Luces y sombras del uso de la paridad de género en ciencia como indicador

Por Elvira González-Salmón y Nicolás Robinson-García.

Desde que María Elena Maseras Ribera se convirtió en la primera universitaria española en 1872, las mujeres se han ido incorporado al sistema científico español. Esta expansión se ha producido en la mayoría de disciplinas y países, aunque con distintas intensidades y trayectorias. Informes tales como She Figures de la Comisión Europea o Científicas en Cifras del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, monitorizan estos avances, visibilizando desigualdades persistentes en áreas como la obtención de cátedras o la conciliación laboral.

En esta entrada presentamos los resultados del análisis que hemos realizado de la evolución de las mujeres en la ciencia española durante los últimos 30 años, comparándola entre disciplinas y con otros países. Utilizamos datos bibliométricos y algoritmos de identificación de género de la base de datos Dimensions para realizar este estudio longitudinal. Con ello queremos aportar un poco de perspectiva con respecto a los avances logrados y discutir críticamente los retos pendientes para seguir avanzando hacia una ciencia más inclusiva y responsable.

Paridad de género por disciplinas a nivel español

La Tabla I muestra la evolución del número de investigadoras y el porcentaje de mujeres por área de investigación en España desde 1990. El número de mujeres ha aumentado en todas las disciplinas, aunque no de la misma manera. En 1990, las Ciencias de la Salud y Biomedicina, Ciencias de la Vida y la Tierra y Ciencias Sociales y Humanidades tenían cerca del 30% de mujeres investigadoras, alcanzando casi la paridad en la década de 2010. Paradójicamente, estas áreas son las que exhiben una mayor tasa de crecimiento (49,4% y 54,1% respectivamente).

Tabla I. Número de investigadores y porcentaje de mujeres por área y década

Por el contrario, Matemáticas e Informática y Física e Ingeniería mantienen una menor representación femenina. En Matemáticas e Informática, el crecimiento ha sido menor (con una tasa de crecimiento del 15,4%). Este último dato es especialmente preocupante, visto el estancamiento que también se observa en informática en Estados Unidos y en el número de graduadas de matemáticas en España.

Luces del uso de la paridad de género en ciencia como indicador

La situación es similar en otros países. Para entenderlo, conviene rescatar el concepto “people-versus-things”, que sugiere que las mujeres tienden a preferir áreas de estudio relacionadas con las personas (psicología, enfermería), mientras que los hombres se decantan por aquellas centradas en objetos (física, ingeniería). Estas preferencias están influidas por dinámicas de género y las hostilidades laborales que las mujeres sufren al entrar en ambientes tradicionalmente masculinos. Esto se refleja en la sobrerrepresentación femenina en ciencias de la vida en Estados Unidos, su menor impacto en citas en física y astronomía y su reducida presencia como editoras jefe en revistas de medicina (un 15,9% del total).

Esta diferencia entre áreas es un problema pues conlleva desigualdades y sesgos en la producción científica. Por ejemplo, hay evidencia de que las investigaciones cuantitativas son consideradas más sólidas y merecedoras de financiación que las cualitativas. Por tanto, ¿qué sucede si las mujeres están menos representadas en áreas de investigación de ‘mejor’ consideración? ¿Reciben menos fondos los estudios liderados por mujeres? Observamos que una mayor presencia femenina en el equipo de trabajo lleva a considerar variables de género y sexo que a su vez son relevantes para, por ejemplo, el diseño de medicamentos, políticas públicas y patentes. Por tanto, la ausencia de mujeres en ciertas áreas de investigación es un problema para la diversidad y la calidad de la ciencia.

Comparativa internacional de paridad de género

La situación de las mujeres en la ciencia también varía por países. Por ejemplo, en la informática suelen haber un predominio masculino en Europa o Estados Unidos, pero no en India, donde esta disciplina se considera un trabajo seguro para mujeres. En España (Figura 1), el porcentaje de mujeres investigadoras siempre ha superado la media global, aunque su tasa de crecimiento (193,0%) es ligeramente inferior a la mundial (208,7%), mostrando altibajos durante la década de los 90.

Figura 1. Evolución del porcentaje de mujeres investigadoras en España y en el Mundo

Comparada con los países líderes en el Gender Inequality Index de la ONU en 2021 (Figura 2), España tiene uno de los mayores porcentajes de mujeres científicas del mundo, sólo superado por Singapur, Nueva Zelanda, Finlandia y Corea del Sur en los 90, por Singapur, Finlandia y Corea del Sur en los 2000, por Finlandia y Corea del Sur en los 2010 y únicamente por Australia en la actualidad. También destacan el estancamiento de Japón, Singapur y Corea del Sur, el primero en valores muy bajos, el aumento del porcentaje de mujeres investigadoras en Países Bajos e Irlanda y los bajos números de Alemania y Suiza, bastante alejados del resto de la UE pese a compartir políticas de investigación.

Figura 2. Comparativa por décadas entre España y países top según el Gender Inequality Index 2021 de la ONU

Sombras del uso de la paridad de género en la ciencia como indicador

Estos datos nos llevan inevitablemente a preguntarnos: ¿Por qué España está tan encima de la media mundial en porcentaje de investigadoras? Pese a la importancia de esta pregunta, antes debemos reflexionar sobre si este dato es necesariamente positivo. Quizás se deba a la feminización de puestos de trabajo con peores condiciones laborales. Tal y como se discutió recientemente en este blog, las condiciones de entrada de los/as investigadores/as en España (caracterizadas, en especial, por unos bajos salarios) no hacen que la investigación sea la carrera más atractiva para mucha gente. Por ejemplo, en Letonia hay paridad de género en ciencia, pero a la vez es uno de los países de la UE con una academia más precarizada. Esto sugiere que quienes tienen más opciones eligen otras carreras o países. Algo similar se observa en el fenómeno del glass cliff, que explica cómo los puestos de liderazgo que ocupan las mujeres en las empresas son aquellos menos prometedores. Es decir, la paridad puede ser un primer paso, pero no conlleva una igualdad efectiva. Debemos entender los datos en su contexto y no utilizar la paridad de género como el único indicador de la situación de las mujeres en ciencia.

Por último, quisiéramos mencionar que somos conscientes de que el género es una realidad no binaria y abarca otras identidades. Sin embargo, debido a las limitaciones de los datos disponibles, en esta entrada nos hemos centrado en las diferencias entre hombres y mujeres. Esperamos poder contar con datos más matizados en el futuro que nos permitan dar una perspectiva más inclusiva y menos binaria de la situación de género en la academia.