No me dais vuestros datos porque soy feo...

Esa, amigo lector, es la conclusión a la que estoy llegando en las últimas semanas... Claro que dicho así no queda muy claro por qué pienso eso, así que voy a intentar contárselo desde el principio. Espero que además de mi más que posible problema estético personal acabe coincidiendo conmigo en que, como diría Obélix, "están locos estos romanos"...

Vayamos al principio, pues. Sabrá usted que llevo ya tiempo dedicando parte de mis esfuerzos a la ciencia ciudadana. Hablé en detalle de lo que es la ciencia ciudadana en este post de hace casi siete años, así que para los fines de esta historia me limitaré al caso en que los ciudadanos colaboran con la ciencia generando datos para la investigación. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se participa en experimentos económicos, de los que tanto se habla en este blog. Pero también se pueden proporcionar datos de manera pasiva, simplemente dejando que nos monitoricen de una u otra manera. Este es el caso, por ejemplo, del famoso y polémico estudio del INE sobre movilidad, para el cuál se han tomado datos de los teléfonos móviles de muchos de ustedes (yo estoy en otra compañía) durante la semana pasada.

En el caso que nos ocupa en concreto, acabo de empezar un estudio en el cual quiero monitorizar a un grupo numeroso de gente pero que de momento está en fase de pruebas, así que con unas pocas decenas de participantes me sirve. El estudio forma parte de una de mis líneas de investigación sobre relaciones personales (aquí se puede encontrar un artículo en el que se cuenta este trabajo para todos los públicos). La idea básica es que estructuramos nuestras relaciones en círculos, comenzando por un círculo de tres, cinco personas que son íntimas, al que luego añadimos de ocho a doce más que son muy buenos amigos, luego otros 30 a 40 amigos, hasta llegar al llamado número de Dunbar, 150 relaciones más o menos estables y con cierto grado de profundidad en total. En un artículo publicado el año pasado junto con Ignacio Tamarit, José A. Cuesta y el propio Robin Dunbar demostramos que esta estructura se puede predecir matemáticamente, e incluso el propio factor aproximado de tres entre el tamaño de los círculos es consecuencia de la teoría. Aquí me voy a permitir decir que acaba de aparecer un estudio financiado por La Caixa donde Miranda Lubbers, José L. Molina y Hugo Valenzuela han visto el siguiente círculo, en torno a 400 y pico conocidos en total, en un trabajo realmente interesante que tengo que contar en algún post próximo y que confirma la estructura de círculos de Dunbar.

Pero volviendo a lo que me ocupa: como todo trabajo científico que se precie, el nuestro abre casi más preguntas de las que responde, y para abordarlas necesitamos nuevos datos, recogidos pensando en las preguntas que queremos abordar ahora. Así que pensamos que podríamos obtenerlos de los teléfonos móviles de la gente, para lo cual utilizaríamos una app que nos dejaría acceder a sus datos, fundamentalmente de movilidad y de varios tipos de contactos. Esto último seguramente le parecerá obvio, amigo lector, pero se preguntará que para qué la movilidad. La idea en ese caso es intentar correlacionar el tipo de contacto o relación con la proximidad geográfica y su duración, así que no, no lo pedimos por pedir. Total, que preparamos la app, nos cercioramos de que no consumía prácticamente recursos del móvil, y pasamos a la fase de captar sujetos para el estudio.

En esta fase, abordamos a grupos de alumnos de mi universidad y les pedimos que nos ayudaran instalándose la app. Les explicamos que los datos son totalmente anónimos (sobre esto, una digresión más abajo, aceptémoslo de momento), que solo los vamos a usar nosotros, que son para fines científicos, les dimos una hoja explicando todas y cada una de las cosas que vamos a recoger, les aclaramos que se podían desinstalar la app en cualquier momento, y nos pusimos a su disposición para cualquier pregunta adicional que tuvieran. La respuesta fue, por decirlo suavemente, tibia. A fecha de hoy no creo que hayamos logrado captar ni veinte personas. Y aquí es dónde decidí que, efectiva y definitivamente, soy feo y por eso la gente no quiere darme sus datos.

Porque, claro, me pregunto yo, qué otra explicación puede tener esta falta de participación que lo desagradable de mi presencia, sabiendo que el 99,99% de nosotros estamos regalando a un montón de empresas nuestros datos (y los de otros, como escribí en este post sobre como obtener datos de gente que no está en redes sociales usando datos de otros) para su uso primero, y para su comercialización después? Por supuesto, esto es algo que expliqué a las personas que intentábamos captar para nuestro estudio, pero no pareció impresionarles mucho. Parece que ya nos hemos acostumbrado a que Google, por decir alguien en concreto, sepa todo lo que hay que saber de nuestra movilidad y otro poco más, lo damos por hecho y ya no le damos más importancia. Pero claro, ese no es el único problema: en un estudio reciente de Julien Gamba, Mohammed Rashed, Abbas Razaghpanahz, Juan Tapiador y Narseo Vallina-Rodriguez se prueba que en nuestros teléfonos Android hay un montón de gente escuchando ¡sin pedirnos siquiera permiso! Porque vamos a ver, Google y compañía nos espían hasta los higadillos, pero en los famosos términos y condiciones que ocupan más que la Encyclopaedia Britannica y que todos aceptamos sin leer pone que lo van a hacer. Aquí estoy hablando de apps que vienen preinstaladas en nuestros Androids que ni se molestan en preguntar. Y no son pocas: hay más de cien que, como digo, vienen preinstaladas, y desde que encendemos el móvil se dedican a capturar nuestros datos y a distribuirlos a terceros, incluyendo en algunos casos acceso a los metadatos de nuestras llamadas telefónicas y/o la posibilidad de rootear  nuestro terminal y hacerse con su control. Le animo, amigo lector a que lea el estudio si quiere pasar un buen rato... de terror. Y tenga en cuenta que el estudio no se aplica a los iPhones porque no se puede acceder a sus tripas, pero como dice una amiga mía, "piensa mal... y te quedarás corto".

Viene a cuento aquí la digresión que prometí sobre anonimidad de los datos. Estuve la semana pasada en un grupo de trabajo sobre líneas de investigación prometedoras para el programa "Future and Emerging Technologies" de la Comisión Europea y una de los que me/nos pareció más interesante fue "Anonymous analytics". Es decir, ser capaces de sacarle jugo a los datos sin romper la privacidad de los usuarios. El problema es que todos los que allí estábamos coincidimos en que los datos se pueden o se podrán anonimizar... durante un cierto tiempo, pero al final alguien sabrá cómo descubrir identidades hagamos lo que hagamos. Lo más que vamos a poder prometer a la gente es que lo pondremos difícil, incluso muy difícil, pero imposible y para siempre es una quimera. Así que si alguien, incluido yo, le promete que sus datos van a estar completamente anonimizados y nunca se podrá sacar información personal de ellos, está usted más que autorizado a desternillarse en su cara.

Así que yo ni siquiera prometo eso. Prometo a mis posibles usuarios que los datos solo los voy a ver yo, que los voy a utilizar para este estudio en el que me preocupa cuantos contactos tiene HZ&%7M1 y cuánto tiempo les dedica, pero no quién es HZ&%7M1, y ya. Bueno, ya, no, porque hay otro problema: yo podría destruir los datos una vez utilizados (y entonces sí que no correrá riesgo su privacidad) pero claro, si algún amable investigador quiere revisar lo que he hecho y que no me he equivocado, no lo va a poder hacer, y eso muy científico no es, la verdad (de hecho, todos los trabajos que hacen investigadores de, por ejemplo, Facebook, con acceso a unos datos solo para ellos, me merecen bastante poca credibilidad). No solo eso, va contra el paradigma que la Comisión Europea quiere imponer desde ya de Open Science, en el que todo se comparte, y en particular los datos que uno ha usado.

Para ser sinceros, sí que puede haber explicaciones alternativas a los problemas que me encuentro, por lo que me voy a subir un poco la autoestima considerándolas. Una es el conocido efecto opt-in/opt-out, por el cual la gente tiende a asumir las opciones por defecto. Si los teléfonos vinieran con mi app instalada, alguna gente se la desinstalaría, pero muchos no se molestarían. En un ejemplo concreto en medicina (que agradezco a Antonio Cabrales), un 38% de los posibles participantes se apuntaron al experimento, mientras que un 50% permanecieron cuando para no participar había que hacer algo. Puede haber algo de este efecto, claro, pero en uno de los grupos que abordamos de unas 40 personas se apuntó 1, lo que me parece demasiado para esta explicación. Está también el hecho de que las personas pueden percibir que dan sus datos a los gigantes tecnológicos a cambio de servicios, mientras que yo se los pido a cambio de nada (gracias a mi bienamado editor Javier por esta explicación alternativa). El problema es entonces de educación, de hacer ver a la gente que no es a cambio de nada sino para el avance de la ciencia que redundará en su bienestar futuro.

Espero que la explicación de que no me estén dando los datos sea alguna como las que acabo de proponer (quizá agravadas por mi fealdad) porque se podría actuar sobre ellas para conseguir más participación. Si la ciudadanía no contribuye, muchas cosas se quedarán sin investigar porque los investigadores no tendremos acceso a datos a los que sí tiene cuanto pirata y ladrón desalmado anda suelto que no se anda con tantos remilgos y protección de privacidad como nosotros. Piense que, como ya he dicho, sus datos pueden ser imprescindibles para hacerle la vida mejor; no sé cuál es el propósito exacto del INE con la movilidad, pero si sé que si por ejemplo quiero hacer un estudio para mejorar la movilidad en una ciudad, el que una fracción apreciable de ciudadanos me deje monitorizar sus desplazamientos parece bastante imprescindible, ¿no? Por no hablar, por ejemplo, de aplicaciones que capturan datos para detectar problemas de salud... Así que termino con lo que decía al principio: todos aquellos que esperan que se resuelvan estas cosas sin aportar sus datos para la investigación, y permitiendo a la vez que todo hijo de vecino les robe su vida digital en sus narices con propósitos inconfesables, caen bajo el epígrafe de "están locos estos romanos". Si este pequeño exabrupto producto de mi frustración, paciente lector, le hace reflexionar un poco sobre todas estas contradicciones, ya habré hecho algo positivo. Que lo he contado así medio de broma, pero esto es un tema muy serio y para meditar mucho...

Hay 26 comentarios
  • ¿Habéis probado a sortear algo entre los participantes?

    En un entorno absolutamente diferente (evaluación subjetiva de tecnologías de vídeo), hemos trabajado con micropagos a estudiantes para determinadas tareas. Pero eso no suele escalar para el número de gente que uno puede necesitar en un estudio más largo, o en para otro tipo de poblaciones (con 5 euros "compras" media hora de tiempo de un estudiante, pero no de un profesional senior con poco tiempo libre). Así que estamos experimentando, con éxito razonable por ahora, con una combinación de "gamificación" (convertir los experimentos en juegos) y sorteos (en vez de pagar 10 euros a 30 personas, sortear un jamón ibérico de 300).

    También me ha resultado interesante preguntar por ideas a estudiantes de doctorado, que tienen una visión muy diferente a la mía (y, probablemente, más correcta) sobre cómo captar la atención de gente más cercana a su edad. Y tengo algunas cosas en la recámara, como usar páginas de eventos de internet, que no he probado aún (así que no sé cómo funcionarán). Aún no lo he puesto en práctica (no me ha hecho falta por ahora), pero siempre me han dado ideas que a mí no se me habrían ocurrido.

    Por lo demás: mucha suerte en el proyecto. Es muy interesante: a ver si me leo el paper con papel y boli, y puedo preguntar dudas mientras los comentarios sigan abiertos.

    • Gracias Eldar, por supuesto, hemos probado a usar incentivos económicos, después de todo llevo ya años haciendo experimentos incentivados con dinero, pero ahora precisamente lo que quería ver es si la gente colabora por amor al arte. De hecho, el sorteo presenta un problema de rotura de anonimidad, porque si sorteo algo tengo que saber a quién le toca, mientras que si yo jamás voy a contactar a la gente, no necesito nada que me permita identificarlos...

      • ¿Y porque no aprovechas los comentarios de este artículo para poner dónde la gente se puede apuntar al estudio?

        • Gracias Almorca, se agradece de veras, pero este estudio está limitado a gente de grupos concretos de mi universidad, así que no se puede apuntar cualquiera.

  • Asumo que llevas bastantes más años que yo en esto de preguntar a gente, desde luego, y que ya habrás probado de todo. Pero a veces alguna idea suelta de alguien externo te puede dar una pista o inspirar de alguna manera, así que por eso me animo a comentar.

    Otra idea: lo que mejor resultado nos ha dado recientemente fue lo de convertir el experimento en un juego. En tu caso, sería algo así como ofrecer a los participantes el tamaño de su red de amigos y cómo quedan en comparación con otros, o algo así -- un poco como la gente a la que le mandas una muestra de ADN y te dice que eres un 80% europeo y un 20% jamaicano.

    Mi intuición es que es más fácil obtener respuesta si das algo a cambio y, a veces, la experiencia en sí puede ser mejor que el dinero.

  • Creo que la principal razón de que los ciudadanos pongan más trabas a los investigadores que a las empresas deriva de la escasa valoración que la sociedad hace de la ciencia. Este grave problema influye en todos los ámbitos.
    En un mundo que depende cada vez más de los datos, y en el que es imposible garantizar la privacidad, la única posibilidad para evitar una asfixiante concentración del poder y, por tanto, de la riqueza, es permitir el acceso pleno a ellos sin asimetrías. Debemos movernos hacia el mundo transparente de Brin. Si no podemos evitar que conozcan todo de nosotros, nosotros también debemos conocer todo de 'ellos'. Una interesante discusión sobre el tema es la que hizo Gowder (1999) hace veinte años en base a la crítica de los libros de Brin y Shenk. Los problemas se veían venir desde hace tiempo pero poco hemos avanzado en su solución. https://www.researchgate.net/profile/David_Brin/publication/215439659_The_Transparent_Society/links/0046351a1232a3bff2000000.pdf

    • Son llamativos algunos "sesgos de interpretación". Los resultados del profesor Sanchez son perfectamente predecibles desde la micro. Los estudiantes no participan en el estudio, simplemente, porque no obtienen a cambio ninguna mejora de su bienestar. No la obtienen a corto y son conscientes de que cualquier conclusión sobre "números de Dunbar" tampoco la mejorará mucho en el futuro.

      Cuando entran en Google, o se descargan cualquiera de las aplicaciones que se mencionan, lo hacen porque obtienen un beneficio directo y evidente (prueben a navegar usando URLs o a pagar por los servidores de su correo).

      El aumento de bienestar que reciben a cambio de algo que valoran muy poco (o nada), como son sus datos, es un trade-off microeconómicamente tan interesante que todo el planeta se ha apuntado. Es curioso que gente que se dedica a diseñar experimentos se haga luego tanto lío interpretando el gigantesco experimento, lleno de "voluntarios agradecidos" que es Google.

      Así de simple, sin la necesidad de teorías conspiratorias. No se entiende donde está el problema, excepto en el desasosiego que produce que se le haya ocurrido a otro. Rasgarse las vestiduras por la "pérdida de intimidad" es solo un "gesto" (puro "virtue signaling").

      Si hiciésemos a la gente "pagar" por no ceder sus datos a la plataforma que quieren usar veríamos, analizando el "clearing price", el poquísimo valor monetario que la gente otorga a esa privacidad. Pero no tan bajo como para "regalarlo" a cambio de nada

      • José Pablo, la frase "son conscientes de que cualquier conclusión sobre "números de Dunbar" tampoco la mejorará mucho en el futuro" es una opinión que además de personal carece de fundamento. Es la típica respuesta de alguien que cree en el homo oeconomicus, en el que se basa todo el razonamiento del comentario, y que no cree en la investigación básica, solo que además esta es en este caso muy aplicada también a distintas señales relacionadas con la salud mental o con bullying en colegios o centros de trabajo. Además, en ningún sitio hablo de teorías conspiratorias, sino de hechos: hay gente como Google que coge tus datos a cambio de unos servicios y (fundamental) pidiendo permiso ateniéndose (más o menos) a las leyes, y hay otra (como la identificada en el estudio que cito) que no da ningún servicio ni pide permiso, es decir, que es simplemente ilegal y parece no preocupar a los posibles voluntarios. Te agradeceré que dejes de escribir en tus comentarios juicios de valor basados en una supuesta superioridad de tus conocimientos o tu inteligencia que no reconozco, aparte de en una lectura completamente tergiversada de mis posts.

        • Sr Sanchez,

          encuentro su respuesta bastante fuera de lugar. Mi comentario no se basa en ninguna opinión sobre la "investigación básica" (aunque no le quepa duda que la tengo) si no que ofrece una explicación plausible al comportamiento que usted describe en su entrada: aparentemente la mayoría de las personas no parecen estar dispuestas a sacrificar mucho a cambio de apoyar la investigación básica (eso lo describe usted, no lo digo yo).

          Como explicación alternativa: el beneficio substancial que anticipan para ellos de los números de Dunbar, son conscientes de que lo obtendrán igual (via free-ride) porque participarán otros.

          La "teoría conspiratoria" no era la suya. Mi comentarios es una respuesta a otro. No entiendo la virulencia de su reacción. Espero que su dia mejore.

          • Estimado José Pablo. En su respuesta a mi comentario dice que "Los estudiantes no participan en el estudio, simplemente, porque no obtienen a cambio ninguna mejora de su bienestar". Esta afirmación, sobre la que basa su argumentación, no es correcta. Estaríamos de acuerdo si hubiera puesto ' no perciben ninguna mejora en su bienestar que supere a los costes que atribuyen a la divulgación de sus datos en el ámbito del experimento". Esto nos lleva a los problemas, que indirectamente aludía, de información incompleta y asimétrica que subyacen en la valoración social de la ciencia. Suponiendo cierta empatía con respecto a la situación de las generaciones futuras en la mayoría de la gente esta lista de trabajos (https://www.fhi.ox.ac.uk/publications/ ) basta para justificar la necesidad de la investigación básica.

            • Fede, respecto a sus dos comentarios, yo veo el problema exactamente al revés. Los científicos parecen no tener interés alguno en persuadir a los informantes, mientras que las empresas parecen demasiado interesadas en seducirlos. En toda interacción social, en principio siempre hay información incompleta y asimétrica, pero la misma interacción requiere que las partes involucradas hagan esfuerzos serios por compartir información, aunque raramente toda la información relevante. El supuesto de la información "perfecta" en el análisis económico es una de las tantas simplificaciones para entender "regularidades" en nuestras interacciones, pero jamás debe ser usado para entender una experiencia concreta.

              Peor, quizás la comparación relevante es entre científicos y sacerdotes porque ambos quieren "salvar" a los informantes y se presentan como si fueran enviados de la Razón (explicará nuestras vidas) o de la Fe (dará sentido a nuestras vidas). Guste o no, los humanos hemos estado más interesados en encontrar sentido a la vida que una explicación. Sí, los sacerdotes la tienen más fácil y por eso un número creciente de científicos los imitan.

            • No creo que la tarea científica consista en persuadir sino en mostrar o, mejor, en demostrar. Los profesores, periodistas y políticos son los que deben utilizar el conocimiento generado por los científicos para intentar dirigir a la sociedad hacia donde creen que es más deseable.
              Esto no quita que haya personas que combinen diversos roles, pero conceptualmente son cuestiones distintas.
              Las prescripciones que desde la ciencia se pueden hacer actualmente en el ámbito social o son muy generales o demasiado concretas, pues intervienen demasiados elementos relevantes de los que desconocemos su probabilidad y el efecto de sus interacciones no lineales. Quizás el caso más claro sea el del cambio climático. La ciencia sabe que debemos atajar urgentemente el problema, pero desconoce cuales son los aspectos sociales concretos sobre los que se debería actuar para alterar la dinámica del sistema y solucionarlo.
              Para que la sociedad pueda seguir adelante es necesario que los economistas tomemos decisiones y hagamos prescripciones en un entorno de incertidumbre con nuestra mejor voluntad y utilizando todas las herramientas técnicas a nuestro alcance, y quizás hasta sea necesario que sigamos engañando a la sociedad diciéndole que sabemos lo que pasa, pero lo que no podemos hacer es creernos que hacemos verdadera ciencia.

            • Fede, los científicos explican algo para beneficio de la humanidad, por felices que se sientan con su beneficio personal. Lo mismo le pasa a los sacerdotes.

              En el caso particular de los científicos sociales (en el post y en los comentarios nos estamos refiriendo a ciencias sociales), el problema es que para realizar bien su tarea necesitan información sobre los humanos, esos mismos que se benefician (o se perjudican) del éxito (o fracaso) de los científicos. Las empresas y los sacerdotes también necesitan información sobre su "clientela". Por eso hice mención a interacciones sociales entre los buscadores de información e informantes y en un comentario posterior me referí específicamente al caso de las encuestas.

              Le recuerdo que el análisis económico neoclásico está basado en la revelación de preferencias (y agregaría creencias cuando nos olvidamos del supuesto de información perfecta), algo que en principio se suponía limitado a la acción (lo que compramos y vendemos y los precios de las transacciones) pero luego se ha extendido a la decisión (lo que pensamos antes de actuar o no actuar) y a la introspección (lo que haríamos en situaciones probables).

            • Fede, puesto que el coste de participar en el experimento es cero (según argumenta el Sr. Sanchez), mi afirmación y la suya coinciden.

              Por otro lado, mi argumento básico es que la gente no es estúpida: sabe lo que hace cuando elige jugar en la empresa de juegos de la esquina de su barrio, sabe lo que hace cuando elige no participar en un experimento y sabe lo que hace (lo que le cuesta y lo que obtiene a cambio) cuando elige usar Google. No hay "asimetría de información" que pueda "engañar" a dos mil millones de clientes todo el tiempo (citando a Abraham Lincoln "se puede engañar a unos pocos todo el tiempo o a algunos todo el tiempo, pero no a todos todo el tiempo").

              Google, Amazon, MIcrosfot, Apple, son un chollo para sus clientes: la mayor parte del valor que crean es la diferencia entre el bienestar que el cliente percibe y lo que paga, y no se refleja ni en los beneficios de la empresa ni en los costes del cliente.

              Es una posición muy peligrosa el pensar: "la gente se equivoca porque no quiere participar en mi experimento y se equivoca porque se deja engañar por Google". No se trata de desarrollar modelos que demuestren que la gente (o sea, la realidad) se equivoca, si no modelos que "reproduzcan" la realidad. Los modelos que parten del supuesto de que a la gente le preocupan los números de Dunbar están condenados al fracaso (como demuestra la entrada).

              Relevante para la discusión:
              https://thefifthwave.wordpress.com/2019/07/23/notes-from-a-nameless-conference/

        • Don Pablo no recurrio al fisico-matematico homo oeconomicus; recurrio, al Eudemonistico Homo Agens, que es perfectamente compatible con el "egoismo" y con el altruismo; porque una accion altruista le hace feliz , del mismo modo que otra egoista; esto, es la antitesis del fantasmagorico homo oeconomicus de la economia mainstream.

  • Ayer llevé a un par de nietos a ver Los Locos Adams. Por suerte dormí la siesta hasta que las risas de mis nietos me despertaron. Se reían de lo que "la mala" de la película había hecho: vendía casas con sistemas de vigilancia para conocer las intimidades de los residentes y por supuesto había encontrado mucha "basura" que hacía reír. Los residentes se enojan con "la mala", se amigan con "los Locos" y colorín colorado este cuento se ha acabado. El mayor de mis nietos me preguntó por qué se enojaban tanto si Google también hacía eso. Le contesté que hay cosas que no nos importa que otros sepan --aunque diferenciamos mucho entre "los otros"-- pero que hay muchas como las mostradas en la película que consideramos muy personales y no queremos que otros sepan, hasta el caso extremo de los "secretos" entre parejas que llevan décadas juntas. En resumen, todo depende de qué "los otros" quieran saber de cada uno de "nosotros".

    Completando lo anterior, no puede ignorarse que "el pescador y buscador de información" nunca es una persona totalmente fiable, y que además tiene el problema de que nunca el informante es totalmente fiable. La manipulación de la información intercambiada entre dos partes no se limita a una de ellas. Esto ocurre más, cuánto más "rara" es la información buscada. La ciencia no escapa a esta manipulación. Por el contrario, hoy los incentivos a manipular son grotescos.

  • En mi opinión, realmente, la gente no quiere ceder su privacidad, ni al INE, ni a google, ni al hacker ruso. Daríamos un gran paso si nuestros políticos y nuestros científicos nos ayudaran en ese objetivo. Lamentablemente no lo harán.Va contra sus intereses, como denota el artículo.
    ¿Que es, entonces, lo que pasa? Que facebook y toda la tropa lo ponen sumamente complicado para que no te quede más remedio que aceptar todo para poder usar el servicio o la app, que en el fondo es lo que quiere la gente. No queremos cederles los datos, ni al ine ni a apple, pero claro, queremos usar la aplicación y además ni queremos leernos todo los TCs (redactados de manera compleja a propósito), ni tenemos ni el tiempo ni la capacidad para programar y debugear el codigo de android o ios para ver efectivamente que datos estamos cediendo. No somos tontos ni egoistas, pero tenemos una vida; además es dificil vivir al margen de la era digital. Así que una ayuda a la ciudadania por parte, como digo, de los políticos y científicos, será de agradecer, de cara a evolucionar hacia una sociedad más libre y responsable.
    Yo no quiero ceder mis datos porque la Historia demuestra que a la larga eso va en contra de los intereses del propio ciudadano y de su libertad, y me parece muy mal que se cuestione esa falta de colaboración en lugar de tratar de ayudar a las personas a conseguir más independencia frente a los grandes, ya sean instituciones publicas o privadas.

  • Hay varias razones para no dar información a otros y peor si además el buscador de información es feo. No encuentro sentido a una discusión en general sobre la reticencia común entre los humanos a dar información, aunque fuera "por una causa común".

    Si uno está organizando un grupo de buscadores de información específica, el problema es cómo obtener información fiable y relevante de una muestra de informantes. La recolección de información específica no es gratis como lo prueban décadas de intentos serios. Mi primer y último intento --en 1970 sobre la gestión bancaria en Argentina-- lo recuerdo siempre como un ejercicio costoso sin resultado positivo para un análisis serio, pero útil para aprender el alto costo de una encuesta seria. Desde ese entonces y hasta mi retiro me limité a ayudar a quienes obstinadamente insistían en hacer algo para lo cual no estaban preparados y para lo cual no había forma de prepararse a un costo razonable. El peor caso fue una encuesta sobre la gestión financiera de empresas estatales chinas cuando ni siquiera había acuerdo en la definición de "empresa estatal" --igual se hizo a un costo vergonzoso y con un resultado totalmente inútil.

    Lo siento Anxo, pero no hay fórmulas mágicas. Persuadir a otros de nuestras buenas intenciones y capacidades no es gratis, y si a veces nos parece que hemos tenido éxito --información buena y barata-- sospechemos tanto del informante como de nosotros mismos.

  • Hola Anxo,

    Puede ser sencillamente que tu les indicas las consecuencias de darte los datos, mientras que estas companias dan sus terminos y condiciones que nadie se lee? Ojos que no ven corazón que no siente.

    Por otro lado estoy de acuerdo con lo que otros han comentado. Les estas pidiendo tiempo y dinero a los estudiantes a cambio de nada. Porque no creo que vean mucha aplicación al círculo de Dumbar. Por cierto que además pueden pensar que es de perogrullo. Acaso hay alguien que haya hecho amigos en su vida que no sepa esto: "La idea básica es que estructuramos nuestras relaciones en círculos, comenzando por un círculo de tres, cinco personas que son íntimas, al que luego añadimos de ocho a doce más que son muy buenos amigos, luego otros 30 a 40 amigos, hasta llegar al llamado número de Dunbar, 150 relaciones más o menos estables y con cierto grado de profundidad en total"?

    • Gracias Guille, hay dos aclaraciones que quiero hacer a tu comentario:

      1. No les estoy pidiendo ni su tiempo ni su dinero. Les estoy pidiendo 10 segundos para instalarse una app, y quizá un minuto más para rellenar un breve cuestionario demográfico y dar los permisos necesarios. Y listo. Nunca más tienen que hacer nada. No me parece a mí que sea mucho pedir ni que les tenga que pagar por esto.

      2. Hay un libro de Duncan Watts que te recomiendo, y que se titula "Everything is obvious once you know the answer" (no hay traducción que yo sepa). La propuesta de que 150 es el número medio de amistades es de Dunbar de hace unos 25 años. La estructura de círculos se detectó de diversas maneras en 2005, antes nadie habló de ella ni la propuso. Y la demostración matemática de por qué tenemos esta estructura es de 2018, nuestro trabajo citado en el post, por no hablar de la evidencia del 5º círculo del grupo de Barcelona que es de este mismo año. A mí de perogrullo no me parece. Por qué vas a tener a tus amistades estructuradas? Porque 150 y no 7000 o 12? Ya que es tan de perogrullo, igual me puedes responder a la pregunta que quiero tratar ahora: cuánto duran en media las amistades? Porque cualquiera "que haya hecho amigos en su vida" sabe que los amigos no son para siempre, van entrando y saliendo en nuestros círculos. Depende la vida media de una amistad del círculo en el que está? Cómo? Cuándo se genera un hueco en un círculo, por ejemplo porque un amigo se muere, cuánto tarda en llenarse? Cómo influye el tener amigos comunes en que otra persona ocupe el hueco? Cuánta importancia tiene esto, cuantitativamente? Cuáles son los patrones temporales "normales" o "habituales", y hay patrones temporales que se pueden asociar con problemas de salud mental? Podría seguir, pero si me contestas a estas ya me basta...

      • Hola Anxo:

        Dejo otra posible causa a la falta de personas dispuestas a colaborar. Hace ya unos años vino a nuestra empresa Dan Ariely. Este hombre ha sido un de los pioneros junto a Kaneman y Amos Tversky del desarrollo de una nueva especialidad conocida como Behavioral Economics. Me impresionó su charla porque basada sobre todo en experimentos y casos reales, evidenció un hecho que quizás subestimamos y que puede que en su caso haya operado. Los seres humanos somos muy, muy vagos...por expresarlo de manera un poco grosera pero muy gráfica. Pongo uno de los ejemplos que Dan nos contó. En EE.UU una empresa aseguradora médica (o algo similar, disculpe la falta de la precisión) le contrató porque habían hecho una campaña para cambiar el tipo de medicamento que servían a sus asegurados. La cuestión es que, éstos pasarían a pagar mucho menos de lo qué hacían en aquel momento y para ello sólo tenían que hacer una cosa, devolver un contrato que se adjuntaba al domicilio con la firma del asegurado. Increíblemente, la gente apenas se cambió a la nueva propuesta.El médicamente genérico tenía las mismas propiedades pero más barato.

        La solución propuesta por Dan?. Cambiar el contrato para que justamente fuera al revés. En caso de no devolver el contrato firmado, se produciría el cambio en las condiciones. El 99% de la gente 'aceptó' el medicamento genérico, lo cual demostró que el problema no eran las condiciones sino la forma de llevarlo a cabo. Así somos los seres humanos..

        • Gracias, por supuesto que conozco el trabajo de Ariely, pero en mi caso no me sirve. Tienen que hacer algo activamente, que es instalar una app en sus teléfonos, y de eso no puedo salvarme.

  • https://medium.com/mydatamood/no-me-toques-los-datos-b7f713bf1a44

    Los datos nos permiten conocer como nunca antes el mundo en el que vivimos y eso vale su peso en oro, especialmente en un tiempo en el que cada vez nos cuesta más entender qué pasa. [...] ¡Cómo no vamos a querer sacarle provecho a toda la información que estamos generando!

    Pero esto no puede ser a cualquier precio, no. Somos humanos y tenemos la necesidad de poder decir hasta aquí. El progreso por el progreso no sirve de nada, necesitamos y queremos ponerle una dirección a la tecnología para que nos permita ser más felices, no más esclavos. Y la economía del dato está jugando ahí un papel fundamental, porque nos puede ayudar a ser más felices y libres, permitiéndonos saber cómo funciona el mundo y compartir cómo mejorarlo; o más tristes y esclavos. La privacidad es un derecho y sirve para que le pongamos freno a las cosas que no nos gustan: no tenemos por qué permitir que alguien sepa algo sobre nosotros si no queremos, si no le damos permiso.

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