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60 millones de refugiados

60_Million_RefugeesEl mes pasado asistí al congreso anual de la American Economic Association, del que ya hemos hablado muchas veces (por ejemplo aquí) y que este año se celebró en San Francisco. Además de presentar mi trabajo en una sesión, y de entrevistar candidatos para mi departamento, tuve la oportunidad de asistir a conferencias muy interesantes. Un ejemplo fue la que versó sobre refugiados (pueden encontrar el webcast aquí). El título de la sesión, “60 millones de refugiados”, hace referencia al informe de Naciones Unidas de 2015, que cifraba en 59.5 millones el número de personas “desplazadas a la fuerza” a nivel mundial.

Recomiendo su visionado completo, y aquí sólo resumo las notas que tomé durante la sesión con los puntos que más me llamaron la atención (pueden encontrar el resumen en inglés del organizador de la sesión, Robert J. Schiller, aquí). En primer lugar intervino Tim Hatton (de la Universidad de Essex), quien empezó por recordarnos la definición de refugiado (según la Convención de Ginebra): personas que se encuentran fuera de su país debido a un temor fundado de ser perseguidos (y que no encuentran protección en su país). Implícitamente se suele incluir en la definición a las personas que huyen de un conflicto armado, pero no siempre. A continuación presentó resultados de un análisis econométrico de los flujos de solicitudes de asilo en 19 países, de personas procedentes de 48 países diferentes (entre 1997 y 2012). Controlando por “efectos fijos” de cada par de países (destino y origen), sus resultados mostraban que, como sería de esperar, las variables más correlacionadas con la magnitud de los flujos de refugiados son aquellas que miden las situaciones de guerra, terror y abusos de los derechos humanos en los países de origen. Con respecto a los países de destino, encontraba que las políticas nacionales sobre refugiados también eran relevantes. Por último, me pareció interesante comprobar la influencia significativa de variables económicas, en particular la renta per cápita de los países de origen y destino. Esto confirma algo que ya intuía, y es la dificultad de separar los flujos migratorios económicos y no económicos.

Le siguió Susan F. Martin (de Georgetown), que centró su exposición en resaltar que millones de personas se encuentran “desplazadas a la fuerza” por razones que no pueden incluirse en “el temor de ser perseguidos”, pero que no por ello merecen menos atención. Algunas de estas razones son desastres naturales, conflictos armados, accidentes industriales o nucleares, etc. Apuntó también que el cambio climático probablemente provocará el desplazamiento de muchas más personas en un futuro cercano. Si bien existe un cierto marco legal internacional para los refugiados, esto no es cierto para todos estos otros casos (incluyendo los desplazados internos), lo que deja a millones de personas en situación de desprotección. En términos de recomendaciones de política, señaló la necesidad de disponer de más recursos para asistencia básica a los desplazados, así como más atención a las políticas de relocalización.

La tercera intervención fue a cargo de Jeffrey Sachs (Columbia), quien volvió a resaltar la línea gris que separa a los refugiados de los emigrantes. Su principal argumento fue que, si bien existen acuerdos internacionales que regulan distintos aspectos que afectan a la economía, como el comercio internacional, la cooperación internacional en tema de migraciones es casi inexistente (sólo existe un marco muy general para los refugiados, e incluso éste se encuentra bastante poco desarrollado). Esto resulta sorprendente dada la magnitud y relevancia de los flujos internacionales de personas. Su regulación se deja en manos de los gobiernos nacionales, a pesar de que el tema tiene implicaciones importantes de derechos humanos, económicas, y sociales. Muchos economistas están de acuerdo en que facilitar las migraciones internacionales daría lugar a un aumento en la producción económica global, con beneficios tanto para los migrantes como para los residentes de los países de origen y destino, y probablemente reduciría la desigualdad a nivel mundial (más aquí). Sin embargo, este tema continúa siendo muy polémico en la sociedad. Sachs se quejaba de la ausencia de unos estándares globales, e insistía en la necesidad de un régimen internacional que incluya normas, leyes e instituciones que apliquen a los migrantes a nivel global. Me pareció muy apropiado su énfasis (claramente normativo) en que se deberían reconocer los motivos económicos para desplazarse como legítimos, y casi atrevida su afirmación de que la libertad de elegir dónde vivir es un derecho humano legítimo. Su intervención fue un alegato a favor de la liberalización (acompañada de regulación y cooperación) de las migraciones internacionales.

Por desgracia, una entrevista me esperaba, y no pude quedarme a la presentación de Semih Tumen, que habló del impacto de los refugiados sirios sobre la economía turca, ni a las discusiones de Joseph Altonji, George J. Borjas, David Jaeger, y Giovanni Peri, todos expertos en el tema, pero pueden escuchar sus intervenciones en el webcast. Espero que las disfruten tanto como yo.