Acción afirmativa universitaria basada en ingresos familiares

Por Luiz Brotherhood

La acción afirmativa se refiere a políticas públicas y prácticas empresariales que buscan mejorar la inclusión de grupos específicos (en función de su género, raza o nacionalidad, entre otras características) en áreas donde su participación es baja, como la educación o el empleo. Un ejemplo son las políticas de cuotas universitarias, donde una fracción de las vacantes se asigna a grupos minoritarios. Estas políticas son controvertidas porque generan efectos heterogéneos sobre el bienestar de la población, y su impacto en la eficiencia asignativa de los recursos económicos es ambiguo.

En el artículo Income-based affirmative action in college admissions, junto a Bernard Herskovic y João Ramos, estudiamos los efectos de las políticas de acción afirmativa universitaria sobre el bienestar, la movilidad social y la eficiencia económica. Nuestro país de estudio es Brasil, donde se lleva a cabo el segundo examen de admisión universitaria más grande del mundo.

¿Los estudiantes de familias de bajos ingresos tienen un rendimiento universitario inferior al de los estudiantes de altos ingresos? ¿Esta relación cambia si comparamos estudiantes en la misma aula y con grados de admisión similares? Para responder a estas preguntas, utilizamos microdatos a nivel de estudiante provenientes de dos exámenes nacionales en Brasil: el ENEM (Exame Nacional do Ensino Médio) y el ENADE (Exame Nacional de Desempenho de Estudantes). El ENEM es el segundo examen de admisión universitaria más grande del mundo (después del examen Gaokao chino) y se utiliza como único criterio de admisión en la gran mayoría de las universidades brasileñas. El ENADE es un examen desarrollado por el Ministerio de Educación con el objetivo de evaluar todos los cursos superiores del país.

Tabla 1: Rendimiento universitario según niveles de ingresos

Un simple análisis de regresión considerando diferencias demográficas observables (edad, sexo y raza) muestra que los estudiantes de bajos ingresos tienen, en promedio, un rendimiento universitario inferior al de los estudiantes de altos ingresos (primera columna de la tabla 1). Este patrón se vuelve menos fuerte, pero aún es estadísticamente significativo, al comparar estudiantes en la misma aula (columna 2).

Sin embargo, si además controlamos por los grados de admisión universitaria, encontramos que los estudiantes de bajos ingresos tienen un rendimiento mejor que sus compañeros con ingresos altos (columna 3). Un estudiante de un entorno desfavorecido que obtiene la misma calificación de admisión que un compañero con más ingresos, tiene características positivas (que los investigadores no observamos) que le permiten obtener un mayor retorno universitario.

Esta evidencia apunta que podría existir un aumento de la eficiencia a través de políticas de cuotas universitarias basadas en ingresos, ya que este tipo de políticas tienden a sustituir a los estudiantes de altos ingresos con calificaciones de admisión cercanas al umbral de aceptación, por estudiantes de bajos ingresos que fueron rechazados pero están muy al límite de la admisión.

Para comprender los efectos agregados de las políticas de acción afirmativa universitaria, desarrollamos un modelo macroeconómico de agentes heterogéneos en el que las familias toman decisiones educativas y de consumo. El ingrediente principal del modelo es que los gastos educativos que se realizan antes de la etapa universitaria afectan el capital humano y la calificación de admisión universitaria en intensidades diferentes. Esta discrepancia entre la productividad en el mercado laboral y la capacidad de admisión universitaria genera un escenario en el que las familias adineradas realizan inversiones educativas elevadas, aumentando significativamente sus probabilidades de admisión universitaria y aumentando menos que proporcionalmente el capital humano de sus hijos. En este entorno, las políticas de cuotas pueden aumentar la eficiencia asignativa de la economía porque el retorno de capital humano de un solicitante de bajos ingresos puede ser mayor que el de un solicitante adinerado que obtiene el mismo grado de admisión.

El modelo está calibrado para reproducir estadísticas educativas y del mercado laboral brasileño, como la proporción de estudiantes en escuelas y universidades públicas, los gastos educativos agregados, la desigualdad y la movilidad social.

Figura 1: Acción afirmativa para personas de bajos ingresos

Para comprender los trade-offs relacionados con las políticas de cuotas basadas en ingresos, representamos en el lado izquierdo de la figura 1 el PIB y el bienestar agregado en el modelo como una función del número de cuotas ofrecidas para los estudiantes de los dos primeros quintiles de ingreso familiar. Se observa que estas dos variables aumentan para niveles bajos de cuotas, pero disminuyen a medida que la política de cuotas se intensifica.

Para ayudar a entender la razón de esto, la representación en el lado derecho muestra que, para niveles bajos de cuotas, la habilidad promedio de los estudiantes en las universidades públicas aumenta con la intensidad de las políticas de acción afirmativa. Esto se debe a que los estudiantes pobres que son rechazados en el límite de la admisión, tienen retornos educativos más altos que los estudiantes ricos que son admitidos también en el límite de los criterios de admisión (y que quedan justo por encima). Este mecanismo se agota cuando hay un alto número de cuotas. Por otro lado, una consecuencia negativa inmediata de la política de acción afirmativa es que las familias adineradas reducen sus inversiones educativas en los niveles anteriores al universitario, lo que contribuye a la disminución del PIB.

El ejercicio anterior muestra la existencia de un nivel óptimo de cuotas universitarias. Investigamos esta cuestión utilizando dos criterios de optimalidad. Primero, buscamos la política de acción afirmativa basada en ingresos que maximiza la eficiencia asignativa en la economía, medida por el PIB. Segundo, buscamos la política de cuotas que maximiza el bienestar agregado de los agentes.

Figura 2: Distribución de ingresos y acción afirmativa

La figura 2 muestra la distribución de ingresos de los estudiantes en las universidades públicas en tres escenarios diferentes (sin cuotas y con los dos tipos de cuotas óptimas). Las barras rojas muestran como, si no hay cuotas, el 75% de los estudiantes en las universidades públicas provienen de familias en el quintil más alto de ingresos, mientras que solo el 2,2% proviene del segmento de ingresos más bajos. Este patrón desigual de acceso replica los datos brasileños de 2004.

La política que maximiza la eficiencia asignativa (barras azul oscuro) es una política de acción afirmativa: la cantidad de estudiantes más ricos que asisten a universidades públicas disminuye en un 10%, y estas plazas se redistribuyen entre estudiantes de otros grupos de ingresos. El PIB aumenta un 0,23% como consecuencia. Este aumento puede parecer pequeño, pero la cantidad de plazas en las universidades públicas también era pequeña en el año que utilizamos para calibrar el modelo: solo el 4,8% de las personas entre 18 a 35 años asistían a universidades públicas en 2004.

La política óptima que maximiza el bienestar (barras azul claro) es aún más intensa en términos de reasignación de plazas entre grupos de ingresos: la cantidad de estudiantes en el quintil más alto disminuye un 25% y el número de estudiantes en el segmento de ingresos más bajo se triplica. Esta política beneficia al 80% de las familias, pero los hogares con ingresos altos salen perjudicados.

En 2012, Brasil implementó una política nacional de cuotas universitarias en la que el 50% de las plazas en todas las universidades públicas están reservadas para estudiantes de acción afirmativa. La ley brasileña utiliza tres criterios para determinar la elegibilidad de un solicitante para la cuota, basados en el ingreso familiar, la raza y el tipo de escuela a la que asistió en la educación básica, favoreciendo a aquellos estudiantes que asistieron a escuelas públicas. Según nuestras simulaciones, la política brasileña beneficia al 73% de las familias y aumenta significativamente la movilidad social en el país.