En los últimos años han aparecido por primera vez datos masivos sobre la posesión de activos en paraísos fiscales por parte de ciudadanos de todo el mundo, gracias a Hervé Falciani en 2012 o al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) con los Papeles de Panamá en 2016, los Paradise Papers este año y otras investigaciones.
La prensa que los ha desvelado intenta, naturalmente, atraer la atención destacando los nombres de los ricos y famosos, aunque hay mucha más gente implicada. Pero no dejan de ser listas parciales de inversores con una u otra empresa intermediaria. Nos podemos preguntar, entonces, cuál es la magnitud total de estos activos potencialmente opacos al fisco.
Hasta hace poco solo podíamos encogernos de hombros, pero un artículo de Gabriel Zucman publicado en 2013 mostró que explotando las anomalías de la contabilidad nacional financiera a nivel mundial, usando fuentes de información oficiales y haciendo algunos supuestos razonables, se pueden hacer cálculos aproximados bastante fiables.
¿Qué sabemos sobre España?
Para el caso español tenemos la estimación realizada por Clara Martínez-Toledano (que colaboró en mayo pasado en NeG) usando los métodos propuestos por Zucman. Es un trabajo semiclandestino (para obtenerlo hay que pedírselo a la autora), si bien ha sido mencionado en muchos medios (ver aquí) y está disponible en internet en una versión antigua. Lo que voy a relatar aquí se basa en el reciente Informe sobre la desigualdad global (aquí el resumen en español), del que son autores Zucman y Thomas Piketty, entre otros (y sobre el que espero volver en el futuro).
El siguiente gráfico muestra la estimación de Martínez-Toledano de los activos financieros no declarados −fondos de inversión, acciones, depósitos y seguros, en orden de importancia− de residentes españoles en otros países, entre 1984 y 2015:
Se observa un aumento muy rápido de estos activos entre 1990 y 2005, momento tras el que se estabilizan. Los 147 mil millones de 2015 equivalen al 8.6% de la riqueza financiera de los hogares españoles, según la autora, o al 17.7% del efectivo y los depósitos que estos tenían a finales de 2015 (o al 13.6% del PIB, mezclando stocks y flujos). Es una cifra muy abultada. En su trabajo, Zucman estimaba que a nivel mundial el porcentaje respecto a la riqueza financiera era el 6% en 2008, lo que nos situaría por encima de la media.
Tener en cuenta los activos no declarados en el extranjero eleva la medición de la desigualdad en nuestro país. Martínez-Toledano calcula que el 1% de los residentes más ricos poseían en promedio el 24% de la riqueza entre 2000 y 2013, frente al 21% que resulta si se ignoran esos activos.
Sería muy deseable, por razones de equidad y de cumplimiento de la ley −y en especial tras un largo periodo de ajustes fiscales que persiguen reducir el déficit público− que estos activos se declararan y que sus rendimientos tributaran en nuestro país. Una primera vía para lograrlo es que las autoridades fiscales se esfuercen para que se declaren todos los activos en el extranjero, lo que empezó a hacerse más en serio desde 2012 con la introducción de la declaración sobre bienes y derechos en el extranjero. También conviene que se aprovechen las revelaciones de la prensa para inspeccionar a los implicados, algo que parece que está empezando a suceder.
El artículo de Zucman propone dos medidas que serían fáciles de poner en práctica. Por una parte, que se obligue a los bancos a revelar la información que poseen sobre los propietarios de las cuentas: los propietarios reales, no las sociedades interpuestas que pretenden ocultarlos. La segunda es que las autoridades nacionales compartan entre sí la información que poseen sobre el patrimonio de sus residentes. Véanse también las propuestas de Zucman en este artículo del mes pasado en el New York Times sobre personas "ultraricas" y empresas como Amazon, Apple o Google.
Como la navidad es tiempo de cuentos, confiemos en que la cooperación de las autoridades fiscales de todo el mundo haga cada vez más difícil tener patrimonios no declarados en el extranjero, para que a los contribuyentes no se nos quede cara de santos inocentes tras cada nueva revelación periodística. Felices fiestas a todos los lectores de Nada es Gratis.