Brechas de género en educación y formación de familias

Por Ana Rodríguez-González

En las últimas décadas, los niveles de educación de las mujeres han aumentado mucho más que los de los hombres en muchos países, predominantemente en aquellos de rentas altas. El porcentaje de mujeres con título universitario es hoy superior al de los hombres en todos los países de la OECD, y esta brecha no muestra indicios de cerrarse. Del menor desempeño académico y las mayores tasas de abandono escolar de los estudiantes masculinos, sobre todo de aquellos provenientes de familias de nivel socioeconómico más bajo, ya se ha hablado anteriormente en este blog, por ejemplo aquí y aquí. Esta creciente brecha de género en educación y sus posibles causas y consecuencias ha sido investigada por académicos de diferentes disciplinas (Esteve et al., 2016; Evans et al., 2021; Goldin et al., 2006).

En un trabajo reciente investigo las posibles implicaciones de este nuevo fenómeno para la formación de familias. Históricamente, el patrón más común en parejas heterosexuales era que el hombre tuviese un nivel de educación igual o superior al de la mujer. Ahora que los niveles de educación medios femeninos exceden a los de los hombres en muchos países, ¿cambiarán estos patrones? ¿Se verá afectada la formación de parejas?

Desde un punto de vista teórico, la respuesta a estas preguntas es ambigua. Por un lado, en los modelos clásicos de “mercados matrimoniales” al estilo de Becker (y manteniendo el foco en parejas heterosexuales), una mayor diferencia en los niveles de educación entre los miembros de la pareja permitiría un mayor grado de especialización en diferentes actividades, lo que aumentaría los beneficios de la unión. Por otro lado, si las personas prefieren emparejarse con alguien de nivel educativo similar, una mayor ventaja educativa femenina llevaría a un menor número de parejas. En concreto, esperaríamos que tanto a las mujeres con niveles muy altos de educación como a los hombres con niveles educativos bajos les resultase más complicado encontrar una pareja adecuada. Este efecto negativo sobre el número de uniones podría ser mayor si, además, hubiese alguna norma social que generase aversión a situaciones en las que la mujer está más educada que su pareja.

Empíricamente, contamos con bastante evidencia sobre el impacto de la educación en la probabilidad de casarse y tener hijos, tanto para hombres como para mujeres. Sin embargo, no hay estudios previos que examinen (causalmente) si la brecha de género en educación juega algún papel. Lo que sí sabemos es que la disponibilidad de potenciales parejas en el “mercado matrimonial” es un factor muy influyente en muchos aspectos individuales, familiares y sociales, ya que afecta a las tasas de matrimonios, divorcios y nacimientos, pero también a la participación de las mujeres en el mercado laboral o a las normas sociales de género (por citar algunos ejemplos: Abramitzky et al., 2011; Baranov et al., 2023; Charles & Luoh, 2010; Grosjean & Khattar, 2019).

Dados los cambios sin precedentes que observamos en los niveles relativos de educación entre hombres y mujeres, cabe preguntarse: ¿cómo se han visto afectados estos “mercados matrimoniales” y la formación de parejas? Estas son algunas de las preguntas que intento responder en el trabajo, en el que utilizo datos administrativos poblacionales de Finlandia. Además de la riqueza de los datos disponibles, fijarme en este país nórdico me permite obtener variación “cuasi-exógena” para identificar el impacto causal de cambios en la brecha de género en educación. En concreto, utilizo variación en el grado de exposición a una reforma educativa de gran calado que se implementó en los años 70 y que aumentó el nivel educativo medio de las mujeres, mientras que no cambió apenas el de los hombres. Se trata de una reforma que unificó toda la educación obligatoria en un único tipo de escuela. Antes de la reforma, los estudiantes acababan la escuela primaria a los 11 años y ya debían elegir si continuar sus estudios por una vía académica o por otra vocacional. Después de la reforma, esta elección se pospuso hasta los 16 años (por entonces, el final de la etapa educativa obligatoria). Una evaluación anterior de esta reforma encuentra que aumentó la probabilidad de que las mujeres, pero no los hombres, continuasen su educación por la vía académica y fuesen a la universidad, aumentando así la brecha de género en educación (Pekkarinen, 2008).

Figura 1: Implementación de la reforma

Desde el punto de vista del análisis empírico, un aspecto interesante de esta reforma es que no se implementó al mismo tiempo en todo el país, sino que diferentes municipios fueron implementándola poco a poco desde 1972 a 1977 (tal y como muestra la Figura 1). Cuando cada municipio implementaba el nuevo modelo de escuela, este solo afectaba a los estudiantes que aún estaban cursando primaria (aquellos de edad igual o menor a 11 años), mientras que los de 12 años o más continuaban su educación con el modelo anterior. Esta implementación progresiva creó variación en el grado de exposición a la reforma entre individuos del mismo municipio, pero nacidos en años diferentes, y entre individuos nacidos en el mismo año pero en distintos municipios.

Para usar la variación en la brecha de género en educación creada por esta reforma, construyo una medida del grado de exposición del “mercado matrimonial” de cada persona al nuevo sistema escolar. Siguiendo la literatura académica anterior y en base a los patrones de formación de parejas observados en los datos, defino el “mercado matrimonial” de una persona en función de su región o provincia de nacimiento (hay 19 en total en Finlandia) y su año de nacimiento. Al hacerlo, tengo en cuenta que, típicamente, los hombres suelen emparejarse con mujeres un par de años menores en edad. Una vez definido este grupo de parejas potenciales para cada persona, calculo el porcentaje de ellas que estuvieron afectadas por la reforma escolar. Así, en “mercados matrimoniales” más expuestos a la reforma, se observa una mayor ventaja educativa de las mujeres respecto a los hombres.

Utilizando esta estrategia, comparo las trayectorias familiares de personas cuyo “mercado matrimonial” estuvo más o menos expuesto a la reforma escolar, controlando por si ellos mismos estuvieron expuestos o no al nuevo modelo educativo. Estudio cómo cambian su probabilidad de casarse (formalmente) hasta los 40 años, su probabilidad de vivir en pareja (casados o no) a esa edad, su probabilidad de tener algún hijo y el número de hijos que tienen. Los resultados se resumen en la Figura 2. En “mercados matrimoniales” con una mayor ventaja educativa de las mujeres se ven disminuciones en la probabilidad de tener pareja y en el número de hijos. El tamaño de estos efectos es relevante en relación a los cambios demográficos observados en Finlandia durante estas décadas. Analizando diferencias según el nivel educativo (para aquellos cuyo nivel educativo no se vio afectado directamente por la reforma), veo además que los efectos son más pronunciados precisamente para mujeres más educadas y hombres menos educados. Los efectos también son mayores en regiones donde la reforma aumentó más la disparidad entre los niveles educativos de hombres y mujeres. En definitiva, parece que la creciente ventaja educativa de las mujeres tuvo como consecuencia reducciones en la formación de parejas y en la fertilidad.

Figura 2: Impacto de un aumento (de una desviación estándar) en la exposición del mercado matrimonial a la reforma

Finalmente, en análisis adicionales, encuentro que estos cambios están relacionados con un aumento de diagnósticos de salud mental para los hombres (pero no para las mujeres), especialmente para aquellos de menor nivel educativo.  Estos resultados concuerdan con otra evidencia reciente sobre los posibles efectos en la salud de la caída del valor percibido de los hombres en los “mercados matrimoniales” y laborales (de la que ya se habló aquí).

Por supuesto, estos efectos hacen referencia a un contexto concreto: a los años donde la ventaja educativa de las mujeres empezaba a emerger. ¿Es diferente la situación en generaciones más jóvenes? Aunque los resultados del artículo no permiten responder a esta pregunta, sí observo que, como resultado de la exposición a la reforma, aumenta el número de parejas donde la mujer tiene un nivel educativo superior al del hombre. Esto apunta a la posibilidad de que las normas sociales evolucionen y cambien como respuesta a la nueva normalidad.