De Juan J Dolado [JJD] y Clara Santamaría [CS]
El pasado mes de julio se anunció la concesión a Eduardo Morales (Princeton) [1] del XIX premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Económica, cuya entrega tendrá lugar próximamente. La nota del jurado señala que el premio se le concede por sus aportaciones metodológicas y empíricas a la teoría del comercio internacional y, en particular, por sus trabajos sobre las estrategias de éxito/fracaso de las empresas exportadoras en multitud de países y entornos económicos.
Dada la amistad que nos une a Eduardo y la admiración que sentimos por su estatura intelectual, constituye un auténtico placer escribir esta breve reseña sobre sus principales contribuciones. Eduardo fue ayudante de investigación de uno de nosotros (JJD) en UC3M, y profesor del otro (CS) en la universidad de Princeton. Tras obtener la doble licenciatura de Derecho y Economía en UC3M (con premio nacional de fin de carrera), fue admitido a hacer el doctorado en Harvard, bajo la supervisión de Pol Antrás y Elhanan Helpman, donde se doctoró en 2011 con una tesis titulada “Essays in Empirical Trade: Applying Moment Inequalities to the Estimation of Trade Costs”. En dicha tesis se encuentra el germen de varias de sus publicaciones posteriores en las mejores revistas académicas de la profesión (con 6 artículos en las top-5 en 7 años). Tras un breve paso como assistant professor en la universidad de Columbia, fue contratado por Princeton en 2013, donde ha sido promocionado a catedrático (full profesor) recientemente. Eduardo es un economista muy versátil: combina modelos teóricos novedosos con procedimientos econométricos muy avanzados para contrastar las principales hipótesis de dichos modelos en datos de calidad. A continuación, analizamos brevemente algunos de sus trabajos más citados.
En uno de sus primeros artículos (QJE, 2018, conjunto con M. Dickstein [2]), se usan datos administrativos de la agencia de aduanas para modelar las decisiones de exportar de las empresas manufactureras chilenas en función de los costes de acceso y los beneficios esperados en los mercados exteriores (véase Melitz, 2003) [3]. Obviamente, ambas variables no son observadas y han de estimarse en función de cómo las empresas forman sus expectativas. Diferentes supuestos sobre las mismas (p.ej. racionales, previsión perfecta, etc.) implican diferentes estimaciones. La cuestión clave es que el conjunto de información observado por las empresas (antes de tomar la decisión) difiere sustancialmente del conjunto disponible por parte del investigador, pudiendo ser menor, igual o mayor. Utilizando técnicas estadísticas relativas al contraste de desigualdades de momentos, los autores son capaces de identificar los parámetros de interés incluso cuando la información ignorada difiere por empresa, mercados exteriores y año. El resultado principal es que, cuando se asume previsión perfecta (como en [3]), los costes de entrada son entre un 40-60% superiores a cuando se asumen expectativas racionales basadas en un conjunto limitado de información (p.ej. distancia al mercado exterior, exportaciones agregadas al país de destino y ventas de la empresa antes de exportar, y/o variables adicionales no especificadas a priori; de ahí las restricciones de desigualdad). La intuición de este resultado es que la omisión de variables relevantes para la empresa por parte del investigador implica un sesgo al alza en las estimaciones probit/logit de la decisión de exportar o no. Además, se rechaza el supuesto de previsión perfecta y se encuentra que las empresas más grandes utilizan mayores conjuntos de información para predecir que las pequeñas. Ello tiene consecuencias interesantes pues implica que, a medida que aumenta el conjunto de información de las empresas disminuye la fracción de las mismas que exportan, aunque sus beneficios aumentan alrededor de un 20%. Por consiguiente, el proceso de selección de empresas hacia actividades de exportación es más fuerte de lo que tradicionalmente se ha supuesto en la literatura.
En otro artículo que queremos comentar, junto con K. Bilir, estudia los flujos entre países no ya de bienes y servicios sino de conocimiento (JPE, 2020 [4]). La motivación del artículo se basa en la observación de que las empresas multinacionales son las que más innovación realizan. Sin embargo, dentro de este tipo de empresas, casi toda la inversión en I+D se concentra en unos pocos sitios, casi siempre en la sede central de la empresa. Este patrón hace sospechar que la inversión allí realizada tiene beneficios no sólo sobre el país donde se realiza sino también en las sucursales internacionales de estas empresas. ¿Por qué importa este flujo de conocimiento dentro de las empresas multinacionales? Pues porque esta creación de conocimiento está a menudo subsidiada por los gobiernos. El gobierno de EEUU invierte más de 30 b. de dólares anuales en apoyar la inversión en I+D de sus empresas (National Science Board, 2014). Naturalmente, cuando un gobierno subsidia la innovación de sus empresas quiere saber qué parte de esa inversión tiene beneficios en la economía doméstica y qué parte repercute en países extranjeros. Mediante datos de EEUU para empresas con sucursales en 45 países entre 1989 y 2008, se concluye que, para la empresa mediana, el 20% del rendimiento de su inversión en I+D se materializa en sucursales en el extranjero. Eso sí, las sucursales de empresas internacionales que operan en EEUU también se benefician de subsidios de gobiernos extranjeros.
Por último, nos gustaría comentar uno de sus artículos más recientes en el que estudia en el caso de España y su particular “milagro” exportador durante la última recesión (2018 NBER Working Papers, conjunto con M. Almunia, P. Antràs y D. López Rodríguez [5]). Aunque las exportaciones de mercancías en España se desplomaron entre 2008-2009 se recuperaron rápidamente e incluso crecieron en un 31% entre 2009 y 2013 en términos reales. Este aumento de las exportaciones durante una recesión doméstica puede no ser muy sorprendente ya que concuerda con la idea de una “devaluación interna” mediante la cual los costes laborales disminuirían aumentando la competitividad de las exportaciones. Sin embargo, la rigidez nominal de los salarios, unida a un Euro relativamente fuerte, hizo que las políticas implementadas con este fin tuvieran efectos modestos sobre las exportaciones (IMF 2015 [6], 2018 [7], Salas, (2018) [8]).
Los autores atribuyen el aumento en las exportaciones a otro mecanismo inspirado en una antigua idea que aparece ya en Adam Smith [9]. La idea es que cuando la demanda doméstica decrece, las empresas dan salida a sus productos en los mercados extranjeros. La formalización de esta idea es sencilla. Con costes marginales crecientes, una bajada de la demanda, reduce dichos costes, consiguiendo un aumento en la competitividad que no se logra con la bajada de salarios. A efectos prácticos, esta bajada en el coste marginal se produce recortando los costes variables, por ejemplo, reduciendo la plantilla de trabajadores temporales y manteniendo los costes fijos. Curiosamente, este efecto no está presente en los modelos estándar de comercio internacional que ponen el énfasis en las economías de escala creciente y asumen costes marginales constantes, Krugman (1984) [10] y Melitz (2003) [3]. En este artículo los autores expanden dichos modelos permitiendo costes marginales no constantes.
Para identificar shocks razonablemente exógenos a la demanda de las empresas y cuantificar el efecto en las exportaciones, los autores emplean la bajada en las ventas de coches, como proxy de la demanda de bienes duraderos, interactuada con la matriz de flujos de comercio domésticos entre diferentes municipios. Consideremos dos empresas localizadas en Madrid que son similares en todos los sentidos, pero una vende más bienes a Cáceres y la otra a Santiago. Si hay una fuerte bajada de demanda en Cáceres, y no en Santiago, la empresa madrileña que vendía a Cáceres experimenta una reducción más fuerte en sus ventas y aumenta más sus exportaciones que la empresa que vendía a Santiago. El instrumento es válido si no está correlacionado con cambios relativos en los costes marginales o costes de exportación de las dos empresas madrileñas. Usando este instrumento, los autores concluyen que el mecanismo de dar salida al excedente (o en inglés, “vent-for-surplus”) puede explicar un poco más de la mitad del milagroso aumento de las exportaciones en España entre 2009 y 2013.
[JJD] http://dolado.blogspot.com/
[CS] https://sites.google.com/view/clarasantamaria/home
[1] https://sites.google.com/site/edumoralescasado/
[2] Dickstein, Michael J. y Eduardo Morales (2018), “What do Exporters Know?”, The Quarterly Journal of Economics, Vol. 133, No. 4, pp. 1753–1801. https://academic.oup.com/qje/article-abstract/133/4/1753/5049485
[3] Melitz, Marc J. (2003), “The Impact of Trade on Intra-Industry Reallocations and Aggregate
Industry Productivity,” Econometrica, Vol. 71, No. 6, pp. 1695-1725. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/1468-0262.00467?globalMessage=0
[4] Bilir, L. Kamran y Eduardo Morales (2020) “Innovation in the Global Firm”, Journal of Political Economy, Vol. 128, No. 4, pp., 1566-1625.
https://www.journals.uchicago.edu/doi/full/10.1086/705418?mobileUi=0
[5] Almunia, Miguel y Antras, Pol y Lopez Rodriguez, David y Morales, Eduardo (2018), “Venting Out: Exports During a Domestic Slump”, NBER Working Paper No. w25372, Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=3306073
[6] International Monetary Fund (2015), Crisis Program Review.
[7] International Monetary Fund (2018), Spain, IMF Country Report No. 18/330.
[8] Salas, Jorge (2018) “Drivers of Spain’s Export Performance and the Role of Labor Market Reforms.” IMF Working Paper. https://www.elibrary.imf.org/view/IMF001/25616-9781484386941/25616-9781484386941/25616-9781484386941.xml?language=en&redirect=true
[9] “Cuando el producto de una industria excede la demanda que el país requiere, el excedente se debe mandar al extranjero, y ser intercambiado por algo para lo que haya demanda en el país doméstico. Sin esa exportación, una parte del trabajo productivo del país debe parar, y el valor de su producción nacional disminuir.” Adam Smith. Libro II Capítulo V, La Riqueza de las Naciones (1776)
[10] Krugman, Paul R. (1984) “Import Protection as Export Promotion: International Competition in the Presence of Oligopoly and Economies of Scale,” en H. Kierzkowski (ed.), Monopolistic Competition and International Trade, Clarendon Press, Oxford.
Hay 3 comentarios
Sólo añadir a la excelente discusión que su trabajo sobre segregación del gasto en NY utilizando datos de reseñas de restaurantes (con Davis, Dingel y Monras) es muy inspirador. Y agradecer la generosidad de Eduardo como evaluador. Enhorabuena!!
Me gustaría saber si en toda esta teoría económica se plantea la necesidad de integrar los costes ambientales en todo el ciclo y si después de eso el balance sigue siendo positivo para el bien común y el medio ambiente. Por descantado que en estos modelos de mercado hace falta un control estricto y del balance del uso y devaluación del capital natural que es fundamental para el mantenimiento del bienestar social y de los ecosistemas....que decir que integrar este tipo de negocios en el nuevo concepto de la economía circular.!
Gracias
Miquel, muchas gracias por tu comentario que es muy pertinente.
Como bien sabemos el comercio internacional tiene ventajas netas para los paises de comercian pero hay ganadores y perdedores (cuando adquirimos una prenda barata hecha en China, nos beneficiamos como consumidores pero nos perjudica como trabajadores en el sector textil doméstico). Los ganadores han de indemnizar a los perdedores y, aun asi, todavía saldrán ganando. Para ello está el sitema de impuestos y transferencias. En el caso de la contaminación habrá que establecer impuestos pigouvianos y subidiar las inversiones en tencnologías menos contaminantes. ¿ Cuanto?Este intersante artículo de Desmet y Rossi-Hansberg ofrece una cuantificacón de estas políticas
https://www.princeton.edu/~erossi/SEIGW.pdf
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