Evolución de la eficiencia hídrica y sus determinantes para las regiones españolas

Por Asensio Buendía, Francisco J. André y Francisco J. Santos-Arteaga

Tradicionalmente, la economía española ha dependido de ciertos sectores - construcción, ocio, agricultura - intensivos en un recurso escaso, como es el agua, aunque la situación no es uniforme entre las distintas regiones, que están sujetas a diferentes condiciones climáticas y estructuras económicas (Pulido et al 2020). Para ilustrar algunas de estas diferencias, la Figura 1 muestra los niveles regionales de uso de agua per cápita.

Figura 1: Consumo de agua per cápita a nivel regional.

Fuente elaboración propia con datos del INE.

Dada su importancia, la gestión de los recursos hídricos ha sido muy estudiada en la literatura. Recientemente, en NeG se han abordado las políticas hídricas y las tarifas del agua (véase los posts de Martínez-Espiñeira, García-Valiñas y Suárez-Varela y Andrés Picazo). Sin embargo, hasta hace poco no se habían estudiado las diferencias en la eficiencia hídrica de las regiones. Dichas diferencias y sus determinantes son el objeto de una línea de investigación reciente, y todavía en curso, de los autores de este post. En un primer trabajo realizamos un análisis detallado de la eficiencia hídrica de las regiones, descomponiéndola en distintos componentes mediante el análisis envolvente de datos (DEA). Un segundo trabajo se centra en identificar los factores que explican las diferencias observadas entre la eficiencia de las regiones utilizando un modelo Tobit. Para ello usamos diversas fuentes estadísticas, incluyendo el INE (variables hídricas, PIB y trabajo), el proyecto C-Interreg del Centro de Predicción Económica (movimientos comerciales), Red Eléctrica Española (demanda de electricidad, como proxy del consumo energético) y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (capital).

Prestamos especial atención a los aspectos circulares de la gestión del agua, materializados en el tratamiento de las aguas residuales y su reutilización en el proceso productivo. Para ello, el estudio emplea dos indicadores alternativos de eficiencia, sin tener (modelo “no tratado”) y teniendo en cuenta (“modelo tratado”) respectivamente dichos aspectos circulares. Los resultados de ambos modelos se comparan para identificar el impacto de estos componentes circulares. En ambos casos se toma como output el PIB regional. En el modelo no tratado se usan los inputs clásicos, como el capital, el trabajo y la energía, añadiendo el consumo de agua desagregado por agentes económicos (hogares, empresas y municipios). En el modelo tratado, además de estos factores, se incluyen las variables circulares mencionadas más arriba (tratamiento y reutilización de agua). El estudio se apoya en estudios similares para otros países que no tienen en cuenta esta circularidad del agua (Deng y Song 2016, Wang et al, 2018, Jin et al, 2019).

Los indicadores de eficiencia se calculan como el complementario de, es decir, uno menos un indicador de ineficiencia. Siguiendo la lógica DEA, el indicador de ineficiencia se obtiene, a su vez, como la reducción proporcional en el consumo de agua que potencialmente se podría lograr al proyectar las observaciones de la muestra sobre la frontera eficiente. Una región se considera tanto más eficiente cuanto menor es el ahorro potencial de agua estimado por el modelo DEA. Estos indicadores de eficiencia se calculan tanto a nivel agregado como desagregados a nivel de agentes económicos.

Nuestro estudio identifica a Madrid, Cataluña, Baleares y Canarias como las más eficientes, con un indicador de eficiencia igual 1, el máximo posible, todos los años de la muestra. Por otra parte, se observa que al tener en cuenta los aspectos circulares se obtiene una subida en los valores promedio de la eficiencia estimada.

Para identificar los determinantes de la eficiencia hídrica en las regiones españolas, tanto a nivel agregado como por agentes económicos, se estiman varios modelos Tobit incluyendo distintas variables explicativas que se han dividido en cuatro grupos, según se muestra en la Tabla 1, que incluye el signo esperado de cada variable.  El estudio se repite para el modelo no tratado y para el tratado.

Tabla 1. Variables explicativas de la eficiencia incluidas en las regresiones Tobit.

La Tabla 2 muestra los resultados del modelo sin tratar y la Tabla 3 los del modelo tratado.

Tabla 2. Primera versión: medidas de eficiencia sin variables circulares del agua.

Tabla 3. Segunda versión: medidas de eficiencia con variables circulares del agua.

Al comparar la versión “no tratada” con la “tratada”, algunos argumentos sugieren que la última es preferible. Básicamente, estos argumentos tienen que ver con una mayor robustez y credibilidad. Por ejemplo, el escenario tratado muestra una mayor coherencia entre la respuesta estimada de la eficiencia en los tres grupos de agentes, mientras que en el no tratado hay una mayor discrepancia entre los agentes privados (hogares y empresas) y el público (municipios).

Por otro lado, aunque en ambos modelos se detecta una cierta inercia respecto a los valores pasados, dicha inercia es algo más débil en la versión tratada. Una forma de interpretar este resultado es que, como esta segunda medida es más sofisticada (y posiblemente precisa) que la primera, el modelo es más capaz de detectar cómo responde la eficiencia a diferentes variables socioeconómicas sin atribuir un porcentaje tan elevado de la variabilidad a la mera inercia temporal.

En cuanto a los efectos de la estructura económica sobre la eficiencia, todos los efectos detectados deben interpretarse en términos relativos al sector inmobiliario, que es el sector omitido (para evitar colinealidad perfecta). Aunque en el modelo no tratado hay diferencias entre los efectos estimados, en el modelo tratado todos los impactos significativos resultan consistentemente positivos, es decir, mejores que en el sector inmobiliario, tanto a nivel agregado como desagregado. Ello sugiere que el sector inmobiliario tiende a generar un efecto no positivo, es decir, peor o igual que otros sectores, según el caso, sobre la eficiencia hídrica.

En cuanto al comercio, los resultados en la versión tratada también son más consistentes con las hipótesis esperadas que en la no tratada. Específicamente, un mayor valor de las exportaciones está positivamente correlacionado con la eficiencia, lo que está en línea con la creencia común de que las regiones más eficientes tienden a exportar más, aunque este efecto sólo se detecta en el comercio interregional, no en las exportaciones internacionales.

Un resultado hasta cierto punto paradójico es que la proporción de agua reutilizada procedente de aguas residuales tiene un parámetro estimado negativo (siendo este resultado, de nuevo, más notable y consistente en el escenario tratado). La paradoja se produce porque la capacidad de reutilizar el agua reciclada puede verse como un signo de eficiencia. Sin embargo, la otra cara de esta moneda (probablemente la que aparece en estos resultados) es que el agua reciclada es un sustituto del agua dulce, por lo que esta variable puede entenderse simplemente como un indicador de intensidad en el consumo de agua. Usar más agua reciclada es más sostenible sólo si permite una reducción en el consumo de agua dulce, y nuestro indicador no implica esto automáticamente.

Desde el punto de vista de las implicaciones de política económica, sólo en el escenario tratado, que consideramos más creíble, se detecta (como era de esperar) un efecto positivo del precio del agua sobre la eficiencia. Esto está en línea con la intuición económica a priori y sugiere la implicación de que la tarificación del agua parece tener recorrido para introducir incentivos a un uso más eficiente de este recurso.

En resumen, las regiones españolas son heterogéneas respecto a su capacidad para gestionar el agua eficientemente. Parte de estas diferencias obedecen a factores estructurales difíciles de cambiar, pero un mayor conocimiento de los mismos resulta fundamental para introducir políticas de mejora. Los aspectos circulares se revelan como esenciales en cuanto a la eficiencia y la sostenibilidad de la gestión. La gobernanza del agua, su impacto en la eficiencia y el crecimiento es un campo de investigación muy relevante y fructífero (véase, por ejemplo, Pan et al. 2034). Nuestra agenda de investigación incluye la profundización en los aspectos dinámicos y la relación que existe entre la gestión del agua y los procesos de crecimiento y desarrollo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.