El libro de Thomas Piketty, El Capital en el Siglo XXI, se ha convertido en uno de los trabajos más influyentes de los últimos años. Pocas veces vemos como un libro académico en economía ocupa los primeros puestos en la lista de ventas. El principal motivo es que trata de un tema importante como es la desigualdad y pone encima de la mesa un debate que durante gran parte del siglo XX había ido quedando de lado. El otro motivo de su gran impacto ha sido su predicción sobre el acusado incremento futuro en la desigualdad y de las medidas que se deberían llevar a cabo para reducirla. En esta entrada hablaré de algunas limitaciones en las predicciones de Piketty enfatizadas por trabajos recientes.
Son muchos los que han hablado de este libro, incluido este blog, con la reseña que Manuel Bagüés hizo al respecto. El debate sobre este libro ha trascendido al ámbito político en países como Estados Unidos, algo que desgraciadamente no ha sucedido en España. Quiero pensar que en parte se debe a que el libro de Piketty documenta poco el caso español. Aún así, los pocos datos que menciona Piketty sobre España son como mínimo llamativos, dado que nos coloca como campeones del ratio entre capital e ingreso, algo que argumenta que está íntimamente relacionado con el nivel de desigualdad.
Lo que no ha faltado en España han sido las críticas que, como ésta, han puesto más en evidencia a los autores que al trabajo de Piketty. Así, muchas críticas se han hecho desde un punto de vista puramente ideológico. Ante la falta de datos o de modelos con los que rebatir los argumentos del libro, las críticas han sido sobre temas tan variopintos como las referencias de Piketty a Balzac o a Jane Austen, criticando la calidad de unos datos extraordinarios (sin, por supuesto, aportar otros mejores) o mediante la distorsión de sus propuestas, poniendo en su boca cosas que no dice. Este tipo de crítica parece una manera desesperada de defender una visión preconcebida del mundo, amenazada por unos datos que la contradicen.
Afortunadamente, también hay críticas al trabajo de Piketty que se basan en un análisis serio de los datos y de un buen uso de los modelos económicos. Uno de los mejores ejemplos es el reciente artículo de Acemoglu y Robinson en el que rebaten las leyes del capitalismo formuladas por Piketty analizando datos y modelos que tienen en cuenta aspectos que el libro deja de lado, en especial el papel de las instituciones. Lo que Piketty llama leyes del capitalismo (ver aquí una explicación muy sucinta) son en realidad regularidades históricas que obtiene de los datos y que utiliza para hacer predicciones sobre la evolución de la desigualdad en el futuro. Acemoglu y Robinson replican que, por un lado, los datos no son evidencia concluyente a favor de las hipótesis que Piketty formula y, por el otro, que los parámetros que Piketty toma como fijos en sus leyes del capitalismo no lo son porque, entre otras cosas, dependen de las instituciones del país, que son endógenas y afectan por tanto a sus predicciones.
En cuanto al primer aspecto, su crítica parte de como el marco conceptual detrás de las leyes del capitalismo asume que muchos de los parámetros se mantendrán fijos en el futuro, cuando no parece claro que así sea. También proporcionan regresiones en las que cuestionan estas leyes. En particular, relacionan la evolución de la desigualdad con la diferencia entre la tasa de rendimiento del capital, r, y el nivel de crecimiento de la economía, g. Piketty argumenta en una de sus leyes del capitalismo que en la medida en que r es mayor que g, la acumulación de capital crece a mayor tasa que los ingresos medios de la economía, generando una mayor desigualdad. Sin embargo, los resultados indican que existe poca relación entre la desigualdad (o más en concreto, los ingresos del 1% superior) y la diferencia r-g.
Otro aspecto importante en su análisis es el hecho de que el porcentaje de la renta que termina en el 1% superior de la distribución no siempre es un buen indicador de la evolución de la desigualdad, algo que ilustran con el caso de Sudáfrica pero también de Suecia. El primer caso es además paradigmático de la segunda crítica de Acemoglu y Robinson: la importancia de las instituciones. Los autores documentan como fue el Apartheid, instaurado en 1910, el que explica la desigualdad en su dimensión relevante (entre blancos y negros) y no tanto las leyes del capitalismo.
El caso de Suecia es también ilustrativo a la hora de interpretar los datos de Piketty. Así, uno de los resultados más interesantes que discute Piketty es cómo la desigualdad disminuyó en países como Inglaterra, Francia o Estados Unidos durante el Siglo XX, haciendo que este tema pasara a ser secundario en la agenda política de los países. Piketty documenta como este cambio en la tendencia ha sido temporal y la desigualdad ha vuelto a crecer notablemente en los últimos años. Interpreta esta evolución como resultado de las guerras mundiales que, entre otras cosas, deprimieron los rendimientos del capital (a la vez que la economía se recuperaba) mientras los gobiernos optaban por aumentar los impuestos al capital con el objetivo de sufragar sus costes. Acemoglu y Robinson, sin embargo, observan como en Suecia también disminuyó la desigualdad durante el siglo XX (algo que por cierto Piketty también menciona en su libro) a pesar de que no participó en las guerras mundiales. En este último caso es la expansión del estado y su papel redistributivo, además de las leyes laborales, lo que llevó a la disminución de la desigualdad.
Finalmente, su trabajo incluye un marco conceptual (y un modelo) que permite entender como casos como el de Sudáfrica y Suecia se pueden explicar como casos en los que las instituciones cambian de manera endógena, y con ello la desigualdad en los países. Hasta qué punto cambios futuros en las instituciones cambiarán la tendencia en la desigualdad que Piketty anticipa es algo que no queda claro.
El trabajo de Piketty no está exento de ideología y no pasará a la historia por ello. Lo hará por los datos que aporta y su análisis, que nos ayudarán a cuantificar mejor el nivel de desigualdad y su futura evolución. Para seguir avanzando en su comprensión necesitamos análisis serios como el Acemoglu y Robinson u otros también muy recomendables como el de Smith y Krusell o Debraj Ray. Esgrimir únicamente ideología es una pérdida de tiempo.
Hay 14 comentarios
Hola Gerard,
No es Austen-Smith sino Tony Smith.
Respecto al fondo: estoy de acuerdo en la mayoría de estos comentarios pero habría que apuntar que Piketty también desarrolla teoría sobre cambio institucional endógeno en su libro:
- Países con GDP/GNP grande tenderán a ser inestables pues gobiernos populistas tienen mucho margen para expropiar rentas. Una vez el capital extranjero huya, los gobiernos conservadores tienen ventaja.
- El sistema del bienestar en Europa nace ligado a la progresiva depauperación de los individuos de mayor edad, que Piketty documenta.
En definitiva, aunque estoy en desacuerdo con muchos de los planteamientos del libro y su contenido ideológico chirría, creo que muchas de las críticas lo han reducido injustamente al rango de panfleto anticapitalista.
Daniel,
Gracias por la corrección. Ya lo he cambiado.
Aquí hay una crítica a la crítica de A&R que en general me parece acertada:
http://www.pieria.co.uk/articles/the_rise_and_fall_of_piketty_critiques
1) Piketty sólo habla de leyes en un sentido metafórico por lo que es inutil compararle con lo que podian pensar Malthus o Ricardo. En todo caso r > g es más bien según Piketty la correa de transmisión de la desigualdad (el factor más inmedianto y más cercano a las categorías puramente económicas) y no un factor único.
2) Piketty no se cansa de repetir a lo largo de todo el libro que los factores institucionales pueden cambiar la desigualdad modificando r > g hasta convertirlo en r < g (como paso entre las dos guerras mundiales). Esto se puede hacer gravando los rendimientos de capital, aumentando el crecimiento económico, aumentando en gran medida los impuestos a los ricos o bien por otros factores que modifiquen la herencia de la riqueza (demográficos y legales).
3) Cualquier autor tiene una ideología subyacente que además le sirve de motor para sus investigaciones. La cuestión es quién presenta mejores argumentos y mejor evidencia empírica.
Un saludo
Los lectores de NeG aguardábamos el regreso con expectación y este primer artículo está a una gran altura, particularmente los estupendos enlaces. Creo que Piketty ha conseguido tres cosas: aportar datos; llamar la atención del público general sobre un asunto clave como la distribución de la riqueza y de la renta; y establecer un marco para el debate académico que será objeto de crítica, ampliación, refutación, etc...
Para conseguir los dos últimos logros creo que ha sido demasiado grandilocuente con sus leyes, el término "leyes" da a entender que las conclusiones son más cerradas de lo que son.
Reciba un cordial saludo.
Saludos por el regreso y felicitaciones a a todo el equipo.
Una de las pocas leyes que conozco que se cumple casi siempre es que si las condiciones permiten que unos pocos controlen progresivamente una mayor parte de la tarta el resultado está cantado, y no hace falta ser ningún genio para saberlo. Hoy por hoy esas condiciones están plenamente operativas.
Me llama la atención el auge actual de los microcréditos por parte de varias entidades. A día de hoy se están dando de forma creciente préstamos a más de 6 meses sin intereses (o con ellos según casos) por cantidades a partir de 100 euros (con costes para el vendedor). Eso no lo conocí en la burbuja, los destinatarios abarcan desde jubilados hasta la legión creciente de submileuristas. ¿Igualdad en las posibilidades de compra para los excluidos?.
Brotes verdes, sin duda. :).
"rebaten las leyes del capitalismo formuladas por Piketty analizando datos y modelos que tienen en cuenta aspectos que el libro deja de lado, en especial el papel de las instituciones."
Como dicen otros comentarios... precisamente Piketty argumenta que, dada la tendencia del capitalismo a la desigualdad (fundamentada en los datos empíricos que ha recabado), las instituciones deben utilizar instrumentos correctores (impuestos y gasto social)... En fin, parece una crítica muy forzada, cosa que muestra demasiada desesperación por criticar como sea el libro... que es principalmente demoledor por su tremendo bagaje empírico, que muestra una conclusión sencilla e insoslayable: sin corrección, el sistema capitalista, conduce a la desigualdad, a favor del rentista... Y esa conclusión lo que causa tanto escándalo en todos los que llevan décadas sosteniendo que la desigualdad es buena para la economía en general... porque desmiente de forma radical el fundamento de ese dogma capitalista.
He leído el libro este verano y hay dos cosas que ma han parecido peculiares. La primera es que no hace ni la más leve referencia a la desigualdad en el pago de impuestos. En todo el mundo occidedental, el cinco por ciento más rico paga muchos más impuestos que el 45 por ciento más pobre. El Estado del Bienestar lo pagan los ricos. Creo que alguna referencia a esto es de justicia.
Lo segundo es que el Sr. Piketty da por sentado de que las grandes fortunas se van a sacar un 5% de rendimiento a su capital con una más que razonable seguridad. Sin embargo, cuando habla de las pensiones ( pág. 488 de la edición en inglés ), indica estar en contra de sistemas de capitalización por el riesgo que eso supone. La ley del embudo, claro.
En casi todos los modelos de crecimiento r>g simplemente implica que NO se esta acumulando excesivo capital, y r>g es perfectamente compatible con un ratio riqueza output constante. Me interesa el trabajo empirico de Piketty, pero su "analisis" no es tal y sorprende en alguien tan inteligente como el.
No he terminado de leer el libro de Piketty, pero la reseña de Gerard me parece bastante buena.
Lo mas difícil del libro es el uso “poco habitual” de ciertos conceptos.
Así, Capital, para Piketty, no es el concepto habitualmente usado en Tª Economica ni en la contabilidad nacional, sino algo así como la riqueza total-excepto el capital humano-.
Sin embargo, en otras ocasiones, como cuando estima la relación capital/producto-K/Y, sí emplea la K como habitualmente se hace. Además, r no es la tasa de beneficio, sino la “rentabilidad” del capital, lo cual hace que la llamada 1ª ley, no sea una tautología, como casi todos los reseñadores del libro indican, sino algo mucho mas confuso.
Lo mas problemático del libro es, sin duda, la relación r>g-la rentabilidad del capital mayor que la tasa de crecimiento-a la que tanta importancia se le da como factor determinante de la desigualdad. Y esto porque aún no entiendo bien como se calcula ((Piketty la estima desde el año 0) ni, mucho menos, como la proyecta hasta el 2100. Espero que en los apéndices estadísticos nos dé alguna pista.
El que g sea pequeño, siendo también problemática su proyección a casi 100 años, es mas coherente con el bajo crecimiento de la población y con las tesis, muy de moda actualmente, del “estancamiento secular”.
Saludos y bienvenidos otro "curso"
A modo de posdata:
No estoy de acuerdo con A&R de que Piketty no tenga en consideración las instituciones ni, mucho menos, que tampoco lo hiciese Marx ni Ricardo o Malthus.
Creo que un gran fallo de los economistas formados en los años 70 y posteriores-y esto incluye a Piketty, cuyo capítulo sobre el pensamiento económico es muy flojo- es su falta de formación en historia del pensamiento económico.
También me parece un punto débil del libro su descarada adscripción a la desacreditada metodología neoclásica de las funciones de producción y la elasticidad de sustitución, ver por ejemplo:
Felipe,J. y McCombie J.S.L ( 2013):The Agregate Production Function and The Mesurement of Technical Change: Not Even Wrong. Edward Elgar, Cheltenham.
cuando, además, no lo necesita en absoluto para defender las tesis del libro. De hecho, las predicciones que antes he criticado no se fundamentan en trabajos econométricos basados en funciones de producción, sino en meras extrapolaciones de tendencias.
Saludos.
A ver si alguien tiene a bien aclararme una cosa:
para Piketty, ¿sólo existe acumulación y no variaciones en los precios de los activos?
La verdad que la crítica de Ray, "el del desarrollo", me parece precisa y preciosa.
Gracias por la vuelta
Estimado Gerard,
Creo que la crítica al paper de Acemoglu-Robinson (A-R) por Branko Milanovic es muy pertinente:
http://glineq.blogspot.com.es/2014/08/my-take-on-acemoglu-robinson-critique.html
Realmente el paper de A-R parece una cuestión personal y no un análisis serio. Añadriría que la teoría de Piketty para r>g está mucho más relacionada con la desigualdad en riqueza y no tanto en renta (esto último es lo que intentan contrastar A-R), aunque es evidente que ambas desigualdades (renta-riqueza) tienen relación. Esta distinción es importante porque la renta tiene un componente fundamental de trabajo, incluso para las rentas más altas. Por ejemplo, a nivel nacional, la repartición de la renta entre trabajo y capital se sitúa en torno a 65/35, con una tendencia decreciente para el trabajo. Por ejemplo, para España, el capital es la fuente mayoritaria de renta solo para el 0.1% de la población con más ingresos.
Y coincido con Milanovic en que decir que Piketty no explica la desigualdad en base a insitituciones es básicamente deshonesto. Y tampoco termino de entender qué quieren decir los ejemplos de Suecia y Sudáfrica.
Respecto a la cuestión crecimiento del capital en relación al PIB en España, Piketty dispone de series desde los años 80, que es desde cuando hay datos disponibles en el Banco de España. En cuanto al enorme crecimiento del ratio Capital-Renta en España, destacar que reponde fundamentalmente a la burbuja inmobiliaria (variación del precio de la riqueza, como pregunta Cherve) y no a una tendencia estructural, que es lo que entiendo explica el libro.
Feliz regreso a todo el mundo.
Si lo entiendo bien (que alguien me corrija si me equivoco), la “r” de la desigualdad pikettiana r > g incluye tanto la renta del capital como su revalorización. O sea, para una acción de una sociedad anónima, “r” incorporaría el dividendo y el incremento de valor de la acción.
En una economía que se ha instalado en el estancamiento y ha dejado de crecer en todos sus sectores, g=0 y, sin embargo, r>0, porque el capital sigue produciendo una renta, aunque ya no se revalorice. Y no se revaloriza porque, dado que no crece el consumo, no tiene ya sentido hacer inversión alguna; cualquier revalorización será de naturaleza especulativa y local, y el cómputo general debe sumar cero.
Me pregunto si lo que nos quiere decir el estudio de Piketty, dejando a un lado la paja y ciertas afirmaciones quizá algo temerarias que lo único que hacen es debilitar la tesis fundamental de la obra, y valorando adecuadamente un trabajo empírico que ha recibido elogios unánimes, no es algo tan simple como lo anterior, es decir, que el mundo se acerca peligrosamente a un estado de crecimiento g=0 por la dificultad de la demanda para seguir expandiéndose.
Hago una aclaración a mi comentario anterior.
Alguien podrá objetar que un mundo en el que la demanda tiene dificultad para seguir expandiéndose es un mundo ideal, puesto que, si no hay ni siquiera una demanda latente o reprimida, entonces todos tienen cubiertas sus necesidades y no existe la pobreza. Y, si la demanda está reprimida, entonces basta liberalizar más los mercados para dejarla aflorar. En otras palabras: salvo coerción que se lo impida, los pobres se darán renta a sí mismos, a través de su trabajo.
Por desgracia, empero, la producción requiere no sólo factor trabajo (“capital humano”), sino también tierra, materias primas, edificios, software y maquinaria. En un mundo en que la aportación requerida de factor trabajo es decreciente, es obvio que se llega tarde o temprano a un punto en que los desposeídos se van quedando fuera del sistema. Lo único que tienen es capital humano, y éste no les basta.
Es muy fácil construir experimentos mentales de sociedades tecnológicamente desarrolladas instaladas estructuralmente en r>0, g=0 y con grandes masas de excluidos. Tales escenarios suponen contraejemplos demoledores para toda teoría liberal pura, así como para las de filiación neokeynesiana. Subrayemos que dicho carácter demoledor es evidente y no opinable.
El mensaje de la obra de Piketty es que nos acercamos peligrosamente a un escenario de esa índole, y los efectos de esa cercanía ya se hacen sentir acusadamente. Las salidas viables de un atolladero así se hallan bastante lejos de las tesis y recetas al uso. Un nuevo paradigma es necesario.
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