Sigue tu pasión, o no. ¿Es bueno el consejo que damos los profesores?

Esta entrada ha sido publicada originalmente en Universidad Sí, pero me pareció que el asunto merece toda la difusión posible y por esto la reproducimos aquí.

Estamos en plena temporada de que los jóvenes elijan su rama de estudio universitario. Algunos profesores, cuando les preguntan sus estudiantes, dicen “sigue tu pasión”. Me gustaría en esta breve nota analizar críticamente este consejo y proponer alternativas.

Algo que no sabía antes de ponerme a pensar en este problema es que voy a ir en contra, ni más ni menos, que de la opinión de Steve Jobs:

“Have the courage to follow your heart and intuition. They somehow already know what you truly want to become. Everything else is secondary”.

Mi padre me cuenta que, cuando en la facultad le dijeron en un examen “discuta esta afirmación de Keynes”, un compañero suyo comentó: “¿Y quién soy yo para discutir a Keynes?” Pues eso, quién es Antonio Cabrales para discutir a Steve Jobs. Sobre todo, cuando Cabrales cogió un avión para ir a San Diego a hacer un doctorado, mientras mucha gente «que le quería» le decía que se quedara a hacer una oposición a Técnico Comercial y Economista del Estado.

Pues la verdad, si seguimos la introspección, también Cabrales se lo pensó dos veces antes de estudiar matemáticas o historia, que eran sus dos pasiones antes de hacer la licenciatura. Primero, porque pensaba que no iba a ser muy bueno en ninguna de las dos ocupaciones: segundo, porque le parecía que un economista mediocre tenía más opciones que un matemático o un historiador mediocre (en los años 80 del siglo pasado, hoy es otra cosa, como verán a continuación).

Un estudio de ISEAK, citado en el informe CyD, lo documenta de manera muy clara (gráficos 1 y 2), tanto en términos salariales como en la probabilidad de realizar un trabajo desencajado con los estudios. Es decir, que uno podría seguir su pasión y acabar con gran probabilidad en otra cosa y encima ganando muy poco dinero.

Gráfico 1. Probabilidad de encontrarse en diferentes rangos salariales por ámbito de estudios.

Fuente: Fundación ISEAK a partir de EILU 2019.

Gráfico 2. Probabilidad de desempeñar un empleo desencajado por ámbito de estudios.

Fuente: Fundación ISEAK a partir de EILU 2019.

Esto explica el alto número de personas que están arrepentidas de haber realizado estudios. Ziprecruiter hizo una gran encuesta para Estados Unidos y los resultados, aunque con algo de idiosincrasia, probablemente podrían ser parecidos en España.

Una cuestión importante es qué efectos tiene la idea de “seguir tu pasión” en términos de lo que finalmente hacen los estudiantes. Este estudio de Siy y coautores tiene una respuesta provocadora y preocupante. Primero, los autores documentan que este principio de estudiar lo que más les gusta es muy prevalente (en Estados Unidos). Después, (mediante una encuesta en la que el grupo tratado se le pregunta qué haría si sigue su pasión y al de control qué haría si estudia algo práctico), encuentran que el objetivo de «seguir tu pasión» es causa destacada de mayores disparidades académicas y ocupacionales de género en comparación con la ideología de los recursos; es decir, la idea de que uno debe buscar un campo que conduzca a altos ingresos y seguridad laboral.

Cuando se les propone a los encuestados escoger, antes de decir lo que quieren estudiar, una de estas tres alternativas: estudios que (a) “les permita seguir su pasión”; (b) que les “lleven a altos ingresos”; y (c) que “les permitan ayudar y apoyar emocionalmente a otras personas”, el hecho de sugerir la opción a) lleva a más disparidades de género incluso que la opción c) (también llamada comunal) que tiende a estar más relacionada con estereotipos femeninos.

Pero esta no es la única razón por la que sugerir que se siga la pasión sea una mala idea. Otro estudio de O’Keefe, Dweck y Walton muestra que la decisión de “seguir la pasión” nos hace creer que tenemos una “vocación” prefijada. Esta idea, aparte de ser incorrecta, tiene consecuencias negativas sobre nuestro desempeño.

El estudio es complejo y tiene 5 experimentos diferentes para probar las hipótesis. Pero para lo que nos interesa, el trabajo documenta que, si se induce en la gente la creencia de que los intereses (pasiones) son fijos y no algo que se descubre y se trabaja en ellos, no se anticipan posibles dificultades. En consecuencia, es más fácil que abandonen la “pasión”cuando esas dificultades se presentan, porque descubren que probablemente esa “pasión” no es realmente para ellos.

Espero haberles convencido de que simplemente decir a la gente que siga su sueño es una idea espantosa. Y, entonces, ¿qué hacemos? Para empezar, sería muy buena idea que los estudiantes supieran lo que hay. Sospecho que esto es especialmente importante para los hijos de las personas que no han ido a la universidad. Esos padres pueden tener una vaga idea de que la universidad es buena para sus hijos, pero no exactamente cuánto. En España, los universitarios tienen una prima salarial de casi el 50%, respecto a los que no han ido a la universidad. Pero como hemos visto, esta prima no es, ni de lejos, igual para todas las titulaciones. Es obvio que el salario o el tipo de empleo no puede ser la única consideración para la ocupación que uno elija. Pero tampoco es responsable esconder esa información.

Un artículo reciente de Carlana, La Ferrara y Pinotti muestra que proporcionar información puede ser bastante útil. Los autores encuentran que los hijos de inmigrantes en Italia estudian formación profesional en mucha mayor medida que los nativos (en relación con los estudios universitarios técnicos). Esto es particularmente cierto para los varones, que además repiten curso en secundaria en mayor proporción. Después muestran que una intervención (debidamente aleatorizada para que el efecto causal sea claro), proporcionando asesoramiento a estudiantes inmigrantes de altas capacidades, aumenta su probabilidad de ir a la universidad en lugar de a la formación profesional y también disminuyen la probabilidad de repetir curso. Este efecto es significativo solamente para los varones. El mecanismo que documentan es un aumento de la motivación académica y una mayor recomendación de los profesores para usar la vía universitaria. El efecto se traslada incluso a los compañeros inmigrantes de estos estudiantes tratados con la intervención.

¿Quiere decir esto que debemos “prohibir” a los chicos “seguir su pasión”? La historia está llena de artistas y hasta científicos que lo fueron contra la voluntad expresa de sus padres, que querían que los chicos fueran abogados, contables o médicos. Lejos, muy lejos, de mí la funesta manía de prohibir. Pero, no me parece buena idea hacer que los jóvenes tomen las decisiones más importantes de su vida sin toda la información sobre las consecuencias de sus decisiones. Y, ahora, que los cielos repartan suerte.

Hay 3 comentarios
  • Interesante entrada.

    Creo que el foco hay que ponerlo en la deuda. Me refiero a la deuda que tiene nuestra vida mental con el organismo que la hospeda. En ese sentido, si se trata de suministrar nutrientes y cubrir las necesidades básicas, además de algún que otro capricho, parece razonable buscar un trabajo por cuenta ajena que nos garantice todo ello.

    Ya que si no atendemos la deuda morimos por inanición. Debemos entender la actividad laboral como una necesidad o una obligación. El deber y la obligación son la base de la responsabilidad para con la vida. Si queremos vivir (bien).

    El problema es que el abismo que separa macro y micro nos paraliza, no se trata de ser productivos, o de redistribuir la riqueza sino de distribuir (sabiamente) la deuda vital (colectiva). Ya que al ser seres sociales e interdependientes podemos y debemos negociar para encajar la deuda que debe cada uno. ¿Cuánto cuesta una vida promedio?

    Si así lo hiciéramos, el trabajo dejaría de ser una obligación para convertirse en una opción incentivada por la propia inclinación personal o percepción subjetiva en base a una cualidades innatas que bien podrían ser testeadas desde la infancia.

    Un cordial saludo.

  • Estimado Antonio.

    Se que debería callar. Pero el tema de la colocación futura de nuestros estudiantes en el mercado laboral ha suscitado un determinado impacto en mi sensibilidad intelectual.

    Desde que nacemos hasta que morimos adquirimos una deuda natural que hemos de saldar con el trabajo. Como economistas podemos establecer un cálculo en función de una renta básica necesaria a lo largo de nuestra existencia. De hecho podemos deducir en función de muestras concretas un valor tipo de Deuda Vital Media (DVM).

    A partir de aquí, trazamos una línea desde cero años hasta la esperanza de vida promedio, que se corresponderá con el total de la DVM. Y establecemos una comparativa de la distancia y la velocidad en función de los ingresos, en los que se ve reducida la obligación de la deuda, entre todos, bajo el siguiente principio:

    La desigualdad económica se mide como la cantidad monetaria relativa que separa a cada individuo de su emancipación financiera.

    Sólo entonces, desde esta óptica podemos entender y analizar pormenorizadamente los distintos escenarios, entre ellos el de las colocaciones, en base a las relaciones laborales y al diferencial de ingresos en función del tipo de actividad.

    Gracias, y disculpas por mi vehemencia.

  • Brillante y necesaria entrada.

    Las pasiones, por otro lado, evolucionan a lo largo de la vida.

    Y algo te gusta solo si antes le dedicas atención y trabajo.

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