Habilidades No Cognitivas

Por Ildefonso Méndez y Gema Zamarro

El Departamento de Educación de Estados Unidos define las habilidades no cognitivas como un conjunto de rasgos de carácter, habilidades sociales y actitudes, independientes de la capacidad intelectual, cruciales para predecir el rendimiento académico, laboral y el bienestar social. Aunque estas habilidades tienen un componente hereditario, su desarrollo ocurre a lo largo de la vida, especialmente durante la infancia y adolescencia, y está influenciado por factores culturales y el entorno familiar.

La Figura 1 muestra un esquema de cómo las distintas habilidades no cognitivas se relacionan entre sí, los factores que las influyen, y la influencia que estas habilidades tienen.

Figura 1. Funciones Ejecutivas, habilidades socioemocionales y rendimiento académico, laboral y bienestar social

Nuestro reciente capitulo en el libro Economía de la Educación publicado por la Fundación Ramón Areces, resume la literatura disponible sobre la medición, efectos y origen de las habilidades no cognitivas. Estas son las ideas principales de nuestro capitulo.

Medir las habilidades no cognitivas resulta complicado. Muchos estudios utilizan encuestas, pero estas medidas pueden estar sesgadas si los encuestados responden de manera que sus respuestas sean socialmente aceptables o si difieren en el uso de las escalas de respuesta de las preguntas. Otra opción es la medición directa de ciertos comportamientos asociados con distintas habilidades no cognitivas. Por ejemplo, medidas de comportamientos académicos como son las notas de curso, el número de faltas de asistencia, o expulsiones escolares. El problema con esta estrategia es que estas medidas también capturan otros factores familiares y del entorno escolar. Otra alternativa incluye la realización de experimentos que evalúan habilidades específicas, como la famosa prueba de la golosina de Mischel y coautores en 1972 para medir autocontrol en niños. Recientemente, también se ha propuesto el uso de metadatos de exámenes y encuestas para evaluar habilidades no cognitivas. Por ejemplo, la tasa de respuesta en encuestas y el número de respuestas aleatorias pueden predecir el éxito educativo y laboral en la adultez. Estudios han documentado que el rendimiento de los estudiantes en pruebas como PISA se ve afectado por su esfuerzo, encontrando que las diferencias en el rendimiento entre países pueden explicarse en parte por la motivación de los estudiantes (Broghans y Schils, 2012; Zamarro, Hitty Mendez, 2019) . Adicionalmente, se han observado diferencias en la motivación y esfuerzo entre géneros. Las chicas tienden a mostrar un mayor esfuerzo en pruebas estandarizadas, lo que sugiere que compensan diferencias en el rendimiento académico (Zamarro, 2021).

Los factores determinantes de las habilidades no cognitivas se configuran desde la infancia y son influenciados por la interacción de elementos genéticos y ambientales. Investigaciones han demostrado que factores como la renta familiar impactan directamente en las habilidades sociales de los niños. Además, el entorno en el que crecen, como la exposición a la violencia o la falta de seguridad, afecta el desarrollo de las funciones ejecutivas del cerebro. Los niños en riesgo de exclusión social suelen presentar habilidades no cognitivas inferiores a las de sus pares de clase media. El estilo de crianza también juega un papel crucial; los niños cuyos padres son más controladores tienden a desarrollar menos habilidades ejecutivas que aquellos cuyos padres fomentan la autonomía. Los maestros también tienen un impacto significativo en el desarrollo de habilidades no cognitivas. Estudios han demostrado que su influencia va más allá del rendimiento académico y afecta conductas como la asistencia y las expulsiones. Las características y habilidades no cognitivas de los profesores también son determinantes en el rendimiento de sus alumnos. Finalmente, la cultura es otro factor relevante en el desarrollo de habilidades no cognitivas. Mendez (2015) indica que las diferencias en el rendimiento escolar entre países pueden atribuirse en parte a las normas culturales que valoran ciertas habilidades. Por ejemplo, los hijos de inmigrantes en países donde se fomenta la perseverancia y el esfuerzo tienden a obtener mejores resultados académicos.

La evidencia sugiere que las intervenciones más efectivas para desarrollar las habilidades no cognitivas se centran en la etapa infantil e involucran a los padres. Asimismo, los beneficios de las intervenciones eficaces suelen ser mayores para aquellos colectivos socialmente más vulnerables.

En resumen, las habilidades no cognitivas son esenciales para el desarrollo integral de los individuos y están influenciadas por una variedad de factores, desde el entorno familiar y escolar hasta la cultura. Invertir en la formación de estas habilidades desde la infancia puede, por tanto, contribuir de manera decisiva al éxito personal y profesional especialmente de los colectivos sociales más vulnerables, lo que las hace aún más importantes en la lucha contra la desigualdad.