XX Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Económica - Monica Martínez-Bravo

Nota de los editores: Siguiendo nuestra entrada de ayer con el discurso de Eduardo Morales, publicamos hoy el discurso que Monica Martínez-Bravo dio en la ceremonia de entrega del Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Económica.

Discurso de Entrega del XX Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Económica

De Monica Martínez-Bravo (@monicambravo), 16 de septiembre de 2021

Buenas tardes a todos y a todas y gracias por su presencia. Es todo un honor para mi recibir este premio de la Fundación Banco Sabadell a la Investigación Económica. Gracias a la Consejera de Hacienda del Gobierno del Principado de Asturias, Sra. Ana Cárcaba por acompañarnos hoy, así como al resto de autoridades. Gracias a los miembros del jurado por reconocer mi trayectoria académica y un especial agradecimiento al presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu y al presidente de la Fundación Miquel Molins, y a todas las personas que han participado en la organización de este evento.

Recibir este galardón es muy especial para mi por varios motivos: En primer lugar por compartir esta ceremonia con un fuera de serie como Eduardo Morales. Eduardo: formar parte de cualquier “club” en el que tú estés, ya es un honor en sí mismo: enhorabuena por este merecidísimo premio.

En segundo lugar, la historia del Banco Sabadell está estrechamente ligada a Cataluña, región donde nací y crecí, y donde se quedó una parte de mi corazón cuando me fui para iniciar mis estudios de doctorado hace ya 16 años.  Muchas gracias, moltes gràcies.

En tercer lugar, por pasar a formar parte del distinguido número de economistas galardonados con el premio Fundación Banco Sabadell a los que admiro profundamente, entre ellos a mis colegas del CEMFI Diego Puga y Javier Suarez, a mi amigo y coautor Gerard Padró i Miquel y a mi amiga y compañera de doctorado Mar Reguant.

Gracias también a Manuel Arellano por sus palabras. Es ya un gran honor haber recibido esta glosa por uno de los principales científicos de este país. Si además es una persona de la calidad humana de Manuel, de Manolo, es sin duda muy conmovedor. Las personas que han tenido el privilegio de tenerte como colega, mentor, profesor, o director de tesis saben de lo que hablo. Manuel inspira e ilumina allá donde va.  Cuando echo la vista atrás a mi trayectoria académica, me doy cuenta que en el MIT se plantó la semilla de mi investigación, pero fue gracias al excepcional entorno que encontré en el CEMFI lo que hizo que la semilla germinase y diese sus frutos. Es gracias a colegas como Manuel Arellano y a los demás profesores y alumnos del CEMFI que se genera un entorno exigente, pero a la vez amable y estimulante, donde se nutre la investigación puntera. Este premio es tan mío como vuestro. Gracias a Manuel y también a Rafael Repullo y Samuel Bentolila por construir desde cero uno de los principales centros de excelencia académica de nuestro país y de Europa.

Este premio se lo dedico, como no podía ser de otra forma a mi familia. Mi marido Jorge y mi hija Emma están aquí hoy con nosotros. Gracias Jorge por todo tu amor incondicional, por ser mi guía, fuente de inspiración y el mejor padre que nuestra hija podría tener. Gracias Emma por darnos tanto.

También se lo dedico a mis padres: Antonia y Quirino, que han estado siempre a mi lado, celebrando mis éxitos y apoyándome en cada paso. Mis hermanos, Andrés, Lurdes, y Cristina fueron mis primeros ejemplos a seguir y me enseñaron el placer de aprender y progresar. A mis sobrinos Eric y Nil por ser una fuente continua de motivación para seguir tratando de entender como funciona el mundo que les tocará vivir.

En mi intervención quería compartir con ustedes algunas reflexiones sobre como mi trayectoria personal ha influenciado mi investigación, así como algunas áreas de la ciencia económica donde, en mi opinión, todavía queda mucho por hacer.

Yo nací en un barrio humilde, al que antes se le llamaba “barrio obrero”, de Barcelona llamado, Prosperitat, del distrito de Nou Barris. Mis padres emigraron desde Burgos a Barcelona con lo justo en los años 60. Ellos dejaron atrás una infancia de en un entorno rural, marcado por graves carencias materiales y mortalidad temprana. Este entorno no es muy diferente del que experimentan hoy en día las personas pobres en muchas zonas del planeta. De hecho, un momento clave en mi trayectoria profesional fue cuando recién llegué a MIT y cursé el curso de Economía del desarrollo que impartían Abhijit Banerjee y Esther Duflo. En las primeras clases describían como las personas pobres de alrededor del mundo viven su día a día y toman decisiones económicas. Recuerdo comentar con mis padres las similitudes y diferencias con lo que ellos experimentaron en su infancia y darme cuenta que no eran muy diferentes a la realidad que ellos vivieron.

Aunque este bagaje familiar puede sorprender en algunos entornos, la realidad es que la mayoría de personas en España tienen un historia familiar no muy diferente a la mía. A menudo se nos olvidada que la España de los años 40 era principalmente rural y pobre. En esos tiempos el ingreso per cápita en España era inferior al de Sudáfrica, y el PIB per cápita en Argentina doblaba al de España. Pero es cierto que no muchas personas que provienen de este entorno socio-económico llegan a tener la oportunidad de hablar desde esta tribuna o similares. A pesar del espectacular crecimiento económico español durante las últimas décadas y del acceso generalizado a la educación pública, la movilidad social en España sigue siendo limitada. En segundo lugar, porque sigue existiendo en nuestra sociedad cierto estigma por reconocer una procedencia de entornos humildes. Esto no es así en EEUU, por ejemplo, donde la etiqueta de “first generation college”, que significa formar parte de la primera generación en la familia con estudios superiores, se luce con orgullo.

¿Como conseguí llegar primero al MIT y estar hoy hablándoles a ustedes desde esta tribuna en Oviedo? La verdad es que a mi me sigue sorprendiendo. En mi historia personal, el acceso a una educación pública de calidad fue clave. En el colegio y el instituto tuve algunos profesores muy buenos. Pero el momento decisivo en mi trayectoria fue cursar estudios de Economía en la Universidad Pompeu Fabra. Por primera vez vislumbré lo que era la excelencia académica, y estuve en un entorno donde la mayoría de mis compañeros y compañeras buscaban aprender, progresar y sacar buenas notas. También se cruzaron en mi camino grandes profesores. Humberto Llavador, Maia Guell y Xavier Sala-i-Marti merecen una especial mención. Ellos creyeron en mi desde el principio, me animaron a proseguir estudios de doctorado y me apoyaron escribiendo cartas de recomendación.

¿Existe la igualdad de oportunidades? Mi historia personal podría parecer que así lo acredita. Pero hay tantos instantes en mi trayectoria donde el camino se podría haber torcido que no creo que mi historia pueda considerarse representativa. La desigualdad de oportunidades es en primer lugar una desigualdad en el acceso a la información. Un punto clave en mi paso por la Universidad Pompeu Fabra tuvo lugar cuando el profesor Xavier Calsamiglia organizó una charla para animarnos a solicitar estudios de master o doctorado. A mi todo aquello me sonaba a algo inalcanzable. Pero Xavier también habló de la existencia de becas que te permitían estudiar y también podían financiar la manutención. Esto fue toda una revelación para mi. Yo no era consciente de que estas ayudas existían y por supuesto mucho menos consciente de que yo podía acceder a ellas. Este último punto es importante puesto que algunas personas en mi entorno creían que, incluso si había becas, el sistema estaba probablemente amañado e irían a parar a algunos elegidos. La desigualdad de oportunidades es también una desigualdad en ambiciones y en confianza en el sistema.

¿Se puede decir que mi trayectoria ha sido fruto de la suerte? Por supuesto que no. Si algo que caracteriza mi trayectoria fue la perseverancia y el esfuerzo. Mis padres me inculcaron que no teníamos un minuto que perder: había que trabajar y estudiar todo lo que pudiésemos. Daba igual en lo que fuese. La falta de oportunidades para estudiar que ellos vivieron se transformó en la obsesión que sus hijos cursasen estudios universitarios.

¿Y por qué les cuento todo esto?

En primer lugar, porque en mi opinión la ciencia económica debe avanzar en entender mejor las barreras, económicas pero también psicológicas, a la movilidad social. Una literatura relacionada donde sí se han visto este tipo de progresos en los últimos años es en la literatura sobre diferencias género. Esta literatura ha sabido ir más allá de la hipótesis básica de la discriminación y ha puesto en énfasis en la acumulación de pequeños sesgos que dificultan la progresión profesional de las mujeres en diferentes estadios de sus carreras. Hay una mejor comprensión como ciertas normas sociales y estereotipos de genero fomentan la falta de ambición de las mujeres y amplifican la brecha de genero. Desde ver dibujos donde los roles masculinos son aventureros y los personajes femeninos los que se quedan “a salvo”, hasta como mujeres en escuelas de negocios intentan aparentar ser menos ambiciosas para encajar mejor en el grupo.

Otra literatura donde se han experimentado avances importantes es en el campo del desarrollo económico, donde yo he desarrollado parte de mi investigación. Existe un mayor entendimiento sobre cómo las situaciones de pobreza generan niveles de estrés que menguan la capacidad cognitiva de las personas y dificultan su toma de decisiones. ¿Seríamos capaces de usar la cantidad de fertilizante óptima si no hemos dormido la noche anterior? ¿Seríamos capaces de recordar cuando viene la campaña de vacunación a nuestro pueblo o cuando tenemos que inscribir a nuestros hijos en un programa de ayuda escolar si llevamos varios días preocupados porque no tenemos qué comer? Aunque estos estudios suelen centrarse en contextos de pobreza extrema, algunas de sus lecciones podrían ser relevantes a los contextos de vulnerabilidad en las economías avanzadas. Promover la salud mental y fomentar los entornos familiares estables desde un punto económico, pero también psicológico, pueden ser piezas claves para progresar hacia sociedades donde haya una mayor igualdad de oportunidades.

La segunda razón por la que les hablo de todo esto es por que, desde mi punto de vista y sin querer sonar dramática, el futuro de la humanidad puede depender de ello. En los últimos años hemos experimentado un aumento dramático del número de personas que han dado su apoyo a opciones políticas de corte populista: desde Trump en EEUU hasta Bolsonaro en Brasil. Estos cambios políticos a menudo reflejan que amplias capas de la población han perdido su confianza en el sistema político y se sienten “abandonadas” por el sistema. Es posible que estas tendencias vayan en aumento en los próximos años. La adopción de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, la robótica, y la creciente concentración empresarial pueden conllevar un aumento notable de la desigualdad.

¿Qué implicaciones puede tener vivir en una sociedad donde amplios sectores han perdido su confianza en el sistema? La pandemia del Covid-19 nos ha proporcionado el mejor ejemplo. La colaboración ciudadana en el seguimiento de las directrices públicas ha sido clave en la lucha contra el virus. Algunos estudios han demostrado que las regiones con mayores niveles de confianza en el sistema político siguieron de manera más estricta las recomendaciones públicas y contuvieron en mayor medida el avance del virus. Es más que  probable que la lucha contra el cambio climático también requiera la cooperación de amplias capas de la población y una mayor confianza en los expertos y en la comunidad científica.

No querría finalizar sin una breve descripción de cómo mi trayectoria ha influenciado mi trabajo presente y futuro.

Mis principales contribuciones académicas se han enmarcado en el campo de la Economía Política. En dos artículos publicados en 2014 y 2017 estudié el papel de los funcionarios públicos durante la transición democrática en Indonesia. Aunque una amplia literatura había comparado los efectos económicos de los regímenes democráticos y autocráticos, muy pocos estudios habían analizado cómo los detalles de la transición en sí, podían afectar el desarrollo institucional posterior. En estos artículos utilizo modelos teóricos y datos micro-económicos para mostrar de manera rigurosa como la presencia en el poder de funcionarios públicos del antiguo régimen, puede dificultar la consolidación de la democracia a nivel local. Esta línea de investigación intenta incorporar los factores políticos como determinante de la calidad de los servicios públicos y de las condiciones de vida de los ciudadanos.

Más recientemente he iniciado varios proyectos de investigan las causas y consecuencias de la falta de confianza de los ciudadanos en el sistema político, en la ciencia y en la medicina. En uno de estos proyectos he investigado como la difusión de información negativa sobre las campañas de vacunación en Paquistán fue utilizada por los Talibanes para generar desconfianza en las vacunas. Con datos micro-económicos mostramos que estos hechos redujeron de manera muy sustancial las tasas de vacunación infantil y conllevaron un aumento en los casos de poliomielitis.

En otro estudio reciente realizado junto con Carlos Sanz del Banco de España realizamos un experimento aleatorio donde proporcionamos información a un grupo de personas sobre la calidad de la gestión de la pandemia en su región. Cuando esta información es negativa, las personas expresan una mayor desconfianza en las instituciones públicas y disminuyen sus intenciones de vacunarse contra el Covid-19.

En el futuro, quiero centrar mi investigación en estudiar los factores que contribuyen a que las personas más vulnerables se sientan “abandonadas” por el sistema político y económico. Averiguar sus preocupaciones y empatizar con sus críticas es necesario para diseñar un sistema político que trabaje para todos y no deje a nadie atrás.

Muchas gracias.