Por Danyelle Branco, Bladimir Carrillo, Di Fang y Wilman Iglesias
El trabajo en equipo es un aspecto omnipresente de las organizaciones públicas y privadas. Los médicos, jueces, profesores, científicos y muchos otros trabajadores realizan tareas que a menudo requieren colaborar con varios colegas. Algunos estudios apuntan que aproximadamente el 50% de empresas en países como los Estados Unidos, por ejemplo, usan equipos para organizar su producción (Bandiera et al., 2013). Por consiguiente, entender el proceso de trabajo en equipo es importante para mejorar la productividad tanto de las empresas privadas como de las públicas o como de la economía en general. Aun así, existen relativamente pocos estudios empíricos sobre cómo organizar los equipos para lograr una mayor productividad.
Los trabajadores a menudo difieren en sus habilidades productivas. Una pregunta natural es si los equipos deberían estar compuestos por miembros más o menos heterogéneos. Compañeros de equipo con similares especialidades podrían entender mejor las perspectivas de los demás y coordinar tareas de manera más eficiente. En su artículo seminal, Becker y Murphy (1992) articulan este punto formalmente y sugieren que el riesgo de interrupciones en el flujo de trabajo tiende a aumentar a medida que crece le heterogeneidad de los trabajadores. Pero la diversidad en el conocimiento especializado podría tener beneficios importantes. Tal vez la ventaja más obvia sea la posibilidad de complementariedades productivas entre los trabajadores: las debilidades de uno pueden ser las fortalezas de otro.
En nuestro estudio, investigamos este trade-off en el contexto de la atención médica, uno de los sectores más intensivos en trabajo en equipo. En particular, utilizamos datos de Brasil para estudiar si una menor o mayor superposición en especialidades entre el medico que realiza la intervención (un procedimiento invasivo) y el médico que brinda atención antes y después de la misma afecta a la supervivencia de los pacientes. Estos profesionales trabajan en un entorno muy rápido y bajo mucha presión, por lo que la colaboración efectiva entre ellos es fundamental para diseñar la mejor estrategia de intervención y tratamiento postoperatorio. Las áreas de especialización son un aspecto clave de los miembros de estos equipos pues moldean su razonamiento clínico, conocimiento procedimental y estilos de comunicación, influyendo de forma notable en cómo interactúan entre sí (Miller, 1990). Los médicos a menudo completan múltiples programas de especialización a lo largo de sus carreras. En Brasil se ha sucedido una serie de reformas que han alterado qué especialidades sirven como requisitos previos para otras, generando así una gran variación en la configuración de especialidades dentro de los equipos de trabajo.
Los costes y beneficios de la diversidad en conocimientos pueden ser especialmente marcados en este contexto. Los médicos con la misma especialidad comparten un entendimiento común de la terminología médica y pueden desarrollar una comunicación más simple que a su vez facilita los intercambios de información y hace la coordinación más eficiente (Keers et al., 2013). Sin embargo, tener un equipo diversificado amplía el espectro de perspectivas disponibles. Esto no solo podría reducir el riesgo de errores al determinar la estrategia óptima del procedimiento, sino también mejorar la capacidad para gestionar eficazmente complicaciones imprevistas que puedan surgir durante el ingreso hospitalario. Parece haber una creencia ampliamente aceptada de que estas complementariedades beneficiosas son grandes. Por ejemplo, las sociedades europeas y americanas de cardiología abogan por la integración de equipos multidisciplinares a la hora de diseñar planes de tratamiento de revascularización. Otro ejemplo es el de los Países Bajos, donde se ha fomentado la implementación del así llamado "equipo de corazón", formado por cardiólogos y médicos con diferentes especialidades, con la idea de que este enfoque mejorará los resultados.
Dado que los médicos juegan un papel destacado en el bienestar de los pacientes y en los costes de la atención médica, es importante determinar en qué medida los equipos de expertos heterogéneos logran resultados peores o mejores que los equipos más homogéneos.
Nosotros hemos reunido una nueva base de datos administrativos de Brasil para examinar esta importante pregunta. Nuestro análisis principal se centra en los pacientes sometidos a una Intervención Coronaria Percutánea (ICP), uno de los tratamientos cardíacos más caros y comunes, con una tasa de mortalidad relativamente alta. Este enfoque nos permite prestar observar con detalle la estructura, naturaleza y funcionamiento de los equipos médicos. Pero también tiene otras ventajas empíricas importantes. La ICP es un procedimiento que se realiza típicamente en pacientes en situación de emergencia, como ataques cardíacos, por lo que la asignación de pacientes a médicos es aleatoria condicional a un conjunto mínimo de efectos fijos.
Los resultados principales son mostrados en la Figura 1. El gráfico muestra que cuanto mayor es la sobreposición de especialidades entre los médicos que conforman el equipo menor es la probabilidad de que el paciente fallezca en los 30 días posteriores al procedimiento. Este resultado es robusto a una variedad de especificaciones adicionales, análisis de submuestras y construcciones alternativas de la variable que mide la superposición de conocimientos médicos dentro del equipo.
El patrón que documentamos no solo es preciso y estable, sino también claro y económicamente significativo. Cuantitativamente, nuestras estimaciones implican que moverse desde el percentil 25 al percentil 75 de la distribución de superposición de conocimientos reduciría la mortalidad a 30 días en 1 punto porcentual. Esto representa aproximadamente el 8 por ciento de la brecha de mortalidad entre pacientes de alto y bajo riesgo de mortalidad en la muestra.
Interpretamos estos resultados como una evidencia sólida de que, en un contexto de emergencia, en el que los equipos médicos deben tomar decisiones críticas bajo considerable presión, los costes de la diversidad en habilidades superan a sus posibles beneficios en términos de complementariedad productiva. En línea con esta interpretación, observamos que el efecto de la superposición de especialidades es considerablemente menor (menos negativo) para los procedimientos electivos (no emergencias). En estos casos, los equipos médicos pueden prepararse para el procedimiento con anticipación y tienen el potencial de hacer un uso más productivo de su diversidad en conocimientos médicos.
En la parte final de nuestra investigación, utilizamos nuestras estimaciones para examinar las consecuencias de una política contrafactual que altere la asignación de médicos con el objetivo de la superposición de especialidades dentro de los equipos. En concreto, consideramos una política que simplemente reasigne médicos a lo largo de los días de una misma semana. Nuestros cálculos sugieren que esta reforma produce mejores resultados para los pacientes a un coste relativamente bajo, incluso utilizando medidas conservadoras del valor estadístico de la vida. Esto ilustra como una mejor comprensión de la dinámica de los equipos puede tener importantes implicaciones para mejorar su organización y lograr una mayor productividad, tanto en el sector de la salud como en la economía en general.