Inflexibilidad e Incertidumbre Laboral y Natalidad

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Por Nezih Guner, Ezgi Kaya y Virginia Sánchez-Marcos

En uno de sus trabajos más citados, Claudia Goldin, recientemente galardonada con el Premio de Economía del Banco Sueco, argumenta que el último paso para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo no precisa de la intervención del gobierno, sino que exige cambios en la forma en que los trabajos se organizan y son remunerados. En concreto, Goldin aboga por una organización del trabajo flexible dentro de la empresa de manera que no sea imperativo trabajar durante largas jornadas laborales y a determinadas horas del día. En su análisis para Estados Unidos, identifica algunos sectores como el tecnológico, el sanitario o el de la investigación científica en los que este tipo de jornadas no son las habituales. Frente a estos, en otros, como el financiero, el de la gestión empresarial o el de los servicios jurídicos, la inflexibilidad es la norma y se premian las largas jornadas laborales. Muestra que en las ocupaciones en las que los ingresos laborales son lineales en las horas trabajadas, el diferencial salarial entre hombres y mujeres es menor que en aquellas ocupaciones en las que se detectan no linealidades en la remuneración. Para facilitar la transición hacia jornadas laborales flexibles en la empresa, sugiere adoptar formas de organización del trabajo en la que la sustitución de cada trabajador esté garantizada, de forma que nadie resulte indispensable en un determinado momento del tiempo para desempeñar una tarea. Además, varios trabajos recientes muestran que las mujeres valoran más que los hombres la flexibilidad en la organización de la jornada laboral, aquí o aquí, y que los costes de desplazamiento al lugar de trabajo desincentivan más la participación laboral femenina que la masculina, aquí o aquí. En consecuencia, la falta de flexibilidad origina diferencias salariales entre hombres y mujeres, segregación en determinadas ocupaciones y diferencias en las tasas de empleo.

En un trabajo reciente, argumentamos que la falta de flexibilidad de la jornada laboral puede tener también consecuencias sobre las decisiones de natalidad. La dificultad para compatibilizar la vida laboral y familiar puede reducir el incentivo a tener hijos, especialmente para las mujeres con estudios universitarios entre las que el desarrollo de una carrera profesional puede constituir una prioridad. Utilizando datos de la OECD la figura 1 muestra una correlación negativa entre natalidad y flexibilidad de la jornada laboral medida ésta como el porcentaje de mujeres que reportan poder ajustar su jornada laboral.

Figura 1. Flexibilidad y Fecundidad

Para analizar esta posibilidad nos fijamos en el caso de España. Nuestro país registra, desde hace décadas, una de las tasas de natalidad más bajas de los países desarrollados. Se trata de un fenómeno muy conocido, pero sobre el que, a nuestro juicio, existe una comprensión parcial. Según la Encuesta de Fecundidad de 2018, la dificultad para conciliar la vida laboral y familiar es la razón que con mayor frecuencia declaran las mujeres españolas como causa de la discrepancia entre el número de hijos efectivo y el número de hijos deseado al final de su vida fértil. Por este motivo, en nuestro trabajo ponemos el foco en algunas particularidades del mercado de trabajo español como posibles causantes de la baja natalidad.

La organización de la jornada laboral en España es peculiar y constituye un ejemplo concreto de inflexibilidad, existe una alta prevalencia de la jornada partida. A diferencia de otros países, resulta bastante habitual que la jornada laboral se divida en dos tramos, típicamente, el primero de ellos se desarrolla durante cinco horas antes de la comida. Tras la comida, el trabajador completa el segundo tramo de su jornada durante tres horas. La pausa para la comida tiene una duración media de dos horas (Spanish Time Use Survey). Como consecuencia, y tal como se muestra en la figura 2, la jornada laboral en España se alarga más allá que en otros países. Así, a las seis de la tarde, en España un 50% de los individuos permanecen en su puesto de trabajo, frente a menos del 20% en el caso de países como Noruega o el Reino Unido. La incidencia de este tipo de jornada en España entre ocupaciones o regiones, aunque desigual, es muy significativa en todos los casos. La literatura no encuentra evidencia de una compensación económica para aquellos que desarrollan su trabajo en jornada partida, aquí. El origen de este tipo de jornada laboral no está claro. Podría estar relacionado con la decisión, en 1942, durante el régimen franquista, de adoptar la zona horaria de Europa Central y la consecuente adaptación de los horarios de comida y cena al horario solar. Otro posible origen tiene que ver con la carestía vivida después de la Guerra Civil que obligó a muchos hombres a tener dos puestos de trabajo para sustentar un hogar, desarrollándose uno de ellos por la mañana y otro por tarde, ver aquí.

Figura 2. Fracción de Personas en su Puesto de Trabajo

Además, existen otros hechos destacados que, a priori, avalan la importancia de este mecanismo como posible explicación de la baja natalidad. Entre el colectivo de individuos de 25 a 54 años, el diferencial de género en la tasa de empleo ascendió a 12.2 puntos porcentuales en 2018, mientras que el diferencial registrado fue de 9.1, 8.4, and 4.6 puntos porcentuales en Francia, Alemania, Suecia y Suiza, respectivamente. Para el mismo colectivo la tasa de paro femenina en España es 3.5 puntos más alta que la masculina, mientras que el diferencial es cero o negativo en el caso del resto de los países citados. La preferencia de las mujeres por una jornada laboral continua les llevaría a rechazar ofertas de trabajo de jornada partida y a ser más proclives al desempleo.

Hay otro aspecto bien conocido de nuestro mercado de trabajo, que habitualmente se considera un claro detonante de la baja natalidad en España, la inestabilidad laboral. Diversos trabajos en la literatura económica encuentran evidencia de las negativas consecuencia de la incertidumbre laboral y el desempleo sobre las decisiones de tener hijos, por ejemplo, aquí o aquí, también para el caso de España, aquí, aquí o aquí.

En la primera parte de nuestro trabajo, mostramos que las madres con estudios universitarios tienen una probabilidad de trabajar con jornada partida un 57% inferior que los hombres o las mujeres sin hijos (la cifra es 47% en caso de las madres sin estudios universitarios). También mostramos que las mujeres con contratos temporales tienen una menor probabilidad de convertirse en madres un año después, un 28% en el caso de las universitarias y un 25% en el resto. Y lo que es más revelador, el número de medio de hijos a la edad de 44 asciende a 1.53 en el caso de las mujeres que pasaron menos del 50% de su vida laboral con un contrato temporal y tan solo a 1.27 para el resto. Los datos sugieren efectos a largo plazo de la inestabilidad laboral.

En la segunda parte de nuestro análisis estimamos un modelo estructural de las decisiones de participación laboral, ahorro y natalidad de los hogares españoles. En la economía se ofrecen contratos temporales y contratos indefinidos, los segundos con una menor tasa de destrucción. Los trabajadores con un contrato temporal son promocionados a un contrato permanente con una cierta probabilidad. Además, existen dos tipos de jornadas laborales. Los trabajadores en jornada partida incurren en un coste adicional de trabajar. Los hogares son biparentales, la renta del hombre es exógena y el modelo captura la correlación de ingresos de la mujer y su pareja, pero sólo la mujer decide su participación laboral. La búsqueda de empleo conlleva un coste en términos de tiempo, pero es la única forma de recibir una oferta de trabajo. Los hijos entrañan tanto costes monetarios como costes de tiempo. Los hogares pueden utilizar el ahorro como una forma de suavizar el impacto sobre el consumo de la menor renta que ocasiona el desempleo. Los parámetros que caracterizan las preferencias y otros no observables involucrados en la modelización se estiman para que el modelo reproduzca un conjunto de estadísticos relacionados con la desigualdad salarial, la tasa de empleo según las características demográficas, la distribución del número de hijos y la edad a la que nace el primer hijo. El modelo identifica el coste de los contratos de jornada partida para las madres a partir de la diferencia entre la prevalencia de este tipo de contrato entre madres y no madres. En nuestro análisis de validación del modelo, mostramos que el modelo captura buena parte del impacto negativo de la temporalidad sobre la natalidad a largo plazo. Utilizamos este modelo como un laboratorio para analizar el impacto sobre las decisiones de los hogares de eliminar los trabajos con jornada partida y la dualidad que caracterizan la economía española.

Nuestros resultados indican que la eliminación de la jornada partida elevaría el número medio de hijos por mujer de 1.60 a 1.69 en el caso de las mujeres universitarias, reduciendo de forma muy notable la fracción de mujeres sin hijos, una de las más altas de los países de nuestro entorno. En este colectivo, el impacto sobre la natalidad de la equiparación de la tasa de destrucción de los contratos temporales y permanentes para las mujeres sería de similar magnitud. Finalmente, una ayuda a todas las madres trabajadoras equivalente a los 100 euros que en la actualidad reciben las madres trabajadoras con hijos de hasta 3 años elevaría la fecundidad de 1.60 a 1.86. La combinación de las tres medidas elevaría la tasa de natalidad de las mujeres universitarias hasta 1.96. Además, la tasa de empleo aumentaría en 16 puntos porcentuales. La tasa de paro femenina se vería reducida debido tanto a la menor tasa de destrucción de los empleos (por la desaparición de los contratos temporales) como a la reducción de la tasa de rechazo de las ofertas laborales por la ausencia de contratos de jornada partida. En el caso de las mujeres sin estudios universitarios el efecto total sobre la natalidad es más modesto, el número medio de hijos ascendería desde 1.58 a 1.74, pero el impacto sobre la tasa de empleo es de una magnitud superior, 39 puntos porcentuales. En conjunto, el comportamiento de las mujeres en España se acercaría al que se observa en los países nórdicos, con mayores tasas de natalidad y de empleo. El coste total de la ayuda a madres trabajadoras asciende a 0.5% de la renta de la economía.

Nuestro análisis ignora la posible reacción de las empresas ante el cambio en las regulaciones laborales. Las decisiones de contratación de las empresas podrían verse alteradas de algún modo ante un cambio en el tipo de contratos que pueden ofrecer a sus trabajadores. Podría ocurrir que estas decisiones afectaran de forma distinta a hombres y mujeres. Así por ejemplo, la Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras, tuvo un impacto negativo sobre la promoción laboral y la contratación de las mujeres en edad fértil, tal y como se muestra aquí. Aunque nuestro modelo no nos permite estudiar este tipo de respuesta, si podemos mostrar que la eliminación de la dualidad no tendría un impacto positivo sobre la natalidad si viniera acompañada de nuevas formas de inestabilidad laboral, tales como una mayor tasa de destrucción de los empleos o una menor tasa de contratación.

La eliminación o penalización de los contratos de jornada partida es una medida que ha estado en la agenda de algunos partidos políticos en las últimas décadas. Si la alta prevalencia de la jornada partida en España responde únicamente a razones históricas que han llevado a que las empresas se coordinen en esta modalidad de jornada laboral, una normativa que facilite que las empresas se coordinen en una jornada continua, similar a la de otros países europeos, podría tener efectos positivos sobre la natalidad y el empleo femenino, y, posiblemente, sobre algunos indicadores de calidad de vida.

Hay 2 comentarios
  • Muchas felicidades por este estudio, es muy interesante.

    Sin haber leído el artículo, me resulta muy curioso un resultado. Según indicáis, "la eliminación de la jornada partida elevaría el número medio de hijos por mujer de 1.60 a 1.69", mientras que "una ayuda a todas las madres trabajadoras equivalente a los 100 euros (...) elevaría la fecundidad de 1.60 a 1.86". ¿No es muy llamativo que una ayuda económica -modesta con relación a otras ayudas- tenga un impacto notablemente superior a la eliminación de la jornada partida?

    Muchas gracias por su respuesta.

  • Muchas gracias por tu comentario, Inés.
    Varias cosas explican lo que señalas. La ayuda a madres trabajadoras tiene un impacto muy importante sobre la natalidad, pero modesto sobre la tasa de empleo femenina. Sin embargo, en el caso de la eliminación de la jornada partida, el mercado de trabajo se vuelve más atractivo para las mujeres en general, dando lugar a un incremento muy importante de la tasa de empleo femenina. Algunas de las mujeres que se incorporan al mercado de trabajo tendrán menos hijos, lo que atenúa el impacto positivo sobre la fecundidad. Además, la ayuda a madres trabajadoras la reciben todas las mujeres que acepten un empleo. Sin embargo, la eliminación de la jornada partida puede tener un impacto más limitado porque, si bien la incidencia de estos contratos es elevada, representan solo una fracción de todos los contratos.

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