Hace unos pocos años la RAE eliminó la norma obligatoria de usar las tildes diacríticas en solo (para distinguir el adverbio del adjetivo) y en esta/este (para distinguir el pronombre del adjetivo). La RAE da como válidas ambas opciones, con y sin tilde, pero recomienda la forma sin ella, en un intento de simplificar la ortografía.
No es mi interés abrir un debate sobre si debe haber una RAE a quien le otorguemos una autoridad para emitir normas ortográficas o si hace o no bien su labor. Me interesa ilustrar cómo piensa un economista (yo) sobre esas tildes diacríticas esperando que le sea de utilidad o regocijo a alguien. Estamos en verano, así que espero que mis lectores se lo tomen con buen ánimo.
El argumento más usado para preservar las tildes diacríticas es evitar anfibologías. Por ejemplo, la frase “compró solo el regalo” puede significar “compro solamente el regalo” o “compró el regalo sin ayuda de nadie”. Poniendo la tilde cuando “solo” es adverbio se elimina el doble sentido. Con la tilde ganamos precisión al coste de poner una marca diacrítica sobre la “o”. Pongamos que tomamos varios textos al azar en lengua española y encontramos 1000 tildes en la palabra “solo” por cada posible anfibología si se eliminara. ¿Merece la pena un gasto tan grande en tildes para eliminar una anfibología? Se hace imperativo un análisis coste-beneficio.
Es más, la eliminación de la tilde muy posiblemente eliminará también muchas de las posibles frases ambiguas, ya que quien escribe pondrá cuidado para evitarlas, como hacemos, o debemos hacer, siempre al escribir. ¿Merece la pena el gasto en tildes comparado con el cuidado extra a la hora de escribir frases como la del regalo? El análisis coste-beneficio debe tener en cuenta que algunos costes se evitarán al adaptarse a la norma.
Hay muchas posibles ambigüedades que no intentamos evitar con tildes diacríticas. Si yo escribo “te espero en el banco” no es posible saber si lo hago sentado en el parque o en el interior de una sucursal bancaria. Podríamos pedir tildes para una de las dos acepciones, pero no lo hacemos, tal vez porque uno y otro banco son etimológicamente la misma palabra, que ha adquirido dos significados distintos. Podemos tener este criterio, desde luego, pero será muy arbitrario y requerirá conocer exactamente la etimología de cada palabra. Por ejemplo, en la frase “no agarró bien el mango” no sabemos si se refiere a alguien que no pudo abrir una puerta o que dejó caer una pieza de fruta, y en este caso la etimología es distinta. Conviene saber el alcance de los argumentos y criterios por los que nos decantamos por una decisión.
Tal vez entonces podamos añadir que en el caso de “solo” estamos distinguiendo un adverbio de un adjetivo y en el caso de “mango” o de “banco” son dos nombres. También puede ser un criterio, pero el hecho de definirlo no implica ninguna justificación. ¿Por qué en un caso sí y en los otros no? La explicación más sencilla es que en el caso de “mango” y “banco” nos parece inútil, porque serán muy pocos casos y se entenderán por el contexto o se podrán evitar escribiendo con más cuidado. Pero esto es exactamente lo que va a pasar eliminando las demás tildes diacríticas de ser cierto el análisis coste-beneficio anterior. Debemos ser consistentes con nuestros criterios.
Hay más argumentos a favor y en contra. Por ejemplo, hay mucha gente que está apegada a estas tildes y sufriría por la estética de una frase escrita sin ella. Es un argumento válido, pero no absoluto. ¿Cuántas tildes valen esa consideración estética? ¿Cómo de fácilmente nos acostumbraremos a no escribirla? Cada vez que leo un libro impreso hace muchos años sufro al ver escrito “fué”, igual que en su día muchas personas sufrirían cuando se cambió a “fue”, las mismas que sufren hoy con el cambio (voluntario) de “ésta” a “esta”. Una tiene derecho a sus gustos y excentricidades, a querer mantener tradiciones o extravagancias para dar un poco de chispa a la vida, mientras sepa que es eso lo que está haciendo. Conviene no confundir gustos con razones objetivas.
Más aún, entre estas personas que defienden su gusto por mantener tildes arcaizantes abundan quienes, irónica o contradictoriamente, suelen acusar a la Real Academia de inmovilista o anticuada. Debemos tener cuidado si nuestros argumentos son acerca del fondo de la cuestión o son sencillamente racionalizaciones y excusas para atacar al adversario, para quitarle autoridad o para distinguirnos de él haciendo lo contrario de lo que dice.
En el análisis sobre si tildes diacríticas sí o no, a veces se introducen solapadamente juicios de valor. Se critica que alguien use sus gustos como argumentos, pero luego se realiza un análisis donde se empiezan a llamar arcaizantes a las tildes, y excéntrico y extravagante al gusto por ellas. Conviene mantener el análisis libre de calificativos que no se deduzcan directamente de él. Mea culpa.
¿Y qué pasaría si en el análisis coste-beneficio, incluyendo el coste estético, nos diera que son pocas las tildes malgastadas para eliminar muchos dobles sentidos? Este que suscribe diría: sigamos con ellas. Debemos ser capaces de cambiar de opinión según lo que digan los datos y según las consecuencias no previstas de nuestros criterios.
Aquí termino esta entrada veraniega. A buen entendedor...
Hay 13 comentarios
Gracias José Luis por su post. Además de su aporte lingüistico, destaco su énfasis en "the economic way of thinking". Esta forma de pensar está largamente desarrollada por Paul Heyne (1931-2000) en su texto introductorio
http://www.mypearsonstore.com/bookstore/economic-way-of-thinking-9780132991292
ahora en su edición 13ra. con la participación de otros dos economistas luego del fallecimiento de Heyne.
Varios artículos de Paul Heyne fueron recopilados en "Are Economists Basically Immoral? - and Other Essays on Economics, Ethics, and Religion" editado por G. Brennan y A. Waterman (Liberty Fund, 2008).
En palabras de Heyne esa forma de pensar se resume en: All social phenomena emerge from the choices of individuals in response to expected benefits and costs to themselves.
Muchas gracias por tus palabras y por las referencias.
Entiendo que tiene que ver con las palabras de la Ministra Calvo sobre la RAE y el lenguaje inclusivo.. Son ya tantas cosas que te pregunto de forma directa. ¿Nos merecemos este gobierno?
No tiene nada que ver con eso. Tampoco sé muy bien qué significa que alguien o un colectivo se merezca un gobierno. ¿Haber hecho cosas buenas para tener un buen gobierno? ¿cosas malas para tener uno malo? ¿valorado por quién? Ya sabes que en este blog somos más de hablar de políticas y no de política, es decir, de si una medida política es o no acertada o mejor que una alternativa para llegar a un determinado fin, y no de las valoraciones personales de esos fines.
El lenguaje hablado ya se suele ocupar de la economia de él mismo por 'selección natural'. Y las tildes diacriticas hablando no se oyen.
Una de las razones para las tildes diacríticas, además de evitar la anfibología, es indicar una acentuación distinta que existe en el habla (el "sí" afirmativo se pronuncia más fuerte que el "si" condicional), aunque no sé si esto es enteramente convincente para todos los casos.
En cualquier caso, el hecho de que en el lenguaje hablado no se oigan puede ser un argumento a favor de que podemos vivir sin ellas en el escrito, pero no es un argumento definitivo. El lenguaje escrito tiene reglas distintas, con más artificio que el hablado. La pertinencia o no de las tildes debe argumentarse según estas reglas. En los análisis, conviene saber cuál es el ámbito de la discusión 😉
José Luis, recién leo este artículo
http://www.elmundo.es/espana/2018/07/11/5b44ffa6e2704e939f8b45ff.html
que si bien escapa al propósito de su post, puede ser de interés a quienes se interesan por la economía y la política del lenguaje. Este es el informe de Ignacio Bosque referido en el artículo
http://www.rae.es/sites/default/files/Sexismo_linguistico_y_visibilidad_de_la_mujer_0.pdf
Se aparta un poco del tema de la entrada, pero podemos reconducirlo un poco. La lengua es la que es, que significa sus partes comunes y normativas y sus variedades, modas y propuestas. La lengua española tiene, y esto es un hecho, género gramatical, que a veces coincide y muchas veces no, con el sexo. Por ejemplo, "personas" es femenino y se refiere a hombres y mujeres; "jirafa" también se refiere tanto al macho como a la hembra. Ahí no hay problema, porque no existe la forma "persono".
El problema se da en términos como "ciudadanos", donde el masculino plural abarca tanto a ciudadanos (hombres) como ciudadanas (mujeres), o en expresiones del tipo "uno puede pensar", donde ese "uno" puede ser tanto un hombre como una mujer. ¿Es esto, efectivamente, un problema? Desde el punto de vista del lenguaje, no. Tiene sus normas arbitrarias como en tantas cosas. Desde el punto de vista de nuestras preferencias sobre cómo usar el lenguaje, pude que no. Ahí cada quien tendrá las suyas. Como siempre, habrá que tener en cuenta los hechos, la validez de las propuestas (con su sentido de economía incluido) y los fines que cada quien tenga.
Por ejemplo, no es un hecho que el lenguaje solo evolucione de manera espontánea. A menudo hemos introducido términos por influencia activa de escritores (y escritoras) y de medios de comunicación. ¿Queremos que el plural masculino deje de ser el que se use para referirse a todo el mundo? Es una opción, no sé si mayoritaria o no. Pongamos que mucha gente lo desea y que quiere presentar una alternativa (que se aceptará o no según los caprichos de la evolución del lenguaje).
La alternativa "los ciudadanos y las ciudadanas" es muy costosa si se ha de repetir constantemente en el discurso y no solo al comienzo, como hace mucho tiempo ya que se hace con "señoras y señores", por ejemplo.
Las alternativas "lxs ciudadanxs" o "l@s ciudadan@s" son impronunciables. El coste en el lenguaje hablado es muy alto.
La alternativa "les ciudadanes" es más fácil a nada que nos acostumbremos, pero hace falta quererlo y acostumbrarse.
¿Alguna de esas alternativas prosperará? Ni idea. Sospecho que se presentarán varias, que alguna tendrá alguna expansión, pero si alguna quedará como la definitiva, no sabemos.
Gracias por el comentario. Una pista de lo que podría ocurrir la encontramos en este video
http://www.criticalcommons.org/Members/Ghent/clips/the%20pledge%20drive_snickers.mp4/view
En el informe "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer" aparece un fragmento muy divertido:
"A los tan denostados eufemismos de los políticos y los economistas, que enmascaran o edulcoran, como sabemos, tantos aspectos de la realidad, parece que ha de agregarse ahora un nuevo código artificial, ajeno al lenguaje común, constituido por nuevos circunloquios"
En la RAE os tienen calados! 😉 Cuidado con los eufemismos enmascaradores y edulcorantes! Buen verano!
Entiendo que este comentario es un chiste veraniego, así que ahí queda para quien le haga gracia.
Si me equivoco y es un argumento sobre algo, prefiero esperar a alguna aclaración sobre su sentido antes de inventármelo yo a la hora de contestar.
Es un chiste! Simplemente me parece divertido que en los comentarios de un post económico-ortográfico se cite un documento como fuente de autoridad que incluya una frase de este tipo. Sin más. Cero argumentos sobre nada. Feliz verano again!
Aclarado entonces. ¡Buen verano!
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