Por Patrick Nüß
Los sindicatos desempeñan un papel crucial en la defensa y mejora de los derechos de los trabajadores, sus salarios y sus condiciones laborales. Sin embargo, los procesos de sindicación se enfrentan a menudo a la oposición de los empleadore, que temen la pérdida de beneficios y de control. Esta oposición puede manifestarse de diversas formas, desde la creación de una cultura del miedo entre los trabajadores o el despido de aquellos que apoyan al sindicato hasta la discriminación activa de sus miembros. Los medios de comunicación han dado amplia cobertura a los casos de empresas como Amazon, que han gastado millones de dólares para evitar que sus trabajadores se sindiquen, o Starbucks, acusada de violar en cientos de ocasiones los derechos laborales de sus trabajadores miembros de sindicatos.
A pesar de ser un aspecto crítico en las relaciones laborales, la verdadera magnitud de la oposición de las empresas a la sindicación continúa siendo un territorio relativamente poco explorado. En esta entrada comentaré mi reciente artículo al respecto (Nüß, 2023), en el que aporto pruebas de la oposición generalizada en las empresas alemanas contra la contratación de personas que pertenecen o simpatizan con los sindicatos.
Retos a la hora de medir la oposición de la patronal
Aunque contamos con evidencia anecdótica en muchos países, medir el verdadero alcance de la oposición de los empleadores a la sindicación es un desafío. La razón es que no podemos fiarnos de los datos proporcionados por las mismas empresas. Una de las razones es el carácter ilegal de muchas de las medidas adoptadas por los empresarios para oponerse a la sindicación. Esto hace prácticamente inútil preguntarles directamente sobre su postura respecto a los sindicatos, ya que es poco probable que sean sinceros. Por otra parte, preguntar a los empleados sobre la presencia de una oposición a los sindicatos en sus empresas también plantea sus propios problemas, ya que pueden tener interés en exagerar para reforzar su posición negociadora.
Un método de medición habitual consiste en estudiar empresas en las que los trabajadores se están sindicando y observar las denuncias de actividades ilegales. Sin embargo, incluso cuando se mide con precisión el alcance de estas actividades ilícitas, es cuestionable hasta qué punto estas observaciones son representativas del conjunto de la economía. Por un lado, los trabajadores pueden verse impulsados a sindicarse debido a las malas condiciones de trabajo, lo que podría reflejar la actitud general de la dirección hacia los empleados. En este caso, el número de empresas que se oponen a los intentos de sindicación podría estar inflado, lo que a su vez llevaría a una sobreestimación de los niveles reales de oposición. Por otra parte, también pueden darse casos de empresas que no se oponen firmemente a la sindicación y dan a los empleados la oportunidad de organizarse. En este caso, subestimaríamos el verdadero alcance de la oposición ya que centraríamos la medición en empresas relativamente favorables y que invirtieron menos en evitar la sindicación.
Otro método utilizado a menudo es cuantificar actividades específicas, como el número de denuncias o quejas presentadas contra los empleadores. Sin embargo, este enfoque ignora el hecho de que muchas formas de oposición, como las amenazas directas a los trabajadores o la creación de una cultura del miedo, son muy difíciles de medir y dependen de las declaraciones de las partes afectadas.
Todos estos retos ponen de relieve la necesidad de seguir investigando y desarrollando métodos de medición más eficaces. Descubrir el verdadero alcance de este problema es crucial para abordarlo y garantizar que se protejan los derechos de los trabajadores a sindicarse y negociar colectivamente. Sólo comprendiendo el alcance total del problema se podrán implementar soluciones efectivas.
Desenmascarando la oposición a los sindicatos
Para superar estos desafíos, una metodología popular en la literatura sobre discriminación laboral es el uso de solicitudes de empleo ficticias. Al postularse para puestos de trabajo reales con identidades ficticias, los investigadores pueden observar el comportamiento de los empleadores sin depender de las declaraciones potencialmente sesgadas de unos y otros. Esta técnica también permite observar el comportamiento de empresas que actualmente no están inmersas en un proceso de sindicación.
Para ello, envié un total de 13.000 solicitudes de empleo ficticias en el mercado laboral alemán durante cuatro años. Algunas de estas solicitudes incluían una mención de la afiliación sindical en el currículum del solicitante, mientras que otras presentaban a solicitantes cuyos perfiles en Twitter compartían de forma frecuente contenido favorable a los sindicatos. La comparación entre la tasa de éxito de estos solicitantes con la de aquellos que no mostraban ninguna afiliación o simpatía sindical permite identificar si existe discriminación por parte de las empresas en los procesos de contratación.
Los resultados muestran un patrón claro de discriminación en la contratación de miembros de sindicatos. En promedio, la tasa de respuestas positivas de estas personas (en forma de invitación a una entrevista de trabajo o petición de más información sobre el solicitante) fue un 15% menor que la de aquellas que no mencionaban ninguna afiliación sindical en su currículum. Los solicitantes que compartían frecuentemente contenido relacionado con los sindicatos a través de Twitter tuvieron un 10% menos de respuestas en comparación con los solicitantes que no compartían este tipo de contenidos.
No encuentro evidencia de discriminación contra los miembros de sindicatos en empresas con menos de 6 empleados. Sin embargo, a medida que aumenta el tamaño de la empresa, también aumenta el nivel de discriminación. Esto parece contradecir la preocupación de que la discriminación contra los trabajadores sindicados esté más extendida en empresas pequeñas debido a una falta de observabilidad. Una desagregación por sectores muestra que existe una diferencia significativa en los niveles de discriminación entre ellos, siendo los sectores inmobiliario y de salud los que presentan niveles más bajos y los sectores agrícola, público y energético los que presentan niveles más altos. Un factor importante que contribuye a esta notable disparidad podría ser la proporción de trabajadores sindicados en el sector. Los sectores con mayores niveles de afiliación sindical tienden a exhibir un mayor nivel de discriminación. Vale la pena señalar que esta tendencia es particularmente frecuente entre las organizaciones que no cuentan con un convenio colectivo vigente.
Estos resultados por sector sugieren que allí donde los sindicatos son reconocidos como fuerzas relevantes, la oposición de la patronal puede verse como el síntoma de un mercado laboral saludable. Por el contrario, en sectores y empresas donde los sindicatos no son vistos como influyentes, la ausencia de discriminación en la contratación que observo puede ser una señal de que los sindicatos son débiles, lo que llevaría a un posible deterioro de los salarios y las condiciones laborales.
Más allá de los números
¿Por qué son importantes estos resultados? ¿Qué podemos aprender de este experimento más allá de su entorno específico?
Mis resultados muestran una correlación entre los sectores que discriminan a los miembros de los sindicatos y su tendencia a alinear sus propias prácticas salariales con los convenios colectivos. Esto no sólo pone de relieve la naturaleza discriminatoria de ciertos tipos de empresas e industrias, sino que también revela que el origen de esta discriminación radica en el miedo a la sindicación de los trabajadores. Este temor puede traducirse en una disposición de los empleadores a ofrecer salarios más altos y mejores condiciones laborales a sus trabajadores para así desalentar su sindicación. El impacto de los sindicatos en los salarios y las condiciones laborales va por tanto más allá de las empresas directamente involucradas en la negociación colectiva: Contribuyen a crear un entorno de mejores salarios y condiciones laborales para muchos otros trabajadores.
Esto tiene importantes implicaciones de política económica. Es necesario que los responsables políticos protejan a los trabajadores durante las primeras etapas del proceso de sindicación. Si bien la discriminación aquí descrita es ilegal, esta refleja el poder de negociación de los sindicatos y su capacidad para influir en los salarios y las condiciones laborales tanto en empresas sindicadas como en aquellas que no lo están. Esto además subraya las posibles ramificaciones de la disminución en la influencia de los sindicatos. Intervenciones como las leyes de salario mínimo deberían tener especialmente en cuenta aquellos sectores donde los sindicatos han perdido su potencial para garantizar salarios y condiciones laborales aceptables. Es por tanto necesario dar prioridad a la protección de los derechos e intereses de los trabajadores frente a las formas ilegales de oposición por parte de los empleadores, como la discriminación en la contratación de personal.
Hay 2 comentarios
Interesante entrada. Muy ingeniosa la metodología de medición de la discriminación de los trabajadores sindicados.
Una cuestión. ¿Crees que los “rankings” o informes de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) no arrojan datos representativos de esta cuestión? Y por extensión, de ser así,¿deberíamos poner en cuarentena el resto de información procedente de la RSC al no reflejar la verdad de fondo del comportamiento real de las empresas en general?
Y por buscar una solución alternativa. No se cómo ves medidas para involucrar a trabajador y empresa en un alineamiento de intereses, al ofrecer al trabajador una participación en la empresa otorgándole un estatuto patrimonial vinculante. Esto podría probablemente afectar a la movilidad laboral pero garantiza una fidelidad que podría repercutir incluso como incentivo a la productividad. Suponiendo al trabajador un agente racional maximizador.
Un cordial saludo.
Gracias por el interés en la entrada y por las preguntas.
En general, no veo ningún problema con los informes de RSC. Estoy seguro de que estos informes cubren bien las acciones de los empresarios y lo que hacen por sus empleados y la sociedad. Sin embargo, estos informes no tienen por qué ofrecer una imagen completa de las empresas que los emiten. Ningún empresario estaría dispuesto a facilitar públicamente información sobre actividades ilegales. Tienen interés en ocultarlas para evitar sanciones económicas e incluso penas de cárcel.
Aun no tengo una opinión firme sobre la posibilidad de ofrecer a los trabajadores una participación en la empresa. Tengo cierta simpatía por ella. En mi experiencia, la mayoría de los empleados y los sindicatos prefieren unos ingresos regulares y seguros y que el riesgo quede totalmente del lado del empleador. La lealtad de los empleados se ve muy afectada por los salarios, las condiciones de trabajo y que se tenga en cuenta su situación durante los periodos de recesión económica. Ganarse esta lealtad debería conducir a una acumulación de capital humano más específico a la empresa y a la atracción de empleados que piensen en algo más que en su trabajo individual. Por otro lado, me preocupa que durante las recesiones los trabajadores desean protección y unos ingresos seguros; en ese caso, tener participaciones en la empresa quizá no sea lo preferible.
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