A los científicos sociales se nos suele acusar, a menudo con razón, de comportarnos como aquel borracho que tras perder las llaves decide buscarlas no donde las perdió, sino cerca de una farola porque tiene buena iluminación. Esta crítica afecta tanto a las preguntas que muchas veces nos planteamos como a las variables que consideramos. Afortunadamente [leer más ...]