Hoy celebramos los 25 años de Fedea. Pretende ser un homenaje a todas las personas que durante estos años han colaborado con la institución, le han dado vida y han permitido que haga realidad el objetivo para el que nació: hacer investigación sobre temas relevantes para la sociedad y hacerle llegar a esa sociedad lo que aprendemos con esa investigación.
Hay muchos nombres que podrían citarse en estos 25 años. Sobresale el de Luis Angel Rojo, que es el “padre de la criatura” y con el que la economía española tiene una especial deuda de gratitud; el de José Vilarasau que fue durante más de quince años Presidente del Patronato, el de José Antonio Herce, director de Fedea también una larga temporada; el de Ana Velarde, la secretaria administrativa durante tantos años... Esos son algunos de los que ahora están en otras ocupaciones (o jubilados que tampoco se está mal); pero también merecen recuerdo los que hoy llevan la camiseta puesta y están haciendo una labor increible, por utilizar el término que le gusta a Luis. Con todos ellos tenemos una deuda de gratitud y por eso hemos querido recoger sus nombres en la web del 25 aniversario que os animo a mirar.
A mi me toca hacer un discurso -breve- porque el que tiene que hablar es Eric Maskin que para eso es Nobel y espero hacerlo sobre tres cosas: sobre el Atlético de Madrid no vaya a ser que alguien piense que hemos tirado la toalla; sobre la misión de Fedea, que es lo que toca y sobre un motivo especial de agradecimiento al Patronato de la institución.
Fedea tiene una doble misión que cumplir: conseguir que buenas cabezas dediquen tiempo a pensar en las cuestiones que le importan a la sociedad; y que después también le dediquen tiempo a explicárselas. No es trivial. Lo que se publica mejor en las revistas internacionales de primer nivel no es, con bastante frecuencia, lo que le importa a la gente. Ni dedicar tiempo a explicarlas -como se hace por ejemplo en neg- te genera rendimientos profesionales. Hay por tanto que generar una atmósfera en el que aproveches el hecho de que los académicos lo son porque tienen genuinos deseos de cambiar la sociedad (de otra forma, estarían ganando dinero -que no es nada malo, por cierto- en una empresa) y de gastar su tiempo en estas tareas de menor rentabilidad privada.
Ahora el agradecimiento. Hay un agradecimiento a todas las empresas e instituciones que han ayudado a financiar la institución y muy especialmente a aquellas que se han compromteido a hacerlo de forma estable a través del Patronato. Pero hay un agradecimiento muy especial porque han delegado la supervisión del contenido de nuestros trabajos al Comité Cientifico, formado por economistas independientes a esas instituciones. De esta forma, y por atípico que pueda resultar en nuestro país, hemos sido independientes durante 25 años, tanto de las empresas e instituciones que nos han financiado como del poder político que en cada momento ha habido. Y la independencia, en este país nuestro, no es fruto de la casualidad: es resultado de una organización en la institución que ha separado el papel de cada cual; del hecho de contar con un número suficiente de patronos como para para no ser patrimonio propio de ninguno; y de la selección de unos investigadores cuyo prestigio profesional hace dificil que se vendan, como se comentaba ayer en otro post, por un plato de lentejas.
El futuro se ve con optimismo. La catarsis a la que se ve sometido este país desde hace tres años nos está sirviendo a nosotros para sacar lo mejor de cada cuál, que no es poco, y para fortalecer la institución. Dentro de 25 años, cuando estemos todos a punto de jubilarnos -con el permiso de los 100- estoy seguro que podremos decir lo que hoy pensamos la mayoría: que este esfuerzo ha merecido la pena.