En el entrelazado de los partidos de extrema derecha en Europa se teje un discurso ultranacionalista impregnado de manifestaciones racistas y antiinmigración (Guriev y Papaioannou, 2022). Igualmente preocupante es su desatención ante la apremiante crisis del calentamiento global. En este sentido, líderes destacados de estas agrupaciones, como los de Vox en España, el Rassemblement National en Francia, Georgia Meloni en Italia y Viktor Orbán en Hungría, han adoptado una postura que relega la importancia del cambio climático en sus agendas políticas, lo que se traduce en la promoción de políticas públicas retrogradas en el ámbito medioambiental (Fortchner,2019; Muradian y Pascual, 2020). Si se llevaran a cabo, estas políticas representarían una amenaza para la preservación del medio ambiente y el bienestar de las próximas generaciones (Johannssen, Berggren y Nilsson, 2022).
En contraste con el programa anti-ecologista de la extrema derecha, el más reciente informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) señala con claridad que la perspectiva de riesgos climáticos globales y su impacto en la vida de las personas es alarmante. Según las proyecciones presentadas, el calentamiento global superará 1,5°C entre 2021 y 2040, incluso en escenarios de bajas emisiones. Esta situación representa un desafío significativo, ya que se estima que entre 3,3 y 3,6 mil millones de personas viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático. Además, se ha observado que las regiones más vulnerables experimentan una mortalidad hasta 15 veces mayor debido a inundaciones, sequías y tormentas en comparación con regiones con baja vulnerabilidad. Estos hallazgos subrayan la necesidad de una acción climática ambiciosa para salvaguardar un futuro habitable.
Aunque hay amplia información sobre los daños climáticos irreversibles, y los individuos tanto en países desarrollados y en desarrollo apoyan generalmente la protección ambiental (ver por ejemplo Lo,2014; Saari et al., 2021), también hay evidencia de una gran resistencia a las acciones coordinadas por los gobiernos para implementar medidas ambientales, como demuestran la reciente oposición al impuesto al combustible en Francia y las protestas de los "chalecos amarillos" en 2018 (Douenne y Fabre, 2022). Sin un amplio consenso ciudadano sobre los programas ambientales, es probable que los esfuerzos colectivos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no cumplan sus objetivos (Tjernström y Tietenberg, 2008).
En años recientes y en medio de la crisis climática, los grupos de extrema derecha están ganando terreno y aumentando su influencia. Esta tendencia no puede ignorarse. Estudios recientes han revelado pruebas contundentes que establecen una conexión entre la negación del cambio climático, el apoyo a los partidos de extrema derecha y la oposición a las políticas ambientales (Harring, Jagers y Matti, 2017;Lockwood, 2018;). Estos hallazgos subrayan la necesidad de comprender cómo las posturas políticas extremas pueden obstaculizar los esfuerzos para abordar la emergencia climática y promover la sostenibilidad (véase, por ejemplo Kulin, Johansson Seva y Dunlap, 2021).
En el presente artículo se analizan los factores que influyen en la aceptación pública de las políticas ambientales en Europa tomando en cuenta el papel del escepticismo, la desconfianza institucional y el rol que juega la ideología de extrema derecha. Estos resultados provienen del reciente estudio que realicé junto con mis coautores Catherine Benjamin y David Masclet y titulado “In Gov we Trust: Are Trust and Political Ideology Important Factors of Public Acceptance for Environmental Policies?”
Determinantes de la aceptación de políticas ambientales
Las investigaciones previas han examinado si factores sociodemográficos, como los ingresos, el género, el nivel educativo o la edad, influyen en las actitudes hacia las políticas ambientales, particularmente los impuestos ecológicos. En particular, se ha observado que los ingresos y el nivel educativo son predictores importantes de este apoyo (Franzen y Vogl, 2013; Bumann, 2021). Tomando en cuenta estos hallazgos previos, proponemos que esta relación puede ser explicada a través de la jerarquía de necesidades de Maslow, donde las personas tienden a satisfacer primero sus necesidades básicas antes de priorizar las preocupaciones ambientales (Maslow, 1987). En este sentido, especulamos que las personas con menos recursos tienden a enfocarse más en las necesidades esenciales de subsistencia y es menos probable que den prioridad a la protección ambiental.
Por otro lado, estudios recientes también indican que la educación puede reducir los sesgos cognitivos y mejorar la toma de decisiones con respecto al medio ambiente. Específicamente, el escepticismo climático suele estar vinculado a personas con menor nivel educativo, quienes además tienden a oponerse a las políticas ambientales y votar por partidos de extrema derecha (Weber y Stern, 2011; Tranter y Booth, 2015). En muchos países occidentales, existe una significativa desconfianza en las instituciones y un aumento de movimientos políticos antisistema. La confianza en el gobierno es crucial para el éxito de las políticas públicas, especialmente en situaciones de crisis (Algan et al., 2017).
Resultados
Nuestros hallazgos se basan en los datos recopilados de la Encuesta Social Europea de 2016, que incluye países de Europa occidental, oriental y escandinava. En particular, hemos examinado una muestra de 27,955 encuestados de 23 países.
Al analizar nuestros resultados, hemos observado que la educación y los ingresos desempeñan un papel fundamental en el apoyo público a la mayoría de las políticas ambientales, incluso aquellas que no implican un gran gasto económico, como los subsidios o la prohibición de electrodomésticos poco eficientes en términos energéticos. Además, nuestros hallazgos indican que la falta de apoyo a las políticas ambientales no se debe únicamente a restricciones económicas, sino que también refleja la falta de conocimiento y la desconfianza hacia los asuntos ambientales y la efectividad de las políticas relacionadas.
La confianza, o su ausencia, en las instituciones tiene un impacto significativo en la mayoría de las acciones y políticas ambientales. Asimismo, la confianza interpersonal es un factor clave en el respaldo a casi todas las políticas, lo que sugiere que participar en acciones ambientales requiere un mínimo de confianza en los demás, dado que muchas de estas acciones implican dilemas sociales. Es importante destacar que aquellos que respaldan el populismo de extrema derecha representan un posible obstáculo para la implementación de políticas ambientales, mientras que aquellos que votan por el populismo de extrema izquierda expresan actitudes favorables hacia el apoyo al medio ambiente.
Efectos marginales de la afiliación partidista en la disposición a pagar por impuestos medioambientales
Efectos marginales de la afiliación partidista en favorecer subvencionar las energías renovables para reducir el cambio climático
Efectos marginales de la afiliación partidista en la prohibición la venta de los electrodomésticos electrodomésticos menos eficientes
Las gráficas revelan que los votantes de extrema izquierda muestran un mayor respaldo a las políticas gubernamentales destinadas a proteger el medio ambiente, en comparación con aquellos de extrema derecha. Específicamente, se observa una diferencia sustancial entre los votantes extremos. Por un lado, los votantes de extrema izquierda no tienen un impacto negativo en el apoyo de las diferentes medidas ambientales intervencionistas (aceptar pagar impuestos ambientales, subsidiar el uso de energías renovables y el prohibir el uso de electrodomésticos nocivos para el medio ambiente). Esto podría deberse, según la literatura, a su mayor nivel educativo, lo que los hace más conscientes de los problemas ambientales. En cambio, los votantes de extrema derecha tienden a oponerse más a estas políticas intervencionistas (Otjes y Louwerse, 2013). Además, otra explicación podría ser que los votantes y la orientación política de izquierda tienden a tener actitudes más favorables hacia aspectos sociales, en comparación con los pertenecientes al espectro político de derecha (Algan et al., 2018). En conclusión, este análisis revela una polarización en las posturas ambientales vinculada a las preferencias políticas ideológicas. Mientras que la extrema izquierda y la izquierda en general apoyan en mayor medida políticas ecológicas, la extrema derecha y la derecha expresan más escepticismo al respecto. Las diferencias en educación y valores sociales podrían influir en esta brecha de opinión entre el electorado (Rama y Santana, 2019).
Por lo tanto, es crucial que las políticas específicas ambientalista se dirijan a grupos específicos para lograr una mayor eficacia. Por ejemplo, ante la resistencia de ciertos grupos con bajos ingresos y niveles educativos más bajos hacia políticas basadas en impuestos, el gobierno puede optar por implementar políticas climáticas que sean más políticamente aceptables, centrándose en la reducción del consumo energético individual o en la adopción de estándares de energía limpia.
Hay 2 comentarios
El mayor nivel cultural mencionado de los votantes de la izquierda es aquello de la superioridad moral de la izquierda.
O bien el estudio tiene sesgos, al evaluar solo las variables que queremos, y no hacerlo multifactorial, o bien prohibidos votar a los votantes de la derecha
Muy interesante el artículo, muchas gracias, pero me deja bastante preocupado, vamos de cabeza a un holocausto climático...
No acierto a entender bien el párrafo final: se supone que los votantes de menos ingresos pagarían menos, o nada, de impuestos ambientales, no?
En cuanto a la reducción del consumo energético individual, no le veo mucho sentido, la verdad, pues los mayores consumidores son grandes industrias y empresas.
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