DANA 2024: Lecciones para el futuro

Por Antonia Díaz @AntoniaDiazRod, @antoniadiazrod.bsky.social

Tras los terribles acontecimientos del 29 de octubre en València, estamos de luto y desde Nada es Gratis queremos contribuir con distintas visiones de la catástrofe. Hoy, la presidenta de la Asociación Nada es Gratis, Antonia Díaz, comparte su reflexión.

Quiero mandar mi afecto a todas las personas que siguen sufriendo las dramáticas consecuencias de las inundaciones de Valencia y mis condolencias a todos aquellos que han perdido a seres queridos o todavía no saben de su paradero.

Los efectos del cambio climático: mayor probabilidad de efectos extremos y muy heterogéneos

Hasta no hace mucho no éramos conscientes de que una de las características del cambio climático es el aumento de sucesos extremos. No solo se trata de que, en media, haga más calor, sino de que la varianza de las temperaturas y la frecuencia de eventos extremos aumenta también. La Evaluación Europea de Riesgos Climáticos (EUCRA) de la European Environment Agency identifica 36 riesgos climáticos que suponen una amenaza para la seguridad energética y alimentaria, los ecosistemas, las infraestructuras, los recursos hídricos, la estabilidad financiera y la salud de las personas en Europa. En ese informe se muestra que muchos de estos riesgos ya han alcanzado niveles críticos y pueden llegar a ser catastróficos (más aún) si no se toman medidas urgentes y decisivas.

Otra característica del cambio climático es que sus efectos tienen una gran heterogeneidad en regiones diferentes del mundo. Gonzalo y Gadea (2020) muestran que, no solo el clima se está volviendo más extremo, sino que el cambio climático incide más o menos o de forma diferente en según qué regiones. Por ejemplo, este trabajo concluye no solo que el riesgo climático en España es mayor que en otros países, como pueda ser Reino Unido, sino que, como ya estamos comprobando, su impacto dentro de nuestro país puede variar de región a región. Esta heterogeneidad tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Por un lado, permite más espacio para los mecanismos de seguro: Si la tromba de agua nos cae siempre a todos a la vez el seguro mutuo es más complicado que si la inclemencia se va alternando. Por otro lado, al ser heterogéneo, la percepción del riesgo climático es menos nítida, porque no todos vemos lo mismo en nuestro entorno más cercano. Por ejemplo, yo creo haber percibido que el Mar Mediterráneo no estaba tan caliente este mes de julio como en el julio de año pasado, y parece que así ha sido en ciertas zonas de Alicante. Pero la temperatura media del mar ha sido superior y sigue avanzando año a año. Una heterogeneidad alta también hace más fácil que se extienda el cuñadismo.

El litoral mediterráneo ha conocido gotas frías desde hace mucho tiempo. Cualquier persona que haya nacido en la zona o viva allí conoce el ciclo: verano caluroso que calienta el mar, gota fría en otoño. Pero este fenómeno está adquiriendo una gran virulencia y mayor frecuencia por el progresivo calentamiento del Mar Mediterráneo. Quizá convenga recordar que la Comunidad Valenciana ha tenido una DANA en 2019, con un volumen de precipitaciones muy parecido al de la DANA actual, por lo que luego volveré a compararlas con más detalle. El nivel de riesgo al que nos enfrentamos en el litoral Mediterráneo ha aumentado significativamente y tenemos que mentalizarnos y prepararnos para la próxima DANA, que llegará, aseguran los expertos, más pronto que tarde.

Condiciones estructurales que agravan las consecuencias de las DANAs en el Mediterráneo

A nadie se le escapa el hecho de que si ya las DANAs son dañinas, la organización urbanística en muchas partes de la Comunidad Valenciana no ayuda a paliar sus efectos, sino todo lo contrario. Pueblos construidos casi encima de torrenteras y barrancos, que se inundan con la crecida de las aguas río arriba u otros enclavados en las zonas naturales de desborde de ríos. Como señalan Olcina et al. (2018), hay, incluso tras la DANA de 2019, un escaso interés en organizar planes urbanísticos teniendo en cuenta el riesgo de inundaciones. Pérez-Morales et al. (2015) sugieren que parte de esa resistencia se debe a la estructura sectorial de la economía valenciana; en particular, al enorme peso del sector de la construcción, que no parece estar sirviendo hasta ahora para el desarrollo de las infraestructuras necesarias para paliar los riesgos de riadas. Estas características estructurales no se pueden cambiar, pero sí que es responsabilidad de las instituciones diseñar incentivos para adaptar nuestra economía al cambio climático.

El seguro social

Ha habido, especialmente en redes sociales, quejas respecto al intrusismo del sistema de ES-Alert de Protección Civil. Estas quejas surgen, en el mejor de los casos, de un gran desconocimiento acerca de cómo funciona cualquier sistema de seguro social, del que Protección Civil forma parte.

Pensemos primero en los seguros privados. Cuando contratamos un seguro de hogar existe lo que se llama “condicionado”, que describe el conjunto de propiedades y enseres asegurado y las circunstancias en que se asegura. Tras un desperfecto, accidente o similar, un perito evalúa los daños y discierne si son debidos a causas externas o a nuestra negligencia. En el último caso, no se paga. Más todavía, el precio y condicionado de los seguros privados varía en función del riesgo que evalúen las aseguradoras. En ciertos casos, las aseguradoras rechazarán asegurar ciertos bienes. Si las aseguradoras perciben que el riesgo de inundaciones ha aumentado en una zona, que a nadie le quepa duda: los precios de los seguros aumentarán. Volveré a esto al final.

El Estado, a diferencia de una aseguradora privada, no puede, no debe, negarnos su auxilio. El contrato de seguro es de por vida. El Estado no puede decir, “allá usted, que ignoró la señal de prohibido”. El Estado no puede condicionar el auxilio al comportamiento, o lo puede hacer de forma muy limitada y en ningún caso si corre peligro una vida. De ahí que lo que el Estado hace, y no parece demasiada intromisión a cambio de su compromiso a asegurarnos, es prohibir y/o mandar señales de alerta a nuestros teléfonos para recomendar acciones. Este papel es tanto más importante cuando, en muchas ocasiones no somos capaces de evaluar las consecuencias de nuestras acciones ya sea por falta de información completa o falta de autocontrol manifiesto; por eso, como argumenta el economista Jean Tirole en su libro “La economía del bien común”, es beneficioso para todos que el Estado intervenga para recomendar acciones, prohibir o sugerir.

DANA 2024 vs. DANA 2019: Diferencias y similitudes

Las terribles imágenes que hemos visto en televisión me han retrotraído a septiembre del 2019 cuando otra DANA azotó la Vega Baja del Segura, al sur de la Comunidad Valenciana. Aquí tienen un video de RTVE para que comparen con la actual, aquí una colección de imágenes para que comparen con la actual. Aquí tienen el vídeo difundido por la Generalitat Valenciana en 2022 que resume la inundación que se vivió y aquí el documental “Fango”.

El volumen de precipitaciones parece haber sido muy similar. Es probable que las diferencias orográficas sean importantes; mientras que en la Vega Baja es fundamentalmente un llano, l’Horta Sud es una zona dominada por barrancos y torrenteras (véase este artículo en "The Conversation"). A lo largo de las próximas semanas o meses iremos sabiendo de otras posibles diferencias críticas entre ambas DANAs. Sí hemos visto, por ejemplo, que en ambos casos el agua arrancaba de cuajo la calzada de las carreteras o derribaba muros, y a la vez sabemos también de algunas diferencias fundamentales. La primera, muy dolorosa en este momento, el número de muertos, que en la DANA del 2019 fueron seis. La segunda, el número de coches apilados en las calles, mucho menor en el 2019.

La tercera diferencia es que en el 2019 el Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat Valenciana lanzó un día antes de las lluvias, el 11 de septiembre, una alerta de preemergencia y emergencia por fuertes lluvias en toda la zona. La alerta se lanzó en cuanto la AEMET emitió sus avisos naranja y rojo, dependiendo de la zona. La alerta temprana permite a los municipios, organismos públicos y empresas de servicios básicos activar los protocolos de preemergencia y emergencia. Por ejemplo, los ayuntamientos de la Vega Baja emitieron, acto seguido, decretos de alcaldía activando la situación de emergencia y suspendiendo clases y actividades al aire libre. La alerta temprana, seguramente, influyó en que el número de muertos fuera tan reducido, en que no hubiera tantos coches circulando, y que las fuerzas de la UME y Protección Civil pudieran entrar rápidamente en las poblaciones. Había un plan. Entonces como ahora, los alcaldes de cada población actuaban de enlace entre los efectivos de UME, Guardia Civil, etc., con el gestor de Emergencias de la Generalitat. En el 2019 llevaban casi dos días preparándose cuando llegó el diluvio y, posteriormente, se desbordó el río Segura.

Por qué en esta DANA el Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat Valenciana no emitió esa alerta temprana en cuanto se dispuso de la información del AEMET, es algo que habrá que analizar para mejorar la coordinación y prevención. Es posible que la orografía de l’Horta Sud haga más imprevisible la evolución de las aguas y más difícil diseñar un plan ex ante. Es posible que no se tuviera conciencia de la peligrosidad de los barrancos. Pero no estaría de más que se recordara lo que se hizo entonces para comparar con lo que se ha hecho ahora y para planificar la respuesta a DANAs venideras.

Hay que mejorar los protocolos de actuación

Lo primero que tenemos que tener claro es que el cambio climático ya está aquí. Lo segundo es que, como sociedad, nuestra mejor garantía es que el seguro social funcione bien. Lo tercero que deben tener claro las autoridades responsables es su criterio de actuación, su objetivo. Dado lo errático del clima y lo rápidamente que una crecida de un torrente se convierte en un tsunami, el criterio debería ser minimizar la probabilidad del “worst case scenario”. Hay que ponerse en lo peor e intentar reducir la probabilidad de que ocurra.

Hay una gran confusión acerca de las diferencias entre los avisos de los organismos que vigilan el clima y las alertas que debe organizar los gestores de emergencias. Este artículo de los prof. Resco y Molina en “The Conversation” es muy instructivo al respecto. Una cosa es hacer pronósticos o dar volúmenes hídricos en tiempo real y otra es mandar alertas (recomendaciones de actuación, cerrar colegios, carreteras, etc) que es competencia de los gestores de emergencias.

A mi entender, hay que cambiar urgentemente los protocolos de alerta de preemergencia y emergencia. Por ejemplo, una alerta tras un aviso naranja de la AEMET en l’Horta Sud significa no salir de casa, subir a lo alto, NO coger el coche, NO bajar al garaje (auténtica trampa mortal). Un aviso rojo debe significar una evacuación de ciertos barrios. Pero para diseñar protocolos eficaces se debe tener buena información. A tenor del artículo arriba citado, diría que la AEMET y las Confederaciones deben modernizar el acceso a sus datos para que estén a disposición de los investigadores, que son quienes deben ayudar a los gestores de emergencias en diseñar los protocolos de alerta.

Por otro lado, es muy probable que haya que mejorar el funcionamiento de las Confederaciones Hidrográficas. El ejemplo que conozco es la del río Segura. Y lo que sí que sé es que el mantenimiento y limpieza del bajo Segura es inexistente o inapreciable a simple vista. Precisamente en el bajo Segura, que es donde suele desbordar y producir los mayores daños a las poblaciones colindantes.

Y, para acabar, hay tener planes de actuación diseñados ex ante. Cuanto mayor es la planificación más rápidamente se puede actuar para paliar los efectos de las catástrofes. Porque todos los cuerpos de protección civil ya saben a dónde deben ir. Solo así no cundirá la sensación de desprotección que tan bien nos ha descrito Jordi en su sentido post.

El elefante en la habitación: La ordenación del territorio y los costes distributivos del cambio climático

La adaptación al cambio climático llevará, tarde o temprano, a tener que adoptar decisiones costosas respecto a la ordenación del territorio, como saben los expertos. La cuestión es ¿se puede seguir ignorando el hecho de que una casa, o una fábrica, está plantada al lado de una torrentera o en una zona inundable? ¿Debe el Estado, en su papel de asegurador social, acudir una y otra vez a socorrer a esas personas? ¿O debe promover planes urbanísticos que prohíban construir en esas condiciones? Este es el tradeoff. Por un lado, llevar a cabo grandes inversiones en infraestructuras para minimizar de forma efectiva catástrofes en el futuro pero que implican importantes costes económicos hoy (véase las declaraciones del Prof. J. Olcina, experto en ordenación del territorio y climatología, en el documental “Fango” arriba citado). Por otro lado, no llevar a cabo esas inversiones y estar preparados para reparar los daños de las catástrofes venideras al coste que sea necesario.

Lo cierto es que, si el Estado no interviene ordenando el territorio, los agentes privados van a tener en cuenta el riesgo climático a la hora de tomar decisiones. Esto, por ejemplo, va a afectar al precio de las estructuras residenciales y no residenciales. ¿Quién querrá comprar una casa al lado de una torrentera? ¿Qué compañía querrá asegurar esa casa, y a qué precio? Y quien dice una casa dice una fábrica. El resultado será, en el medio plazo, que las familias con más recursos abandonarán esas áreas e irán a vivir a otras más seguras. Quedarán las personas con menos recursos y menos capaces de enfrentar tales riesgos. Lo mismo ocurrirá con la pequeña industria y los pequeños agricultores que no puedan desplazarse a otras zonas. Se perderá productividad y potencial de crecimiento. La cuestión es si queremos tolerar esa redistribución tan injusta de los riesgos climáticos y con consecuencias nefastas para nuestro bienestar social y económico. Seguro que no. Salvo si se es negacionista climático y/o fiscal, a los que todo esto les resbala como el agua por un barranco. No sean uno de ellos.

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