El texto de economía de la educación: las familias

Ismael Sanz ya les ha introducido el libro de texto de Economía de la Educación que hemos editado para la Fundación Ramón Areces. Para mí lo más interesante del esfuerzo ha sido colaborar con él y un grupo de investigadores e investigadoras, en su mayoría jóvenes, pero con una competencia extraordinaria. Y como coordinador me he leído todos los capítulos. Es absolutamente impresionante lo que ha evolucionado la disciplina en estos años y sus alumnos aprenderán una barbaridad. Más que con los Handbooks, porque la información está suficientemente condensada y es muy pedagógico. También es muy recomendable para funcionarios y docentes, porque está llenos de lecciones de política. incluidas lecciones de humildad, porque a pesar de los avances no lo sabemos todo ni de lejos. Y eso sugiere introducir políticas con cuidado, pilotando y experimentando. Pero hoy déjenme contarles un poco mi capítulo sobre las familias.

Como en todo el libro, el capítulo refleja de manera resumida la mejor evidencia disponible sobre la influencia de las familias en la educación de los hijos. Por estas páginas me he hecho eco de algunas de estas contribuciones (por ejemplo aquí sobre los padres de los compañeros de nuestros hijo o aquí sobre cómo conseguir que los padres se impliquen en la educación filial).

Pero lo que hace el capítulo un poco diferente es que quise hacer énfasis en algunas contribuciones teóricas que nos ayudan a comprender mejor cómo funciona el mundo. Esto me parece importante porque detecto en los últimos tiempos un cambio de énfasis en la investigación económica en general y en economía de la educación en particular. Después de la “revolución de la credibilidad” que fue reconocida con el premio Nobel a Angrist, Card e Imbens parecía que podíamos hacer economía solamente con experimentos naturales o ensayos aleatorios. Pero esto realmente no es verdad. Para entender por qué un medicamento funciona también necesitamos saber el mecanismo, que además nos permite buscar otros posibles fármacos. Ahí es donde la teoría puede ayudar.

Y me he centrado en tres artículos que me parecen interesante por distintos motivos. El primero es un artículo de Matthias Doepke y Fabrizio Zilibotti del que ya nos hemos hecho eco aquí (primero de mano de los propios autores y Ainoa Aparicio también nos lo contó añadiendo algunos datos sobre España). La esencia del argumento es que el estilo de crianza “óptimo” no puede entenderse sin mirar al entorno económico. En país muy desigual y donde el capital humano es esencial para el desempeño económico los padres no pueden dejar que el hijo decida por su cuenta cuánto se esfuerza. Y por eso deben influir directamente en sus acciones (lo que llaman estilo “autoritario”) o, en un país donde buena parte de la educación se recibe lejos del control parental, sobre sus preferencias (lo que llaman estilo “authoritative” y yo traduje como “persuasivo”). Solamente cuando hay poca desigualdad se pueden permitir los padres ser “permisivos” y dejar que los chicos exploren la creatividad o sus intereses amplios. Esto es algo que pueden explorar empíricamente observando las correlaciones entre respuestas en las encuestas mundial y europeas de valores a preguntas sobre cuál es el valor más importante en la crianza de los hijos, y los índices de desigualdad por países. Por cierto, el libro popular de los autores sobre este tema es muy interesante y recomendable.

Otro artículo en el que me centro es el de Alberto Bisin y Thierry Verdier en el que trasponen a la economía algunas observaciones muy interesantes sobre evolución de preferencias de Boyd y Richerson y Cavalli Sforza y Feldman. La idea de este trabajo es que las preferencias de un individuo dependen de su entorno social (para un joven, de sus compañeros de clase en buena medida) y del entorno familiar. Cuando hay discrepancia entre los dos, los padres deben hacer un esfuerzo para hacer menos probable que el chico quede absorbido en la “cultura dominante”. Eso puede llevar a fricciones en la escuela, o la búsqueda de escolarización separada. En las sociedades actuales, que son muy diversas/polarizadas, tanto en la dimensión ideológica, como por  el fenómeno migratorio, es muy importante tener en cuenta estas tendencias y sus influencias en las dinámicas escolares. Por eso este trabajo ha generado una cantidad ingente de investigación tanto teórica como empírica.

Finalmente, un artículo mío con Facundo Albornoz y Sami Berlinski, del que les hablé hace ya unos años motivado por el hecho curioso de que si uno mira la serie temporal de recursos empleados en educación y tamaño de clase observa que los recursos aumentan y el tamaño disminuye sin variación apreciable del rendimiento académico. Y, sin embargo, los experimentos naturales o ensayos aleatorios en su mayoría dan una mejora clara del rendimiento cuando disminuye el tamaño de la clase (el capítulo 3ª, de Ismael lo deja muy claro). Para comprender el problema construimos un modelo en el que los esfuerzos del estudiante están influenciados por el de los padres y la escuela. A su vez, los padres tienen que decidir sobre este esfuerzo teniendo en cuenta su coste de oportunidad, y la escuela según los recursos (incluido el tamaño del aula) a su disposición. Y los recursos los decide un político que tiene en cuenta las preferencias de los votantes (padres y madres). Con todos estos elementos es fácil ver que, ceteris paribus, un aumento de recursos mejora el rendimiento. Pero a veces los recursos  aumentan por otras razones. Por ejemplo, si el coste de oportunidad parental aumenta (por ejemplo, por la incorporación de la mujer al mercado de trabajo) la implicación parental disminuye, y en consecuencia el político puede decidir aumentar los recursos, reduciendo el tamaño del aula. Las dos fuerzas, reducción del esfuerzo parental y aumento de recursos, operan en direcciones diferentes y al final el rendimiento no varía. Lo cual puede explicar la falta de correlación observada en la serie temporal.

Hay más cosas en el capítulo, como digo, pero este es el resumen ejecutivo. Algunos otros autores les contarán también un resumen de sus capítulos. Pero no esperen a que lo hagan. Vayan a la página de la Fundación y descarguen el libro. Descargarlo no les costará dinero, pero Nada es Gratis y disfrutarlo requiere un poco de trabajo. Les prometo que no se arrepentirán de hacerlo.