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Los nuevos datos del Observatorio Laboral de la Crisis: Algunas Luces y Muchas Sombras

(Una versión reducida de esta entrada fue publicada en La Vanguardia ayer)

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La Nota de Prensa del INE del pasado Jueves nos lanzó algunos mensajes que me gustaría destacar previamente a entrar en las novedades ofrecidas por el Observatorio Laboral de la Crisis de este trimestre que hoy hacemos público [aquí]:

En primer lugar, que en el último trimestre de 2013 nuestro país sigue destruyendo empleo. La ocupación bajó en 65.000 personas y si sumamos a esta cifra la de los tres trimestres anteriores, nos enfrentamos a una disminución neta de empleo en 2013 de unas 200 mil personas. Es cierto que el último semestre del año que acaba de cerrar muestra signos de que la destrucción de empleo parece tocar a su fin, pero no es menos cierto que el hecho de que tras seis años de crisis todavía se pierdan 200 mil empleos al año debiera prevenir de cualquier atisbo de euforia. La tarea que se tiene por delante para que nuestro mercado laboral sea capaz de absorber los casi cuatro millones de trabajadores que han perdido su empleo en esta crisis es simplemente ingente.

En segundo lugar, otro dato preocupante es que según el INE el número de personas activas sigue disminuyendo en nuestro país. La tasa de actividad no alcanza el 60% y si a esto unimos el hecho de que del colectivo de activos el 26% está desempleado nos aleja enormemente de la tasa de empleo que la Unión Europea se ha marcado como objetivo para 2020, que no es otra que alcanzar el 70%. Confiemos en que una proporción no menor de los inactivos sean desempleados desanimados de modo que a medida que la reactivación tome cuerpo entren al mercado de trabajo. De no ser así, nuestro sistema de bienestar será simplemente insostenible.

Y ahora pasemos a los datos de las transiciones laborales observadas en este trimestre: En primer lugar, y como bien destaca el gráfico, volvemos a la senda de la pérdida neta de empleo que habíamos dejado atrás durante el segundo y tercer trimestre de este año. La estacionalidad no favorece tradicionalmente al cuarto trimestre de cada año, este es un hecho conocido, y en este trimestre hemos asistido a la pérdida neta de 140 mil empleos. También es preciso añadir que la pérdida neta observada en este trimestre es básicamente la mitad de la que observamos hace exactamente un año, tanto porque la pérdida de empleo ha disminuido como porque el acceso a un empleo ha aumentado (tanto en términos absolutos como relativos, que son los mostrados entre paréntesis).

Pérdida y Acceso a Un Empleo - Total

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Como puede verse con mayor detalle en el Observatorio, la pérdida neta ocurre para casi todos los colectivos a excepción de los más educados.

En esta entrada quisiera destacar una novedad que hemos introducido en el Boletín de este trimestre y que incorporaremos en el gráfico de transiciones a partir de ahora que es la pérdida y acceso a un empleo no sólo por tipo de contrato, sino también según el tipo de jornada. Especial interés merece en mi opinión el acceso al empleo según la jornada sea parcial o completa, y el siguiente gráfico muestra la composición:

Pérdida y Acceso a un Empleo según Tipo de Contrato y Tipo de Jornada

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El gráfico revela que cada 100 nuevos empleados en este trimestre, 37 han accedido a un trabajo con jornada parcial – 30 mediante contratos temporales y 7 mediante contratos indefinidos.

Habrá que seguir con enorme atención la evolución de este tipo de jornada. En principio, uno podría pensar que mientras la demanda sea tan tenue, el uso de la jornada parcial puede posibilitar un mejor reparto del empleo. De hecho, la mayoría de los países de nuestro entorno están incrementando el uso de la jornada parcial para paliar los efectos de la crisis. Esta sería la cara positiva. Pero no olvidemos que en Europa el uso de la jornada parcial es mayormente voluntaria y que la gran mayoría de los individuos que hacen uso de la misma compatibilizan esta modalidad de trabajo bien con estudios o con la jubilación. Este no está siendo el caso en nuestro país, donde ni estudiantes ni jubilados tienen prácticamente presencia en la población activa y donde dos de cada tres individuos que disfrutan de jornada parcial dicen que quisieran trabajar a jornada completa.

Una no puede por menos que temerse que la jornada parcial entre en nuestro país para quedarse como una modalidad de trabajo precaria e involuntaria como sucedió con la temporalidad a partir de 1984. Si este fuera el caso, la salida de la crisis sería la peor de las posibles, con una doble precariedad derivada no sólo de la temporalidad sino también de un claro sub-empleo. Ambos factores son incompatibles con la economía del conocimiento a la que nuestro país debiera aspirar.