Elena Del Rey
Desde el pasado 1 de enero el permiso de paternidad tiene en España la misma duración (y remuneración, del 100% del salario) que el de maternidad. Se espera que esta medida, además de igualar la distribución de las tareas de la casa y el cuidado de hijos como Lídia Farré nos explicaba aquí, contribuya a reducir la brecha de género en el mercado laboral. Con M. Racionero y J.I. Silva hemos planteado un modelo sencillo para estudiar qué puede pasar en un mercado de trabajo en el que hombres y mujeres compiten por los mismos trabajos si aumenta la duración de los permisos de paternidad.
El modelo de base es el de emparejamiento y búsqueda de Mortensen-Pissarides.
Hay tres variables de interés: el salario del hombre wh, el salario de la mujer wm y el ratio de vacantes/desempleados θ (estrechez del mercado de trabajo) que es fundamental para determinar el paro de equilibrio. Tres ecuaciones determinan los valores de equilibrio de estas variables. Los salarios de las mujeres y los salarios de los hombres dependen positivamente del ratio de vacantes/desempleados: si hay más vacantes y menos desempleados, las empresas, que compiten por contratar trabajadores, tienen que pagar salarios más altos. Por eso las curvas de salarios wh =Wh(θ) y wm =Wm(θ) en la Figura 1 son crecientes en θ. A su vez, la creación de vacantes por parte de las empresas o creación de empleo CE(wh, wm, θ)=0 es decreciente en los dos salarios. Las tres ecuaciones dependen también de toda una serie de parámetros del modelo, entre ellos la duración de los permisos de maternidad (que afecta al salario de las mujeres y la creación de empleo) y paternidad (que afecta al salario de los hombres y a la creación de empleo). Para simplificar la presentación no explicitaré todos esos parámetros.
Para poder representar el equilibrio en dos dimensiones como lo hacemos en la Figura 1, sustituimos el salario de las mujeres por la ecuación que los determina en la ecuación de creación de empleo (así, en lugar de CE(wh, wm, θ)=0, escribimos CE(wh, Wm(θ), θ)=0. De este modo, obtenemos una ecuación de creación de empleo que depende solo de la estrechez en el mercado de trabajo y el salario de los hombres (aunque implícitamente depende también del salario de las mujeres). Esto nos permite derivar los valores de equilibrio de wh y θ en el gráfico de arriba de la Figura 1. Para obtener el salario de equilibrio de la mujer ya solo tenemos que sustituir el θ obtenido en la ecuación de salarios de la mujer, como hacemos en el gráfico de abajo. Por supuesto, no cambia nada si representamos arriba el salario de la mujer y sustituimos los salarios de los hombres por la ecuación que los determina en la ecuación de creación de empleo. Sin embargo, la estrategia que adoptamos (poner los salarios de los hombres arriba) resulta práctica para identificar visualmente todos los efectos de ampliar la duración de los permisos de paternidad.
Figura 1
¿Qué ocurre si aumenta la duración de los permisos de paternidad? Varias cosas: en primer lugar, en comparación con el status quo, la perspectiva de un incremento de las ausencias programadas de los padres reduce el valor de estos trabajadores para la empresa. Como el valor de algunos trabajadores se reduce y el del resto no cambia, la creación de empleo deviene, en media, menos interesante para las empresas. Por eso la curva de Creación de Empleo se desplaza hacia abajo.
La curva de salarios de los hombres también se ve afectada por el incremento de la duración de los permisos. Por una parte, si se reduce el valor del trabajador para la empresa, el salario bajará (la curva de salarios de los hombres también se desplazará hacia abajo). Pero también, el incremento de la duración de los permisos afecta al poder de negociación salarial implícito de los hombres. Si, por ejemplo, los hombres otorgasen mucho valor a estar de permiso de paternidad, el incremento de la duración del permiso reduciría la posición negociadora de los hombres a la hora de acordar su salario con la empresa. Esto desplazaría la curva de salarios de los hombres hacia abajo aún más. Si, por el contrario, la empresa valorase mucho la posibilidad de recuperar al trabajador al término del permiso porque abrir una vacante es costoso, la posición negociadora de los hombres podría aumentar (“si quieres que cuando tenga hijos y me vaya de permiso de paternidad vuelva a trabajar a esta empresa, ya me estás pagando un buen sueldo”). De todos modos, como este efecto iría en sentido contrario del efecto directo negativo sobre el valor del trabajador para la empresa, lo razonable sería esperar que el salario del hombre bajase. Aunque no podemos descartar desde un punto de vista teórico y podría ocurrir en algún caso que el salario de los hombres aumentase, nuestras simulaciones para Francia, Italia, Noruega y Portugal muestran que el salario de los hombres, en efecto, caería.
¿Y el salario de las mujeres? Aunque la negociación de salarios entre las empresas y las mujeres trabajadoras no se vería afectada por el cambio en la duración de los permisos de paternidad, los cambios en la estrechez del mercado laboral, derivados de la negociación entre empresas y hombres trabajadores y de la decisión de abrir vacantes de las empresas, sí terminaría afectando al salario de las mujeres: si las vacantes aumentan por encima del número de desempleados el salario de las mujeres subirá y bajará si las vacantes por desempleado terminan bajando. En la Figura 2, los salarios de los hombres suben. En este caso el número de vacantes por desempleado bajaría y también los salarios de las mujeres, por lo que la brecha salarial aumentaría. Sin embargo, si bien es teóricamente posible, esto solo ocurrirá bajo hipótesis extremas. En particular, el poder de negociación implícito del hombre trabajador debe ser extremadamente elevado. (Nótese que, aunque es difícil que sea así a nivel de la economía entera, sí podría ser el caso en algún sector o trabajo concreto).
Figura 2
En la Figura 3, ambos salarios, los de los hombres y los de las mujeres, caen. En este caso, el efecto sobre la brecha de género dependería de cuál de los dos cae más.
Figura 3
Por último, en la Figura 4, los salarios de los hombres caen tanto que aumenta el número de vacantes por desempleado y por tanto aumenta el salario de las mujeres. Este es el caso en el que creemos encontrarnos cuando analizamos la medida por encima: “si las mujeres cobran menos y tienen permisos más largos, la igualación de la duración de los permisos debe igualar los salarios”.
Figura 4
¿Qué ocurrirá con la brecha de desempleo? Esto es más difícil de ver en los gráficos. Que las vacantes por desempleado aumenten o disminuyan afecta en principio tanto a hombres como mujeres. Es necesario estudiar las tasas a las que hombres y mujeres desempleados encuentran empleo y tener en cuenta que los trabajadores no pueden ser despedidos mientras están de permiso de maternidad/paternidad (por lo que aumentar la duración del permiso de paternidad tenderá a reducir, aunque sea solo un poco, el desempleo de los hombres). Es decir, incluso si aumentan las vacantes por desempleado de equilibrio, no está claro que se reduzca la brecha de desempleo. En nuestras simulaciones, en los países en los que las mujeres sufren una tasa de desempleo mayor que los hombres, Italia y Portugal, la brecha de desempleo aumenta si aumentamos la duración de los permisos de los padres. No podemos descartar que no vaya a pasar lo mismo en España.
Así que, ojo, aunque puede ser que sí, no está nada claro que la igualación en la duración de los permisos vaya a beneficiar a las mujeres en el mercado laboral. ¡Con razón se dice de la economía que es la ciencia lúgubre!