Actividad innovadora de la élite empresarial española de siglo XX

Por José M. Ortiz-Villajos

Julie Ceccaldi, CC0, via Wikimedia Commons

España no ha sido un país puntero en tecnología, pero esto no significa que no haya innovado. Al contrario, en los dos últimos siglos el país ha generado numerosos inventos e innovaciones, además de introducir otros muchos del extranjero. Esta actividad innovadora, aunque no haya tenido mucho impacto internacional, ha sido importante a efectos internos, por lo que es necesario identificarla y analizarla para comprender la particular trayectoria de desarrollo del país. Aunque en este sentido se ha avanzado bastante, aún queda mucho por saber, sobre todo en lo que respecta a la dinámica de la innovación a largo plazo. El principal escollo para ello es la escasez de información detallada sobre innovación. Una contribución en este sentido es mi reciente artículo sobre la actividad innovadora de los cien grandes empresarios españoles del siglo XX, basado en dos indicadores (las innovaciones significativas y las patentes solicitadas por los empresarios y sus empresas) tomados de un conocido diccionario biográfico y de la web histórica de la Oficina Española de Patentes y Marcas.

A partir de estos datos, además de caracterizar la actividad innovadora de la élite empresarial española en el periodo 1870-1970, he contrastado si en el caso español se han verificado algunos patrones debatidos sobre la dinámica de la innovación en el tiempo: (1) si las innovaciones aparecieron en oleadas como dijo Schumpeter; (2) si las innovaciones importantes fueron seguidas de otras incrementales (Rosenberg); (3) si las innovaciones de proceso prevalecieron en las fases iniciales de desarrollo, mientras que las de producto lo hicieron posteriormente (von Tunzelmann); y (4) si la innovación autóctona fue necesaria para absorber la tecnología extranjera (Abramovitz).

Gráfico 1. Innovaciones significativas y patentes solicitadas en España por la élite empresarial, 1870-1970 (medias móviles quinquenales)

Pues bien, los datos muestran (gráfico 1) que las innovaciones no aparecieron de forma lineal o aleatoria a lo largo del tiempo, sino de manera cíclica, agrupadas en ‘racimos’, como indicaba Schumpeter. A grandes rasgos, pueden observarse tres oleadas de innovaciones significativas. La primera, de 1879 a 1913 con su pico en 1901; la segunda, de 1914 a 1938 con su pico en 1924; y la tercera, de 1939 a 1975 con su pico en 1961. Estas oleadas coinciden en gran medida con fases reconocibles de la historia económica española, lo que también se observa grosso modo en las solicitudes de patentes. No obstante, los dos indicadores presentan algunas divergencias. En primer lugar, el aumento de las innovaciones significativas fue sobresaliente en comparación con el de las patentes en el periodo intersecular y en la década de 1940, mientras que el repunte de la década de 1920 fue mayor en las patentes que en las innovaciones significativas. En segundo lugar, la curva de patentes parece estar desplazada hacia la derecha con respecto a la de innovaciones significativas, lo que apoyaría la idea de que las invenciones importantes impulsaron la aparición de innovaciones menores o incrementales, percepción que se ve confirmada por el análisis VAR (véase el cuadro 1, modelo 1).

Gráfico 2. Innovaciones de la élite empresarial española desglosadas por tipos schumpeterianos (producto o proceso), 1870-1970 (medias móviles quinquenales)

El gráfico 2, que desglosa los dos indicadores entre innovaciones de producto y de proceso, muestra que tanto las patentes como las innovaciones significativas de proceso fueron predominantes hasta la primera década del siglo XX, mientras que las innovaciones de producto lo fueron después, si bien el peso relativo de uno y otro tipo fluctuó a lo largo del tiempo. Por otro lado, el test de Granger (Cuadro 1, modelos 2A y 2B) indica un efecto causal de las innovaciones de proceso sobre las de producto. Así pues, nuestros datos respaldan la tesis de von Tunzelmann sobre la dinámica entre la innovación de producto y de proceso a lo largo de la senda de crecimiento.

Gráfico 3. Innovaciones de la élite empresarial española según el origen de la tecnología, 1870-1970 (medias móviles quinquenales)

Por último, el gráfico 3 muestra que, según los dos indicadores, la élite empresarial tuvo una gran dependencia de la tecnología extranjera hasta los años treinta, que tendió a disminuir, pero no a desaparecer, en las décadas posteriores a la Guerra Civil. También se observan notables fluctuaciones en el peso de la innovación importada y autóctona a lo largo del tiempo. Por otro lado, el test de Granger (Cuadro 1, modelos 3A y 3B) muestra que la innovación autóctona impulsó a la importada. Estos resultados apoyan la tesis de la necesidad de cierta capacidad innovadora autóctona para la absorción de tecnología extranjera, así como que el progreso requiere la combinación de ambos tipos.

Cuadro 1. Test de Wald de causalidad de Granger entre los diversos tipos de innovación de los grandes empresarios españoles – Modelos VAR bivariantes (1876-1965)

Mi estudio revela aspectos importantes de la actividad innovadora de la élite empresarial española, sin duda relacionada con los cambios institucionales y económicos del país (véase sobre ello una reciente entrada del blog). De él cabe extraer, además, tres implicaciones prácticas: 1ª) que la combinación de innovaciones de producto y de proceso es importante para garantizar la sostenibilidad en el tiempo del proceso innovador, algo que deberían tener en cuenta tanto los empresarios como los responsables de las políticas de I+D; 2ª) que realizar o adoptar de cuando en cuando innovaciones básicas o significativas es clave para garantizar que la innovación incremental no entre en rendimientos decrecientes; y 3ª) que la importación de tecnología es una opción válida como estrategia innovadora para los países no líderes, siempre que dispongan de un mínimo de innovación autóctona que dote al tejido empresarial de la capacidad de absorción necesaria.