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Nuestra legislación laboral, en efecto, está muy relacionada con el desempleo juvenil

Brindusa Anghel y Sara de la Rica

Como muchos de vosotros ya sabéis, desde FEDEA cada trimestre actualizamos el Observatorio Laboral de la Crisis mediante la publicación de un boletín electrónico (el del cuarto trimestre de 2011 saldrá mañana en http://www.fedea.es/observatorio. Este boletín complementa la información de la EPA de los datos del trimestre en cuestión mediante la explotación de las Estadísticas de Flujos de la Población Activa. Las Estadísticas de Flujos nos permiten hacer un seguimiento de los trabajadores entrevistados en varios trimestres consecutivos (6 trimestres) y observar sus posibles transiciones laborales a lo largo de este período. En esta entrada queremos detenernos en uno de los resultados obtenidos en el Observatorio en este trimestre, y que tiene que ver con la relación entre la pérdida de empleo (el despido) y la edad.

Para ello, mostramos en primer lugar las diferencias en las tasas de pérdida de empleo según la edad de los trabajadores:

¿Qué observamos? Que en este cuarto trimestre de 2011, de cada 100 trabajadores empleados en el trimestre anterior menores de 25 años, 18 han perdido su empleo; si nos fijamos en el siguiente tramo de edad, 25-34 años, se observa que han perdido su empleo el 8%, es decir, 8 de cada 100, y así sucesivamente. Podemos afirmar, en consecuencia, con claridad que los jóvenes pierden sus empleos con mucha mayor facilidad que los trabajadores de mayor edad. Esta mayor pérdida de sus empleos es claramente una de las razones, aunque no la única, de que la tasa de desempleo juvenil esté en estos momentos en el 48%.

¿Por qué los jóvenes pierden su empleo con más facilidad que los trabajadores de mayor edad? ¿Es la juventud en sí misma la que provoca que se produzca este hecho o es alguna otra característica, como el tipo de empleo, la educación, el sector en el que trabajan? Por fortuna, esta pregunta puede fácilmente contestarse mediante la aplicación de técnicas sencillas que nos permiten estimar y cuantificar qué factores y en qué medida cada uno de ellos afecta a la probabilidad de que un trabajador pierda su empleo. Introducimos entre los posibles causantes la edad, la educación, la nacionalidad, el género, el sector de actividad, el tipo de contrato y observamos qué y cuánto afecta cada factor a la probabilidad de perder un empleo. Asumimos que todos estos factores son exógenos, lo cual podría ser cuestionable en los casos de tipo de contrato y antigüedad en el empleo. Corregir por esta particularidad requeriría de estimaciones más complicadas en las que no hemos entrado, y cuyo posible efecto en el resultado obtenido no es a priori claro.

Esta estimación es la que se presenta en la tabla 2 del Apéndice del boletín. En esa tabla se presentan tres estimaciones (para el trimestre pasado y para este cuarto trimestre): en la primera se introducen como factores explicativos la edad, la educación, la nacionalidad y el género (columna 1). En dicha estimación, ser menor de 25 años lleva asociado un riesgo de pérdida de empleo que es un 50% mayor que para los trabajadores cuya edad está entre 25 y 34 años, y la diferencia con respecto a edades mayores es incluso mayor. En la segunda estimación, además de los factores anteriores, se añade el tipo de contrato y el sector de actividad (columna 2). El resultado obtenido en este caso, es que ser menor de 25 años lleva asociado un riesgo de pérdida de empleo que es un 20% mayor que para el tramo de edad siguiente, diferencia que también aumenta, aunque menos, con respecto a los tramos de edad más altos. Por último, en la columna 3, a los factores anteriores añadimos los meses de antigüedad que el trabajador lleva en la empresa. Y el resultado que se obtiene es que, una vez introducidos todos estos factores, la edad en sí misma no tiene ninguna relevancia para explicar el riesgo de pérdida de empleo.

¿Qué se concluye de este ejercicio? Que dos factores que determinan de modo muy importante que los trabajadores menores de 25 años pierdan sus empleos en mayor medida que los de mayor edad son el TENER UN CONTRATO TEMPORAL y el TENER UNA MENOR ANTIGÜEDAD EN LA EMPRESA.

Estos dos factores están claramente relacionados con la regulación laboral de nuestro país: la gran mayoría de los trabajadores menores de 25 años (un 61%) tiene un contrato temporal, lo que lleva a los jóvenes a una altísima rotación laboral y, en consecuencia, a que su antigüedad en la empresa sea en general muy pequeña. Estos son los factores que en mayor medida determinan que pierdan sus empleos con mayor facilidad que el resto de los trabajadores, lo que sin duda contribuye a que casi la mitad de estos jóvenes trabajadores se encuentren desempleados en este cuarto trimestre de 2011.