio. Nos centramos en los estudiantes de educación obligatoria (3º y 4º de ESO, cuya edad teórica es de 15 y 16 años) para evitar que los resultados se puedan ver sesgados por la decisión individual de seguir o no estudiando al acabar la ESO.
Nuestra metodología aprovecha el corte del 1 de enero como un experimento natural, y compara las conductas de los estudiantes nacidos en diciembre y en enero para estimar el efecto JDC (aunque también usamos ventanas del mes de nacimiento más amplias y los resultados no cambian). Los dos grupos son idénticos en términos sociodemográficos, pero los nacidos en diciembre comenzaron la escuela un año antes. Sin entrar en detalles técnicos, estimamos ese efecto comparando estudiantes del mismo centro, curso, año de nacimiento y controlando por la condición de repetidor.
¿Qué obtenemos?
Las diferencias de edad dentro de una cohorte académica generadas por la fecha de corte se traducen en que los estudiantes JDC tienen menos probabilidad de adoptar conductas de riesgo que los MDC del mismo centro, curso, año de nacimiento y estatus de repetición. Beben menos, fuman menos, apuestan menos y tienen menor probabilidad de tener actividad sexual.
¿En qué medida las diferencias de edad absoluta (año de nacimiento) y de ciclo escolar (curso) explican este efecto total?
Para separar el papel de la edad absoluta, repetimos el análisis estimando el efecto de ser JDC por separado en las cohortes de 15 y 16 años. Para separar el efecto del ciclo escolar, lo estimamos por separado para 3º y 4º de ESO. Hay que tener en cuenta que la repetición de curso (tan extendida en España[2]) rompe la correspondencia entre año de nacimiento y curso: los repetidores se incorporan a cohortes que empezaron más tarde, alterando su composición, a través de una mayor presencia de estudiantes mayores que el resto.
Además, para estudiar mejor esos factores nos centramos en un grupo concreto de estudiantes: los nacidos en diciembre de 2003 (JDC en su cohorte) y en enero de 2004 (MDC en su cohorte). Estos estudiantes son prácticamente iguales en edad, pero empezaron la escuela en años distintos, lo que nos permite aislar el efecto de la edad relativa en clase.
Los resultados de esta última comparación muestran que la brecha negativa entre JDC y MDC desaparece en la mayoría de conductas de riesgo. Sin embargo, se revierte en tres casos: fumar marihuana o tabaco y usar internet compulsivamente. Este resultado se debe a los chicos: los JDC tienen 10, 13 y 16 puntos porcentuales más de probabilidad de fumar marihuana, tabaco y usar internet compulsivamente, respectivamente, que los MDC. Estos efectos reflejan una magnitud considerable relativa a las medias muestrales: la probabilidad de consumo en los JDC es, respectivamente, un 77%, 57% y 32% superior. En las chicas no se dan estas diferencias.
Estos resultados, así como los de los análisis por curso y cohorte de nacimiento y otros adicionales presentados en el estudio, indican que el efecto JDC total negativo se explica, sobre todo, por diferencias de madurez. Comparado con 3º de ESO, en 4º la brecha se reduce o desaparece, aunque el motivo no es alentador: las tasas de conductas de los JDC aumentan y alcanzan las de los MDC.
Sin embargo, la madurez no lo explica todo. Hemos visto que, incluso comparando alumnos de la misma edad, los chicos JDC son más propensos a adoptar ciertas conductas de riesgo que los MDC. Esto indicaría, como discutimos en el estudio, que las dinámicas en clase —interacciones entre estudiantes JDC, MDC y repetidores— pueden influir en el comportamiento de los más jóvenes. De hecho, si excluimos a los repetidores del análisis, la brecha tiende a ampliarse debido a una menor tasa de conductas de riesgo de los JDC. Un análisis más detallado de estas interacciones queda pendiente para futuras investigaciones.
Por qué importa para la política educativa
Nuestros resultados muestran que las consecuencias del establecimiento de una fecha de corte que marca el inicio de la escolarización van más allá del rendimiento académico y se manifiestan en aspectos relacionados con la salud y la conducta de los adolescentes. Por supuesto, no es posible eliminar el efecto de la fecha de corte. Siempre habrá una fecha que determine quién empieza la escuela este año y quién el siguiente. Nuestros resultados abogan por prestar atención a los efectos no académicos de las diferencias relativas de edad creadas por el corte. Por ejemplo, desarrollar programas de prevención que tengan en cuenta las diferencias dentro de las cohortes escolares, puede ayudar a reducir vulnerabilidades. Los estudiantes JDC pueden necesitar apoyo adicional, tanto académico como socioemocional, para compensar su menor madurez, que puede afectar tanto a su desempeño escolar como a su vulnerabilidad frente a la influencia de estudiantes MDC y estudiantes repetidores, que muestran mayores tasas de conductas de riesgo.
[1] La educación preescolar de 3 a 5 años no es obligatoria, aunque está ampliamente extendida (más del 94% de los niños y niñas de 3 años están matriculados en preescolar). Esta práctica adelanta la escolarización en tres años, pero no altera el efecto de la fecha de corte ya que preescolar comienza en septiembre del año en que se cumplen los tres años.
[2] Casi el 30% de los estudiantes españoles repite al menos un curso durante su trayectoria escolar, una tasa muy superior a la media de la OCDE(11%).