¿Se puede evitar la guerra?

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Por Hannes Mueller y Christopher Rauh

Las imágenes de la guerra en Ucrania nos recuerdan la dimensión de los efectos asociados a las luchas armadas. Aparte de las víctimas humanas, el país también sufre importantes daños económicos. Además, sabemos que un conflicto puede generar un ciclo de conflictos aumentando el riesgo de otra guerra en el futuro. Este ciclo vicioso se llama la trampa del conflicto. Y la pregunta relevante en este contexto es cómo se puede salir del ciclo de violencia.

Cuando en una guerra civil dos grupos armados se enfrentan, la comunidad internacional a menudo intenta mediar un diálogo con el objetivo de llegar a un acuerdo de paz. Un acuerdo de paz puede consistir en diferentes componentes. Un compromiso de elecciones o la manera exacte de compartir/distribuir territorios o poderes, pueden formar parte de un acuerdo de paz. A primera vista tienen poco éxito. En un 90% de los acuerdos de distribución de poderes, la violencia sigue o regresa dentro de unos meses. Frustrados por estos datos, hay una parte de la comunidad internacional que no cree en el éxito de los acuerdos de paz. Uno de los problemas principales que ponen en riesgo este éxito, es la situación extrema en la cual se pacta un acuerdo. Por esta misma razón no resulta nada fácil estudiar el impacto causal de un acuerdo.

En la parte izquierda de la Imagen 1 ilustramos como se podría conceptualizar el efecto con un círculo rojo. Un acuerdo se suele pactar en una situación de violencia o, como mínimo, en una situación de riesgo muy elevada de violencia. Entonces, comparar un país con acuerdo de paz con un país sin acuerdo nos podría llevar a la conclusión de que el acuerdo de paz genera a la violencia. Pero esto sería como culpar a una operación de corazón por el fallecimiento de un paciente. Como ilustramos en la imagen de la derecha, para llegar a una conclusión fiable sobre la eficacia de una operación de corazón, tal estudio tendría que comparar dos pacientes con problemas de corazón de los cuales uno recibe una operación y el otro no.

Imagen 1: Conceptualización del efecto de un acuerdo

 

 

 

 

 

En nuestro estudio seguimos esta idea e intentamos comprobar el efecto de acuerdos de la distribución de poderes comparando países en situaciones similares. Pero, ¿Cómo se puede captar el riesgo de un conflicto en un país? Llevamos años desarrollando algoritmos para predecir guerras civiles. En nuestra página web, conflictforecast.org, publicamos información detallada sobre el riesgo, nivel mundial, en el ámbito local y nacional derivada de las técnicas de aprendizaje automático (machine learning). Estas medidas nos permiten comparar dos países en la misma situación de riesgo con la diferencia de que uno de ellos firma un acuerdo mientras que el otro no lo hace.

En la parte izquierda de la Imagen 2 se ve el resultado estimado utilizando una base de datos con 440 acuerdos de distribución de poderes. La línea vertical negra indica el momento del acuerdo. A la izquierda de dicha línea se muestra la probabilidad de violencia durante los meses antes del acuerdo y a la derecha de la misma se puede observar la probabilidad de violencia después del acuerdo. Los puntos rojos indican la probabilidad de violencia y las líneas rojas la incertidumbre sobre el efecto estimado. Se ve que en el mes posterior en que se firma el acuerdo, la probabilidad de violencia empieza a bajar y sigue bajando durante casi un año. Nuestras estimaciones muestran que el acuerdo de paz baja la probabilidad de sufrir violencia en el país en 10 puntos porcentuales. En la parte derecha de la Imagen 2 se ve el mismo patrón cuando estudiamos el efecto de un acuerdo sobre la intensidad de la violencia, medida por el número de fallecidos por uso de armas. En promedio, la intensidad de la violencia baja por casi un 20%.

Imagen 2: Efecto estimado de acuerdos comprensivos sobre la violencia

 

Hemos establecido que, en promedio, los acuerdos de paz reducen la violencia y la intensidad de la violencia. Ahora la pregunta es, si esto resulta ser una regularidad en todos los acuerdos de distribución de poder. Para contestar a esta pregunta, utilizamos una base de datos que codifica el contenido de los acuerdos (en lo que se refiere a las instituciones políticas) en cada caso (V-Dem). En la imagen 3 se ve como se relacionan los cambios en las instituciones con la probabilidad de que se reduzca la incidencia de la violencia. Los puntos blancos indican la asociación estimada y las barras de colores la incertidumbre sobre el efecto estimado. Se ve que son, mayoritariamente, las instituciones que tratan de dar acceso a la justicia o a una administración pública que sea imparcial las que están asociadas a reducciones de la violencia. En cambio, aspectos democráticos como celebrar elecciones (un favorito de la comunidad internacional) parece que no tiene una relación muy significativa con la violencia. Estos resultados sugieren que es muy importante hacer la transición de una solución de corto plazo con un acuerdo de paz a cambios de instituciones políticas que aseguren los derechos de la población. En nuestro articulo mostramos qué tipo de acuerdos comprensivos podrían jugar este papel: básicamente los que incluyen otras dimensiones como los derechos humanos. Este tipo de acuerdos también resultan ser más estables. Nuestras conversaciones con los expertos del ministerio de asuntos exteriores indican que ellos ven estos acuerdos comprensivos como una constitución “light” – un núcleo para un cambio en instituciones políticas más grande en el largo plazo.

Imagen 3: Asociación entre el contenido de acuerdos comprensivos y la violencia al futuro

¿Son los acuerdos de distribución de poderes una cura mágica contra la guerra? La respuesta claramente es no. La probabilidad de violencia sigue siendo demasiada alta. Por esta razón nosotros defendemos la idea que es necesario poner un mayor enfoque y gastar más esfuerzos en evitar la primera explosión de violencia. Claro, surge la duda de en qué país se tiene que poner el foco si no se puede observar la lucha armada, sobre todo cuando son los países con violencia los que son más fáciles de observar y que, además, captan la mayor atención internacional. Para avanzar en el tema de la prevención en lugar de la intervención necesitamos mejores modelos predictivos y una mejor idea de cómo desescalar tensiones en un país donde el riesgo está subiendo. Pero también se necesita la voluntad de la comunidad internacional de equivocarse más a menudo, ya que el riesgo se manifiesta con menor frecuencia. Así, predecir un conflicto en un lugar que no es obvio es más difícil y, en consecuencia, hay que vivir con predicciones con menor precisión en este tipo de lugares. Por otro lado, como los costes de prevención salen más baratos que los de una intervención, ese cambio de paradigma podría salir a cuenta desde un punto de vista económico.

Hay 1 comentarios
  • Se que va a sonar muy idealista. Pero para acabar con las guerras primero hay que acabar con los ídolos en forma de nacionalidades y banderas, fetiches de la identidad a los que nos acogemos y de los que nos volvemos tributarios llegando incluso a defenderlos hasta las últimas consecuencias, dando nuestra propia vida o poniendo en riesgo la vida de los demás.

    Cuando entendamos que somos una misma especie cuyo objetivo es el bienestar común y estas nociones sean asimiladas en los modelos educativos de forma crítica, antes reduciremos el efecto corrosivo de estos modelos piramidales de distribución desigual de privilegios y recursos, que desincentiva cualquier voluntad de cambio, revisión o actualización de nuestro sistema económico para garantizar precisamente ese objetivo que es el bienestar común.

    Hace falta instaurar una corriente especuladora dentro de la ciencia económica que nos permita remover lo que hasta ahora resultaba inamovible, para descubrir el carácter performativo de la filosofía de la economía, que representa el estadio previo al diseño del sistema de incentivos, que condiciona las voluntades de los distintos actores en la vida económica.

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