Las actitudes masculinas pueden estar perjudicando la natalidad y el empleo femenino

Por Libertad González y Giulia Briselli

La tasa de natalidad en España, como en otros países europeos, ha venido reduciéndose durante las últimas décadas, alcanzando niveles preocupantes (Figura 1). Si bien durante una época esta caída de la fecundidad coincidió con importantes aumentos en el empleo femenino (relativo al masculino), hace ya un tiempo que este dejó de crecer, mientras que la natalidad continuaba su caída.

Figura 1. Nacimientos por 1,000 habitantes (España, 1975-2019)

Sabemos también que la maternidad trae aparejados elevados costes para el empleo y los ingresos laborales de las madres (que no de los padres), como hemos contado aquí, aquí y aquí. Esta brecha está sin duda relacionada con el hecho de que las mujeres continúan dedicando mucho más tiempo al cuidado de los hijos (y las tareas del hogar) que los hombres.

Las políticas públicas (guarderías subvencionadas, permisos de paternidad) por ahora no han conseguido revertir estas tendencias. En un trabajo reciente, proponemos que la razón (o una de las razones) es la resistencia por parte de los hombres a compartir las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, una explicación que a nuestro parecer no ha recibido hasta ahora la atención que se merece en el debate público.

Para explorar esta hipótesis, analizamos datos de la Encuesta Europea de Valores (EEV) de 1999, 2008 y 2007. Esta encuesta entrevista a hombres y mujeres en más de 40 países europeos sobre sus actitudes y opiniones en distintos temas, incluyendo la igualdad de género.

Al menos en Europa, las mujeres presentan en general actitudes más favorables a la igualdad de género que los hombres. Aun así, las actitudes medias de hombres y mujeres en un mismo país se parecen bastante. En los países más “tradicionales”, tanto hombres como mujeres lo son, y lo mismo en países con actitudes más igualitarias. Se ha documentado también que las actitudes en Europa se han ido volviendo más igualitarias en las últimas décadas.

En la Figura 2 ilustramos estas tendencias para una de las variables disponibles en la EEV, que pregunta a los encuestados su nivel de desacuerdo con la afirmación de que “el niño sufre si la madre trabaja”, con datos para 43 países europeos en 1999 por grupos de edad. Vemos que las mujeres están más en desacuerdo con esta afirmación que los hombres, y también que el desacuerdo es mayor en generaciones más jóvenes. Podemos observar también que los cambios en el tiempo son paralelos para hombres y mujeres.

Figura 2. Nivel de desacuerdo con la afirmación de que un niño sufre si su madre trabaja (EEV 1999)

Estos patrones son similares para otras variables que miden las actitudes hacia el empleo femenino. Sin embargo, las cosas cambian cuando estudiamos las preguntas referidas al reparto de las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. La Figura 3 muestra el grado de acuerdo con la afirmación de que “compartir las tareas domésticas es importante para el éxito de un matrimonio” (46 países en 2008).

Figura 3. Importancia de compartir las tareas domésticas para el éxito de un matrimonio (EEV 2008)

Mientras que las mujeres jóvenes le dan cada vez más importancia al reparto igualitario de tareas, las opiniones de los hombres se mantienen en niveles relativamente estables, con lo que se observa una divergencia creciente entre las actitudes de hombres y mujeres en las generaciones más recientes. Esta divergencia se puede observar también en las encuestas de otros años, y en otras variables que se refieren al trabajo doméstico.

Por ejemplo, la Figura 4 muestra el grado de acuerdo con la afirmación de que hombres y mujeres deberían tener las mismas responsabilidades en el cuidado de los niños y del hogar. La diferencia entre encuestados hombres y mujeres se va acentuando en las generaciones más jóvenes.

Figura 4. Nivel de acuerdo con la afirmación de que los hombres deberían tener las mismas responsabilidades que las mujeres con los hijos y el hogar (EEV 2008)

Esta observación se ve confirmada en un análisis de regresión, en el que combinamos las encuestas de 1999, 2008 y 2017, lo que nos permite separar el efecto cohorte del efecto edad. Los resultados muestran una brecha creciente entre las actitudes de hombres y mujeres con respecto al reparto de tareas del hogar, con las mujeres dando cada vez más importancia al reparto igualitario de las cargas domésticas, mientras que las actitudes de los hombres se mantienen bastante estables a lo largo de las generaciones.

Nos preguntamos a continuación si este creciente desacuerdo entre hombres y mujeres puede tener relación con la baja natalidad y el estancamiento del empleo femenino en Europa. En un entorno de creciente participación femenina en el mercado laboral, las mujeres parecen demandar una mayor participación masculina en el hogar. La resistencia de los hombres en este sentido puede haber tenido costes para las mujeres, que se podrían haber visto inducidas a hacer sacrificios, bien por el lado de su carrera laboral, o bien por el lado de los hijos.

Para responder a esta pregunta, recogemos datos sobre tasas de fecundidad y de empleo para los más de 40 países europeos presentes en la EEV. Después, relacionamos la natalidad y el empleo femenino de cada país con las actitudes de hombres y mujeres para las distintas cohortes.

La Figura 5 muestra la asociación entre las tasas de fecundidad de cada país y la brecha entre hombres y mujeres en lo que respecta al reparto de tareas del hogar. Observamos que la natalidad es más baja en países donde la divergencia entre hombres y mujeres es mayor.

Figura 5. Tasas de fecundidad y brecha de género en las actitudes sobre reparto de las tareas del hogar (EEV 1999, 2008 y 2017)

Para profundizar más en esta simple correlación, proponemos un análisis de regresión que nos permite controlar por efectos fijos de país, de encuesta, y de cohorte (año de nacimiento). Relacionamos la tasa de fecundidad de cada cohorte-país con la brecha en actitudes entre hombres y mujeres con respecto al reparto de tareas. Controlamos por las actitudes medias de las mujeres en esta dimensión, así como por las actitudes medias y la brecha de género en lo que respecta al empleo femenino. Los resultados muestran que una mayor divergencia entre hombres y mujeres en las actitudes sobre el reparto de tareas va asociada a tasas de fecundidad significativamente más bajas. También encontramos una asociación negativa con la tasa de empleo femenina.

Nuestra interpretación de estos patrones es que el conflicto creciente entre las actitudes de hombres y mujeres supone un obstáculo para las ambiciones de las generaciones más jóvenes de mujeres, que aspiran a combinar una familia y una carrera laboral (igual que han hecho siempre los hombres). La resistencia masculina a compartir las tareas del hogar dificulta esta ambición, lo que hace que muchas mujeres todavía tengan que elegir entre carrera o hijos.

En nuestra opinión, si países como España pretenden que la natalidad aumente a la vez que se reducen las brechas de género en el mercado de trabajo, es imperativo considerar políticas dirigidas a mejorar la disposición de los hombres a asumir de manera equitativa las tareas del hogar, especialmente el cuidado de los hijos. En ausencia de este cambio en las actitudes masculinas (que por ahora no parece estarse produciendo), más políticas dirigidas a ayudar a las mujeres a conciliar nos parece que están condenadas al fracaso.

Hay 11 comentarios
  • No se puede hacer un estudio preguntando a la personas sobre hechos naturales: ¿Cuanto debe valer la gravedad?¿Cuanto debería vivir una persona? Empieza sesgado. La psicología no dice que un niño sufre si la madre trabaja, al margen de lo que piense la gente sin estudios sobre el tema. El sufrimiento depende del tipo de apego que sienta el niño, lo desarrolló John Bowlby en los años 50. Lo mismo para compartir tareas: Para que una pareja tenga éxito tienen que compartir la vida, no se limita a las tareas. Querer equiparar conductas implica reconocer que hombre y mujer son iguales, y la ciencia dice que el cerebro del hombre y la mujer son distintos fruto de la evolución de miles de años.
    ¿Por que en los últimos años es más importante la tendencia social de pensamiento que lo que dice la ciencia? Por lo menos habrá que refutar lo que dice la ciencia y no precisamente preguntando la opinión a la gente.

    • Hola Carlos, la verdad, no tengo ni idea de lo que estás hablando. En mi entrada presento unos datos y muestro unas correlaciones. No he visto ninguna evidencia científica de que los hombres no sean capaces de cuidar de sus hijos.

  • Francamente, no se si me convence su argumentación. Quizá influya algo, pero no creo que sea el factor determinante en la baja natalidad. Cuando habla de la regresión dice haber controlado por diversos factores y menciona específicamente algunos. Pero ¿qué hay de cuestiones como la temporalidad, los bajos salarios, las insuficientes ayudas para guarderías y factores similares, el elevado precio de la vivienda tanto en propiedad como en régimen de alquiler? Tengo para mí que estos factores son más importantes que el que se analiza en esta entrada, aunque tampoco puedo aportar evidencia cuantitativa.

    • Hola Ortega, gracias por comentar. No pretendo decir que este sea el único factor que explica la baja natalidad en países como España. Por ahora, lo que hacemos es principalmente documentar esta divergencia en actitudes entre hombres y mujeres a lo largo del tiempo, y plantear la hipótesis de que puede ser un factor que está dificultando tanto la natalidad como el empleo femenino. Seguiremos explorando esta posibilidad en más detalle.

  • En mi opinión, la cosa va más por el mix de caída en la calidad de vida, expectativas, espacio y aumento de estrés que lo que comentas de las actitudes en el hogar (que sólo aplicaria a un subconjunto de la población global). De hecho, a escala de planeta, la relación natalidad vs actitudes posiblemente vaya al revés, y estén naciendo más niños en sociedades más jerarquizadas por gender tipo India, America Latina, mundo musulmán, etc.

    Mi hipótesis es que en los países desarrollados estamos entrando en una fase de auto-regulación poblacional para limitar el crecimiento ilimitado de la densidad, en la que el exceso de interacciones está llevando a un crecimiento de estrés, que limita nacimientos y aumenta muertes.

  • Muchas gracias, me ha sorprendido el resultado del estudio y me pregunto si tendrá importancia los distintos niveles de limpieza y aseo en el hogar preferidos por hombres y mujeres así como los diferentes grados de atención a los hijos.

    Creo que de las personas que conozco en su mayor parte los hombres son más adanes que las mujeres y más despreocupados en la protección de sus hijos. Y no entro a valorar que una actitud sea mejor que otra.

    No sé si esto sería generalizable ni si tendría importancia para ampliar este estudio.

  • El tema me parece no al 100% ajustado a las temáticas de un blog de economía, pero la argumentación y las conclusiones son sólidas. Buen trabajo.

    • Gracias por comentar, David. Temas como la natalidad y la relación entre trabajo remunerado y no remunerado son de hecho centrales en la economía, como ejemplos el trabajo pionero de Becker y muchos otros que han venido después.

  • Buenos días,
    Es un trabajo muy interesante y original, felicidades.
    ¿Han explorado posibles diferencias en los resultados en función el nivel educativo de los encuestados?
    Por otro lado, y con relación a la afirmación que cierra la entrada y que muestra poca fe sobre los efectos de políticas de conciliación que no vayan acompañadas de cambios de actitud: ¿Saben si hay algún estudio que haya explorado los efectos de la ampliación de la baja paternal a 16 semanas?
    ¡Muchas gracias!

  • Hola: ii. Me gustaría saber si al controlar por brecha salarial queda algo relevante para actitudes, aparte de saber también cuál es el sentido de la correlación, o controlando por renta per cápita; los controles propuestos en el post controlan bien poco, no?; iii. El párrafo de policy final: a expensas de i., me parece que es más que especulativo aún si los controles fuesen más completos y se mantuviese la tesis; si no es así este post sería un ejemplo de cómo estirar correlaciones para llegar a causalidad unidireccional y a evaluación de políticas públicas (…”condenadas al fracaso.”)

  • Gracias por esta entrada.

    No entiendo 3 cosas:

    1.- Sugiere que el grueso de la adaptación a un cambio es cosa de uno (el género masculino). Sin embargo, tenía entendido que, en equilibrio, es cosa de las dos partes que llegan a tal equilibrio. ¿No es así?

    2.- Si no es capaz de identificar la contribución de cada una de las partes, y no tiene una interpretación unidireccional de lo que significan las series de datos más arriba, ¿cómo puede llegar a las conclusiones a las que llega?

    3.- A nivel más macro, hay un punto adicional más existencial: ¿cuál es la consecuencia de que natalidad y empleo femenino sean inferiores a un determinado nivel arbitrario?

    Me refiero ¿en qué sustenta la expectativa que natalidad y empleo femenino debieran entrar en la función de utilidad de los individuos masculinos ?

    Si considera que sí debieran entrar, resuelva el modelo, establezca el nivel óptimo y justifique en qué medida el nivel observado difiere del óptimo ¿no? Después podremos discutir sobre la bondad de su modelo ¿no?

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