El impacto de la edad de salida del mercado de trabajo sobre la mortalidad

Por Cristina Belles (Universidad de Mannheim), Sergi Jiménez (UPF y FEDEA,@sergijm64) y Han Ye (Universidad de Mannheim)

Muchos países han reformado su sistema público de pensiones para hacer frente al envejecimiento de la población y mantener la solvencia financiera. Uno de los principales instrumentos de política es la restricción del acceso a los planes de jubilación anticipada[i] mediante el aumento de la edad mínima de acceso a la pensión. Si bien existe una amplia literatura que estudia las respuestas de la oferta de trabajo a estas reformas de las pensiones, hay relativamente pocos estudios sobre el impacto de las mismas en la mortalidad. Además, las pruebas empíricas existentes se basan principalmente en los experimentos de políticas que permitieron una jubilación más temprana (por ejemplo Kuhn et al., 2020). Dado que los efectos sobre la mortalidad de anticipar y posponer la edad de jubilación no son necesariamente simétricos, estas estimaciones podrían no generalizarse en la actualidad, momento en el que la mayoría de los responsables políticos pretenden incentivar la prolongación de la vida laboral. Por lo tanto, es relevante para las políticas entender el impacto del retraso de la jubilación en la mortalidad, especialmente el efecto de restringir las opciones de jubilación anticipada sobre la misma.

En un reciente trabajo (disponible aquí) aportamos nueva evidencia causal sobre esta importante cuestión, investigando una reforma de las pensiones en España. Esta reforma modificó exógenamente la edad de jubilación anticipada en función de la fecha en que los individuos comenzaron a cotizar al sistema de seguridad social. Los individuos que cotizaron al sistema de pensiones antes del 1 de enero de 1967 podían solicitar voluntariamente una pensión a partir de los 60 años. En cambio, los individuos que empezaron a cotizar después de 1967 sólo pudieron solicitar voluntariamente una pensión a los 65 años (véase la figura 1 que describe las opciones para los cohortes en los que centramos el análisis).

Figura 1. Edad de jubilación según el cohorte y año de inicio de la carrera contributiva

Esta reforma tiene varias ventajas para responder a nuestra pregunta de investigación. En primer lugar, el cambio de discontinuidad en la edad de jubilación en función del año de inicio de la cotización de los individuos nos permite identificar los efectos causales de forma razonadamente creíble. En segundo lugar, a diferencia de la mayor parte de la literatura anterior, esta reforma crea un aumento sustancial (hasta de cinco años para algunos cohortes) en la edad en la que la opción de jubilación es posible por primera vez y conduce, en consecuencia, a un retraso considerable en la salida del mercado laboral. En tercer lugar, la reforma afecta a una población más general en comparación con estudios previos (see, e.g., Hallberg et al. (2015); Bloemen et al. (2017); Hagen (2018)). Esta característica nos permite captar las respuestas de mortalidad en la población general y examinar respuestas heterogéneas de diferentes subgrupos poblacionales. Por último, el tratamiento se determinó en la fase inicial de la carrera profesional del trabajador, lo que proporciona un horizonte temporal largo para que la edad de jubilación esperada afecte a la mortalidad si existen algunas respuestas anticipatorias.

Para responder a nuestra pregunta utilizamos una versión novedosa, disponible solo en la Sala Segura de Barcelona de la Seguridad Social, de los datos del panel administrativo de la Seguridad Social española que cubre el 10% de los individuos nacidos entre 1938 y 1949 dados de alta en la Seguridad Social en cualquier momento hasta 2020. Nos centramos en una muestra de individuos que empezaron a cotizar en 1966 y 1967 y comparamos los que empezaron a cotizar hasta un año antes y después del 1 de enero de 1967.

¿Qué impacto tendrá la pequeña diferencia en el año en el que empiezan a cotizar sobre, por ejemplo, las pautas de salida del mercado laboral y, por ende, sobre la supervivencia de estos individuos?

En la Figura 2 podemos observar el impacto que tiene el año en el que se empieza a cotizar sobre la edad en el último empleo. Los que empezaron a cotizar en 1966 utilizan la opción de dejar de trabajar a los 60 (e indirectamente pedir la pensión) en mayor medida que los que empezaron a cotizar en 1967, que por contra se concentran mucho más a los 65 (edad de jubilación normal para estos cohortes). Utilizando una regresión de primeras diferencias dentro de la cohorte y controlando por una amplia lista de efectos fijos, encontramos que la reforma retrasa, en promedio, la edad del último empleo alrededor de medio año.

Figura 2. Edad del último empleo de los que empezaron a cotizar en 1966 vs 1967

Como consecuencia, véase la Tabla 1, aquellos que empezaron a cotizar en 1967 también tienen una menor probabilidad de solicitar una pensión ordinaria y una mayor probabilidad de solicitar pensiones parciales y de invalidez, lo que indica que los individuos no cumplieron totalmente con el aumento de la edad legal de jubilación y utilizaron otras formas de abandono del mercado laboral antes de solicitar una pensión ordinaria. También tienen una mayor probabilidad de no solicitar ninguna pensión, motivada principalmente por la mortalidad prematura. Los individuos que empezaron a cotizar después de enero de 1967 tienen 2,5 puntos porcentuales más de probabilidades de morir antes de solicitar una pensión.

Tabla 1. Efecto de haber empezado a cotizar en 1967 sobre las vías de salida de la fuerza laboral

En la Tabla 2 presentamos el efecto de la edad en el último empleo sobre la probabilidad de morir en diferentes rangos de edad. Aparte de presentar los resultados por mínimos cuadrados y al objeto de identificar de forma consistente el impacto del retraso de la salida del mercado laboral en la mortalidad, instrumentamos la edad del último empleo utilizando el año en que los individuos empezaron a cotizar a la seguridad social. Encontramos que retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años en 5 puntos porcentuales (equivalente a un aumento relativo del 50%). Las respuestas de la mortalidad entre las edades en las que no se puede acceder a las pensiones públicas (60 y 64 años) son las más fuertes.

Tabla 2. El efecto de la edad de ultimo empleo sobre la mortalidad

Una vez establecido el efecto principal, aportamos evidencia sobre los posibles mecanismos que subyacen al efecto perjudicial de retrasar la jubilación sobre la mortalidad. En particular, nos centramos en los efectos heterogéneos de retrasar la salida del mercado laboral según las condiciones del mercado laboral de los individuos antes de la jubilación. Como la carga de un trabajo suele ser multidimensional, examinamos cuatro dimensiones del entorno laboral: la carga física, la carga psicosocial, la autovaloración en el trabajo y el nivel de cualificación profesional.

En primer lugar, utilizando los accidentes laborales registrados a nivel de industria como indicador de la carga física del trabajo desempeñado, mostramos que el aumento de la mortalidad es mayor para aquellos que trabajaban en sectores con una alta intensidad de accidentes laborales. Esto confirma la literatura previa que ya ha establecido que las ocupaciones físicamente exigentes conducen a efectos adversos para la salud. Asimismo, encontramos que el estrés mental y social que experimentan los individuos antes de la jubilación también influye. Retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años en 5,3 puntos porcentuales para las personas con trabajos de alta carga psicosocial, mientras que esta cifra es de 3,6 puntos porcentuales para las personas con trabajos de baja carga psicosocial. También medimos la sensación de logro y reconocimiento de los individuos en su último trabajo utilizando los datos de la Red de Información Ocupacional (O*NET). Demostramos que sólo las personas que trabajan en sectores de baja autovaloración tienen más probabilidades de morir cuando se enfrentan a un retraso de un año en la salida del trabajo. Por último, de forma similar a la literatura anterior, mostramos que retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta el riesgo de morir en 6,6 puntos porcentuales para los trabajadores de cuello azul y solo 3,2 puntos para el resto.

Tabla 3. El efecto de las condiciones laborares antes de la jubilación sobre la mortalidad

Por último, mostramos que permitir que los trabajadores reduzcan gradualmente su tiempo de trabajo al final de su carrera, convirtiendo la jubilación parcial en una opción, puede incentivar a los trabajadores a permanecer más tiempo en la población activa sin perjudicar su salud. Por lo tanto, permitir la jubilación flexible junto con el aumento de la edad legal de jubilación podría ser una buena política para mitigar el coste de estas políticas para el sistema sanitario público.

En conclusión, muchos países europeos, entre ellos España, han aumentado recientemente la edad legal de jubilación. Nuestros resultados son informativos para los responsables políticos, ya que muestran que este tipo de reformas pueden tener un impacto negativo sobre la supervivencia de determinados colectivos generando desigualdades en el tiempo en la jubilación entre los mismos. Además, mostramos que los efectos adversos sobre la supervivencia pueden mitigarse permitiendo la jubilación anticipada para ciertos tipos de individuos (con trabajos física o mentalmente agotadores) e introduciendo la posibilidad de reducir el tiempo de trabajo para los trabajadores de más edad al final de su carrera contributiva. En definitiva,  un sistema de jubilación flexible, con prestaciones actuarialmente justas, puede ser la solución para mitigar el alto coste, en términos de salud, que impone restringir la jubilación anticipada a la par que se retrasa la edad normal de jubilación para muchos individuos.

[i] La jubilación anticipada ha sido tratada previamente en NEG aquí, aquí, y aquí