Mentalidad de suma cero

¿Si alguien se enriquece, significa que otros se están empobreciendo? Si estás de acuerdo con esta afirmación, tiendes a ver la vida - las interacciones económicas y sociales- como un juego de suma cero, y no eres el único.

Un posible origen del pensamiento de suma-cero es el realismo directo - la creencia que vemos las cosas de nuestro entorno objetivamente, y que la gente que difiere de nosotros está errada o mal informada. Esta creencia dificulta que podamos concebir la existencia de intercambios mutuamente beneficiosos (de suma-positiva), porque tales intercambios suelen surgir cuando lo que a uno le gusta mucho, al otro le gusta menos  (y por eso quiere intercambiar); o cuando lo que a uno le cuesta mucho de producir, al otro le cuesta menos.

El pensamiento de suma-cero también podría tener un origen evolutivo. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad había muy poco crecimiento y el control del territorio y el estatus social eran muy importantes, de forma que las ganancias de un individuo (o de un grupo) solían ir de la mano de las pérdidas de otro. Sin embargo, la tendencia al pensamiento de suma-cero parece ser bastante maleable. Por ejemplo, un estudio reciente muestra que la gente que creció durante períodos de bonanza económica suele tener mentalidad de suma-positiva. Igualmente, las vivencias de nuestra familia afectan nuestra mentalidad significativamente. Por ejemplo, si nuestros padres o abuelos experimentaron movilidad social ascendiente, somos mucho más propensos a ver el mundo como un juego de suma-positiva. Igualmente, los hijos y nietos de inmigrantes (y los propios inmigrantes) suelen tener mentalidad de suma-positiva.

La prevalencia de la mentalidad de suma-cero puede tener importantes efectos económicos, políticos, y sociales. Por una parte, puede afectar nuestras relaciones interpersonales, empezando por la voluntad de cooperar, de comerciar, y de nuestra capacidad de negociar, llegar a acuerdos y minimizar conflictos. El desarrollo de la economía de mercado y su correspondiente creación de riqueza y de bienestar habrían sido imposibles sin una cierta mentalidad de suma-positiva. Por otra parte, esta mentalidad también tiene un poder explicativo importante sobre nuestros posicionamientos político-económicos y puede cristalizar en nuestras instituciones. La mentalidad de suma-cero suele corresponderse con una visión negativa de la inmigración, y también con una visión más favorable de la acción afirmativa por motivos de género o raza, y de la redistribución. Una mentalidad de suma-positiva puede explicar que existan grupos demográficos que rechacen políticas redistributivas aunque a priori les beneficien (al menos, a corto plazo), o que las apoyen aunque les perjudiquen.

Aunque la mentalidad de suma-cero refleja un rasgo psicológico general, diferenciado de ejes ideológicos y demográficos habituales, no todo el mundo piensa igual sobre todos los aspectos de la vida. Por ejemplo, la izquierda tiende a ver las desigualdades económicas como un juego de suma-cero, como si el aumento del bienestar derivado del crecimiento económico beneficiara solo a unos pocos. Por otra parte, la derecha tiende a pensar que la ampliación de los derechos civiles para las minorías va en detrimento de la mayoría, o que aumentar las oportunidades laborales para las mujeres disminuye las oportunidades para los hombres.

Estos resultados son interesantes, y abren la puerta a más preguntas. Un siguiente paso natural es entender los errores en el pensamiento de suma-cero. ¿Somos capaces de distinguir las situaciones que son de suma-positiva de las que no lo son, más allá de nuestra tendencia general? Existen muchas situaciones de suma-positiva que podemos dejar de aprovechar por culpa de una mentalidad de suma-cero, pero posiblemente también existen situaciones de signo opuesto, como la inflación de notas en las escuelas. ¿Existe una heurística que nos permita afinar con precisión razonable? ¿Es posible consensuar qué tipo de situaciones son de suma-cero?  Hasta donde sé, aún no tenemos buenas respuestas cuantitativas a estas preguntas, pero esperemos que lleguen pronto.

Hay 9 comentarios
  • La redistribución de la riqueza de los partidos progresistas se basan precisamente en ese sesgo cognitivo de suma cero. Lo cual es retrógrado y arcaico.

    Lo efectivo es enfocarse en los pobres para que dejen de serlo, aunque sea peleando contra políticas socialistas y comunistan que buscan lo contrario.

    Una cadena es tan fuerte como el eslabón más débil, por eso es importante hacer que los pobres salgan de la pobreza con esfuerzo e incentivos, no con subvenciones

  • Un artículo muy interesante y relevante en estos momentos. Creo que nos ofrece otro prisma a través del concepto de "suma cero" para analizar la toma de decisiones tanto a nivel personal como en la política. Una herramienta que voy a utilizar mas a menudo de ahora en adelante desde luego 🙂

    Me gustaría preguntarte sobre la relación que puedan tener los conceptos de "suma cero" y "sostenibilidad", y los efectos de esta, si es que los hay, en la economía y la política. Gracias!

    Un saludo

    • ¡Muchas gracias! Pues por ejemplo, diría que el comercio de derecho de emisiones es una solución de suma positiva que puede hacer que contamine (y pague por ello) quien más lo necesita, y que quien no lo hace reciba una compensación. Esto puede permitir una mayor reducción de emisiones con una menor pérdida de bienestar, comparado con otras fórmulas.

  • Interesante entrada.

    La economía normativa podría ser un juego de suma cero. Un ejemplo de estrategia ganadora es montar una industria en un país en vías de desarrollo, con laxa o inexistente política laboral, con autoridades corruptas, y producir un producto a coste mínimo, vendiéndolo después en los países o áreas más desarrolladas a precios de producto de la máxima calidad. La ventaja económica se produce por explotación laboral directa en origen y expolio extractivo comercial en destino. El diferencial engrosa en cada iteración o ciclo económico las cuentas de la compañía, que podemos mantener mediante una estrategia de evasión fiscal o la creación de fundaciones filantrópicas.Negocio redondo.

    Estas actividades lesivas para el género humano, delictivas en una economía natural, pero legales en la economía formal o normativa, incluso alabadas y aplaudidas, son la expresión moderna de una decadencia espiritual inversamente proporcional al progreso material que predican.

    El engaño y la estafa, en ocasiones son la mejor estrategia. Y esto choca contra un planteamiento opuesto, basado en la honradez y el compromiso. Elementos que se mezclan en un cóctel en el que siempre acaban imponiéndose los mismos.

  • Muy interesante el artículo. Se puede rastrear la contraposición de suma cero y no cero en la historia del pensamiento económico. En los mercantilistas tenemos una visión de suma cero mientras que si comparamos con Adam Smith predomina una visión de suma no cero no solamente en su Riqueza de las Naciones, sino en la Teoría de los Sentimientos Morales.

  • La suma positiva no tiene en cuenta las posiciones relativas, lo que puede ser muy imprtante.

  • "como si el aumento del bienestar derivado del crecimiento económico beneficiara solo a unos pocos"

    Como es eso una Wmentalidad de suma cero"? Para ser suma cero, se deberia creer que ese crecimiento que se supone siempre beneficia a unos y perjudica al resto.

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