Recomendación de lectura: Un país posible

Hoy voy a recomendarles que lean un libro que he escrito (muy parcialmente) yo. Antes de que piensen “qué poca vergüenza” (que, por cierto, es verdad, tendrían que haberme visto el viernes en el Karaoke) o se acuerden del ínclito Paco Umbral déjenme que me defienda un poco. Primero, por suerte para ustedes yo he escrito muy poco de un solo capítulo, cuya voz cantante es realmente de Lucas Gortázar, al que ya han leído por aquí varias veces y es un crack. Pero, sobre todo, porque a pesar de tenerme a mí por ahí, los otros autores son gente de muy buen gusto, y muy buenos en lo suyo. Y para acabar de liarla, porque nos hace falta, mucha falta, como verán. Ah, y me parece que es el regalo perfecto de Navidad. Yo voy a dárselo a todos mis sobrinos (como Gilderoy Lockhart en Harry Potter regalando sus libros).

Cuando escribimos los libros de Jorge Juan (Nada es Gratis, y Economía de Urgencia) nuestro objetivo estaba claro en el subtítulo del primer libro: “cómo evitar la década perdida después de la década prodigiosa”. Pero como ya saben la década se perdió, no crecimos nada en ese período. Y en realidad, a pesar del aparente milagro español de principios de siglo, la productividad total de los factores lleva casi treinta años sin crecer. España necesita reformas y eso lo sabemos todos. ¿Qué pasa entonces, y qué puede contribuir este libro que no hayamos dicho ya?

La idea del libro es que los intentos anteriores fallaron al menos en parte por un exceso de ingenuidad política. Entramos como economistas académicos en el ruedo de la esfera pública, y lo hicimos con falta de empatía y tacto político. Decíamos, esto es lo que funciona: hacedlo o arrepentíos. Y, claro, no hicieron caso. Este nuevo esfuerzo se beneficia de que casi todos los capítulos tienen algún autor con experiencia en el mundo del asesoramiento de políticas o han sido directamente decisores políticos. Y esa fue la instrucción fundamental que recibimos al comenzar. Nada de grandes sueños y políticas óptimas, que lo que se proponga sea tanto de eficacia comprobada, como políticamente viable.

Porque una cosa que he comprobado más allá del cuerpo a cuerpo diario es que en realidad los políticos están de acuerdo en muchas cosas. Por ejemplo, las leyes de educación que generan tanto ruido entre legislaturas son muy continuistas en realidad. Para lo bueno y para lo malo. Como saben los lectores más asiduos de esta bitácora algunos asuntos no se han tratado realmente a fondo nunca. Por ejemplo, la formación y calidad de los profesores. Cuando comenté la LOMCE, cosa que hice en varias entradas, una cosa que dije es que “falta lo más importante” que es justamente este asunto. Y aunque no he escrito sobre la LOMLOE por estas páginas, mi coautor del capítulo de este libro sí que lo ha hecho y “sorpresa” dice lo mismo de la nueva ley. Es por esto que ésa es una de las reformas que enfatizamos en el capítulo. Hace falta una profesión docente mejor formada y con mejores incentivos. La selección de los estudiantes en las facultades de educación puede mejorar, y la inducción en la profesión, vía un MIR docente, también. Hay otras dos medidas que pueden tener un gran apoyo social y político. Concentrar aumentos de gasto en los alumnos con menos recursos familiares, vía programas como el de las tutorías que tienen clara evidencia a favor de su impacto. Y, por último, y yo diría, sobre todo, crear una cultura de la evaluación. Probar muchas cosas y ver las que valen. Esto requiere que la infraestructura de datos, y la capacidad de computación (en términos de capital físico y humano) estén a la altura de la tarea.

Y este último mensaje es algo que permea todo lo que se ha escrito en el libro.  Los dos primeros capítulos tratan sobre eso. El primero, de Mónica Martínez Bravo, habla de instalar una cultura de diseñar políticas basándose en la evidencia. La autora lidera, dando ejemplo de lo que propone, un esfuerzo pionero de evaluar políticas del Ministerio de Inclusión vía ensayos aleatorios. Algunas medidas interesantes incluyen garantizar la independencia de la futura Agencia de Evaluación de Políticas Públicas que la nueva ley propone, fomentar la colaboración con la comunidad científica y facilitar el acceso a los datos administrativos.

Y de acceso a los datos administrativos va el segundo capítulo, de Miguel Almunia, Teresa Raigada y Pedro Rey. Entre otras cosas sugieren que el INE centralice la gestión del acceso a esos datos y que el criterio de acceso sea claro. Sobre todo es muy importante que no se  use la confidencialidad como excusa para negar el acceso, como me ha pasado, y seguro que a muchos lectores académicos, cuando hemos intentado acceder a datos desagregados. Hoy día hay mucha experiencia de cómo conjugar el derecho a la protección de datos, con el derecho de la ciudadanía a que esos datos sirvan para mejorar las políticas.

En el libro hay muchas cosas más, como la formación de los desempleados y a lo largo de la vida laboral, la financiación de la educación superior (universitaria y no universitaria), la reforma del mercado de trabajo, las pensiones, el sector sanitario, la reforma fiscal, el reto de la descarbonización, eliminar la brecha de género, o una política de vivienda más justa y eficaz.

Pero acabo con dos cosas importantes (para mí). Un capítulo que me parece especialmente atractivo es el de Milagros Candela y Andreu Mas-Colell que propone atraer y recuperar talento para las universidades españolas, aprovechando financiación europea, con un programa inspirado en el ya clásico Ramón y Cajal, pero mejorando sus limitaciones. Por ejemplo, las ayudas deben ser de mayor duración, no requerir cofinanciación, privilegiar al receptor de la ayuda en vez de la institución, permitir la movilidad entre instituciones, y no limitar el número de contratos por institución. De hecho, algo muy parecido a lo que ya hace Cataluña con ICREA, probablemente el programa más exitoso de la historia de la ciencia en España.

La otra recomendación de políticas posibles que me parece especialmente importante, se recoge en el epílogo del libro, y se refiere a cómo reducir la polarización (tema que ya saben que me obsesiona) tomando en serio problemas como la desigualdad y el cambio climático, de Sandra León y Luis Miller.

Lo más importante es que todas ellas son recomendaciones de política perfectamente factibles, y que deberían ser eficaces con muy alta probabilidad. Lo son, además, a los ojos de estos estudiosos, sí, pero también a los de muchos otros que han trabajado intensamente en estos temas y que las respaldarían sin duda en la mayor parte de los casos. Estaría bien que el debate de política económica en los próximos años pudiera girar alrededor de estas propuestas, para saber por fin qué se puede finalmente llevar a cabo, y cómo.

Y ya paro. Creo que queda claro mi entusiasmo y aunque tengo un poco de conflicto de interés, es casi más por la admiración de tantos autores que son para mí referentes en todas sus áreas. Y como no los he mencionado a todos a lo largo del artículo, aquí van sus nombres y títulos de los capítulos como homenaje sentido.

Introducción · Toni Roldán

Sección 1 Un marco público para desarrollar mejores políticas

Avanzando hacia el diseño de políticas públicas en base a la evidencia · Mónica Martínez-Bravo

Una Administración moderna basada en los datos · Miguel Almunia, Pedro Rey, Teresa Raigada

Sección 2      Una arquitectura institucional para el crecimiento basado en el conocimiento

Mejorar la educación evitando la confrontación · Antonio Cabrales y Lucas Gortazar

Cómo incrementar la movilidad social fomentando el acceso a la educación superior: FP, Becas y Financiación Universitaria · Jose Montalbán-Castilla y Rosa Sanchis-Guarner

Retener, recuperar y atraer talento investigador a las universidades españolas · Milagros Candela, Andreu Mas-Colell

Formación y protección: reformas para aprovechar las transformaciones del futuro · Carlos Victoria y Manuel Hidalgo

Cómo descarbonizar de manera eficaz y justa · Pedro Linares, Marta Suárez-Varela, Natalia Collado

Sección 3      Una infraestructura de protección adaptada a los nuevos desafíos

Reformas fiscales para reducir la desigualdad e impulsar un crecimiento inclusivo · Clara Martinez-Toledano

Retos futuros del mercado de trabajo · Jesús Lahera y José Ignacio Conde-Ruiz

¿Qué más podemos hacer para reducir la brecha de género en el mercado laboral? · Claudia Hupkau, Jenifer Ruiz-Valenzuela y Lucía Cobreros.

Una propuesta para la reforma del sistema español de pensiones · Juan F. Jimeno Serrano, Angel Martinez Jorge y Javier Martinez Santos

¿Qué está pasando con la atención primaria y cómo podemos resolverlo? · Lucía Cobreros y Carlos Sunyer

Reformas sensatas para una vivienda accesible · José García Montalvo y Josep Maria Raya

Epílogo: Cómo ampliar el espacio político para las reformas navegando la polarización · Sandra León y Luis Miller.

Hay 3 comentarios
  • Ya hace muchos años, cuando alguien me preguntaba sobre pedir una subvención, yo le decía que lo importante era presentar la solicitud "vendiendo" al decisor por qué era una buena idea para ÉL en términos electorales. En una democracia el gobierno termina rindiendo cuentas a los electores, y sus políticas públicas tienen que tener forma de decisiones que agraden a su electorado (y no asusten al de la oposición).
    Salvo que seas de los 'Chicago boys' en Chile.

    • Es exactamente así. Lo deseable es que convenzamos a los electores de lo que les conviene más a largo plazo, pero no podemos enfadarnos si la gente "vota mal". No, la gente vota lo que le parece y a veces saben más que los expertos y a veces se equivocan, pero como ellos sufren las consecuencias, ya espabilarán. Eso es la democracia.

  • Este libro debería ser libro de cabecera de muchos políticos. Y los ejes centrales de sus propuestas extenderse al ámbito de la opinión pública. Enterrando el hacha de guerra de la política torticera, malhablada, demagógica, que suplanta el debate elegante, respetuoso, sobrio y sereno.

    Esa continua invocación visceral al odio, que arrebata la verdad y acaba finalmente en falacias ad hominem, en un intento por estigmatizar al oponente, negándole una replica en un proceso de diálogo constructivo, consume a los pocos que pretenden objetivamente aportar reformas de interés a las grandes cuestiones de Estado.

    En este clímax, un libro así aporta un rayo de esperanza, un aliciente sin duda poderoso para adquirirlo y aprender e informarse de cuestiones técnicas provechosas para ser aplicadas en aras del bien común.

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