Lasciate ogne speranza, voi ch'intrate

Este verso, casi al principio del Canto III de la Divina Comedia, resume como me siento después de llevar un día intentando descifrar los misterios del nuevo acuerdo de financiación autonómica: abandonando toda esperanza los que nos adentramos a estudiar este tema.

La propuesta de acuerdo presentada al Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) el miércoles pasado tiene, como ya anunciaba hace unos días, 76 páginas. Como economistas estamos acostumbrados a artículos concisos y por tanto nos podría parecer que en 76 páginas uno puede contar vida y milagros de lo que sea (excepto si uno es Mike Woodford, claro), pero no, después de 76 páginas hay muchas cosas que no están claras.

La primera, y más sangrante, es que no hay números: en ninguna parte de la propuesta se hace una proyección de lo que cada Comunidad Autónoma de régimen general va a recibir, excepto unas garantías de que ninguna saldrá perdiendo. Esto es la explicación de porque, durante los últimos días, distintos comentaristas y políticos se hayan sacado cifras de la manga que no suman al total sugerido por el gobierno y que divergen unas de otras de manera notable.

La segunda cosa que no queda clara es cuánto aumenta la corresponsabilidad fiscal de las CC.AA. El porcentaje de IRPF y de IVA cedido sube del 35% al 50% y se menciona que se suprime la necesidad de que el número de tramos autonómicos del IRPF coincida con el estatal siempre y cuando el impuesto siga siendo progresivo (terminología que es un ejemplo perfecto de lo que la tradición jurídica alemana llama unbestimmte Rechtsbegriff o concepto legal indefinido, es decir que no sabemos que es o que deja de ser progresivo). Dado que las CC.AA. han sido reacias a tocar mucho los tramos (Madrid, la más agresiva, los ha bajado solo entre 0.4 y 0.1%) y solo han introducido nuevas desgravaciones (por aquello de que venden mejor, me imagino), esta mayor cuota normativa puede quedar en nada. La propuesta señala la idea de modificar la declaración de la renta para que quede más claro que parte se paga a la CC.AA. (con el objetivo de incrementar la visibilidad de las decisiones fiscales locales) pero no da ejemplos concretos. Con respecto al IVA, solo una declaración de buenas intenciones de intentar que la U.E. permita más autonomía en el impuesto (lo cual es pedir peras al olmo) y una mención a que el tramo minorista pueda ser reducido por las CC.AA. en el medio plazo. De nuevo, nada en concreto.

El tercer aspecto, es la creación de varios nuevos fondos (de garantía de servicios públicos fundamentales, de suficiencia global, de competitividad y de cooperación) que intentan asegurar, básicamente, que ninguna CC.AA. salga perdiendo y, en especial, que Andalucía quede contenta. Uno de los pocos detalles concretos es que los recursos para las políticas de normalización lingüística se multiplicarán por 2.5 con respecto a los niveles del 2009. Toma hueso lanzado a ERC.

Finalmente, como todas las CC.AA. van a salir ganando (aunque como los animales de Orwell, unas más que otras), el déficit de la Administración Central se incrementará por una cantidad sin determinar. Es bastante irritante como la propuesta y el resumen de prensa difundido por Moncloa solo hablan de cómo todos mejoramos y nunca de la restricción presupuestaria. En fin, cosas que hay que sufrir.

Me quedan en el tintero tres temas fundamentales:

  1. La valoración global del nuevo sistema
  2. La explicación de cómo se ha comportando cada uno, incluyendo un análisis de la esquizofrenia del PP (por ejemplo, porque Rajoy ha impuesto la abstención a Esperanza Aguirre, que quería votar no incluso cuando Madrid probablemente salga ganando de esta propuesta)
  3. El futuro del sistema en el medio plazo

Pero ya me alargo mucho y tiempo tendremos durante la semana que viene de seguir en ello (aunque también hay que hablar del proyecto de Ley de Financiación de RTVE, es que no nos dejan de dar disgustos). Así que concluyo. Y si empezaba con versos, con versos termino. El italiano de Dante es tan claro que ni traducción precisa excepto recordar que él se refería a la puerta del infierno, un sitio bastante más grato que la financiación autonómica:

Per me si va ne la città dolente,
per me si va ne l’etterno dolore,
per me si va tra la perduta gente.