Mujeres, fertilidad y las mejoras en el acceso a los metodos anticonceptivos de urgencia: “cuando el plan b se convierte en el plan a”

Por Dolores Jiménez Rubio

La difusión y el acceso a distintos métodos anticonceptivos han sido sin duda un factor crucial en la progresiva incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Uno de los principales métodos anticonceptivos que supuso una revolución en este sentido fue la píldora anticonceptiva, un fármaco oral que, aunque desarrollado hace más de cincuenta años, su uso y y su extensión al conjunto de mujeres (tanto casadas como no) en EEUU no tuvo lugar hasta una década más tarde. Aprovechando el diseño cuasi experimental en el acceso a la píldora sin permiso paterno por los diferentes estados norteamericanos en diferentes periodos temporales, el trabajo seminal llevado a cabo por la ganadora del premio Nóbel de 2023, Claudia Goldin, junto con Larry Kratz, (comentado en un blog anterior), encontró que la píldora fue uno de los principales mecanismos de mejora del control de la fecundidad de la mujer, invirtiendo más en su educación y posponiendo la maternidad.

En los últimos años, la disponibilidad en el acceso de servicios de planificación familiar ha coincidido además con una caída notable en la tasa de embarazos no deseados, tanto en países desarrollados como en países en desarrollo, tal y como se pone de relieve en un pionero estudio reciente (ver aquí). Sin embargo, en el citado estudio se señala que a pesar de que los programas de planificación familiar han impulsado el uso de métodos anticonceptivos, los cambios en las preferencias de fertilidad y el reemplazo de métodos anticonceptivos permanentes podrían suponer importantes limitaciones para combatir la existencia de embarazos no deseados.

En un trabajo reciente (ver aquí) se evalúan los efectos de la mejora en el acceso de la llamada “píldora del día después” (PDD), el fármaco anticonceptivo de urgencia más común que tiene como objeto reducir la tasa de embarazos no deseados así como la de los abortos posteriores. Como su propio nombre indica, la efectividad de la píldora anticonceptiva de urgencia es mayor cuanto antes se toma tras haber mantenido relaciones sexuales, especialmente dentro de las 24 horas siguientes. Por ello, y siguiendo las directrices de la Comisión Europea, la mayor parte de países europeos han optado por mejorar el acceso a la PDD facilitando la compra de la pastilla sin prescripción médica, pero lo han hecho de forma gradual. Nuevamente los autores de este trabajo han explotado la implementación escalonada de las reformas que tanto nos gusta a los economistas empíricos, en este caso en el ámbito europeo, pata poder obtener estimaciones causales robustas sobre los efectos de esta medida. El país pionero en dispensar la PDD sin necesidad de receta médica fue Francia, que aprobó la compra de este fármaco en 1999, y los últimos países que han aprobado esta medida han sido Italia Polonia, Albania, y Croacia (aunque Polonia restableció esta medida en 2017 y es junto con Hungría la excepción en la adquisición sin receta de anticonceptivos orales de emergencia en el conjunto de la Unión Europea, UE).

¿A qué conclusiones llegan los autores de este interesante trabajo? Por un lado, y como es de esperar, el estudio de Pfeifer y Stockburger pone de manifiesto que tras la implementación de la venta sin prescripción médica de la PDD tanto las unidades vendidas como los ingresos de venta se dispararon aumentando en más del 90%. Sin embargo, y a diferencia de estudios anteriores más específicos centrados en países concretos, los resultados apuntan a un efecto nulo en abortos y enfermedades de transmisión sexual, y a un (inesperado) aumento en la fertilidad que además no se produce en adolescentes sino en individuos comprendidos en un rango de edad de los 24 a los 35 años. El efecto nulo en la tasa de abortos se puede explicar por dos efectos contrapuestos: por un lado la PDD puede ayudar a reducir la tasa de abortos ya que el fármaco se puede obtener más fácilmente y a tiempo para que sea efectivo; por otro lado, sin embargo la PDD puede inducir a la práctica de relaciones sexuales sin protección, y por lo tanto a un mayor número de embarazos no planificados.

A partir de datos más completos (incluyendo el consumo mensual de diversos anticonceptivos orales) procedentes de algunos países europeos concretos, los autores encuentran que uno de los mecanismos que pueden explicar los resultados obtenidos es precisamente la reducción en el uso de los métodos anticonceptivos tradicionales. Es decir, la venta de la PDD sin receta ha convertido “el plan B en el plan A”, sustituyendo un mecanismo anticonceptivo altamente eficaz de uso regular por uno de urgencia con bastante menos probabilidad de éxito.

Los efectos de la PDD sobre la fertilidad son ciertamente contrarios a los esperados, y al objetivo último de esta política que es precisamente reducir la tasa de embarazos no planificados. Aunque debatible, es posible que estos datos se puedan recibir con poco rechazo en un contexto, el europeo, con una de las tasas de fertilidad más bajas a nivel global, y tasas de reemplazo inferiores al 2.1 (ver aquí). Además, los resultados del trabajo, en su conjunto, apuntan a un aumento de los embarazos en relaciones estables y no en adolescentes como han señalado algunos estudios anteriores. Sin embargo, el hecho de que la PDD se pueda estar utilizando en sustitución de métodos anticonceptivos tradicionales requiere de mayor implicación y conocimiento por parte de las autoridades sanitarias y de campañas de información efectivas que permitan revertir esta situación.

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