¿Las políticas de conciliación ayudan, o perjudican las trayectorias laborales de las madres?

Por Alicia De Quinto y Libertad González

La conciliación entre trabajo y familia continúa siendo un desafío importante, especialmente para las mujeres con hijos, que suelen asumir una mayor carga de responsabilidades de cuidado (recapitulación de estudios aquí). Diversos estudios han documentado cómo esta desigual distribución del trabajo no remunerado contribuye a la llamada “penalización por maternidad”, es decir, la reducción de los ingresos y de la participación laboral de las mujeres tras el nacimiento de un hijo (también aquí). En España, esta penalización alcanza el 28% en el largo plazo, lo que refleja una menor permanencia en el mercado laboral, así como un aumento en el empleo a tiempo parcial.

En respuesta a esta realidad, numerosos países han implementado políticas destinadas a facilitar la conciliación entre la vida laboral y familiar, como permisos de maternidad y paternidad, subsidios para el cuidado infantil, y regulaciones que permiten la reducción de la jornada laboral. Sin embargo, los efectos de estas políticas no son del todo claros: aunque pueden facilitar la continuidad de las mujeres en el mercado laboral, también pueden afectar negativamente a sus trayectorias profesionales y salariales.

En nuestro último estudio, analizamos los efectos a largo plazo de la reforma introducida en España en 1999, que permitió a madres y padres reducir su jornada laboral hasta en un 50% mientras tuvieran algún hijo menor de 6 años. Esta medida implicaba una reducción proporcional del salario, pero garantizaba a sus beneficiarios protección frente al despido, lo que incentivaba su utilización. Nuestro objetivo era, por tanto, determinar cómo afectó esta política de conciliación laboral y familiar a la participación y a los ingresos laborales de las madres, tanto en el período en el que podían acogerse a la medida (mientras sus hijos fueran menores de 6 años, en adelante el corto plazo), como en los años posteriores, cuando ya no tenían acceso a ella (cuando sus hijos tenían entre 6 y 10 años, en adelante el largo plazo). Es decir, nos interesaba analizar si esta política facilitó que las madres permanecieran en el mercado laboral en lugar de abandonarlo tras la maternidad.

Para responder a estas preguntas, utilizamos datos administrativos de la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL) para reconstruir las trayectorias laborales de las mujeres en España entre 1990 y 2010. Desde un punto de vista metodológico, empleamos un enfoque de Regression Kink Design (RKD), que explota el hecho de que el número de meses durante los cuales una madre o un padre podía acogerse a esta medida dependía exclusivamente de la edad de su hijo más pequeño en el momento de la reforma. Por ejemplo, una madre con un hijo recién nacido en noviembre de 1999 podía disfrutar de hasta 6 años de reducción de jornada, mientras que una madre con un hijo de 5 años sólo podía acogerse a la medida durante un año. Comparando a mujeres trabajadoras con distintas duraciones de acceso a este derecho, podemos estimar el impacto de la política sobre su permanencia en el mercado laboral y sus ingresos laborales.

Nuestros resultados muestran que, a corto plazo, mientras las madres podían acogerse a la reducción de jornada, la reforma aumentó significativamente el número de días trabajados a tiempo parcial. En promedio, cada mes adicional con derecho a la medida incrementó en un día el número de días trabajados a tiempo parcial (Figura 1).

Figura 1. Aumento del empleo a tiempo parcial con la reducción de jornada

Nota: La pendiente cambia en el umbral de acceso a la medida, mostrando un incremento en los días trabajados a tiempo parcial a medida que aumenta el período en el que las madres podían acogerse a la reducción de jornada.

No obstante, este aumento del empleo parcial no se tradujo en una reducción del número de días trabajados a tiempo completo. Por tanto, la mayor incidencia del trabajo a tiempo parcial sustituyó a periodos de inactividad o desempleo, lo que resultó en un incremento moderado en los ingresos laborales de las madres (Figura 2).

Figura 2. Impacto de la reforma en el empleo a tiempo completo e ingresos

Nota: Se observa un aumento tanto en el número total de días trabajados como en las jornadas a tiempo completo, lo que indica que el empleo a tiempo parcial no desplazó el empleo a jornada completa, sino que reemplazó la inactividad. Como consecuencia, los ingresos laborales también se incrementaron.

Es importante tener en cuenta que los efectos de la política fueron heterogéneos: las madres con contratos temporales (antes de la maternidad) fueron las que más se beneficiaron; en cambio, las madres con contratos indefinidos (una minoría) utilizaron la reducción de jornada como sustituto del empleo a tiempo completo, lo que sí supuso una caída en sus ingresos durante el tiempo que pudieron acogerse a la medida.

En el largo plazo, cuando los hijos cumplieron 6 años y las familias ya no podían solicitar la reducción de jornada, las madres que habían tenido acceso a la medida por más tiempo mostraron una mayor participación en el mercado laboral y un incremento en sus ingresos. Es decir, la reforma contribuyó a fortalecer la vinculación laboral de las madres en el largo plazo (Figura 3).

Figura 3. Efectos a largo plazo

Nota: Las pendientes positivas en el número de días trabajados (tanto a tiempo parcial como a jornada completa) y en los ingresos laborales sugieren que los efectos de la política persistieron incluso después de que las madres dejaran de poder acogerse a la reducción de jornada.

Sin embargo, de nuevo las mujeres con fuerte vinculación previa al mercado laboral (aquellas con contratos indefinidos antes de la maternidad) fueron más propensas a mantener el trabajo a tiempo parcial incluso cuando la medida ya no estaba disponible. Esto sugiere que, para este grupo, la reducción de jornada pudo consolidarse como una estrategia laboral prolongada, con efectos negativos sobre sus ingresos en el largo plazo.

Nuestros resultados sugieren que, en conjunto, la posibilidad de reducir la jornada laboral facilitó la permanencia de las madres en el mercado de trabajo y mejoró sus ingresos en el largo plazo, al permitirles mantener su empleo y compatibilizarlo con la maternidad. Sin embargo, este efecto no fue homogéneo: para las madres con empleos más inestables, la reforma tuvo un impacto claramente positivo, ya que les permitió mantenerse en el mercado laboral y aumentar sus ingresos; sin embargo, para las madres con contratos más estables, la reducción de jornada se convirtió en una opción de largo plazo, lo que, aunque favoreció su permanencia en el empleo, también supuso una reducción en sus horas trabajadas y, en consecuencia, en sus ingresos.

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