Desde el siglo pasado se viene hablando de la era de Acuario, en la que la humanidad pasará a un estado de paz y felicidad, en el que todos seremos hermanos y, en definitiva, a vivir en el mundo de los unicornios rosas. Lo cuenta muy bien Raphael en su famosa interpretación de "Aquarius", del musical "Hair". Como supondrá usted, amigo lector, esto de las eras astrológicas es una completa memez, del calibre de la homeopatía, pero las eras geológicas son una cosa mucho más seria. Y resulta que en la era de Acuario no, pero en el Antropoceno, una nueva época geológica, hemos entrado, y la cosa no pinta mucho en plan "flower power" que se diga...
Es posible que a usted esto de ponerle nombres a las cosas le parezca una bobada, pero nada más lejos de la realidad. Por eso pretendo discutir en este post cómo se ponen dichos nombres, qué importancia tiene la división del tiempo geológico y, sobre todo, por qué es tan importante el Antropoceno. Para ello, tenemos que empezar por hablar de las eras geológicas. ¿A usted le han dicho alguna vez que parece "del Pleistoceno"? ¿O se lo ha dicho usted a alguien? "Ser del Pleistoceno" es una expresión que indica que algo es muy antiguo, por no decir obsoleto o completamente desfasado, por lo que coincidirá conmigo es que una verdadera injusticia que a usted y a mí nos califiquen así. Pues el Pleistoceno es una época geológica que, a decir verdad, tampoco es que sea muy antigua, ya que comprende desde hace 2,5 millones de años hasta hace 12 000, y que forma parte del período Cuaternario de la era geológica del Cenozoico. Como puede ver a continuación en los cuadros que he fusilado de Wikipedia, las eras, y todavía a más gran escala, los eones, son la manera de intentar poner orden en la evolución de la Tierra, desde su origen hace casi 4600 millones de años hasta ahora mismo.
Así que tenemos eones, eras, períodos, y epocas. Hoy en día vivimos en el Holoceno, desde que acabó el Pleistoceno, como dijimos más arriba, hace unos 12 000 años. Copio de Wikipedia:
El inicio de Holoceno se establece en el cambio climático correspondiente al fin del episodio frío conocido como Dryas Reciente, posterior a la última glaciación, y comprende los últimos 11 784 años, tomando el año 2000 como base de referencia cronológica.3 4 5 Es un período interglaciar en el que la temperatura se hizo más suave y la capa de hielo se derritió, lo que provocó un ascenso en el nivel del mar. Esto hizo que Indonesia, Japón y Taiwán se separaran de Asia; Gran Bretaña, de la Europa continental y Nueva Guinea y Tasmania, de Australia. Además, produjo la formación del estrecho de Bering.
Y ahora que ya sabemos que el tiempo geológico se divide con un esquema muy concreto, ¿qué determina que estemos en una época o era o período o lo que sea? ¿Es esto una cosa tan arbitraria como la caída de Plutón, que quedó degradado a planeta enano por la Unión Astronómica Internacional en 2006? (UAI, por favor, esto hay que cambiarlo; a mis hijos les parece fatal que Plutón no sea un planeta. Ahí lo dejo.) Pues la verdad es que es muy poco arbitrario, y definir un nuevo período o época es bastante trabajoso, y necesita muchas evidencias y poner a mucha gente de acuerdo. Por eso decía más arriba que vivimos en el Holoceno, porque aunque parece que se va a aprobar definitivamente el comienzo del Antropoceno, todavía no está aprobado. Lo que ha salido en muchos periódicos las pasadas semanas (ejemplo), normalmente bajo el original titulo de "Bienvenidos al Antropoceno" es todavía una propuesta de una comisión que tiene que aprobar un pleno. El pleno es el de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (UICG), y la comisión (una subcomisión en realidad) es la de Estratigrafía del Cuaternario, que a su vez nombró un grupo de trabajo (en el que figura Alejandro Cearreta, de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea) sobre la necesidad (o no) de definir una nueva época, el Antropoceno.
Básicamente, lo que define que estemos en una nueva época o no es que haya evidencia global (es decir, que se pueda encontra en casi cualquier lugar de la Tierra) de que algo ha pasado, que no había pasado antes, y que se puede detectar y medir en los estratos. La evidencia tiene que ser muy clara; pero además, la división propuesta, la separación entre una y otra época, tiene que tener utilidad y sentido científico, es decir, puede ocurrir algo en los estratos pero después continuar la evolución natural como en la época precedente, y entonces no se propondría la nueva época. Así, por ejemplo, se considera que el Holoceno comienza cuando se ve en los estratos la huella del fin de la última glaciación y el consiguiente aumento del nivel del mar y de la temperatura (evidencia estratigráfica) y por la coincidencia con el Neolítico y el paso de la humanidad a sociedades agrícolas, con su correspondiente huella en términos de pólenes (utilidad científica).
En este sentido, el grupo de trabajo, en un artículo de este año titulado "El Antropoceno es funcional y estratigráficamente distinto del Holoceno" publicado en la revista Science, identifica varias evidencias en las que basar la propuesta de esta nueva época. En primer lugar, los depósitos estratigráficos contienen nuevos minerales y tipos de roca, que reflejan la rápida difusión de materials nuevos como el aluminio, el cemento y el plástico (se han llegado a encontrar rocas de plástico en Hawaii), que forman lo que se ha dado en llamar "tecnofósiles". A estos hay que añadir la concentración de carbón, ceniza, y partículas relacionadas, que se incrementa global y rápidamente a partir de 1950. En segundo lugar, desde el punto de vista geoquímico, también en torno a los años 50 comienza a aumentar la concentración de plomo 207, producto de la gasolina con plomo, así como los hidrocarburos poliaromáticos, los residuos de pesticidas y los de fertilizantes. En tercer lugar, aparecen los resultados de las explosiones nucleares ocurridas entre 1945 y 1980, primero de bombas de fisión y luego de fusión, incluyendo elementos que no existían antes de ser fabricados por el hombre como el plutonio 239. Con estas y otras evidencias geológicas, el grupo de trabajo tiene una propuesta muy sólida que parece que será aprobada en breve.
En cuanto a la utilidad científica, además de la propiamente geológica, la nueva época tendría conexiones con otros campos. Es el caso, por ejemplo, de la climatología: las concentraciones atmosféricas de CO2 y metano comenzaron a incrementarse hacia 1850 y sobre todo a partir de 1950, fenómeno que va asociado a la caída en la captura de carbono 13 en los árboles y en los fósiles calcáreos. La temperatura media del planeta ha subido de 0.6o a 0.9oC desde 1900 superando la variabilidad del los últimos 1400 años del Holoceno. El nivel del mar has subido 3.2 ± 0.4 mm/año entre 1993 y 2010 también superando las tasas del Holoceno. Además, asistimos también a pronunciados cambios biológicos, con tasas de extinción muy superiores a las normales desde 1500 e incrementándose aún más a partir del siglo XIX (sobre esto, es muy recomendable el libro "La sexta extinción", de Elizabeth Kolbert, premio Pulitzer 2015), y con alteraciones muy importantes de los ecosistemas debido a invasiones de especies de otros muy lejanos y a la agricultura y la pesca. Todo ello por no hablar de la aparición de nuevos microorganismos originados por el hombre, como por ejemplo las bacterias resistentes a los antibióticos.
Por tanto, el grupo de trabajo propone que se defina el Antropoceno como una época nueva del Cuaternario, a partir de un año que todavía estaría por fijar, probablemente en torno a 1950 por diversos motivos (se pueden ver varias propuestas alternativas aquí). Sin embargo, el grupo hace una observación muy importante (la traducción es mía):
"La formalización [del Antropoceno] es una cuestión compleja porque, al contrario que subdivisiones anteriores del tiempo geológico, la utilidad potencial de un Antropoceno formal tendrá impacto mucho más allá de la comunidad geológica. También expresa la forma en la que la humanidad está provocando cambios rápidos y extendidos en el sistema Tierra que persistirán en distintos grados y que podrían intensificarse en el futuro."
Es decir, el Antropoceno, si la UICG lo aprueba finalmente como parece, no es sólo una época, sino una llamada de atención: desde hace uno o dos siglos estamos transformando radicalmente la Tierra, y no nos hemos parado a pensar en ello ni mucho menos en las consecuencias que esos cambios pueden tener. Aparte de mi mantra habitual del cambio climático (qué estupendo septiembre hemos tenido, ¿no?) y de cosas bastante preocupantes como la que he mencionado de las superbacterias malvadas, nuestra acción sobre el planeta tiene muchas más facetas, y tenemos que entenderla como un todo y dejar de adoptar la actitud del avestruz (o peor aún, la de los políticos de derecha que luchan contra la ciencia porque no confirma lo que creen, o la de los izquierda que creen cualquier seudociencia antes que a la ciencia propiamente dicha). Si queremos que finalmente llegue la era de Acuario (pero por favor, sin unicornios rosas; y flores, las justas) necesitamos primero reconocer y luego entender el Antropoceno, porque si la fuerza que ha dado lugar a esta nueva época somos nosotros, nosotros también podemos decidir hacia dónde va el Antropoceno, el primer período geológico que no ha surgido de la evolución natural de la Tierra (véase por ejemplo The Economist pidiendo acción contra las superbacterias). La alternativa es sentarse a esperar que el equivalente al asteroide que acabó con el Mesozoico, con los dinosaurios y con la mayoría de especies vivientes entonces en la Tierra, haga lo propio con nosotros.