Saltos y trampas en las política públicas

Traducimos y reproducimos por su interés este artículo de Guillem López Casasnovas publicado originalmente en El Punt Avui

Linealizar o “secuenciar” son términos que se ajustan bastante bien, de manera sintética, a lo que aquí quiero comentar. La idea a enfatizar es que va contra la buena praxis el forzar a que se tomen decisiones del blanco al negro, a saltos e intervalos, estableciendo diferencias allá donde hay continuidades y progresión suave. Tiene que ver con la necesidad de corregir discontinuidades, cuando como, por ejemplo, hasta un cierto umbral los requerimientos y consecuencias son unos, pero, sobrepasado ese límite, el marco se convierte en otro bastante diferente. Así financia el sector público los medicamentos: si el medicamento está en catálogo, el estado financia el 60%; fuera de catálogo, nada. Los tipos impositivos son diferentes en los impuestos a las empresas: hasta un cierto número de trabajadores (Pymes) un tipo impositivo (más bajo); fuera de éste, otro (más alto). Igual pasa con los convenios colectivos, o en las inspecciones fiscales por volumen de ventas. Y también en la protección frente a la falta de autonomía funcional y la dependencia, donde observamos prestaciones monetarias o servicios estratificados de acuerdo con grados y niveles discontinuos para las personas con discapacidades funcionales.

La realidad es, sin embargo, más bien continua (en niveles de efectividad de los fármacos, dimensión empresarial, situación de dependencia). A pesar de esto, es una aproximación que pretende simplificar la operativa la que la hace discontinua: si entre 31 y 40 puntos identificamos una situación, y de 41 a 50 otra totalmente diferente, y las dos están asociadas a dos niveles de derechos diversos, es probable que por poco compasivo que sea quien lo decide, encontremos muy pocos 40 y muchos 41; especialmente si quien evalúa no soporta las consecuencias financieras de su decisión. En la corrección de exámenes, donde padecemos nosotros las presiones en revisión, mucho nos cuidamos ya  de no calificar 4.9, sino que o bien puntuamos por debajo o por encima, visto el infinito que supone para un estudiante ya un aprobado o un suspenso. De modo similar no puede sorprender en este contexto el esfuerzo y las presiones de los proveedores, pongamos que de medicamentos, viendo lo decisivo que resulta estar en el catálogo, puesto que de lo contrario quedan al albur del pago del usuario al cien por cien.

El caso más importante conocido de estas discontinuidades es el de la llamada trampa de la pobreza. Esta resulta del hecho de establecer un programa para todos aquellos que no superen una determinada renta, de forma que se les garantiza una renta de inserción. Digamos que esta renta es de 400 euros. Pero para ser elegibles no se pueden superar los 700. Está claro que con 400 euros no se vive y que es probable que la persona intente incrementar la renta garantizada con algún pequeño trabajo adicional, en la medida en que no alcance aquella cuantía que elimina la prestación pública. Porque si ganara trabajando un euro por encima de los 700, acabaría perdiendo 400. Quiere decir que la renta adicional (a 701 euros) soportaría un tipo de impuesto marginal del 40 mil por ciento! En estas condiciones, está claro que, por poco que la persona pueda, sumergirá su actividad para no perder el subsidio público. O, puestos a tener la misma renta (400 euros) trabajando o no, es probable que prefiera no trabajar. Es la trampa que ancla a los pobres en la pobreza, no por la malevolencia de estos, sino simplemente por el mal diseño de una política con una discontinuidad tan elevada.

El tema gana interés cuando se contemplan los dos lados del presupuesto (ingresos y gastos) y valoramos las rentas residuales. En los países nórdicos, aumentar la renta no provoca únicamente un aumento en el tipo del impuesto sobre la renta, sino que elimina prestaciones que se determinan según prueba de medios: es decir, se devengan en la medida en que el nivel de renta es bajo. Y así llegan aquellos países fácilmente a tipos marginales efectivos de más del 80%. Pero, contrariamente a lo que pensaría un economista de su homo economicus, los nórdicos continúan trabajando! El valor del trabajo que dignifica, que se hace permeable a otras obligaciones familiares, en la educación de los niños, a la formación propia, etc. es al parecer su mejor antídoto.

Nosotros, sin embargo, no somos nórdicos. Vemos la tributación como una coacción fiscal y no como una contribución para financiar entre todos los bienes colectivos, de forma que mientras sea ésta la cultura fiscal, todas aquellas políticas que contienen trampas, discontinuidades, saltos en los derechos que se meritan u obligaciones que se generan, necesitan un “fine-tuning” (tuneado) importante, y más cirugía fina que hachazos. De este modo, una baremación por puntos y un reescalado del valor del punto de acuerdo con el global de financiación disponible podría ser un camino en los cuidados de dependencia para corregir algunos efectos de eficiencia y equidad bastante aleatorios. Y, en éste y otros ámbitos similares, nuestra política pública necesita mejorar sustancialmente.

Hay 11 comentarios
  • Cierto, pero hay que ser muy meticulosos en el diseño de las políticas de ajuste fino. Un ejemplo muy de actualidad es el de los rescates financieros de países, que tendrían como una de sus finalidades evitar el ajuste abrupto que se produciría en el caso de no poder financiarse en los mercados. Sin embargo, estamos viendo en el caso griego que, incluso implementando un mecanismo de ajuste fino, sigue habiendo una percepción de que los rendimientos del esfuerzo se mueven de manera abrupta, en el sentido de que los griegos sienten que sólo serán capaces de sacar un rendimiento que compense su esfuerzo cuando paguen la totalidad de la deuda. Como muchos ven lejano, casi imposible, ese momento, surge la tentación de parar el esfuerzo. Es decir, yo creo que el ajuste fino puede ser un reto casi permanente, incluso cuando ya existen políticas de ajuste fino.

    Un cordial saludo.

  • No se si es bueno o malo que los españoles se parezcan o no a los nórdicos (dos categorías geográficas cuyo interés psicológico no creo que alguien haya probado). Sí se que los humanos tenemos el desafío de que no podemos medir adecuadamente todas las cosas que quisiéramos. Si tuviéramos mediciones precisas de todo lo que nos interesa medir, seguro que las usaríamos. Si uno se interesa en mejorar las mediciones, lo primero es analizar en profundidad las pocas cosas que hemos aprendido a medir de manera precisa (y no son tan pocas como lo prueban todas las estructuras materiales enormes que nos rodean y no se nos caen encima).

    Por supuesto, las cosas que interesan en ciencias sociales y políticas públicas son casi todas multidimensionales y cada dimensión se da en un rango continuo dentro de dos extremos no siempre bien definidos. Por lo tanto no nos queda más alternativa que simplificar y la cuestión es simplificar bien, lo que no significa que la simplificación deba hacerse en función de la posibilidad de medición. Al respecto, si uno quiere analizar y medir pobreza le recomiendo revisar los cientos de trabajos financiados por el Banco Mundial desde que McNamara decretó que era tarea prioritaria.

    Los problemas prácticos derivados de la imposibilidad de mediciones adecuadas son muchos pero no justifican que se cometan errores groseros. No creo, sin embargo, que la comisión de esos errores sea mayor en el país A que en el país B. Agradeceré referencias.

  • Creo que el problema no debería de ser cuestionarse qué porcentaje intentan esconder de los pocos ingresos que perciben (economía sumergida), sino por qué, y qué porcentaje de población se encuentra en el umbral de pobreza.
    Ese es el problema. Las personas en España que no llegan a final de mes con sus gastos más mínimos, aún y teniendo un trabajo.

    No creo que el problema sea cuestionarse cuánto supondría gastar en la renta de inserción y cúanta gente haría el "paripé" para cobrarla. Al fin y al cabo, qué ganan, 1000 euros?

    Mejor intentar que esas personas cobren 1000 euros en nómina y paguen sus impuestos.

    Se que suena a tópico, pero discutir los 400 euros, y esconder otras barbaridades me parece inútil. No lo digo por NadaesGratis!

    Un saludo!

  • A medida que avanzaba en la lectura me ha venido a la cabeza este post en Politikon de Roger Senserrich
    http://politikon.es/2014/08/06/servicios-para-pobres-y-tipos-marginales/

    en que una mirada que -a mi juicio- comparte el mismo marco teórico que el artículo de López Casasnovas.
    Pero el nuestro más que un problema de medida -que lo es- es un problema de decidir medir, cómo, cuándo, con qué periodicidad y para qué. Y esas preguntas sólo se responden desde el ejercicio de una política pública no sólo efectiva sino honesta. Tenemos un problema de valores, no por ello irresoluble, sólo más difícil.

  • Si fueramos nórdicos los consejeros del Banco de España habrían avisado y/o intervenido con el desastre de las cajas de ahorros y aqui no se hizo nada de lo adecuado y el Sr. López Casasnovas sabe que como en otros ámbitos similares, nuestra política pública necesita mejorar sustancialmente, y en ocasiones saber dimitir cuando los resultados de dicha política han llevado el país al borde del abismo.

  • Gracias por los comentarios y por el interés mostrado, siendo tema del que estoy dirigiendo una tesis en la UPF de Helena Hernandez Pizarro Son textos relevantes en la materia ciertamente los de Chetty que encontraréis en Chetty et al. (2011, QJE) para el caso danés y el mercado laboral: http://qje.oxfordjournals.org/content/126/2/749.abstract
    También Almunia & López-Rodríguez (2014, BdE DT 1419) caso español con las empresas y el auditing, ya reseñado en el blog http://www.bde.es/f/webbde/SES/Secciones/Publicaciones/PublicacionesSeriadas/DocumentosTrabajo/14/Fich/dt1419e.pdf y en NEG: https://nadaesgratis.es/?p=27783

    Otros casos más aplicados son relativos a los Diagnosis Related Groups DRG outputs hospitalarios médicos en neonatos: Jürges & Köberlein (2013, DIW DP 1314):_ http://www.diw.de/documents/publikationen/73/diw_01.c.425729.de/dp1314.pdf
    O en Educacion: Dee et al (2011, Stanford WP) : http://cepa.stanford.edu/content/rules-and-discretion-evaluation-students-and-schools-case-new-york-regents-examinations

    Ya entiendo que no somos nórdicos Tampoco aspiro Sólo destaco comportamientos Véase al respecto http://www.henrikkleven.com/uploads/3/7/3/1/37310663/kleven_jep_july2014.pdf También de Saez y colegas en cumplimiento fiscal en http://pubs.aeaweb.org/doi/pdfplus/10.1257/jep.28.3.169

    Comentarios de cómo linealizar, re-escalar manteniendo presupuestos cerrado, evitando moral hazard de evaluadores, etc welcome!!

  • Pero... la vida no tiene porqué ser lineal; ¿abolimos los saltos cuánticos?; en la teoría de la complejidad pequeños cambios dan lugar a grandes consecuencias; eso sí, las políticas públicas requieren buenos diseños, ya que siempre se paga un precio de injusticia; buscar esos puntos de inflexión donde las ventajas superan rápidamente a los inconvenientes; y mirar a medio plazo... las prestaciones sociales exigen empleados públicos con profesionalismo, margen de decisión y mecanismos de control; he trabajado algunos años de inspector médico de la seguridad social, y el control de las prestaciones (baja laboral) exigía mucha decencia, competencia y actos profesionales. Las leyes solas no se aplican; los modelos matemáticos tampoco; las discontinuidades exigen buenos diseños pero también autoridades honestas e independientes para tomar decisiones justas...

  • Es probable que la “realidad” a veces sea dicotómica, otras lineal, otras muestre tramos (no blanco/negro, pero tampoco todo el pantoné) y otras siga algún tipo función. En medicina suelen usarse puntos de corte (ej: se diagnóstica la diabetes por encima de 125 mgr/dl de glucemia o la hipertensión por encima de 140/90 mmHg de presión arterial) cuando la relación entre estas medidas biológicas y la morbilidad/mortalidad suele ser log-lineal (una persona incrementa mucho más su riesgo cuando pasa de 190 a 200 mmHg que cuando pasa de 140 a 150 mmHg). Se hace por simplificar las “reglas” de tratamiento (reducir los costes de información y manejo).

    Es probable que las decisiones sobre linearizar, establecer tramos o dicotomizar no deban presuponerse sino adaptarse a cada “realidad”. Esto incluye adaptarlas a los objetivos de la propia política o a su efecto sobre los comportamientos. Por ejemplo, el esquema de pay for performance de la Veterans Administration fija los objetivos de control de la hipertensión en 160/95 mmHg (no en el estandar clínico: 140/90 mmHg) porque intenta centrarse en los pacientes de mayor riesgo. Igualmente, algunas aseguradoras americanas han retirado el copago de medicamentos efectivos en la cardiopatía isquémica en pacientes que han sufrido un infarto porque reducía la adherencia al tratamiento (pero no en otros medicamentos donde casi es mejor que no sean adherentes).

    En resumen, es probable que linearizar o dicotomizar no sea tanto una cuestión de principios como de usar la mejor estrategia para los fines propuestos.

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