Abriendo las tripas del capital social

En estas páginas les hemos hablado con alguna frecuencia de capital social (la noción sociológica, no la financiero-contable). Pero, ¿qué queremos decir con esto? Buena pregunta, no es algo que sea fácil de definir, y justo de esto quiero hablarles. Pero antes, déjenme que les recuerde la razón por la que a los economistas nos preocupa tanto. En los años 90, el sociólogo americano Robert Putnam, publicó un par de libros que atrajeron mucha atención. En uno de ellos, “Making Democracy Work” atribuía las diferencias de desarrollo entre el Norte y el Sur de Italia a la falta de instituciones de participación cívica, el “capital social”, en el Sur. Este menor capital social era consecuencia de algunos accidentes históricos, como la colonización normanda del Sur. Después, en Bowling Alone, (primero un artículo académico y luego un libro muy recomendable), documenta el declive de esas mismas instituciones cívicas en los Estados Unidos y pronosticaba muchos problemas sociales y económicos (que en buena medida han sucedido) como consecuencia de ello.

Estos trabajos de Putnam han desencadenado una vasta literatura que investiga los efectos del capital social en el crecimiento económico, la salud, la educación, el crimen y muchos otros problemas. Este impacto en el crimen es interesante, porque aunque en algunas investigaciones el capital social parece reducirlo, en otras lo aumenta. Es decir, el capital social tiene también un “lado oscuro”. Pero como se puede ver en el último artículo que enlazo, el problema es que el capital social es algo muy amplio, quizá demasiado, y cada uno de sus aspectos puede tener impactos diferentes.

Hoy justamente les voy explicar una investigación muy interesante de Durante, Mastrorocco, Minale y Snyder donde los autores intentan separar los diferentes elementos y poner un poco de orden en el concepto. Otros autores que han estudiado el problema siempre han sido conscientes de que tiene muchas vertientes, pero hay al menos dos que aparecen con frecuencia. Una tiene que ver con las conexiones sociales entre individuos. Es decir, cuántos amigos tienen, en qué asociaciones realizan actividades (ésta falta de relaciones en la vida moderna americana es la que lleva a la triste imagen del “ir solo a la bolera” de Putnam). Pero otra parte de lo que se mide tiene que ver con la confianza y la cooperación. Por ejemplo, la confianza generalizada en los demás, en el gobierno, las actividades cívicas que se realizan (votar, donar sangre, no evadir impuestos).

El artículo de Durante y coautores aprovecha una base de datos italiana muy rica para hacer la tarea. Es una encuesta anual del Instituto Italiano de Estadística. Entre 2010 y 2015 entrevistaron a 600.000 personas. No solamente la muestra es muy grande, además realiza muchas preguntas sobre actitudes y comportamientos sociales. Por ejemplo, se les pregunta si participan en diferentes asociaciones (religiosas, deportivas, políticas, culturales, sindicales), si tienen participación política más allá del voto. También si confían en los otros ciudadanos y en las instituciones. En total son 24 preguntas relacionadas de una u otra manera con el capital social. Y además identifica el municipio de residencia de los que responden a la encuesta, de manera que la información tiene una buena representación geográfica (la mayoría de análisis anterior como máximo tenía una desagregación regional).

El primer análisis que realizan los autores es de “componentes principales” que resulta muy útil para resumir un conjunto amplio de variables de forma que condense bastante su información. Los autores se concentran en los primeros cuatro componentes, que explican un 45% de la variación de los datos. El primer componente, al que llaman “participación social” incluye seis preguntas sobre participación en asociaciones (culturales, deportivas, recreativas, medioambientales), el segundo, la “participación política” usa siete preguntas de participación en partidos políticos, sindicatos, y otras actividades políticas más allá del voto (manifestaciones, debates). El tercero, “confianza general” resume tres preguntas sobre confianza en los otros, en vecinos y en desconocidos. El cuarto, “confianza institucional” utiliza ocho preguntas sobre confianza en instituciones públicas nacionales e internacionales (el parlamento nacional, la judicatura, la policía, los partidos políticos, gobierno provincial, regional y ayuntamientos, asó como el parlamento europeo). Es interesante hacer notar que, aunque los componentes tienen alguna correlación, esta no es gigante. La más alta es entre participación social y política, y no llega al 40%. Algunas otras son mucho menores. Esto quiere decir que los componentes realmente miden dimensiones bastante diferentes del fenómeno.

Y ahora vamos a lo más importante. ¿Con qué correlacionan estas variables? Para empezar, todas ellas tienen una correlación alta con la educación. Los más educados tienen mayor participación social y política, y mayor confianza en los demás y en las instituciones. Algo parecido pasa con los casados respecto a los solteros. La edad presenta correlación positiva con la participación, pero no con la confianza. Aquí es importante hacer notar que no se puede distinguir el efecto cohorte con el efecto edad. Es decir, no sabemos si estos jóvenes participarán más de mayores, aunque la evidencia anterior sugiere que no, lo que se observa es probablemente más efecto de la cohorte que de la edad. Los empleados tienen más participación social y política y algo más de confianza en general, pero no más confianza en las instituciones. Los hombres tienen más participación social y política, pero menos confianza institucional.

Luego se estudian los aspectos comunitarios de las variables. Y aquí es donde surge una de las observaciones más sugerentes del estudio, para mi gusto. La relación de las variables que hemos mencionado antes es mucho más débil a nivel agregado. Es decir, aunque la gente con mayor nivel de educación es más participativa, la presencia de una proporción muy grande de personas educadas no hace que el municipio tenga mucha mayor participación. La explicación más probable de esta observación es que los fenómenos de participación y transmisión de ideas en las comunidades no son lineales. A veces basta una proporción pequeña de “líderes” para cambiar una dinámica. Esta es una de las razones por las que escribimos estas páginas. Esperamos que nuestros lectores sean esa levadura que hace levantar la masa y mejorar el discurso social, haciéndolo más basado en la evidencia y la razón.

Hay 4 comentarios
  • Muy Buenas, Antonio.

    En relación al capital social, como asiduo lector, quisiera romper una lanza en favor del capital humano que caracteriza este blog. No se trata de pasar cera ni de hacer la pelota, sino más bien de agradecer de forma personal la labor divulgativa tan relevante que representa NeG.

    Se lo dije un día a JL Jiménez, a mi la economía me importa cero, pero no llego a entender la miseria y la pobreza humana tan extendida en nuestro mundo. Y mucho menos la inacción o la omisión en un orden de prioridades en la aplicación o gestión de recursos destinados a estudiar y paliar dicho fenómeno.

    Afortunadamente, mi interacción desde que descubrí esta publicación ha sido la de contrastar mis creencias e hipótesis con las correctas y valiosas sugerencias de algunos profesionales que sin duda han moldeado en mi un carácter más exigente en cuanto a no abrazar según qué convicciones.

    De Jimeno me quedo con su honestidad intelectual, de Cabrales con su hacer equipo, de Libertad con su generosidad, de JL Ferreira con su implacable rigor, JL Corchón y su voluntad de hacer cantera (de calidad), y podría proseguir Antonia, Ainhoa, Lluís, Santi, Ferri, Judit, Beatriz.

    Son tantas las cualidades que atesora el equipo de NeG, que no resultan fácilmente cuantificables. Y esa “magia” de los imponderables, de lo intangible, otorga junto al rigor y al respeto por la actividad científica contrastable el valor real de este medio irremplazable.

    • Gracias, Jordi. Muy apreciado. En todo caso, el blog intenta mejorar tanto el capital humano, como el capital social del país. Somos una asociación también, conviene recordarlo. Y un grupo que intenta contribuir a los bienes públicos, locales y globales. Con la complicidad y el apoyo de los lectores, naturalmente.

  • Estimado Antonio, me permito compartir un articulo que publiqué junto a mi coautor Patricio Valdivieso en American Political Science Review en 2014 http://journals.cambridge.org/action/displayAbstract?fromPage=online&aid=9175231 que tiene resultados similares para datos de LAPOP en Estados Unidos, Brasil, México y Chile. Un resultado contraintuitivo es que que un shock de reducción de confianza interprersonal genera aumentos de participación, lo que habla de un proceso de formación capital social más complejo de lo que usualmente se piensa.

    • Gracias, Benjamín. Es bien interesante esto que cuentas. Me voy a leer el paper en detalle, pero seguro que los editores estarían encantados de publicar un resumen por aquí para nuestros lectores. ¿Os animáis a escribirlo?

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