La única prioridad del nuevo gobierno: el cambio climático

Si en Invernalia ha llegado el invierno, aquí está llegando el cambio climático, que en unos sitios será invierno, en otros verano, y en otros desastres naturales de diverso tipo y origen. Y si en Invernalia una buena parte de la población ha decidido dejar a un lado sus diferencias para enfrentarse juntos al Rey de la Noche y su ejército de muertos, aquí...  nuestros políticos siguen discutiendo sobre quién tiene la bandera más grande y el cambio climático avanza imparable. Dado que el objetivo de este blog en sus 10 años de vida es "promover el análisis y el comentario de prestigiosos investigadores económicos acerca de los principales problemas a los que se enfrenta la sociedad actual, con especial atención a España", creo que, aunque yo no sea ni prestigioso ni económico, es mi tarea como colaborador volver a traer aquí este problema, pero incidiendo cada vez con más intensidad en el hecho de que ya no se puede esperar ni un minuto más a abordar este problema. Esto es aún más urgente porque en la reciente campaña electoral previa a las elecciones generales del 28 de abril, las cinco fuerzas que copan una gran mayoría de los escaños del Congreso han hablado entre nada y cero de cambio climático, y esto da más miedo que los caminantes blancos.

Ya en octubre pasado escribí un post sobre que o actuamos ya mismo o no va a ser posible de ninguna manera mantener el calentamiento global por debajo de 1,5ºC. Mi propósito ahora es, de nuevo en la línea de este blog, aportar nuevas evidencias de que esto corre aún más prisa. Para empezar, la advertencia publicada en marzo pasado de que los modelos pueden estar subestimando los impactos del cambio climático. Lo que hacen los investigadores en este caso es usar la ola de calor y sequía de 2003 en Europa como banco de pruebas para evaluar lo bien o mal que van los modelos en condiciones extremas. Para ello consideran un conjunto amplio de modelos de impacto que afectan a la agricultura, los recursos hídricos, los ecosistemas terrestres y marinos, la energía y la salud de las personas, y comparan las predicciones de los modelos con los impactos observados en los distintos sectores. Como ejemplo, veamos el caso de la producción de trigo en el período considerado, recogido en la gráfica siguiente. 

Lo que vemos es que los círculos, que corresponden a la producción realmente observada, están en su mayoría por debajo de la banda que comprende la predicción de los distintos modelos, representados por las franjas naranjas. Tengamos en cuenta además que el eje vertical mide la anomalía, la baja producción, en desviaciones estándar respecto a la media, por lo que las bajas producciones son realmente bajas y extraordinarias. Se encuentran resultados parecidos para la producción de maíz o para la productividad primaria de los ecosistemas, y las predicciones también son malas para la mortalidad en los países del sur de Europa, que también superan ampliamente a los modelos. No todo es malo, ya que las predicciones de los modelos son mejores para los niveles de los principales ríos y también para la producción de energía hidroeléctrica, por ejemplo, pero los malos resultados en campos importantes como agricultura y salud añaden más preocupación a la que ya nos causa lo que dicen los modelos.

Por otro lado, otra ola de calor, en este caso la de 2018 en Reino Unido, nos enseña algo importante sobre percepción de cambio climático y sus consecuencias en el comportamiento de las personas. En este trabajo de abril, los autores aprovechan que dentro de que el verano de 2018 fue el más cálido registrado en Reino Unido, las temperaturas más extremas estuvieron concentradas en el sur y el este de Inglaterra para estudiar el efecto de dichas temperaturas extremas (que para ellos son temperaturas iguales o superiores a 29ºC, en Montoro los quería ver yo a 47,3ºC). Los resultados del estudio son fundamentalmente dos: en primer lugar, la exposición a temperaturas extremas tiene un efecto claro y significativo sobre la percepción de la seguridad energética, medida en términos de la posibilidad de futuros cortes de energía. El otro resultado importante es que incluso estando preocupados por posibles problemas con el suministro energético, el consumo no se vio afectado y los habitantes de regiones con temperaturas extremas consumieron igual que los que menos acalorados.

En este sentido, otro estudio aparecido este invierno incide más a fondo sobre como los hogares contribuyen al cambio climático. Para este trabajo, los autores utilizan datos del proyecto HOPE (HOusehold Preferences for reducing greenhouse gas Emissions in four European high-income countries), finalizado hace menos de un año y referido a Francia, Alemania, Noruega y Suecia. De entrada, los autores reconocen que estos países no son representativos del mundo pero sí argumentan que pueden serlo de entornos urbanos de países de la OCDE. De las varias conclusiones que resultan del artículo, dos son especialmente importantes en el contexto que estamos considerando aquí: los esfuerzos voluntarios realizados en los hogares no van a ser suficientes para llevar a cabo la reducción drástica de emisiones necesaria para el objetivo de 1,5ºC, siendo necesaria una política regulatoria impuesta desde los gobiernos para conseguir cambios de comportamiento significativos. Entre las contribuciones de los hogares al cambio climático, las derivadas de la movilidad resultan ser las más difíciles de atacar. La otra conclusión relevante es que hay una discrepancia clara entre las responsabilidades y las actuaciones necesarias de acuerdo a las políticas recomendadas sobre clima y la percepción de la responsabilidad en los hogares. En el artículo los autores citan textualmente de una de sus entrevistas (la traducción es mía):

"Yo ya he hecho mucho. ¿Qué hacen los otros, [...] por qué tengo que preocuparme cuando otros no lo hacen? Yo puedo sacrificarme [...] y poner el clima antes que otras cosas solo si todo el mundo colabora. Si fuera una ley todo el mundo tendría que hacerlo."

Hasta aquí hemos visto que los modelos pueden con mucha probabilidad subestimar los efectos del cambio climático en el futuro, que la gente puede estar percibiendo el cambio climático y seguir comportándose en modo business as usual, y que además, como en cualquier típico problema de bienes públicos, la gente que está contribuyendo a mitigar el cambio climático puede estarse cansando de ser de los pocos que lo hacen, y que se hace necesaria una actuación de los gobiernos para abordar el problema. Y aquí volvemos a la urgencia del asunto: aparte de lo que ya dije en el post de hace unos meses, a finales de marzo tuvimos el enésimo aldabonazo: la Organización Meteorológica Mundial publicó su último informe de situación cubriendo el período hasta 2018 incluido. El título lo dice todo: "El estado del clima en 2018 pone de manifiesto un aumento de los efectos del cambio climático" (nota de prensa y resumen aquí, documento en inglés aquí). En la nota de prensa se recogen, en español, los aspectos más destacados del informe, pero el mensaje es uno: el cambio climático y sus efectos se están acelerando: no solo todo va a peor en aspectos como desastres naturales, seguridad alimentaria, desplazamientos de la población, calidad del aire y salud, calor oceánico, nivel del mar, y un largo etcétera, sino que va a peor más deprisa.

Es en este contexto en el que surgen movimientos como el juvenil Fridays for Futureencabezados por la estudiante sueca Greta Thunberg. La gente joven se está dando cuenta de que el problema más gordo lo van a tener ellos, y sus mayores estamos de brazos cruzados, y se están hartando con razón, llegando a cuestionar hasta la utilidad de seguir yendo al colegio (cuestionamiento que aclaro que no comparto; de hecho más nos vale que vayan porque la lucha no acaba con nosotros). En sus propias palabras en foros como el de Davos o el Parlamento Europeo, me gustaría que el presidente del Gobierno que salga de las elecciones de ayer sienta "pánico, porque la casa está ardiendo". Todos los candidatos a presidente de los principales partidos tienen hijos jóvenes o muy jóvenes; deberían empezar a pensar en ellos si no quieren pensar en sus votantes o en su país. Evidencias de que el fenómeno está ahí y lo estamos creando nosotros, sobran. Evidencias de que se está acelerando y de que puede ser peor aún que lo predicho, sobran. Evidencias de que hacen falta políticas de mitigación y de que el problema no se va a arreglar solo, sobran. Los problemas que hay que abordar ahora mismo los resumimos en NeG aquí. Y si esperamos hasta que los caminantes blancos estén en la cripta de Invernalia, estamos muertos. Summer is coming. 

 

 

Hay 18 comentarios
  • España representa el 0,6% de la población mundial y el 1,7% del PIB. El impacto sobre el cambio climático (incluido el impacto local en España) de las medidas que pueda tomar el gobierno español en solitario sería, supongo, de ese orden de magnitud. Esto, evidentemente, no es una excusa para no hacer nada; pero sí implica que las acciones locales serán inútiles si no hay un colaboración internacional amplia, así que consegurila debería ser también una de las prioridades.

    • Gracias, Alfonso, totalmente de acuerdo: el trabajo tiene que ir tanto en la dirección de la lucha local como en la presión para conseguir amplios acuerdos internacionales. Aquí una vez más la Unión Europea debería ser un agente relevante, más que España por sí sola...

  • Siempre he sido muy escéptico con este asunto, y creo que es sobre por el tono exagerado de los "divulgadores" del asunto.

    Creo que se puede defender perfectamente la necesidad de ir a una descarbonización progresi de la economía sin caer en argumentos forzados como el de los peligros del calentamiento en Inglaterra....

    Por otra parte creo que se debe ser serio en este asunto y fijar objetivos políticamente posibles. Decir la verdad de los costes de estas políticas, que habitualmente penalizan a los sectores menos favorecidos,. La influencia y responsabilidad Europea en las emisiones de CO2 hay que llevarlas a su justa medida, sobre el 11% mundial, y el problema real no es Europa, sino principalmente China, resto del sudeste asiático, oriente Medio y EEUU.

    Quizá sea horade reconocer que el objetivo del 1,5 ºC es inviable porque la gente no quiere asumir los costes que tendría. Y me refiero a la gente de America, Asia o Africa.

    Por otra parte es inconsecuente hacer tanto énfasis en la mitigación, cuando la realidad nos dice que será un esfuerzo romántico e inútil, y no hacer casi ninguno en la adaptación. Si el peligro es real, dediquemos una parte importante de los esfuerzos a la adaptación.

    Vivir con 2 o 3 grados mas de calor en España es posible, aunque sea poco agradable en verano en el sur y mas beneficioso en el Norte. Aprovechemos las ventajas, que las habrá, y trabajemos para reducir los inconvenientes: ADAPTACION.

    • Gracias, Fernando. Siento discrepar de tu opinión sobre el tono exagerado. Es realmente poco exagerado porque tendríamos que estar poniendo una película de miedo de dos horas cada día en la tele para ver si a nuestros políticos les empezaba a entrar el miedo en el cuerpo. El ejemplo de Inglaterra es un ejemplo pero hay decenas de artículos científicos cada día incidiendo en el impacto del cambio climático en distintos sitios y de distintas maneras. Por seguir con la analogía de Juego de Tronos, tendremos que hacer contigo como con Cersei, llevarte un caminante blanco a tu casa a ver si así captas la indirecta (spoiler: Cersei la captó pero al final decidió mirar por lo suyo y no ir a la guerra con los demás).

      El objetivo de 1,5º C es viable por los pelos pero si, como bien dices, la gente no quiere asumirlo, pues el gobierno, los gobiernos, deberán actuar ya. Y por supuesto que hay que pensar en la adaptación, pero la mitigación es fundamental. Si no lo paramos en 1,5ºC y lo paramos en 2ºC siempre será mejor que los 5ºC que podemos tener en 2100 si no hacemos nada. Yo no lo veré y a lo mejor, ojalá no, tú tampoco, pero mis hijos sí lo van a ver. Y van a saber lo que es bueno.

    • La afirmación sobre China ilustra lo hipócrita del debate. La realidad es que China ni siquiera está entre los 40 países que más emiten en toneladas de CO2 per capita, que es como hay que mirarlo salvo que se quiera convertir a Andorra y a Liechtenstein en los "poster child" de la lucha contra el cambio climático. Los chinos emiten poco más de la mitad que los alemanes y dos tercios lo que noruegos y finlandeses.

      Pero es aún peor: habría que mirar las "emisiones históricas per capita": tendría poco sentido que los jóvenes chinos viesen limitada su capacidad de emitir para compensar lo que emitieron nuestros padres y abuelos en Europa.

      Pero, además, una inmensa mayoría de la población mundial, los que viven en Burundi, Congo, Somalia, Ruanda, Etiopia, Kenia, Sudan, Camerún, Costa de Marfil, Senegal, Corea del Norte, Colombia, India, Indonesia, Brasil, Egipto, Pakistan ... emiten menos de 3 toneladas per capita (muchos de ellos menos de 0.5 frente a las 6.1 de España, las 10 de los limpios alemanes, las 17 de los irreprochables canadienses o las 9 de noruegos y finlandeses).

      A poca justicia con la que se aborde esto, unos 5,000 millones (al menos) de habitantes del planeta deberían poder triplicar sus emisiones per cápita antes de que tuviésemos el menor "derecho moral" a pedirles que pararan, y eso haciéndoles pagar a ellos igual que nosotros por los "pecados" de NUESTROS padres.

      Salvo que hagamos como con nuestros propios ciudadanos y les "obligemos por ley" a no emitir

      • Gracias, José Pablo, reflexión muy cierta pero, como decía Mafalda en una tira, "es tan verdad que no sirve para nada". Hay que parar de emitir ya, los que lo hemos hecho en el pasado y los que no. Otra cosa es que los que no han emitido tengan autoridad moral para pedirnos ayuda a los que sí lo hicimos, y que deberíamos dársela. Pero el que ellos emitan ahora lo de antes lo único que nos llevaría es a todos, incluyéndolos a ellos, al desastre.

  • ¿Pero no estamos apoyando políticas de incremento de natalidad porque abordamos un desierto demográfico?. Parece intuitivo que un mayor número de personas debe causar mayor impacto ¿no?.

    Entiendo que el uso del automovil contribuye al calentamiento global ¿por qué regalamos entonces las carreteras?

    Creo que la producción de electricidad en centrales de carbón no ayuda. ¿por qué entonces subvencionamos la quema de carbón nacional y mantenemos "artificialmente abiertas" minas en Asturias y el Norte de Leon? ¿por que las personas se oponen al cierre de centrales como las de La Velilla en Leon?

    Si la juventud está tan preocupada ¿por qué queman París si se introducen medidas para reducir las emisiones? o ¿por qué rechazan por dos veces la introducción en el estado de Washington de una tasa a las emisiones?

    No sé, algo no me cierra. Salvo que estemos, una vez más en nuestra historia, buscando una escusa para que los "listos del cambio climático" nos obligen a todos a hacer lo que ellos estiman conveniente. El leer "los esfuerzos voluntarios realizados en los hogares no van a ser suficientes (...) siendo necesaria una política regulatoria impuesta desde los gobiernos" pone los pelos de punta. No gracias, cuando los gobiernos intervinieron para reducir la superpoblación en China los "individuos" sufrieron dramas personales intolerables. Gracias pero no, gracias.

    • Gracias, José Pablo, la necesidad de actuación del gobierno es un tema reiterado de discusión el que no voy a volver a entrar. Eso sí, los "listos del cambio climático" sabemos que se escribe "obliguen" y no "obligen" (no es un error accidental, está en los dos comentarios, en el otro como "obligemos") y "excusa", y no "escusa".

      • Gracias Anxo por la lección de ortografía. "Obligar" no es definitivamente un verbo que adore conjugar. Entiendo que para otros tiene mucho encanto. Siempre por el bien de los demás se entiende (al menos como "excusa").

    • Si la situación es tan dramática como la descrita, ¿por qué no se potencia la energía nuclear? Antes bien, se sigue denigrando una energía cuya producción emite CERO CO2.

      • Hola Gallito,
        Te lo explico fácil, dos palabras: Chernóbil, Fukushima.
        De nada!

  • El problema real es que no vemos donde está el problema real:

    1) El protocolo de Kioto fue adoptado el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, pero no entró en vigor hasta el 16 de febrero de 2005. En noviembre de 2009 eran 187 los estados que lo habían ratificado.3 Estados Unidos, que era cuando se firmó el protocolo el mayor emisor de gases de invernadero (desde 2005 lo es China), nunca lo ratificó.

    2) El protocolo forma parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), suscrita en 1992 dentro de lo que se conoció como la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro. El protocolo vino a dar fuerza vinculante a lo que en ese entonces no pudo hacer la CMNUCC.

    Toda esta historia del cambio climático viene de muy lejos, al menos llevamos 20 años hablando mucho pero no haciendo nada. Al contrario, en este WEB aparecen periódicamente artículos declarando las bondades de la implantación de impuestos al vertido de CO2 a la atmósfera, pero ningún artículo que diga que los vertidos de gases efecto invernadero deben de prohibirse y reducirse paulatinamente de forma obligatoria.

    ¿Dónde está el problema? ... En que le pedimos al gobierno que haga algo sin darnos cuenta que nosotros somos el gobierno y somos nosotros los que tenemos que hacer algo.

    La estudiante sueca Greta Thunberg, una niña de 15, es la única persona que parece darse cuenta que somos nosotros, y no nuestros gobiernos, los que tenemos que parar el vertido de CO2 a la atmósfera.

  • Bueno si la fuente de autoridad es una estudiante sueca de 15 años mal vamos. Por los demás eso de que todos los candidatos de los principales partidos tiene hijos tampoco se sostiene. La mayoría no tiene hijos. Por cierto, una buena medida -que sería interesante en muchos contextos- sería exigir que cualquier candidato a un cargo pública tuviera que tener al menos un hijo.

    • Gracias Pepón. Por supuesto, la fuente de autoridad no es ninguna estudiante sueca: es el Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC) o la Organización Meteorológica Mundial (WMO). En cuanto a lo de los candidatos de los principales partidos, al menos los que se presentaron a las últimas elecciones generales sí tienen: Pedro Sánchez, dos hijas; Pablo Casado, un hijo y una hija; Albert Rivera, una hija, y Pablo Iglesias, dos y esperando al menos otro/a.

  • Muchas gracias Anxo por el artículo, coincido contigo en que todo lo que hagamos es poco y, además, no estamos haciendo nada.
    A la hora de concienciar a la gente, creo que quizá fuera conveniente destacar que, sobre todo, el cambio climático es una catástrofe económica: sequías que laminarán cosechas y ganado, desastres que destrozan infraestructuras, etc.
    A mucha gente no les mueve el bien común ni el futuro de sus hijos, pero quizá si le mientas la cartera...

  • Muy de acuerdo con los expuesto.

    No obstante, resulta insostenible políticamente exigir a las masas abrocharse el cinturón en materia energética cuando no están siendo partícipes del crecimiento que desencadena el aumento de dichas emisiones. Si las masas europeas no disfrutan de los beneficios del crecimiento (chalecos amarillos) es difícil justificar que tengan que ser partícipes de los costes asociados al mismo.

    Económicamente, la eficiencia asignativa se valora en el mercado en base a criterios privados (beneficios y utilidades). El sistema de precios en una economía de mercado es lo mejor que tenemos a nuestra disposición para la asignación de recursos, pero tiene un fallo que siempre ha estado ahí escondido: los precios no incorporan toda la información relevante para valorar al eficiencia asignativa.

    El precio de mi billete de avión no incorpora los costes medioambientales asociados a las emisiones de los gases de alto impacto necesarios para que el avión vuele. Bueno, para algo están los instrumentos pigouvianos no?

    El problema es que habría que estimar los costes sociales de todo, no sólo de los billetes de avión: Cuál es el coste medioambiental del desarrollo urbanístico que exige una economía de mercado global? Cómo sería el comercio internacional si los precios reflejaran los verdaderos costes? Cuáles son los efectos intergeneracionales de aumentar la producción hoy?

    La mejor respuesta no deja de ser un hail mary: el progreso técnico proveerá. O no...

  • Sr. Sánchez:

    Estoy de acuerdo con casi todo lo que dice, pero me gustaría aportar un punto de vista nuevo.

    En su extraordinario libro "Bullshit jobs. The rise of pointless work and what we can do about it.", David Graeber dice:

    "Siempre que ocurre una crisis, incluso una crisis ecológica, hay llamadas al sacrificio colectivo. Estas llamadas siempre parecen implicar que todo el mundo trabaje más, pese al hecho de que, en términos ecológicos, una reducción masiva de horas trabajadas es, probablemente, lo más rápido y fácil que podría hacerse para salvar el planeta."

    Reduciendo la actividad podríamos vivir mejor, con menos estrés, menos dolencias causadas por el trabajo y más tiempo libre. Pero es que, además, reduciríamos la contaminación de nuestras ciudades y las emisiones de efecto invernadero. Habría también una ventaja adaptativa, ya que, incluso aceptando que el cambio climático es ya inevitable, estaríamos más libres para mudarnos a lugares menos afectados.

    El silencio imperante en este foro acerca de la obra de Graeber, y las absurdas amonestaciones sobre cómo conseguir mantener a toda costa las horas trabajadas pese al benefactor efecto de la tecnología en sentido contrario, son hechos reveladores de hasta qué punto estamos instalados en el paradigma equivocado.

    Como decía el difunto Sánchez Ferlosio (el mejor ensayista español de las últimas décadas, pese a carecer de un título superior), "mientras no cambien los dioses, nada habrá cambiado".

    • Estoy de acuerdo con este enfoque, no es posible afrontar problemas de esta dimensión desde un punto de vista únicamente del fenómeno: es necesario ir a la "root cause". Claramente las emisiones de gases de efecto invernadero son las consecuencia de un nivel de consumo insostenible. ¿Porqué, entonces, el esfuerzo gigantesto de reducir las emisiones manteniendo los niveles de consumo en lugar de, como dice Jaime, simplemente reducir el consumo a niveles razonables?

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