¿Más tiempo o más dinero?

time_moneyEsta mañana se me atragantaba el desayuno al leer este artículo en el periódico. La tesis del reportaje es una que hemos escuchado muchas veces: el dinero no da la felicidad, es mejor trabajar menos para poder “vivir” más. Mi primera reacción al leer el artículo fue de rechazo instintivo. Luego me pregunté por qué.

En realidad, el artículo no hace más que explicar en palabras el modelo económico estándar de oferta de trabajo. En general, las personas tendemos a valorar el consumo de bienes y servicios (que se compran con dinero), y también el tiempo de ocio (en el artículo, “tiempo libre para dedicarnos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos”). Pero para conseguir dinero, hay que sacrificar tiempo de ocio trabajando, y el tiempo trabajando entra de manera negativa en la función de utilidad, es decir, nos hace “infelices”, frente al tiempo de ocio que nos hace más felices. Así, hay que encontrar el equilibrio adecuado entre trabajo y ocio, es decir, elegir cuánto queremos trabajar para ser lo más felices posible (“maximizar nuestra función de utilidad”). Seguramente, ese equilibrio no estará ni en trabajar 24 horas al día, 7 días a la semana, y ganar un pastón, ni en no trabajar en absoluto y tener todo el día de “tiempo libre” pero sin ganar un duro.

Personas diferentes elegirán trabajar más o menos según sus preferencias (su “función de utilidad”); es decir, según les guste más o menos comprar cosas, o les disguste más o menos trabajar. Aunque evidentemente, “lo ideal es el combo: conseguir un trabajo que nos den mucho millones [sic] mensuales trabajando solo un par de horas al día. No abundan.” Hasta aquí, nada que objetar.

Sin embargo, el artículo concluye, en base a un estudio, que “Si tuviéramos a dos personas que fueran por lo demás iguales, aquella que decidiera que el tiempo es más importante que el dinero sería más feliz que la que solo optara por el dinero”. Ni siquiera voy a entrar en la metodología del trabajo de investigación que citan para extraer esta conclusión, que desde luego no permite realizar afirmaciones causales como esta. Lo que me molesta es que se excluya la posibilidad de que el tiempo que uno pasa trabajando pueda ser también una fuente de satisfacción. ¿Qué pasa, que el tiempo en el trabajo no es tiempo también? ¿De verdad apuntarme a un cursillo de cerámica me va a hacer más feliz que asistir a un congreso de expertos mundiales en un tema que me interesa, como la economía laboral? Pero lo primero es “tiempo libre” y lo segundo trabajo.

Lo que el modelo básico de oferta de trabajo no incorpora, pero que en este caso me parece crucial (y que se puede incorporar fácilmente, como hace el modelo de “compensating differentials”), es que todos los trabajos no son iguales. Aparte de que unos pagan mejor que otros, distintos trabajos tienen distintas “cualidades no monetarias”, que hacen que sean más o menos atractivos, y además el atractivo de un mismo trabajo puede variar de unas personas a otras. Por ejemplo, para un mismo sueldo, yo preferiría trabajar de bibliotecaria que de taxista, pero seguro que hay personas que no están de acuerdo.

Lo que me fastidia de ese artículo, y de todos esos vídeos supuestamente “inspiradores” que circulan por las redes sociales, es esa (a mi parecer, falsa) dicotomía entre “trabajar” y “vivir”. Sé que soy una afortunada, pero no creo que sea la única que disfruta de su trabajo. A mí, ser soldado o minero me haría muy infeliz (creo), pero el tiempo que paso ejerciendo como profesora de economía me hace bastante feliz. Si tuviera que trabajar la mitad de horas ganando lo mismo, no creo que fuera más feliz (es verdad que tampoco querría trabajar mucho más, aún a cambio de ganar más).

Sí, seguramente la mayoría de la gente no disfruta del tiempo que pasa trabajando. Por desgracia, conozco a personas muy infelices en su trabajo, que “soportan” para llegar a fin de mes, o que tristemente con 50 años están ya deseando jubilarse. Pero los trabajos no solamente son “tiempo que sacrificas a cambio de dinero”. También todos conocemos a personas que disfrutan enormemente de su trabajo a pesar de ganar poco, y teniendo la posibilidad de elegir otros trabajos mejor pagados (y con quizá menos dedicación). Se me vienen a la mente (además de muchos académicos) varios amigos artistas.
Ciertos trabajos tienen “amenities” para ciertas personas, aspectos no monetarios que hacen que quieras hacer eso “aunque fuera gratis” (ejem, como escribir en este blog). Por ejemplo, conozco a personas que no han hecho el doctorado a pesar de interesarles la investigación, por parecerles demasiado “sacrificio” en términos de tiempo (horas de trabajo durante el doctorado, posibles postdocs después, etc). Me parece perfectamente respetable. Pero para otras personas, poder dedicarse de lleno a su investigación no es un sacrificio, sino un privilegio.

Me molesta esa idea de que “vivir” o “disfrutar de la vida” consiste necesariamente en trabajar (y por tanto ganar) menos. Me parece una visión más optimista, más ilusionante, sobre todo para los jóvenes, intentar trabajar en algo que a la vez te dé de comer y te haga feliz, y no tener que esperar a la jubilación para poder “hacer lo que quieres con tu tiempo”.

Me parece muy triste la premisa de que trabajar nos aleja de la felicidad, que el trabajo es algo triste y deprimente que hay que hacer lo menos posible para luego poder “vivir”. El artículo afirma que los millennials “consideran el trabajo solo un medio para tener estabilidad y bienestar”, y valoran “la flexibilidad y la conciliación de la vida laboral con la personal” por encima del salario. ¿Qué fue de la idea del trabajo como medio de realización personal? ¿No sería fantástico poder trabajar en algo que nos hiciera sentir útiles, realizados, productivos, que nos hiciera sentir que estamos contribuyendo a un mundo mejor? Me niego a aceptar la idea que parece cada vez más extendida de que lo que nos hace más felices es no hacer nada, el “tiempo libre”. Los grandes científicos, los grandes deportistas, las personas a las que admiramos y que han contribuido a un mundo mejor, ¿no se han esforzado en su trabajo? ¿No habrán disfrutado de hacer lo que hacen, y hacerlo lo mejor posible? ¿Es el esfuerzo necesariamente algo que hay que tratar de evitar por todos los medios?

Volviendo a la pregunta del artículo con el que abría esta entrada: “Si el objetivo en esta vida es ser feliz, ¿lo conseguiremos a base a amontonar euros o será necesario disponer de tiempo libre para dedicarnos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos?” ¿Y si no tuviéramos que elegir? ¿Y si pudiéramos ser felices mientras realizamos una actividad que además nos diera de comer? Esta me parece una idea más interesante que trasladarle a las próximas generaciones, más que esa falsa dicotomía entre “amontonar dinero y estar siempre amargado trabajando” frente a ser “pobre, pero ocioso y feliz”.

P.d.: Para saber más sobre este tema, ver este Ted Talk del economista Dan Ariely sobre la motivación en el trabajo.

Hay 26 comentarios
  • Una reflexión acertada sobre todo en la crítica a la idea, muy extendida, de que el trabajo es un mal desde la expulsión del Paraíso.
    No obstante, parte de una premisa falsa: Las personas pueden elegir. Esta premisa la comparten muchos economistas como Friedman o Rallo. Pero como en muchos otros temas, la Ciencia Económica no puede modelizar la realidad con las curvas de indiferencias y las rectas de restricción de los consumidores.
    La decisión de trabajar o tener más tiempo libre, no es libre ya que el mercado laboral no esta en competencia perfecta por lo que las decisiones están condicionadas, la mano invisible no funciona.
    La resolución del problema que plantea el artículo no es fácil puesto que se mezclan aspectos éticos y económicos.

    • Gracias por tu comentario, Miguel. Desde luego, es evidente que no podemos elegir con total flexibilidad cuántas horas trabajar, y en qué trabajo. Pero también me parece obvio que no somos agentes completamente pasivos. Con restricciones, sí, pero claro que podemos elegir. Podemos elegir qué estudiar, y cuánto. Podemos elegir si buscar trabajo sólo en nuestra ciudad, o probar suerte en otro sitio. Y muchas otras cosas. Evidentemente, con restricciones impuestas por nuestras circunstancias y por las instituciones de la sociedad en la que vivimos. No hace falta creerse que vivimos en una situación de "competencia perfecta" ni ser Friedman para reconocer que tenemos al menos un cierto control sobre nuestra vida.

  • Libertad, enhorabuena por tu articulo. Lo comparto plenamente. Me alegra saber que en esta época en la que "la moda" es estar indignado, da igual contra que o contra quien, hay personas capaces de enfocar la vida positivamente.

  • Felicidades por el artículo, me parecen unas reflexiones totalmente acertadas.

    Sin embargo, lo más probable es que la mayoría de la gente tenga trabajos que no les llenen tanto como a usted el suyo. Por lo que la reflexión del artículo al que hace referencia, probablemente, se cumple para la mayoría de la población.

    Por otro lado, me parece que en un contexto laboral de alta rotación, temporalidad y parcialidad, este artículo viene a decirle a una parte de la sociedad que va muy justa de ingresos que no se preocupe tanto y sea feliz aprovechando su tiempo libre. En fin, igual tengo el día paranoide y no tiene nada que ver.

    • Gracias Raül. Sí, supongo que tienes razón en el primer punto. Si tu trabajo te desagrada enormemente, el salario tendría que ser muy alto para compensarte trabajar más horas, en vez de usarlas para hacer algo que te gusta. Es ese caso, querrías trabajar "lo mínimo posible" para poder comer, y listo. El tema del desempleo o subempleo involuntario es diferente, estaríamos hablando de personas que quieren trabajar más horas, pero no pueden.

  • Hola. Depende de lo que entendamos por trabajo. Normalmente una misma actividad se considera o no trabajo, dependiendo de si se ejerce de forma voluntaria o como resultado de una obligación contractual. Por tanto, es obvio que el trabajo, esto es la obligación de trabajar, solo puede ser una fuente de malestar y en ningún caso de bienestar, incluso en los casos en que la persona se siente satisfecha con lo que hace: si no existiese la obligación nada impediría a estas personas seguir haciendo lo que hacen, por tanto su bienestar no se vería afectado. En conclusión, el trabajo no se puede considerar bajo ninguna circunstancia como algo positivo. Al contrario, es en el mejor de los casos un mal necesario.

    • No estoy de acuerdo, Ernest. El trabajo es siempre voluntario, aunque sea bajo contrato. La definición de "trabajo" frente a "ocio" es que por trabajar te pagan.

      • En el momento en el que necesitas dinero para cubrir tus necesidades básicas (y todo el mundo necesita dinero), el trabajo deja de ser voluntario.

        • Más de 1 de cada 5 adultos (20-64) en España no está trabajando ni buscando trabajo. Claramente, obligatorio no es. Ahora podemos tener una discusión filosófica sobre el significado de la palabra "voluntario".

      • No lo veo claro. Desde este punto de vista un esclavo también trabaja de forma voluntaria, puesto que elige entre trabajar y recibir latigazos.

        • La cuestión filosófica de qué entendemos por "libertad individual" daría desde luego para hablar largo y tendido, mejor con unas cervezas por delante 😉

          Estoy de acuerdo, evidentemente, en que no todo el mundo tiene las mismas opciones. Pero, con respecto a la vida laboral de uno, sí que pienso que todos tenemos elecciones, no somos agentes meramente pasivos, aunque por supuesto operemos en un entorno y unas circunstancias que imponen restricciones.

          • Decir que el trabajo es voluntario porque nadie puede obligarte a la fuerza a realizarlo es obviar todas las penurias que los trabajadores de este país han pasado en los últimos años, en los que las condiciones laborales (no hablo sólo de sueldos) han empeorado continuamente con la amenaza de "y si no te gusta ya sabes dónde está la puerta". Horas extras sin pagar, disminución de descansos, aumento de la cantidad de trabajo porque se despide a compañeros para ahorrar, etc. son sólo aceptados porque los trabajadores no tienen muchas más opciones, ante un mercado laboral incierto. Incluso cuando el mercado de trabajo está en buenas condiciones a casi nadie le gusta cambiar de trabajo frecuentemente.

  • Magnífico, como de costumbre. Una cosa es que un modelo no permita incorporar determinado tipo de variables, otra distinta incorporarlas dándoles predeterminadamente un valor negativo y otra todavía más distinta es decidir directamente no tenerlas en cuenta.

    No soy experto, pero seguro que hay datos buenos para saber para cuánta gente, además de los profes de Economía, el tiempo de trabajo es un sumando en la "felicidad".

  • Acabo de leer el artículo de El País y la verdad es que no me parece descabellado.
    El problema está en la definición de "trabajo" y de "tiempo de ocio". Creo que cuando uno "trabaja" siempre se soporta un "sacrificio" que no se soportaría si no se recibiera dinero a cambio. Por supuesto ese sacrificio puede ser variado: desde estar picando piedra a algo tan simple como perderte el partido de fútbol de tu hijo para terminar un artículo. Y no nos engañemos, ese sacrificio siempre está ahí aunque a veces esté escondido.
    Piénsalo Libertad, harías exactamente lo mismo que estás haciendo, desde el mismo sitio y con los mismos horarios si tuvieras dinero suficiente? A mi me encanta mi trabajo, y si me hago esta pregunta la respuesta es que no: hay algunas tareas que subcontrataría, momentos del día que dedicaría a otras actividades y determinadas personas a las que evitaría.
    Por otra parte tenemos la definición de "tiempo de ocio". "Tiempo de ocio" no es "no hacer nada", el tiempo de ocio es un tiempo en el que uno puede hacer lo que decida: jugar con el niño, estudiar, construir un pequeño programa informàtico, escribir un libro, etc. De hecho, en mi caso, muchas de las cosas que hago durante mi tiempo de ocio a algunos les puede parecer "trabajo" (dedico mucho tiempo al estudio y al desarrollo de proyectos en plan "hobby").
    Con esto no veo descabellado que intercambiar dinero a cambio de "tiempo de ocio" le puede hacer a uno más feliz.

  • De acuerdo con Libertad (y con Dan Ariely) en que trabajo no es sólo dinero y tiempo no es sólo ocio. Muy probablemente el grado de satisfacción con nuestro trabajo tenga que ver con el esfuerzo y la motivación que dediquemos a ser buenos en nuestro oficio (como profesora de economía, pero también como carpintero, como modista o como físico teórico) y con el reconocimiento que nuestros resultados despierten.
    También muy probablemente la cuestión no es tan simple (¿cómo entran aquí las expectativas, cómo el desajuste educativo y en competencias?) pero plantearlo como una dicotomía en la que el trabajo castiga y el ocio premia tampoco parece muy adecuado.
    Bonito tema de investigación, ¡ánimo!

  • Para ver bien la diferencia entre trabajo y ocio, nada como Tom Sawyer pintando la valla de la casa de su tía 🙂

  • No sufras con los lugares comunes Libertad. Hay tantas posibilidades de abordar las ideas de "ocio" y "trabajo" como personas ... o incluso más: la playa con los niños es una opción deseable cuando estoy en la oficina a las 3:00 de la mañana y, después de 7 días "disfrutando la playa", es el estar a las 3:00 en la oficina lo que me parece deseable.

    Mi sueldo me puede parecer muy "motivante" hasta que mi mujer se entera de lo que gana el marido de su hermana y me lo cuenta y entonces me desmotivo y prefiero el ocio (Taleb dixit).

    Hay gente que no necesita el dinero pero prefiere trabajar (W. Buffett va todos los días a la oficina) y gente que necesita el dinero pero no trabaja (Bukowski no iba todos los días a la oficina).

    ¿y los deportistas de élite? ¿trabajan o están de ocio?

    Y todos podemos elegir mucho, pero podemos elegir menos con cada elección que tomamos: a los 18 a lo mejor puedo elegir salir de mi valle minero asturiano, a los 30 con más dificultad y a los 50 "casi", la voluntad lo puede todo, seguro que no. Cuando no tengo hijos puedo "decidir" mi consumo con más facilidad que después de haber tenido 7, que ya no decido mi consumo. Y nunca podemos elegir "todo" (hay poca gente de Puente Almuhey, provincia de León, que "elija" estudiar en Harvard).

    La buena noticia es que tenemos más opciones ocio-trabajo que hace 100 años, la mala que la realidad no se somete ni a lugares comunes ni a funciones de utilidad ... afortunadamente!!

  • El estereotipo del artículo de El País encaja muy bien con el origen etimológico de la palabra trabajo en castellano – aparentemente proviene de tripalium, un instrumento de tortura romano. 🙂

  • ¿Trabajar voluntariamente, o sea, por placer? Como norma básica, si la economía pretende ser una ciencia, debe eludir toda referencia a conceptos sin definición rigurosa posible, tales como "voluntario", "libertad", "racional", "motivación" y "placer".

    Mucha gente cree hacer cosas por placer y en realidad lo hace tan compelida como la persona más menesterosa. Aparte de la utilidad en sentido clásico (ganar dinero para comprar bienes y servicios), suele haber una obligación psicológica: calmar la ansiedad, eludir el aburrimiento, sentirse parte de algo, mantener vínculos con otras personas. Estos motivos nada tienen que ver con la utilidad del salario, pero son importantes porque contribuyen a la depreciación del factor trabajo (por exceso de oferta) que observamos en el mundo actual.

    En general, la economía se encuentra todavía en pañales en lo que respecta a estas cuestiones. El enfoque clásico sostiene que una sobreoferta de factor trabajo es imposible porque la gente es naturalmente reluctante a trabajar y, en cambio, posee un apetito infinito de bienes y servicios, los cuales se consumen fundamentalemente en el tiempo de ocio.

    Esta premisa no siempre es explícita, pero sigue subyaciendo a la mayor parte de la teoría vigente. ¡Y no puede ser más falsa!

    • De acuerdo en que no me parece muy productivo el debate sobre la definición exacta de "voluntario" o "placer". Lo relevante en este caso es que existe la posibilidad de elegir, en lo que respecta a la vida laboral de uno.

      Sobre el uso de conceptos con definición poco rigurosa en economía, es difícil superar a "utilidad", y mira lo lejos que ha llegado (no estoy de acuerdo en que signifique "ganar dinero para comprar bienes y servicios", eso sería "consumo").

      • Quizá a causa de tu (bonito) nombre, te veas condicionada a creer que existe la "libertad".

        La realidad es que no sabemos si existe o no; la cuestión del libre albedrío es filosófica y ha dado lugar a debates nunca zanjados.

        Lo cierto es que una rama mayoritaria de la economía postula que la libertad existe, en las sociedades "avanzadas" y democráticas, en una cuantía considerable. Esto es un error de base en una disciplina que pretende ser científica, ya que el concepto "libertad" no es científico. Precisamente la ciencia niega la libertad, pues postula que todo lo que ocurre tiene una causa y por tanto no puede haber ningún ente que "elija".

        Ahora bien, incluso aceptando una definición laxa de libertad e incorporándola a la economía, nos encontramos evidentemente que dicha libertad, que en el terreno del consumo puede ser de algún modo reconocible, en el terreno del trabajo es algo verdaderamente excepcional. Poquísima gente elige trabajar y poquísima gente elige en qué trabajar.

        Las consecuencias de esto son enormes, pues refutan la validez de la economía para identificar y medir el bienestar. En efecto, si alguien gana más que antes por su trabajo, pero su vida laboral se deteriora, probablemente tendrá que aceptar la nueva situación aunque sea en conjunto peor que la anterior. La economía dirá que su bienestar ha aumentado (renta, consumo), pero esto es falso.

        • Efectivamente, la microeconomía clásica se basa en el supuesto de que podemos elegir (qué consumir, si trabajar o no, etc). Por supuesto, con restricciones, y es nuestro trabajo (el de los economistas) saber identificar, en cada contexto, las restricciones relevantes. Estoy de acuerdo en que medir el bienestar es difícil, pero no creo que eso invalide a la economía como disciplina. Nadie dijo que fuera fácil.

  • buenos dias

    Estudios sobre la satisfacción en el trabajo, la disonancia cognitiva, etc que os ayudarian ya existen, y lo hacen los sociologos del trabajo y la psicologia social. Un poco mas de interdisciplinaridad seria util para todos. Sobre satisfacción en el trabaj,o ya hace mas de 25 años que lo estudie, hay clasicos desde los años 50.

    Por cierto un tema muy interesante

    • Gracias por tu comentario, Miguel. Por si no se notaba, este era un artículo de opinión (de una economista), no una revisión de la literatura. En ningún momento he sugerido que nadie haya investigado este tema antes, que yo sepa. Si tienes referencias de trabajos relevantes que crees que nos pueden interesar, a mí y a los demás lectores, te agradeceré que las compartas.

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